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Inventarios forestales y biodiversidad

Jacques Rondeux es Profesor en la Facultad Universitaria de Ciencias Agronómicas de Gembloux, Unidad de Gestión y Economía Forestal, Bélgica.

La perspectiva de modificarlos inventarios forestales para que puedan proporcionar más informaciones sobre la diversidad biológica.

Desde 1992, fecha en la que numerosos países suscribieron el programa ambiental Estrategia de biodiversidad mundial en Rio de Janeiro, las políticas nacionales e internacionales de conservación de la naturaleza se esfuerzan por promover la biodiversidad, en particular en el contexto forestal. De hecho, la biodiversidad, que puede definirse como la diversidad del mundo vivo, se manifiesta en varios niveles: genes intraespecíficos (diversidad genética), especies (diversidad interespecífica) y ecosistemas (diversidad ecológica) (Levêque, 1994). En sentido amplio, la biodiversidad abarca una serie de nociones diferentes como la diversidad específica, la raridad, el carácter natural, la fragilidad, que sugieren medidas de protección que han de integrarse en la gestión forestal propiamente dicha. La diversidad específica, indicador más usual de la diversidad biológica, no puede por sí sola justificar una acción de protección, ya que será evidentemente muy variable en función de la geografía forestal (por ejemplo bosque boreal, bosque templado, bosque tropical húmedo).

Dado que la definición del concepto mismo de diversidad biológica y de su campo de aplicación, es poco clara y es objeto de múltiples interpretaciones, la manera de medir la biodiversidad sigue siendo también una cuestión abierta. No obstante, son necesarias informaciones representativas y fiables sobre el estado y la evolución o la dinámica de la diversidad biológica forestal con miras a la gestión sostenible, lo que añade nuevas perspectivas a los inventarios forestales y, según las escalas en que se opere, a las metodologías aplicables. Pero precisamente, si no se conocen las variables y las informaciones que deberían recopilarse, aparte del hecho de que se refieren en general a los espacios y el entorno, ¿es realmente oportuno estudiar la pertinencia misma de inventarios forestales en el primer caso evocado, el del dominio de la biodiversidad? A esta pregunta trata de responder este artículo.

A continuación se contemplan, en un plano general, la forma en que los procesos de Helsinki (1993) y de Montreal (1993) proponen caracterizar la biodiversidad y la importancia de las referencias espaciales y temporales; los grandes tipos de inventarios forestales que pueden entrar en juego y la índole de las variables recopilables para tratar de captar lo esencial de la biodiversidad. Se consideran las principales incidencias sobre los aspectos metodológicos de los inventarios, así como las perspectivas de realización de inventarios adaptados. Finalmente, se proponen algunas recomendaciones y conclusiones.

BIODIVERSIDAD FORESTAL Y NOCIÓN ESPACIO-TIEMPO

En el marco del proceso de Helsinki relativo al desarrollo sostenible, hay un criterio (el cuarto) específico para el mantenimiento, la conservación y el mejoramiento adecuado de la diversidad biológica, y se refiere a diferentes conceptos: los ecosistemas forestales representativos raros y vulnerables, las especies amenazadas y la diversidad biológica en los bosques productivos a través de cambios de superficies, de tipos de bosques y plantaciones, así como de número y proporción de especies forestales.

En el marco del proceso de Montreal, que trata de los países forestales templados y boreales no europeos, la biodiversidad incluye elementos de biodiversidad de los ecosistemas, entre especies y genética, expresados a través de superficies ocupadas, del número y de la condición de las especies forestales y de su evolución temporal.

La importancia de la noción espacio-tiempo

Plantear el problema del análisis y la supervisión de la biodiversidad en el bosque implica no sólo fijar los límites de la investigación, sino también situar precisamente la escala del análisis y la frecuencia de las observaciones. La biodiversidad se sitúa en un marco dinámico y evolutivo, su proceso y su composición cambian constantemente por obra de factores naturales y antrópicos. Las sucesiones bióticas y el desarrollo de los suelos, sustento de la vegetación, responden a fenómenos ecológicos complejos que son integraciones de varios procesos biológicos, químicos y físicos que requieren años, y aun siglos a veces, para manifestarse (Jeffers, 1996).

La naturaleza de los indicadores puede variar también según las escalas espaciales y temporales adoptadas. Según los casos, el investigador trata de obtener una información general a nivel regional, nacional o continental, o se limita a zonas seleccionadas (las consideradas como reservas, por ejemplo). En consecuencia, es importante poder disponer de indicadores de biodiversidad normalizados para poder realizar comparaciones tanto en el espacio como en el tiempo.

LOS TIPOS DE INVENTARIOS

En principio los inventarios de gestión (completos o por muestreo) se refieren a superficies determinadas que corresponden a unidades de gestión (plantaciones, parcelas, rodales), mientras que los inventarios nacionales o regionales abarcan extensos territorios analizados a partir de informaciones puntuales (Rondeux 1993; Rondeux et al., 1996).

Es importante considerar si no sería suficiente utilizarlos inventarios forestales existentes para una evaluación de la biodiversidad forestal, ya que la mayor parte de ellos contienen ya elementos que se refieren directamente a ella pero que requerirían medidas y observaciones suplementarias (nuevas variables) y que podrían también, mediante un tratamiento adecuado de las variables ya registradas, proporcionar indicaciones directas o indirectas sobre la diversidad biológica (variables derivadas). Si los inventarios existentes son aprovechables, es esencial hacerlos permanentes en interés del control de la evolución misma de la diversidad a través del tiempo.

Inventarios de gestión

Si se deben considerar la biodiversidad y su control en relación con la gestión forestal sostenible referida a conjuntos constitutivos de rodales forestales, a unidades paisajísticas (Olivier, 1992) o a unidades de gestión (fincas de algunas hectáreas a varias decenas de hectáreas), las características esenciales y los elementos claves que habrá que tener en cuenta, a intervalos regulares, podrían serlos siguientes, como orientaciones referentes a la magnitud de la masa forestal:

· los diámetros, alturas y características de todos los árboles por encima de un diámetro predeterminado, con objeto de precisar la estructura de la masa forestal;

· el índice de fertilidad forestal en relación con las condiciones estacionales;

· los elementos topográficos;

· los suelos y el sustrato geológico de los bosques, incluida la naturaleza y la profundidad de los humedales;

· la vegetación en el suelo con referencia particular a toda especie rara o insólita (es también oportuno señalar la presencia de hongos, briofitos, líquenes, etc.);

· la presencia y la importancia de la regeneración (plántulas o árboles que no han alcanzado todavía un diámetro determinado);

· la naturaleza y la cantidad de toda madera muerta, es decir ramas o troncos secos caídos o en pie o en descomposición dentro del bosque o plantación;

· la influencia humana y la historia del bosque (cultivo, derechos de uso, tala, corta, caza, etc.);

· los ecotonos notables y las especies particularmente asociadas a los eco sistemas en contacto (interfaz bosque-agricultura, bosque-terreno abierto, por ejemplo).

En lo que concierne más particularmente el inventario mismo y sus modalidades, teniendo en cuenta la gran variedad de elementos observables, la metodología propuesta para medir y controlar la biodiversidad se basará en principio en un muestreo en la medida en que es importante proporcionar información sobre la variabilidad espacial y la heterogeneidad en el interior del bosque. Convendría proceder a una estratificación de las unidades de muestreo para tener la seguridad de que las zonas con gran diversidad biológica estén correctamente representadas en la muestra.

Desde un punto de vista más pragmático, deberían realizarse prioritariamente observaciones sóbrelos puntos siguientes, adaptándolas eventualmente a las condiciones particulares de cada caso:

· la vocación principal del bosque (producción, zonas protegidas, zonas de conservación biológica, silvícola y genética);

· el pasado del bosque (tratamiento silvícola o situación anterior, impacto humano);

· los biotopos notables (viejo bosque inculto, bosque natural, geomorfología particular, formaciones vegetales raras);

· el paisaje (abierto, cerrado, alejado);

· las condiciones sanitarias (contaminación atmosférica, daños de diversos orígenes);

· la flora herbácea, los frutos y los hongos;

· los linderos del bosque (estructura, composición, anchura y longitud);

· otros aspectos particulares (maderas especiales, árboles notables).

En un inventario forestal clásico, las variables relativas al medio se registran sobre todo en función de la influencia que ejercen sobre la productividad forestal (Pelz, 1995), lo que sin embargo no excluye que se utilicen con otro fin. A menudo es posible extraer indicadores de la diversidad estructural de los bosques a partir de informaciones fácilmente disponibles como distribución de los diámetros, distribución de especies de árboles, altura de éstos, caracterización de los niveles de crecimiento, posición social de los árboles, número de árboles vivos y muertos. Las diversas variables relativas a los árboles y a la estructura de los bosques están también en estrecha correlación con los demás componentes del ecosistema forestal: suelo, flora y fauna, lo que justifica que buen número de variables ya registradas en un inventario centrado en los recursos madereros ofrecen perspectivas de utilización más amplias.

Inventarios forestales nacionales y regionales

La mayoría, si no la totalidad, de los inventarios forestales nacionales actuales realizados sobre la base de muestreos en general sistemáticos y a veces multifases tienen por objeto proporcionar informaciones sobre la producción maderera de los bosques y su disponibilidad; por ello, contienen pocos datos sobre la biodiversidad forestal. No obstante, desde hace unos diez años se acentúa progresivamente la tendencia a recoger en inventarios nacionales, en particular cuando son objeto de revisiones metodológicas, informaciones relativas a las funciones forestales no exclusivamente orientadas a la producción maderera (Lund, 1986). Si algunas variables relativas al medio están ya presentes en estos tipos de inventario, otras pueden deducirse total o parcialmente, mientras que otras necesitan una recolección específica, o incluso requieren metodologías adaptadas (Lund, 1993).

Variables existentes y derivadas

Si se opera con una unidad de muestreo (o rodal de superficie reducida), en los inventarios se recogen variables que son parte integrante de la biodiversidad y que están vinculadas al suelo (profundidad, textura, proporción de grava, humus, etc.), a la vegetación herbácea (plantas indicadoras), a la composición arbórea por capas, al estado sanitario, a los daños.

Con referencia al individuo (árbol), además de la especie, el diámetro, la posición social, puede haber también otras variables, a saber: el origen, el grosor de la corteza, la altura de la copa, el crecimiento en diámetro y en altura, el estado sanitario, la edad.

Nuevas variables

Las nuevas variables que permitan describir la biodiversidad a un nivel de percepción global pueden integrarse con bastante facilidad en un inventario nacional en su versión clásica referente principalmente a la madera (Pelz, 1995). He aquí algunos ejemplos:

· características de las lindes en sentido amplio (longitud, forma, estructura);

· tipo de suelo (descripción más detallada), incluidas variables que puedan cambiar con el tiempo;

· descripción de la vegetación de los estratos herbáceos, de monte bajo (matorrales) y arbóreos;

· efecto de otros usos del suelo (agricultura);

· historia del uso de los suelos (pastoreo, agricultura, prácticas especiales);

· caracterización de pequeños habitáis (manantiales, humedales, de alto valor biológico);

· cantidad y dimensiones de árboles muertos en pie o caídos y en descomposición y grado de descomposición;

· árboles notables por su aspecto fenotípico.

ASPECTOS METODOLÓGICOS DE LOS INVENTARIOS

El concepto global de biodiversidad en el bosque y de inventarios forestales debe entenderse desde una perspectiva multi-dimensional que abarque desde la especie hasta la ecozona. Ante todo hay que hacer que estos conceptos sean operacionales, para decidir después lo que es posible medir en el marco de los inventarios y desarrollar como técnicas de medida y de tratamiento de la información para apreciar la biodiversidad.

Métodos de aplicación de los inventarios

Aunque las observaciones y medidas en el suelo sigan siendo las mejores garantías de un inventario de calidad en cuanto a la precisión de las variables registradas, la teledetección espacial (Poso et al., 1995) es un instrumento cada vez más valioso, y en un futuro próximo los captores aerotransportados deberán mejorar de manera radical la calidad de la teledetección y ofrecer novísimas fuentes de información. Esta técnica debería encontrar un campo de aplicación muy amplio en la delimitación precisa de biotopos y de conjuntos forestales: por ejemplo, podría servir de base para una estratificación a partir de la cual el muestreo en el suelo sería más preciso, garantizando una mejor percepción de los niveles a los que se dirige la diversidad biológica.

Cabe preguntarse si la medida de la biodiversidad forestal puede realizarse simplemente por intermedio de inventarios forestales por muestreo, cuya rigidez relativa no siempre es compatible con una observación más «naturalista» de los ambientes analizados. En apoyo de esta idea viene el interés creciente por evaluar la diversidad biológica a escala del hábitat. En realidad pueden combinarse estos dos enfoques, permitiendo que el inventario cubra de manera uniforme la totalidad de un territorio y ofrezca una representación cartográfica de las variables registradas, mientras que el enfoque selectivo permita, por su parte, un análisis más fino de la diversidad de un medio o hábitat determinado.

En los inventarios corrientes por muestreo, las unidades de muestreo son parcelas de extensión fija o variable, y por lo tanto, se admite que los datos recogidos no reflejan necesariamente las características del bosque. Las zonas en que se recogen los datos relativos a la biodiversidad no deberían limitarse a las superficies de las parcelas, sino que deberían extenderse a las zonas vecinas (como se hace ya para tipificar correctamente la estructura de un bosque, por ejemplo).

Los métodos de inventarios tendrán que tener en cuenta los hábitats y las características del paisaje, bases potenciales de la estratificación. Será necesario igualmente integrar en los inventarios forestales clásicos otras fuentes de información como la cartografía de los ecosistemas y de los biotopos y desarrollar métodos de evaluación compatibles con estas variables.

Como nunca podrá registrarse toda la amplitud de la biodiversidad en programas de dimensión realista, es importante adoptar enfoques indirectos. Se centran éstos en las variables y los hábitats básicos que permiten cuantificar y calificar la biodiversidad (por ejemplo, el estudio de las relaciones entre la estructura del material en pie y las demás especies como la vegetación en el suelo, los insectos, los hongos, los musgos).

Papel de los sistemas de información geográfica

Muchos datos relacionados con la biodiversidad proceden de estudios de sitios específicos, pero no son suficientes en la medida en que es preciso disponer de un conjunto de datos referenciados espacialmente y constitutivos de una muestra equilibrada de una región definida o de un país. Por lo tanto, es importante recoger datos de zonas de muestreo seleccionadas de manera objetiva para que determinen la ordenación espacial y la dinámica de los componentes del ecosistema.

Trátese de indicadores cuantitativos (superficies ocupadas y su evolución, por ejemplo) o cualitativos (estado sanitario, por ejemplo) o socioeconómicos (recurso explotado, infraestructura, tipo de uso de la tierra, por ejemplo); es fundamental presentar la información en función del espacio de manera que sea posible localizar con precisión la distribución de las especies, la fragmentación de ambientes, el tipo de bosque, etc., resituándolos en el contexto de su entorno físico y biológico (Poso et al., 1995).

Las informaciones disponibles sobre la biodiversidad se han de colocar en bases de datos con referencia geográfica, si se quieren recuperar rápidamente con fines cartográficos, analíticos o de construcción de modelos. Deberán integrarse también a otros datos sobre los ambientes, las condiciones socioeconómicas, los tipos de recursos naturales, los riesgos potenciales de degradación, etc. Los sistemas de información geográfica constituyen, a este respecto, las claves de la integración de informaciones en la escala deseada (Jeffers, 1996).

PERSPECTIVAS Y CONCLUSIONES

Un inventario forestal registra habitual o convencionalmente determinadas informaciones a las que se podrían añadir otras relativas a objetivos más amplios de gestión integrada, incluida la biodiversidad. Muchas investigaciones forestales emanan de fundamentos biológicos, aunque tal información no siempre se haya asociado ala silvicultura y a los inventarios forestales. Es necesario buscar un compromiso entre lo que se aspira a medir y lo que es posible medir con los recursos humanos y materiales disponibles. Si se persigue evaluar a través del tiempo la importancia cuantitativa y cualitativa del material leñoso y en particular la biodiversidad vegetal, está claro que hay que registrar variables específicas en atención a las limitaciones tanto espaciales como temporales. Considerando, por una parte, los objetivos y las modalidades de ejecución de la mayor parte de los inventarios forestales y, por otra parte, la imprecisión relativa actual del concepto de biodiversidad, parece oportuno, para que ésta se tenga más en cuenta en todo acto de gestión forestal, prestar atención a los siguientes elementos de reflexión:

· muchas informaciones están ya disponibles o pueden derivarse de los datos conocidos;

· pocos datos nuevos pueden recogerse en lo tocante, por ejemplo, al ecosistema forestal y más particularmente a la distribución y la frecuencia de especies vegetales o de las características estructurales de la vegetación arbórea;

· los invéntanos forestales tradicionales deberían ampliarse integrando en el plano conceptual una metodología apropiada de recopilación de datos relativos a recursos no madereros;

· es oportuno estudiar las características del territorio objeto de muestreo utilizando los sistemas de información geográfica, antes de iniciar inventarios específicos o nuevos procedimientos de inventario;

· deben promoverse inventarios procedentes de muestreos multifases, que combinen un análisis de documentos obtenidos por teledetección con operaciones en el suelo;

· los métodos de inventario propuestos deben incluir el concepto de seguimiento en el tiempo, y por lo tanto también el de permanencia.

Los inventarios por muestreo sistemático con intensidad de sondeo adaptada siguen siendo una base sólida de análisis si se admite que la medida de la biodiversidad se ha alcanzado ya ampliamente, en zonas cubiertas por inventarios nacionales o regionales, mediante observaciones realizadas con arreglo a un sistema estructurado que permita abarcar de forma homogénea la totalidad del territorio.

Es prácticamente imposible definir un método de recogida de datos adaptado a todos los elementos de la biodiversidad. Convendrá restringir los inventarios a un conjunto bien definido de variables y atributos. Por ejemplo, se tomarán como objetivo los árboles o arbustos en lugar de querer observar toda la biodiversidad vegetal. Si, con miras a estimaciones detalladas y más completas, hay que realizar inventarios específicos para muchas variables que traduzcan la importancia cuantitativa y cualitativa de la biodiversidad vegetal, los inventarios clásicos orientados a la estimación de la madera contienen también muchos datos de los que se puede deducir una información que no se limita a los productos madereros (Pelz, 1995). Podrían calcularse, por ejemplo, funciones relativas a la diversidad de las especies y a su evolución en el tiempo.

La fotointerpretación aérea, las observaciones realizadas en el suelo sobre parcelas de muestreo y el análisis de las interfaces de zonas boscosas y no boscosas constituyen tres fuentes esenciales de datos para evaluar las principales características de la diversidad. La fotointerpretación combinada con un muestreo en el suelo permite caracterizar las zonas boscosas (especies, estructuras, fases de desarrollo, ecosistemas particulares), en la medida en que se haya establecido una tipología pertinente, y proporciona informaciones preciosas sobre la fragmentación y la estructuración de la cubierta forestal. Además de estas observaciones globales, también pueden estimarse la altura de los bosques, su densidad, la fase de desarrollo y la proporción de especies en el conjunto. En realidad, estas variables permiten caracterizar la diversidad estructural de los bosques.

Además de las informaciones clásicas que permiten recoger, las unidades de muestreo (parcelas), en sí mismas o en su entorno inmediato, podrían facilitar observaciones o medidas con valor de indicadores de hábitat: vegetación herbácea, cepas, árboles muertos o en descomposición, acumulación de piedras, eriales, fosos, montones de ramas.

El análisis o el inventario de las zonas situadas al borde de los bosques o en contacto con otros tipos de espacios (prados, eriales, medios acuáticos) permite apreciar las condiciones especiales favorables a la vegetación, las aves y los insectos. Dentro de estas zonas de transición entre diferentes elementos del paisaje y distintos hábitats pueden recogerse informaciones no usuales (Brändli et al., 1995), por ejemplo, exposición, trazado, estructura y densidad del lindero forestal, presencia o ausencia de un cinturón de matorrales y su altura, así como de una faja forestal (árboles del borde con determinado diámetro) y su anchura, tipo de vegetación en el lindero, etc. Convendría asociar los principios en que se basa la realización de inventarios nacionales o regionales que utilizan tramas de puntos con los que definen los inventarios de gestión, más orientados al análisis de superficies. Es posible inventariar la biodiversidad en un país analizando de manera pormenorizada las partes del territorio (por ejemplo por cuadrados de un kilómetro de lado) centradas en puntos de muestreo que compongan una trama regular de puntos definidos sobre documentos cartográficos (fotografías aéreas y/o imágenes desde satélite), a partir de los cuales haya podido establecerse una estratificación basada en la naturaleza del uso mismo del espacio forestal (Barrer et al., 1993).

Se requiere una base de datos actualizada periódicamente. A este efecto se han de usar inventarios forestales clásicos enriquecidos con informaciones ecológicas, capaces de responder a numerosas preguntas que requieren la consulta y el cotejo de datos muy diversos (Max et al., 1996; Rondeux, 1994).

Un caso de estudio: evaluación de los recursos madereros en la región valona de Bélgica

Para llevar la contabilidad de los recursos forestales de la parte meridional de Bélgica (región valona) se emprendió en 1994 un inventario (Rondeux y Lecomte, 1996). Este inventario se realiza mediante muestreo sistemático no estratificado basado en cuatro unidades circulares concéntricas (radios de 18,9, 4,5 y 2,25 m) instaladas en lo alto de mallas rectangulares de 1000 x 500 m que cubren la totalidad de la superficie forestal (530 000 ha). La continuidad se aseguró mediante repeticiones de las medidas con una periodicidad de 10 anos, recorriéndose cada ano la décima parte de la superficie inventariable. En sus comienzos se concibió, como otros inventarios nacionales, para controlar la evolución de los recursos madereros con fines de evaluación económica y para contribuir a perfilar las líneas directrices de una nueva política forestal regional. Los datos registrados respondían pues a estos tipos de preocupaciones y se referían, de manera no exhaustiva, a:

· informaciones generales y administrativas (identificación y localización del punto de muestra, tipo de propiedad);

· medio ambiente de crecimiento: topografía, geología, edafología y fitosociología;

· masas arbóreas: tipo, estructura, calidad, silvicultura, edad;

· principales características dendrométricas: circunferencias a la altura de un hombre y a distintos niveles, alturas totales.

A partir de 1997 se operaron varios ajustes metodológicos destinados a integrar, de la manera más completa posible, la recogida y el tratamiento de los parámetros relativos al desarrollo sostenible y, en particular, a la biodiversidad vegetal entendida en el sentido de la conferencia de Helsinki (Anón., 1996). Se identificaron a este respecto varios tipos de variables, comprobándose después la viabilidad de su recogida. En el marco del inventario propiamente dicho, se identificaron como posibles indicadores los procedentes de observaciones directas, de estimaciones, de deducciones y de mediciones.

En cuanto a los parámetros derivados de observaciones directas relativas a las condiciones generales del medio ambiente, se consideran los siguientes de manera más minuciosa que en la primera versión del inventario:

· clase del punto de muestra (bosque, páramo, erial, zona protegida);
· situación anterior (bosque, agricultura, otra);
· tipo de bosque o de uso (producción, protección, conservación);
· descripción de las propiedades físicas del suelo y del humus;
· región natural y territorios ecológicos (geología, clima);
· topografía (relieve, exposición, pendiente, altitud).

Respecto al arbolado se presta una atención particular a:

· estructura (niveles, distribución de grosores);

· tipo de arbolado (según la proporción de las variedades presentes);

· edad;

· calidad fenotípica de los árboles;

· gestión forestal y huellas visibles de intervenciones (espacio entre plantaciones, tipo y extensión de los claros, avenamiento, zanjas);

· estado sanitario de los árboles (defoliaciones, agresiones de parásitos y otras);

· presencia e importancia de árboles con cavidades;

· tipo e importancia de la regeneración;

· presencia de espacios aclarados o vacíos y linderos (estos últimos pueden ser muy ricos y diversificados en vida vegetal, lo que requiere una adaptación de la metodología de inventario). Según su naturaleza, estas informaciones se extraen de documentos cartográficos o se recogen en las unidades de muestreo y en su entorno inmediato hasta un radio de 30 m a partir del punto de muestreo.

En cuanto a los parámetros derivados de estimaciones, los que se consideran dentro de la parcela circular de una superficie aproximada de 10 acres (18 m de radio) son los siguientes:

· las variables cualitativas relativas a datos botánicos que deben conducir a la determinación de grupos ecológicos o de asociaciones vegetales que expresan tanto riqueza como diversidad específicas;

· los datos de especies madereras clasificadas en tres grupos por su altura.

En cuanto a los parámetros derivados de mediciones, son esencialmente cuantitativos y se determinan en las unidades de muestreo. Se refieren a:

· los grosores (circunferencias a una altura de 1,5 m);

· las alturas de los árboles vivos y muertos en pie;

· los grosores y longitudes de los troncos y ramas caídos.

En cuanto a los parámetros deducidos, resultan ante todo del tratamiento de las variables registradas y se expresan en forma de promedios o valores referidos a una hectárea. Pueden ponerse en relación con la riqueza del hábitat y, en ciertas variables, referirse a árboles tanto vivos como muertos. Podrán calcularse así y someterse a interpretación en atención a la riqueza potencial y a la diversidad de las zonas inventariadas:

· la densidad del arbolado expresada en número de troncos y superficie de tierra por hectárea (magnitud de la cubierta);

· los volúmenes y biomasas de madera recogidos por hectárea (magnitud del material en pie);

· las alturas totales medías y dominantes (estructura vertical);

· las circunferencias media y dominante (fase de desarrollo);

· el índice de productividad (clase de rodal);

· el número de árboles muertos por hectárea;

· el volumen o la cantidad de madera muerta por hectárea y la época de la mortalidad.

A partir de las variables consideradas resulta posible ofrecer en forma de cuadros, incluso de cartografías, síntesis sobre la diversidad de las especies y de los ecosistemas: composición de la flora y distribución geográfica, entre otras cosas. El inventario forestal así enriquecido sirve de apoyo a una importante base de datos que con un tratamiento cuidadoso puede ser de gran valor.

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