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Introducción


Introducción

María Cuvi Sánchez

En los últimos años de este siglo XX, el concepto de desarrollo sostenible está imponiéndose rápidamente y cuestionando aquellas formas de hacer desarrollo que han predominado en las políticas y proyectos de modernización impulsados en América Latina, Africa y Asia desde la década de 1950. Más que un concepto listo para ser aplicado, el desarrollo sostenible es un propósito, una nueva manera de representarnos el mundo en busca de una práctica que le de sentido. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, CNUMAD, que se llevó a cabo en Río de Janeiro en 1992, fue definido como aquel desarrollo que resuelve las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para resolver las suyas.

Este concepto, originalmente acuñado por la ecología, ha ido permeando otras disciplinas como la silvicultura, la biología, la economía y, en general las ciencias sociales. Por tratarse de un concepto transdisciplinario, ya que integra simultáneamente la conservación ambiental, la viabilidad económica y la equidad social, obliga a introducir cambios profundos, tanto en las propuestas teóricas como en las estrategias metodológicas y en las prácticas de las distintas disciplinas, desafío que no siempre es acogido con agrado. Por lo general, en el mundo académico cada disciplina adopta el concepto de una manera tal que no desordene las formas tradicionales de llevar adelante su trabajo.

Similar es lo que ocurre en el mundo del desarrollo. Profesionales, tanto técnicos como aquellas personas que están a cargo de las decisiones políticas tienen dificultades para conciliar sus estrategias y prácticas tradicionales con los postulados del desarrollo sostenible, inclusive formalmente. En este proceso de ajuste y adaptación, la dimensión que con mayor frecuencia se soslaya es la equidad, justamente la que tiene particular importancia para las mujeres y otros grupos como los de jóvenes, indígenas, negros y todos aquellos que han sido marginados del acceso a la toma de decisiones a nivel local, regional, nacional e internacional.

Esta tendencia general, puede ser bien ilustrada con lo que sucede en el sector forestal ecuatoriano. La planificación forestal se basa en un diagnóstico que sobre dimensional los problemas relacionados con la deforestación; las soluciones, en consecuencia, relevan los aspectos técnicos relacionados con el manejo y gestión de los recursos naturales.

Desde este enfoque, poca o ninguna importancia se presta a actores y actoras sociales que los explotan, aprovechan, conservan o degradan. Y cuando se formulan o ejecutan políticas y planes forestales, las mujeres desaparecen detrás de conceptos como población, familia, pobreza u otros que neutralizan el género de los actores. Por lo general, en los programas se omiten acciones que apunten a superar la discriminación de género, pese a que las mujeres no solo están directamente involucradas en el manejo y conservación de esos recursos, tanto a nivel comunal como institucional, sino que muchas veces reciben con mayor fuerza el impacto negativo de la destrucción ambiental.

Ya en la CNUMAD se reconoció que para asegurar un desarrollo sostenible, las mujeres deben ser consideradas en todos los capítulos y programas de la Agenda 21. Y en el capítulo 24 de dicha Agenda -Medidas Mundiales en favor de la Mujer para Lograr un Desarrollo Sostenible y Equitativo se recomienda a los gobiernos dedicarse activamente a poner en práctica medidas como la de...exeminar políticas y elaborar planes que aumenten el número de mujeres que participan en calidad de formuladoras de decisiones, planificadores, directoras, trabajadoras de las ciencias y asesoras técnicas en la formulación, el desarrollo y la aplicación de políticas y programas en el desarrollo sostenible.1 Asimismo, en el objetivo estratégico K.2 de la Plataforma de Acciones de Beijing que se aprobó en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing en 1995 se recomienda a los gobiernos Integrar las preocupaciones y perspectiva de género en las políticas y programas en favor del desarrollo sostenible.2

1 UNIFEM y Coalición Política de Mujeres Andinas. Porqué las mujeres apoyamos un desarrollo sostenible. Quito, Coordinadora Política de Mujeres Ecuatorianas, 1996.

2 Ibid.

Estas recomendaciones directas y explícitas de las Conferencias Mundiales no dan lugar a vacilaciones; responden, además, a las constataciones surgidas de varias décadas de desarrollo: los resultados muestran que no ha bastado crear condiciones iguales para hombres y mujeres, ya que la discriminación de género subsiste. Una de las explicaciones de esta persistencia es que como hombres y mujeres no compartimos idénticas sino desiguales posiciones de poder, es menester también crear oportunidades justas y equilibradas con el fin de que cada género, independientemente de la edad, origen étnico, religión o color de la piel, pueda participar y compartir equitativamente las recompensas sociales de los esfuerzos conjuntos.

Volviendo al ámbito forestal ecuatoriano, actualmente contamos con dos instrumentos que enmarcan el desarrollo de este sector. El primero es la Ley Forestal y de Conservación de Areas Naturales y Vida Silvestre expedida en 1981, que está en revisión para adecuarse a las nuevas condiciones ambientales, económicas y sociales del país y la región. El segundo es la Política Forestal, de Areas Naturales y de Vida Silvestre, la misma que recoge el concepto de desarrollo sostenible y que constituye el marco en el cual se ejecutará el Plan de Acción Forestal del Ecuador, PAFE. Ni para la revisión de la Ley ni para la formulación de la política se ha recogido el punto de vista de las organizaciones de mujeres, razón por la cual los dos instrumentos son débiles desde el punto de vista de género. Este hecho no es casual; más bien responde al incipiente interés que al respecto existe entre las instituciones ambientalistas. La preocupación por integrar nuevos enfoques como el de género, a la planificación forestal es muy reciente en el país; ha sido impulsada por unas pocas profesionales mujeres, la mayoría con una formación en ciencias sociales, que trabajan en proyectos forestales y de conservación de la biodiversidad, auspiciados por el Gobierno de Holanda y por el Banco Mundial, respectivamente.

Como parte de estos esfuerzos pioneros, el 21 de enero de 1997 se desarrolló el Taller Integrando el enfoque de género en el PAFE. Este encuentro, en el cual participaron quince especialistas en género, silvicultura y desarrollo, fue organizado por el proyecto GCP\ECU\064\NET, Apoyo a la Implementación del PAFE, financiado por el Gobierno de Holanda y conducido con la asistencia técnica de la FAO. Nos hemos animado a publicar la Memoria, puesto que las exposiciones, comentarios y recomendaciones que entregamos a lectores y lectoras, no se circunscriben únicamente al enfoque de género. Muy por el contrario, las especialistas trascendieron ese campo particular para tratar temas como el de la participación y la representación de los actores sociales en la planificación forestal, así como los puentes que es necesario tender con el fin de articular las dimensiones técnicas, sociales, económicas, políticas y culturales de la silvicultura, si la intención es apuntar hacia un desarrollo sostenible. Sin lugar a dudas, los novedosos textos que integran esta publicación constituyen un valioso material de consulta para aquellos profesionales - mujeres y hombres - interesados en replantearse la óptica desde la cual se ha estado impulsado el desarrollo forestal en el país.

Objetivos y metodología del taller

La discusión del taller se basó en el contenido del Plan de Acción Forestal de/Ecuador - PAFE - (Documento para Revisión y Discusión) para lo cual se plantearon los dos objetivos siguientes:

El documento fue dividido temáticamente en cuatro partes, cada una de las cuales fue encargada a una especialista y una comentarista. La primera parte corresponde a la caracterización del sector forestal ecuatoriano y a las políticas generales y sectoriales que le sirven de marco. En la segunda se aborda la evolución del PAFE desde 1989. En la tercera constan los seis programas recientemente formulados y que se prevé financiarlos y ejecutarlos hasta el año 2000. Finalmente, la cuarta está dedicada a resumir las nueve estrategias a largo plazo. Al final del día una especialista presentó una visión integral de los logros y limitaciones de la propuesta del PAFE recogiendo, al mismo tiempo, los principales aportes y recomendaciones de las presentaciones temáticas.

Apoyándose en el enfoque de género y en recientes teorías antropológicas y sociológicas que establecen relaciones significativas entre actores sociales, manejo de recursos naturales, participación y desarrollo, tanto expositoras como comentaristas aportan a la construcción de una visión de la silvicultura, diferente de la que subyace en las políticas y programas forestales en el país, una visión que busca el equilibrio entre las dimensiones sociales y ambientales en la silvicultura, una visión que recupera la diversidad cultural y la mirada de "el otro".

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