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Inventario y evaluación de árboles fuera del bosque en grandes espacios

C. Kleinn

Christoph Kleinn dirige la Sección de Estadística del Centro Agrícola Tropical de Investigación y Enseñanza Superior (CATIE), Turrialba, Costa Rica, y es Coordinador Técnico de un proyecto financiado por la Unión Europea sobre evaluación de recursos arbóreos fuera del bosque.

Definiciones y opciones para realizar inventarios y evaluaciones en grandes espacios de árboles fuera del bosque.

Por árboles fuera del bosque se en-tiende formaciones arbóreas que van desde árboles a islados a árboles sistemáticamente ordenados en sistemas agroforestales. En este último extremo de la gama realizan varias funciones ecológicas y económicas que en principio pueden ser análogas a las de los bosques, aunque diferentes en magnitud. Los árboles fuera del bosque son muy poco reconocidos en las evaluaciones de recursos naturales, en particular en grandes extensiones, y sólo recientemente ha llamado la atención este asunto como objeto importante de la investigación.

Este artículo trata del inventario y la evaluación de árboles fuera del bosque, entendiéndose por inventario el proceso de determinación de la cantidad y calidad de un recurso, y por evaluación el proceso de contextualización de los datos del inventario y de asignación de valores al recurso. Estos inventarios se han levantado en grandes espacios como provincias, países o regiones, a diferencia de estudios más corrientes sobre espacios menores como fincas o grupos de fincas. Tras analizar la definición y la clasificación de los árboles fuera del bosque, el artículo esboza distintas opciones para la realización de las encuestas. Se hace referencia particular a experiencias y ejemplos de América Latina.

Vista aérea de diferentes configuraciones de á rboles fuera del bosque: paisaje arbolado pero casi no forestal

- CATIE

Objeto del inventario

Siempre se precisa una definición clara del recurso inventariado para garantizar la congruencia y la comparación con otros estudios y facilitar la comunicación de los resultados. La FAO define los árboles fuera del bosque como "árboles en tierras no definidas como bosques y otras tierras boscosas". Esta definición depende pues de la de bosque y otras tierras boscosas. En el recuadro se resumen las definiciones de árbol, bosque, tierra boscosa y árboles fuera del bosque según la FAO (Finnish Forest Research Institute, 1996; FAO, 1998).

Definiciones

La FAO ha definido la categoría de "árboles fuera del bosque" con referencia a árboles y sistemas arbóreos que ocupan tierras distintas de las definidas como "bosques y otras tierras boscosas". Las correspondientes definiciones de la FAO son:

Árbol

Planta leñosa perenne con un solo tronco principal o, en el caso del monte bajo, con varios tallos, que tenga una copa más o menos definida.

Incluye: bambúes, palmeras y otras plantas leñosas que cumplan con los criterios señ alados.

Bosque

Tierra con una cubierta de copa (o su grado equivalente de espesura) de más del 10 por ciento del área y una superficie superior a 0,5 ha. Los árboles deberían poder alcanzar una altura mínima de 5 m a su madurez in situ. Puede consistir ya sea en formaciones forestales cerradas, donde árboles de diversos tamaños y sotobosque cubren gran parte del terreno; o formaciones forestales abiertas, con una cubierta de vegetación continua donde la cubierta de copa sobrepasa el 10 por ciento. Dentro de la categoría de bosque se incluyen todos los rodales naturales jóvenes y todas las plantaciones establecidas para fines forestales, que todavía tienen que crecer hasta alcanzar una densidad de copa del 10 por ciento o una altura de 5 m. También se incluyen en ella las áreas que normalmente forman parte del bosque, pero que están temporalmente desarboladas, a consecuencia de la intervención del hombre o por causas naturales, pero que eventualmente volverán a convertirse en bosque.

Incluye: viveros forestales y huertos semilleros que forman parte integral del bosque; caminos forestales, senderos talados, cortafuegos y otras pequeñas áreas abiertas; bosques que integran parques nacionales, reservas de la naturaleza y otras áreas protegidas que sean de interés espiritual, cultural, histórico o científico; cortavientos y cinturones de protección formados con árboles, con una superficie superior a 0,5 ha y un ancho mayor a 20 m; plantaciones utilizadas principalmente para fines forestales, incluidas las plantaciones de árboles de caucho y rodales de alcornoque.

Excluye: tierras utilizadas primordialmente para prácticas agrícolas.

Otras tierras boscosas

Estas abarcan ya sea tierras donde la cubierta de copa (o su grado de espesura equivalente) tiene entre 5 y 10 por ciento de árboles capaces de alcanzar una altura de 5 m a su madurez in situ; o tierras con una cubiertade copa de más del 10 por ciento (o su grado de espesura equivalente) en la que los árboles no son capaces de alcanzar una altura de 5 m a su madurez in situ (por ejemplo, árboles enanos o achicados); o aquellas donde la cubierta arbustiva abarca más del 10 por ciento.

Árboles fuera del bosque

Árboles en tierras no clasificadas como bosques u otras tierras boscosas.

Incluye: árboles en tierras que cumplan las condiciones de bosques u otras tierras boscosas, excepto que tengan una superficie menor de 0,5 ha; árboles capaces de alcanzar una altura mínima de 5 m a su madurez in situ cuyo grado de espesura sea inferior al 20 por ciento; árboles dispersos en prados y pastizales permanentes; cultivos arbóreos permanentes como frutales y cocoteros; árboles en parques y jardines, en torno a edificios y en líneas a lo largo de calles, carreteras, líneas férreas, ríos, arroyos y canales; árboles en cinturones protectores de menos de 20 m de anchura y 0,5 ha de superficie.

Al depender la definición de árboles fuera del bosque de lo que se entienda por bosque y otras tierras boscosas, cada definición condicionará el cálculo del número de los existentes en una región. La medida en que varíen los resultados según las diversas definiciones depende de factores como la disposición espacial de los árboles y las parcelas forestales (Kleinn, 1991), la precisión de los datos y las prácticas de uso del terreno. En muchos casos es difícil trazar límites (como lo ilustra la dificultad de separar bosques y otras tierras en la foto). La mayoría de las definiciones de bosque no precisan claramente cómo marcar el límite entre el bosque y las tierras no forestales.

La elaboración de un sistema de clasificación para los muy diversos recursos de árboles fuera del bosque seguirá siendo probablemente objeto de atenta consideración de los especialistas en el futuro próximo. La clasificación se necesita
sobre todo para comprender mejor la estructura y la composición del recurso, lo que facilitará su evaluación y la comparación entre diferentes estudios. Un sistema formal de clasificación es necesario para posibilitar la presentación en mapas, que para grandes extensiones no pueden dibujar cada árbol por separado.

Se han elaborado amplios planes de clasificación en la agrosilvicultura (por ejemplo Nair, 1987; Sinclair, 1999), pero no hay todavía un sistema de clasificación que abarque todos los árboles fuera del bosque. Una cuestión clave es si éstos constituyen una superficie (esto es, si se definen geométricamente) o si, por su dispersión, el recurso debe describirse de otra manera, como biomasa por unidad de superficie en tierras agrícolas. Ambas opciones son válidas y permiten representaciones cartográficas del recurso que son útiles para diversos fines.

Ejemplos de clasificaciones de los árboles fuera del bosque

Por la tierra en que se encuentran:

- árboles en zonas urbanas y periurbanas;
- árboles asociados con cultivos perma-nentes;
- árboles asociados con cultivos anuales;
- árboles asociados con pastizales;
- árboles a lo largo de "elementos lineales" como linderos, carreteras, líneas férreas, canales, arroyos;
- grupos de árboles (que no ocupan la superficie correspondiente a la definición de bosque);
- árboles en tierras no cultivadas ni ordenadas (partes de sabana, regiones montañosas, turberas).

Por la geometría:
Interacciones directas entre árboles escasas o nulas:

- árboles dispersos aislados.

En zonas, de forma más o menos clara (Sinclair, 1999):

- árboles en líneas;
- grupos de árboles.

Para clasificar los árboles fuera del bosque y la tierra en que se encuentran, una de las dificultades principales es que hay que tener en cuenta tanto la cobertura territorial (aspecto biofísico: ¿qué extensión de tierra cubren las copas de los árboles?) como el uso de la tierra (aspecto socioeconómico: ¿se usa la tierra principalmente para silvicultura?). Hay posibilidades de confusión. Muchas plantaciones de cacao, cafetales y pastizales, por ejemplo, se considerarían bosques según el criterio de su cubierta arbórea. No es fácil decidir si la imagen muestra una plantación maderera (bosque) o un huerto de árboles frutales (árboles fuera del bosque). Para hacer esta distinción hay que conocer el área y disponer de fuentes de información. Además, las plantaciones madereras se utilizan ocasionalmente en sus primeros años como pastizales, combinando temporalmente silvicultura y otros usos de la tierra.

Las clasificaciones de árboles fuera del bosque deben tener en cuenta tanto la cubierta arbórea como el uso de la tierra: muchos cafetales, por ejemplo, se clasificarían como bosques si se atendiera sólo a la cubierta arbórea. En la imagen, un cafetal en Costa Rica, con árboles podados en primer plano

- E. SOMARRIBA

Para un inventario de grandes espacios, la clasificación debe ser ante todo práctica, para poder tomar decisiones claras y coherentes a partir de los datos disponibles. Dos criterios generales se consideran útiles (véanse ejemplos en el recuadro): el uso de la tierra en que se encuentran los árboles fuera del bosque; y la geometría del recurso. Ambos criterios no se excluyen entre sí sino que deben incorporarse en un sistema de clasificación único, en el que uno de ellos se considerará el criterio principal, según las necesidades de información.

Junto al empeño de diseñar un sistema de clasificación, una importante cuestión actual es el establecimiento de una lista de atributos que caractericen física y funcionalmente al recurso (árboles), así como a la tierra en que el recurso se encuentra, para poder hacer la clasificación tal como requiere cada inventario.

Grupo de árboles en San Andrés Semetabaj, departamento de Sololá (Guatemala)

- G. GÓMEZ

¿Para qué evaluar los árboles fuera del bosque en grandes espacios?

Las evaluaciones de recursos naturales son caras y requieren una justificación objetiva, que suele abarcar la función económica y ecológica de los recursos, el uso potencial de la información y los usuarios potenciales de la misma. Las funciones económicas y ecológicas de árboles forestales y no forestales son en gran medida coincidentes: unos y otros dan madera y productos no madereros, ofrecen espacio vital para animales y plantas, desempeñan un papel en la conservación de especies, la protección del suelo y de los recursos hídricos, contribuyen a la belleza del paisaje y retienen el carbono. Por supuesto, unos y otros árboles difieren en la medida en que desempeñan estas funciones, y muchas funciones del ecosistema son propias de los bosques y no pueden asumirlas los árboles fuera del bosque.

Pero también es instructivo considerar los árboles fuera del bosque sin compararlos directamente con los árboles de los bosques. Estos árboles son con frecuencia independientes del bosque y forman un componente destacado del paisaje no forestal que debe ser tenido en cuenta en la planificación de los recursos naturales en grandes espacios, tanto desde el punto de vista ecológico como desde el econó mico.

En algunos países (Colombia y Costa Rica, entre otros) la legislación forestal se extiende también a los árboles fuera del bosque (por ejemplo, respecto a permisos de tala). Aunque hay cierta tradición y experiencia en ordenación sostenible de los bosques, cuya necesidad se reconoce, se sabe poco sobre la dinámica de los recursos arbóreos fuera del bosque. Es pues importante reunir datos como base para elaborar opciones de actividades que ayuden a mantener la cubierta arbórea. Los datos son también útiles para la planificación, por ejemplo, de la producción de madera de árboles fuera del bosque. En América Central especialmente se precisa información sobre estos árboles en grandes espacios, para responder a las siguientes preguntas:

Además de estas justificaciones técnicas, hay varios acuerdos internacionales (por ejemplo, los Principios Forestales del Programa 21, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención Marco sobre el Cambio Climático) que recalcan que una base de datos segura es un requisito previo para la buena ordenación de los recursos naturales en todo el mundo. Aunque estos acuerdos se refieren en general explícitamente a los bosques, la idea de ordenación sostenible de los recursos naturales es también aplicable a los árboles fuera del bosque. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) pidió que se realizaran inventarios de todas las tierras (Lund, 1996).

Formas de encuestas y ejemplos

La forma del inventario y la evaluación depende de los objetivos específicos. Para responder a las necesidades de información, un inventario de árboles fuera del bosque puede aportar datos cuantitativos o mapas del recurso. Las estadísticas generales y regionales tienen interés en el contexto de la retención del carbono, por ejemplo; por otra parte la cartografía de la cubierta arbórea (configuraciones espaciales y diversidad) es esencial para evaluar los árboles fuera del bosque en los corredores biológicos.

Entre los varios sistemas de inventario de los recursos naturales, las evaluaciones biofísicas y el análisis de otras fuentes de información disponibles, o una combinación de ambos, parecen ser los más adecuados para los árboles fuera del bosque. Otras prácticas como extrapolación de anteriores encuestas, estimaciones o indagaciones de expertos o de administradores territoriales son menos prometedoras, por lo limitado de la experiencia en este campo.

Los árboles fuera del bosque como componente en inventarios de grandes espacios

Se han publicado pocos estudios que se refieran a evaluaciones directas de los árboles fuera del bosque en grandes espacios. Como en el caso de los inven-tarios forestales, podría suponerse que muchas encuestas permanecen inéditas y son inaccesibles. Sylvander (1981) informó sobre la cartografía de la cubierta forestal realizada en Costa Rica en 1967 y 1977 como parte de un proyecto de inventario forestal. Se distinguieron y cartografiaron cinco clases (estratos), a partir de la cubierta arbórea y el uso de la tierra como criterios rectores, clasifi-cándose los bosques en cinco categorías definidas por la FAO (1974). En todas las clases se determinó el porcentaje de cubierta de copas de árboles, incluidos todos los árboles de los bosques o fuera de ellos. Según los resultados, en 1967 el 23,7 por ciento y en 1977 el 30,4 por ciento de la cubierta arbórea estaba fuera de la clase que incluía bosques grandes y cerrados. Otro 12,4 por ciento en 1967 y 18,1 por ciento en 1977 estaban en la clase de zonas con mayores conjuntos forestales, incluidas zonas de agricultura y pastos, es decir sólo parcialmente en bosques. El planteamiento cartográfico de Sylvander es interesante porque prestó atención a los árboles y no sólo a los bosques, y no limitó su labor cartográ-fica y su estimación de la cubierta a diferentes tipos de bosques, sino que incluyó la totalidad del país.

Holmgren, Masakha y Sjöholm (1994) inventariaron los recursos arbóreos en las granjas de Kenya, analizando la situación y las tendencias de la biomasa leñosa fuera de los bosques tradicionales en alrededor del 20 por ciento de la superficie de Kenya clasificada como poseedora de un alto potencial agrícola y que sustenta aproximadamente el 80 por ciento de la población del país. Procedieron a un censo biofísico directo siguiendo un plan de inventario forestal clásico de muestreo en dos fases; en la primera se utilizaron fotografías aéreas, y en la segunda mediciones sobre el terreno. Se consideró que este plan era adecuado para el inventario de la biomasa arbórea dispersa de las fincas agroforestales. Combinando sus resultados con otras fuentes de información, los autores concluyeron que sólo la tercera parte de la biomasa leñosa se encontraba en verdaderos bosques.

Paisaje con bosque y árboles aislados cerca de la costa del Pacífico, provincia de Puntarenas (Costa Rica)

- C. KLEINN

Información sobre los árboles fuera del bosque obtenida por teleobservación

En relación con los árboles fuera del bosque pueden distinguirse tres niveles de trabajo: clasificación y cartografía del uso de la tierra; identificación de clases de cubierta arbórea; y medición de las características de los árboles. Las imágenes desde satélite y las fotografías aéreas son particularmente adecuadas para las dos primeras tareas. La nueva generación de imágenes desde satélite de alta resolución permitirá probablemente identificar árboles aislados (o sus copas), siendo pues prometedora como fuente de datos para inventarios de los árboles fuera del bosque en extensas superficies.

Como para los árboles fuera del bosque hay que observar tanto el uso como la cobertura de la tierra, y las reglas de clasificación deben depender del contexto, teniendo en cuenta las inmediaciones de la superficie clasificada. La clasificación será difícil en muchos casos. Cuando se utilizan imágenes obtenidas desde satélite de resolución corriente, por ejemplo datos de cartó grafo temático Landsat, son indispensables comprobaciones sobre el terreno o la validación con fotografías aéreas de gran escala. En cuanto a la medición de las características de los árboles, sólo algunas de ellas pueden medirse por teleobservación, y sólo cuando la resolución espacial es adecuada. La cubierta arbórea, la densidad y la ordenación espacial de los árboles (o más bien de sus copas) pueden determinarse fácilmente si la resolución geométrica de la imagen lo permite. Otros atributos importantes como especies y dimensiones del tronco y la copa se observan con más seguridad sobre el terreno, y sólo en el terreno pueden observarse variables no biofísicas como títulos de propiedad y tipo de explotación del árbol.

Datos de otras fuentes sobre los árboles fuera del bosque

Un estudio piloto realizado en seis países de América Latina (Kleinn, 1999) mostró que los datos de evaluaciones directas son la excepción en esa región, o no están accesibles. No obstante, el tema de los árboles fuera del bosque incide en varios sectores -sobre todo el sector agrícola, pero también el urbano, el forestal y el de conservación- de los que se dispone de datos que podrían utilizarse para una estimación de grandes espacios.

Por ejemplo, datos sobre superficie de los cafetales se encuentran en estadísticas agrícolas y en estadísticas de los institutos cafeteros nacionales. Sin embargo, la cubierta arbórea sombreada en los cafetales es heterogénea, tanto en densidad y porcentaje de superficie abarcada como por la composición de especies. Además, no es fácil el acceso a datos para grandes extensiones, sino que han de tomarse de una multitud de investigaciones realizadas generalmente en pocas explotaciones. Estos estudios en pequeños espacios suelen ofrecer datos detallados y de alta calidad sobre composición por especies, tamaño, volumen, biomasa, carbono retenido y ordenación espacial del componente arbóreo, así como información sobre su importancia socioeconómica. Con todo, es difícil decir si las investigaciones disponibles representan la situación en una región más amplia y si sería metodológicamente válido usarlas para la formación de modelos y la extrapolación.

Análogamente, se encuentra información sobre la superficie de pastos permanentes en las estadísticas de uso de la tierra, pero los datos sobre el componente arbóreo están dispersos. Guevara, Laborde y Sánchez (1998) registraron promedios de árboles por hectárea en 45 pastizales seleccionados en Los Tuxtlas, México, encontrando claras diferencias según la pendiente del terreno. Van Leeuwen y Hofstede (1995) calcularon los números de árboles en granjas de la zona atlántica de Costa Rica, concluyendo que era imposible determinar mediante entrevistas el promedio de árboles dispersos en pastizales, ya que los agricultores suelen subestimarlos. Esta conclusión es interesante, pues las encuestas agrícolas se han basado sobre todo en entrevistas con los agricultores.

Es improbable que los datos existentes por sí solos den una imagen completa y coherente de los árboles fuera del bosque como recurso en grandes espacios, ya que proceden de una multiplicidad de fuentes y estudios, generalmente realizados en unas pocas zonas menores. No obstante, deben analizarse los datos y su utilidad como información auxiliar para la planificación de evaluaciones. Tal es el caso en particular de las estadísticas y los mapas de uso de la tierra, y también de los modelos de arbolado en función del volumen que se utilizan en los inventarios forestales y agroforestales.

La evaluación en un gran espacio

La estructura básica de una evaluación de los árboles fuera del bosque en un gran espacio parece sencilla: un mapa de uso de la tierra, fácilmente disponible o, por ejemplo, compuesto a partir de imágenes obtenidas por satélite, identifica las clases o estratos en que se encuentran árboles fuera del bosque. A continuación se trata de estimar los atributos deseados de los árboles fuera del bosque en esas clases, para lo que habrá que emplear diferentes técnicas según los objetivos.

Dadas las características particulares del recurso, es probable que los diseños eficientes de inventarios combinen el uso de imágenes obtenidas por satélite, fotografías aéreas (o imágenes de satélite de alta resolución) y división del terreno en parcelas. Las imágenes de satélite son la base para una clasificación de la tierra, posiblemente en relación con la presencia de los árboles fuera del bosque. Además, proporcionan una cobertura completa y permiten producir mapas de la región inventariada mediante extrapolación basada en un modelo. Las fotografías aéreas en escala adecuada o las imágenes de satélite de alta resolución ayudan a identificar los árboles fuera del bosque y sus configuraciones, facilitan la cartografía y el análisis espacial y son útiles para la planificación del trabajo de campo. Se precisa un muestreo de campo detallado, es decir más que la verificación de la clasificación deducida de la imagen de satélite, si se quiere que el inventario presente más que una mera cartografía de la cubierta arbórea. Si entre las variables de interés están la composición por especies, las dimensiones de los árboles, las prácticas forestales, la propiedad, etc., hay que dividir el terreno en parcelas.

Paisaje con árboles dispersos, en San Andrés Semetabaj, departamento de Sololá (Guatemala)

- G. GÓMEZ

La propiedad y la geometría de los árboles fuera del bosque son importantes en la fase de trabajo de campo. La diversa distribución espacial (árboles aislados dispersos, árboles en líneas o en grupos) requiere que se elabore un diseño ajustado de parcelas de muestreo, combinando por ejemplo parcelas de superficie fija, muestras lineales y muestras de distancia, como se hace en encuestas ecológicas e inventarios forestales. La preparación de tal plan de muestreo es objeto actualmente de un proyecto de investigación financiado por la Unión Europea y coordinado técnicamente por el autor. Cabría esperar que el trabajo de campo fuese más fácil en un inventario de árboles fuera del bosque que en un inventario forestal, ya que el acceso físico es más sencillo y la visibilidad mucho mejor. Sin embargo, los árboles fuera del bosque se encuentran principalmente en tierras cultivadas, y por lo tanto en propiedades privadas. Se invierte mucho tiempo en pedir permisos para entrar en tierras privadas y proceder a las mediciones, sobre todo cuando las fincas son pequeñas y las mediciones han de extenderse a varias fincas. Esta es una importante desventaja en comparación con investigaciones en espacios reducidos, que suelen suponer un trabajo prolongado en la misma zona y por lo tanto permiten una familiaridad con la zona y con sus habitantes. El inventario de los árboles fuera del bosque en un extenso espacio implica varias dificultades de organización.

Las parcelas podrían distribuirse con arreglo a una clasificación del terreno (a partir de la interpretación de imágenes de satélite o de mapas existentes) o bien, a falta de una estratificación previa adecuada, podrían distribuirse por todas las tierras con independencia de la cubierta arbórea o forestal, método análogo al de Sylvander (1981). La cubierta arbórea en el paisaje se ve entonces como una variable continua, y no se excluye ninguna clase de cubierta desde el principio. Este método va en la dirección de los inven-tarios exhaustivos del paisaje.

Perspectivas

Las evaluaciones de los árboles fuera del bosque presentan acusadas diferencias respecto a las encuestas forestales tradicionales. La más visible es la mayor heterogeneidad, que hace difícil alcanzar conclusiones generalizadas. El recurso mismo, las formas en que se presenta en terrenos de distintos usos, los sectores que entran en juego y la dinámica del recurso son heterogéneos. El tamaño de la finca y la estructura de la propiedad de la tierra en que se encuentran los árboles fuera del bosque son también hetero-géneos, y en general muy diferentes de las tierras forestales.

¿Quién, entonces, debería aplicarse a los inventarios de los árboles fuera del bosque en grandes espacios? De inmediato son apropiados varios órganos públicos, institutos, proyectos y organizaciones no gubernamentales, si ha de recopilarse información básica en todas las tierras no forestales. La integración en inventarios forestales en grandes espacios, es decir la extensión de los inventarios forestales a tierras no forestales, sería una solución. Pero la integración en censos agrícolas, o sea la extensión de las variables que están en el punto de mira de los censos más allá de los cultivos agrícolas, sería igualmente razonable, al menos para las tierras cultivadas. Tal vez la mejor solución sería un inventario del paisaje con la participación de todos los sectores pertinentes (aunque aun en este caso habría probablemente algunos inconvenientes prácticos, como el costo más elevado y el desacuerdo sobre el derecho de propiedad sobre los datos, por ejemplo). El personal del sector forestal, con su experiencia en inventarios y medición de árboles, puede desempeñar un papel central en estas actividades.

Las actividades intersectoriales son siempre un reto. En los inventarios de los árboles fuera del bosque, no obstante, es esencial la coordinación para ofrecer con eficiencia resultados de utilidad general. En la planificación de un inventario es pues conveniente contactar con otros posibles interesados que podrían tener ya una buena información en sus archivos, o podrían estar dispuestos a participar en el nuevo inventario.

Los inventarios dependen de una variada información auxiliar y se benefician en gran medida de ella. Es pues esencial el papel de los sistemas amplios y accesibles de información, sean estos digitales o centros nacionales o regionales que archivan información sobre recursos naturales.

Holmgren, Masakha y Sjöholm (1994) afirman que el hecho de que una parte considerable de los recursos madereros de una región tenga una procedencia no forestal debe tener consecuencias para la política forestal. Lo mismo puede decirse de muchas regiones del mundo, y de las políticas de recursos naturales en general. Lo que todavía no se ha logrado completamente es una base de datos segura y una comprensión de la dinámica particular de los árboles fuera del bosque como recurso en grandes espacios. 

Bibliografía


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