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El programa El hombre y la biosfera de la UNESCO en las zonas de montaña

Thomas Schaaf es especialista de programas en la División de Ciencias Ecológicas de la UNESCO, que actúa a modo de secretaría internacional del programa sobre El hombre y la biosfera. Se ocupa de los ecosistemas de montaña y de las tierras áridas y semiáridas.

Actualización sobre el programa interdisciplinario de investigación medioambiental de la UNESCO.

El programa El hombre y la biosfera (MAB) es una iniciativa interdisciplinaria de investigación medioambiental. Se inició en 1972 con la finalidad de establecer la base, dentro de las ciencias naturales y sociales, para la utilización racional y la conservación de los recursos de la biosfera y para mejorar la relación global entre las personas y el medio ambiente. El rasgo distintivo del programa es su enfoque global e interdisciplinario. El examen del impacto humano en un ecosistema determinado - es decir, la interrelación entre las personas y el medio ambiente - exige estudiar las ciencias naturales (por ejemplo, la climatología, la biología, la edafología y la silvicultura) y las ciencias sociales (por ejemplo, la economía, la geografía y la sociología). De ahí, el nombre del programa: El hombre y la biosfera.

El programa MAB adopta un enfoque ecológico centrado en los ecosistemas de montaña, en las tierras áridas o en los bosques tropicales húmedos. Poco después de que se iniciara a principios de abril de 1973, se reunió en Salzburgo (Austria) un grupo de expertos para analizar «el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas de montaña y de la tundra». S u cometido consistía en elaborar el contenido científico de proyectos que deberían proponerse en el marco del programa MAB. El grupo recomendó que se estudiaran los siguientes factores (UNESCO-MAB. 1973; Schaaf, 1995):

· los asentamientos humanos en zonas de altitud elevada;

· los efectos de diferentes usos de la tierra sobre los ecosistemas de montaña;

· los efectos de la tecnología en gran escala en los ecosistemas de montaña;

· las repercusiones del turismo y de las actividades de esparcimiento en los ecosistemas de montaña.

Ese mismo año se reunió en Lillehammer (Noruega), unos meses más tarde, un grupo de trabajo para determinar con mayor precisión el alcance, los objetivos, las metodologías y los posibles resultados de estudios en las esferas en las que se reconoció que existían problemas (UNESCO-MAB, 1974). Esta reunión permitió determinar más claramente una serie de problemas temáticos y regionales que debían ser estudiados, a saber:

· el desarrollo de los recursos y los asentamientos humanos en las zonas montañosas tropicales de gran altitud (es decir, por encima de los 2 500 m y entre las latitudes 30° N y 30° S), incluidos los Andes tropicales, las cordilleras montañosas del Asia sudoriental y las tierras altas del África oriental y Etiopía;

· el turismo, la tecnología y la utilización de la tierra en las tierras montañosas templadas de las latitudes medias (aproximadamente, entre las latitudes 30-60° N y S) donde existen el invierno y el verano claramente diferenciados;

· los problemas relativos al aprovechamiento de la tierra en los ecosistemas de montaña de altitud elevada y de la tundra, con especial atención al pastoreo, el desarrollo industrial y las actividades de esparcimiento.

Con la finalidad de que se pudieran comparar los métodos y los resultados de los estudios, el grupo de trabajo de Lillehammer identificó requisitos mínimos de investigación, tanto por lo que se refiere a las ciencias naturales (por ejemplo, la climatología y la edafología) como a las ciencias sociales (por ejemplo, la sociología y la economía). Se consideró de importancia crucial que fuera posible comparar los resultados de los estudios regionales sobre las zonas de montaña con los de otros lugares en un contexto internacional.

Las variables que se identificaron para su estudio en las zonas de montaña pueden parecer obvias y simplistas (por ejemplo, la temperatura del aire, las precipitaciones y la velocidad del viento en los estudios climáticos). No obstante, se llevó a cabo un esfuerzo notable para alcanzar un acuerdo internacional sobre la adopción de una metodología uniforme y coherente para la investigación de los ecosistemas de montaña en el marco de un programa científico intergubernamental. Desde el punto de vista conceptual, la elaboración de ese catalogo de requisitos mínimos de investigación fue un importante paso adelante en la investigación internacional conjunta. Como corolario de ese proceso se llevó a cabo un gran número de estudios de casos a escala mundial en el marco del programa MAB, particularmente en los Andes y en los Alpes.

UN NUEVO IMPULSO: LAS RESERVAS DE BIOSFERA

A comienzos de los años noventa, se inició una nueva fase del programa MAB como consecuencia de la decisión de su órgano rector, el Consejo Internacional de Coordinación del MAB. Las tres orientaciones principales son: el fortalecimiento de la capacidad científica; la investigación sobre la diversidad biológica y los procesos ecológicos; y el fomento de la Red mundial de reservas de biosfera. Esta última iniciativa fue especialmente fructífera y en la actualidad existen 352 reservas de biosfera en 87 países, más del 40 por ciento de las cuales están situadas en regiones montañosas.

Las reservas de biosfera son zonas de ecosistemas terrestres y costeros y marinos en las que, mediante modelos de zonificación y una explotación adecuada de la tierra, se combina la conservación de los ecosistemas y su biodiversidad con la utilización sostenible de los recursos naturales en beneficio de las comunidades locales. Constituyen, portante, un instrumento de gran importancia para hacer realidad los principios contenidos en el Programa 21 (como el capítulo 13 sobre las zonas de montaña), el Convenio sobre la diversidad biológica y otros acuerdos internacionales.

Modelo de zonificación de una reserva de biosfera; cada zona tiene una función específica

El concepto «reserva de biosfera» implica la conservación del medio ambiente, la investigación científica y el desarrollo sostenible. La ordenación de las reservas de biosfera se encamina a demostrar que la conservación medioambiental puede servir para aumentar el desarrollo sostenible basado en los resultados de la investigación científica y en la participación de la población local (UNESCO-MAB, 1996). Esto se lleva a cabo mediante un sistema específico de utilización de la tierra que toma en consideración las características topográficas, biológicas, económicas y socioculturales de cada lugar.

Las reservas de biosfera tienen tres funciones diferentes, pero interrelacionadas:

· La función de conservación: Las reservas de biosfera protegen los recursos genéticos, especies vegetales y animales, ecosistemas y paisajes autóctonos valiosos para la conservación de la diversidad biológica mundial.

· La función de desarrollo: Las reservas de biosfera tratan de aunar los intereses de la conservación con la utilización sostenible de los recursos mediante una cooperación estrecha con las comunidades locales, aprovechando los conocimientos tradicionales, los productos indígenas y los sistemas adecuados de ordenación de la tierra.

· La función de creación de redes: Las reservas de biosfera están vinculadas a través de una red mundial; proporcionan servicios de investigación, seguimiento, enseñanza y capacitación a escala local, así como para llevar a la práctica programas comparativos de investigación y seguimiento a nivel internacional o regional.

Si bien es cierto que la importancia relativa de esas tres funciones básicas no es la misma en todos los casos, la combinación de las mismas es el rasgo distintivo de las reservas de biosfera. La articulación de esas funciones se realiza en la práctica a través de un modelo de zonificación, que incluye una zona básica (o varias) estrictamente protegida con arreglo a objetivos de conservación predeterminados. Esa zona básica está rodeada por una o varias zonas de amortiguación delimitadas en las que sólo se pueden llevar a cabo actividades que sean compatibles con los objetivos de conservación. Por último, una zona de transición menos estricta rodea a las zonas básicas y de amortiguación y en ella tiene lugar la cooperación con la población local y se desarrollan actividades de ordenación sostenible de los recursos (véase la figura).

Muchas reservas de biosfera están situadas en zonas de montaña, en las que son los núcleos centrales de las actividades de conservación, investigación y desarrollo. La reserva de biosfera de los Apalaches meridionales, en los Estados Unidos, comprende tierras de seis estados federales. Bajo los auspicios del programa sobre El hombre y la biosfera de los Apalaches meridionales, los proyectos de investigación que se han emprendido incluyen la reintroducción del lobo rojo en el parque nacional de las Great Smoky Mountains y la evaluación del hábitat para aves migratorias neotropicales. La labor de cooperación desarrollada en la reserva de biosfera está promoviendo la sensibilización del público mediante la elaboración de material de enseñanza para las escuelas y los programas de enseñanza pública.

En la reserva de biosfera de Manu, que abarca una superficie de 4 000 m en el Perú, el desarrollo rural de la zona de amortiguación que circunda a las zonas protegidas se considera de importancia vital para la viabilidad de las medidas de conservación. Se conoce como proyecto Manu y está a cargo de la Fundación Peruana para la Conservación de la Naturaleza desde 1989. En este caso, la atención se centra en el desarrollo de sistemas agrícolas sostenibles y de servicios de salud y enseñanza para la población (principalmente quechuas de las zonas montañosas) y para la población indígena (amazónica) de las zonas de amortiguación. El desarrollo de la agricultura sostenible desde el punto de vista ambiental se introdujo con la finalidad de que los recursos disponibles pudieran utilizarse de forma más intensiva en una zona de extensión reducida y de limitar la presión sobre el parque nacional, que es el núcleo básico de la reserva de biosfera.

En la zona sudoccidental de China, la reserva de biosfera de Xishuangbanna, cuyo punto de mayor altitud alcanza los 2 429 m, recibe con frecuencia la denominación de «reino de la biodiversidad». En los bosques de Xishuangbanna hay más de 200 especies de mariposas, y su cría se ha convertido en una importante actividad económica y en una opción para el desarrollo sostenible y la conservación de especies por la población local. En China, la etnobotánica se desarrolló como disciplina en Xishuangbanna: actualmente se están estudiando las ceremonias vegetales, el consumo de flores, la utilización de plantas para la comunicación y el conocimiento de hierbas por la población minoritaria (especialmente los dai).

En Europa, la cooperación se extiende a través de las fronteras nacionales en reservas de biosfera de las tierras montañosas en las que el inventario de especies y la ordenación de la tierra han pasado a ser actividades importantes en los últimos años. Se han establecido o se están constituyendo arreglos de hermanamiento entre la reserva de biosfera de los Vosgos septentrionales en Francia y la de Pfälzerwald en Alemania; entre la reserva de biosfera de Tatra, en Polonia y la de Tatry en Eslovaquia; y entre las tierras cárpalas de Polonia, Eslovaquia y Ucrania, todas las cuales han sido designadas reservas de biosfera.

NUEVOS ENFOQUES: LOS FACTORES CULTURALES

En su esfuerzo por adoptar nuevos enfoques en la conservación del medio ambiente, el programa MAB-UNESCO ha introducido recientemente una iniciativa para basar la conservación del medio ambiente en creencias y valores culturales tradicionales. ¿Es posible reforzarla conservación de espacios protegidos legalmente (como los parques nacionales) mediante la adopción de iniciativas complementarias que tomen en consideración los aspectos culturales?

La mayor parte de las culturas del mundo reconocen la existencia de lugares sagrados naturales. Algunas montañas o colinas tienen una connotación sagrada o un significado espiritual y el acceso a esos lugares está muchas veces prohibido o restringido a un cierto tipo de personas, como los sacerdotes y peregrinos. En consecuencia, en esos lugares se conserva a menudo una gran diversidad de especies animales y vegetales, que contrasta fuertemente con la degradación e incluso el agotamiento de las zonas circundantes.

Se puede considerar a los lugares sagrados como reservas genéticas vegetales y santuarios de la fauna silvestre, ya que en ellos se prohibe la recolección de plantas y la caza. Los lugares sagrados ofrecen una valiosa información a los investigadores del medio ambiente, dado que pueden servir como lugares indicadores de la vegetación natural potencial. Además, las especies de los lugares sagrados son nativas (a veces incluso endémicas) y están bien adaptadas a las condiciones climáticas y edáficas locales.

Como lo puso de relieve un proyecto anterior de la UNESCO sobre lugares sagrados de las sabanas septentrionales de Ghana, estos lugares pueden proporcionar también material genético para la forestación y el cultivo agrícola cuando se pretende restablecer un medio ambiente degradado.

Al basar la conservación del medio ambiente en creencias y valores culturales tradicionales, esta nueva iniciativa de la UNESCO ofrecerá también oportunidades de investigación interdisciplinaria a los científicos ambientalistas y a los antropólogos, lo que contribuirá a salvar las distancias existentes entre la ciencia natural y la cultura en general. La nueva labor de investigación se encuentra en su fase preparatoria y se aplicará en varios lugares sagrados de las montañas de África, Asía y América Latina.

Bibliografía

Droste, B. y Schaaf, T. 1991. Der Mensch und die Biosphäre (MAB) - ein internationales Forschungsprogramm der UNESCO. Geographische Rundschau, 4: 202-205.

Price, M.F. 1995. Mountain research in Europe - an overview of MAB research from the Pyrenees to Siberia. París, UNESCO y Carnforth, Reino Unido, Parthenon Publishing Group.

Schaaf, T. 1995. UNESCO-MAB: integrated mountain research and environmental conservation. En A. Breymeyer, ed. Conference Paper No. 21 of EuroMAB IV Symposium on Mountain Zonality Facing Global Change, p. 9-16. Institute of Geography and Spatial Organization, Polish Academy of Sciences, Varsovia.

Schaaf, T. 1997. Der Beitrag der UNESCO zur Förderung des internationalen Naturschutzes. En K.-H. Erdmann, ed. International Naturschutz, p. 47-59. Heidelberg, Alemania, Springer-Verlag, Berlín.

UNESCO-MAB. 1973. Expert Panel on Project 6 - Impact of Human Activities on Mountain Ecosystems. Final Report. MAB Report Series No. 8. París, UNESCO.

UNESCO-MAB. 1974. Working Group on Project 6 - Impact of Human Activities on Mountain Ecosystems. Final Report. MAB Report Series No. 14. París, UNESCO.

UNESCO-MAB. 1996. Biosphere Reserves: the Seville Strategy and the Statutory Framework of the World Network of Biosphere Reserves. París, UNESCO.


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