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Los árboles fuera del bosque: un instrumento esencial en la lucha contra la desertificación en el Sahel

R. Carucci

Renato Carucci, que en la actualidad es un consultor independiente con residencia en Camerino (Italia), fue asesor técnico superior del Proyecto Keita en el Níger, entre 1984 y 1997.

Enseñanzas derivadas de un proyecto integrado de desarrollo rural a largo plazo en el Níger.

Los árboles desempeñan una fun-ción de enorme importancia en la lucha contra la desertificación. Además de proteger el suelo de la erosión eólica e hídrica y estabilizar las dunas, contribuyen a mejorar el nivel de vida de las zonas rurales al proporcionar leña, forraje

para el ganado y hábitats para la vida silvestre. Este artículo se centra en las enseñanzas adquiridas acerca de la desertificación y el potencial de los árboles para contribuir a la solución de este problema, a partir de una situación específica en la zona rural saheliana de Keita, en el departamento de Tahoua (el Níger). Las observaciones y conclusiones que contiene se basan en la experiencia directa obtenida durante casi 15 años, particularmente en el marco del Programa de desarrollo rural del Ader Doutchi Maggia (GCP/NER/028 y 032/ITA), conocido más comúnmente como el Proyecto Keita (FAO, 1994).

El Proyecto Keita, financiado por el Gobierno italiano y ejecutado por la FAO con el apoyo del Programa mundial de alimentos (PMA), se inició en 1984 y se encuentra en este momento en su tercera fase. La primera fase se circunscribió al distrito de Keita propiamente dicho (4 860 km2), pero en agosto de 1991 el programa se extendió a los distritos contiguos de Abalak, en el norte, y Bouza, en el sudeste.

La lucha contra la desertificación era uno de los elementos básicos del proyecto y la plantación de árboles (una media de un millón de plántulas al año) ha sido uno de sus componentes permanentes y principales. La lucha contra la degradación de la tierra y los esfuerzos en pro de la mejora sostenible de los medios de subsistencia locales proseguirán en el futuro.

Las perpectivas iniciales

Al comenzar el proyecto, la situación parecía sumamente difícil en todos los frentes, no sólo por efecto de la sequía, que había alcanzado unos niveles críticos (en 1984 sólo se recibieron 150 mm de lluvia). En el documento del proyecto, la mayor parte del distrito recibió la calificación de tierra marginal sin posibilidades de rehabilitación, especialmente las mesetas y pendientes.

Una declaración del servicio forestal de Tahoua (Dumont, 1986) sintetizó con estas palabras la forma en que utilizaba inicialmente los recursos arbóreos la población local: "No plantan más de un árbol por cada centenar que cortan". Esta forma de referirse a los interesados y asociados en el proyecto revelaba con toda claridad que habría que desarrollar una intensa labor participativa: además de censurar a la población, y a su ganado, habría que trabajar con ella. El personal del proyecto comenzó por estudiar la situación real de la zona del proyecto. Se llevó a cabo un trabajo de comparación de fotografías aéreas del distrito de Keita tomadas en 1984 con otras de 1975 y 1955, y con la ayuda de otra información disponible, se intentó determinar los elementos principales: la actividad ganadera y el uso de la tierra, los mecanismos de la degradación de la tierra, las diferentes funciones de los árboles en el variado paisaje de la zona y el potencial de las personas y las comunidades. Este análisis permitió comprender mejor los problemas y el potencial reales de la región -muy distintos de lo que se había pensado inicialmente- y sirvió de orientación para definir los métodos de desarrollo rural. El análisis indicó la necesidad imperiosa de plantar árboles, que pasó a ser uno de los componentes del proyecto (Carucci, 1990).

La desertificacióne en el distrito de Keita

La situación en 1984

El distrito de Keita está situado inmediatamente por debajo del paralelo 15, en el límite de la zona de pastoreo del Níger.

En los años cincuenta estaba escasamente poblado y sólo una parte muy pequeña de la tierra se utilizaba para las labores agrícolas. Las fotografías aéreas de ese período muestran extensiones de barbecho y muy pocos campos cultivados. La mayor parte de la tierra era una estepa arbustiva o arbórea de escasa densidad destinada al pastoreo. En los valles había algunos bosques.

La red de avenamiento superficial parecía estable, sin signos marcados de modificaciones recientes de los cursos de agua. Los lechos de los koris (cursos de agua temporales) eran angostos y sus riberas no presentaban signos de erosión. Las dunas antiguas también estaban estabi-lizadas por una cubierta herbácea y arbus-tiva.

La regresión pluviométrica iniciada a mediados del decenio de 1960 desencadenó un proceso intenso de degradación de la tierra en la región. Las precipitaciones anuales, con un promedio de 517 mm entre 1956 y 1966, disminuyeron a 317 mm durante el período comprendido entre 1967 y 1987. La escasez de lluvia hizo desaparecer la cubierta herbácea y arbustiva de las mesetas, las pendientes más abruptas y los glacis no arenosos (pendientes suaves y uniformes con una inclinación del 1 al 3 por ciento). La disminución de la cubierta vegetal intensificó la escorrentía destructiva, iniciando una erosión acelerada en toda la zona. Este fenómeno se aprecia claramente en las fotografías aéreas de 1975. Las fotografías aéreas tomadas en 1975 y la evaluación que se efectuó en 1984 pusieron de manifiesto que el proceso agudo de degradación de la tierra había introducido diversos cambios en el paisaje.

La cubierta herbácea, que antes era un elemento permanente del paisaje, había desaparecido en las mesetas, las pendientes y las zonas coluviales, lo que amenazaba la cría de ganado, una actividad de subsistencia. Los árboles, especialmente los arbustos, habían sido diezmados, excepto las acacias primarias de los valles, que caracterizaban las tradicionales áreas agroforestales; esta nueva situación limitaba la capacidad de la cubierta arbórea de contribuir a paliar las dificultades de subsistencia, especialmente durante los períodos de escasez anteriores a la cosecha. La erosión era visiblemente más intensa a medida que los koris se encajaban más profundamente; en muchos casos habían resultado afectados por procesos regresivos que habían hecho desaparecer sus zonas de captación de los glacis. Lo que anteriormente eran depósitos arenosos estables se habían convertido en dunas vivas que amenazaban los campos adyacentes y los valles fértiles.

Un glacis degradado y desertificado, con los restos de una aldea abandonada

- R. CARUCCI

Se habían puesto en cultivo nuevas tierras, incluso antiguas extensiones de pasto que poseían una cierta cubierta vegetal. La extensión de la agricultura se debía en parte al incremento de la población (al que se sumaba la emigración de agricultores desde el sur en busca de tierra y el asentamiento progresivo de grupos seminómadas, por la degradación de las tierras pastorales) y en parte a la sequía; los campesinos se veían obligados a sembrar una mayor extensión para superar el descenso de la productividad por hectárea derivada de la disminución de las precipitaciones.

Vista aérea de un glacis tratado, con árboles que crecen a lo largo de los diques

- R. CARUCCI

La plantacióon de árbles

Las poblaciones influyen en las formaciones naturales estableciendo paulatinamente su propio nicho ecológico, con frecuencia suprimiendo todo aquello que no se considera necesario para una subsistencia sostenible. Los árboles que se conservan en el paisaje se han seleccionado mediante largos procesos intergeneracionales de prueba y error, investigación y desarrollo. Cuando estos sistemas están amenazados o desaparecen, no es fácil restablecerlos. Basándose en los estudios preliminares del proyecto, y con la supervisión de un equipo socioeconómico y la estrecha cooperación de los técnicos forestales, el proyecto estableció criterios para la plantación de árboles en el valle de Keita. Se plantearon seis objetivos principales.

Excavación de zanjas de forestación en una pendiente

- R. CARUCCI

Frenar la degradación de las zonas de captación

Para poner fin a la degradación de las zonas de captación se aplicaron dos tipos de medidas:

El proyecto llevó a cabo la actividad de plantación de árboles en las zonas degradadas, de la manera que se describe a continuación. En las pendientes abruptas y en las laderas, no aptas para la agricultura, donde el suelo (superficial, de pardo a pardo rojizo o rojo amarillento, y muy ácido) era muy gravilloso y pedregoso, pero permeable bajo la capa de piedra, se plantó Acacia seyal, Acacia nilotica var. adansoni, Acacia raddiana y Prosopis spp., en zanjas de 3 m de largo x 0,6 m x0,6 m (Figura 1).

Figura 1: Zanjas para la forestación de las pendientesSe cavaron de 500 a 600 zanjas por hectárea.

En los glacis degradados, el suelo pardo oscuro, de textura muy fina y ligeramente alcalino, era muy compactado e impermeable. Se prepararon parcelas agrosilvopastorales mediante el laboreo del subsuelo (decompactación mecánica) y se protegieron con diques antierosivos. A continuación, se plantó Acacia seyal, A. nilotica y Prosopis spp. a lo largo de los diques (Figura 2).

Mujeres transportan piedras para revestir los diques

- R. CARUCCI

Figura 2: Diques para la rehabilitación de los glacis (pendientes suaves)

Este tipo de forestación debe integrarse en un programa más complejo de conservación del suelo y el agua para frenar la erosión acelerada desencadenada por la desaparición de la cubierta vegetal natural preexistente debida a la sequía.

Vista aérea de una zona preparada con zanjas de forestación

- R. CARUCCI

La nueva puesta en producción de los glacis compactados

Se ideó un procedimiento que combinaba la plantación de árboles con la rehabilitación del suelo, incluso el rascado superficial para aumentar la retención e infiltración de agua y el establecimiento de diques de piedra para frenar la erosión, y los campesinos iniciaron la puesta en marcha del proceso.

Una pendiente plantada, al cabo de cuatro o cinco años; en el fondo se aprecian árboles en un glacis rehabilitado

- R. CARUCCI

El componente arbóreo se diseñó de manera que hubiera especies arbustivas con un vigoroso sistema radicular y una producción poliva-lente (particularmente, hojas para forraje), como A. seyal, A. nilotica var. adansoni, Bauhinia rufescens y la especie local Prosopis, un híbrido de P. juli-flora y P. glandulosa(Figura 3). (Para más información sobre las especies arbóreas y arbustivas de el Sahel, véase GTZ, 1993.)

Figura 3: Diseño de diques agroforestales en una meseta erosionada

La consolidación de las riberas de los ríos

Para frenar la excesiva dispersión de los koris, el proyecto planificó la plantación intensiva de árboles a lo largo de éstos, con el propósito de conseguir una acumulación de materia orgánica y una vigorosa red radicular para amortiguar sus características de cursos torrenciales. Para este componente del programa se utilizaron especies arbóreas que incluían, entre otras, especies arbustivas locales (A. seyal, A. nilotica, etc.) y especies introducidas como Parkinsonia aculeata, que produjeron los mejores resultados, por su capacidad de crecer en masas compactas cuando el suelo es profundo y ventilado.

Acacia spp. plantadas a lo largo de un kori erosionado

- E.H. SÈNE

Introducción de cortavientos en los valles fértiles y bien regados

Aprovechando la experiencia acumulada en la zona, especialmente en el valle de Maggia, el proyecto incluyó el objetivo de establecer cortavientos y, en consecuencia, se plantaron árboles en hileras en los valles cultivados de forma intensiva y en sus alrededores.

Estabilización de dunas de arenas movedizas

La denudación de los depósitos arenosos anteriormente estables provocó el movimiento de la arena, poniendo en peligro los campos de cultivo fértiles. Para reestabilizar las dunas, se proyectaron actividades de plantación con especies adaptadas (por ejemplo, Prosopis spp. y Parkinsonia spp.). Estas operaciones beneficiaron a diversas aldeas, al proteger los campos de cultivo y crear nuevos recursos madereros.

Una meseta tratada

- R. CARUCCI

Regeneración de las extensiones agroforestales

En muchas zonas del valle de Keita, donde los depósitos arenosos o limosos eran profundos, había todavía fajas residuales de campos cubiertos de árboles. Se reconoció la necesidad de restablecer las extensiones agroforestales que habían desaparecido y se incluyó como uno de los componentes del programa. La especie dominante en estos lugares es Faid-herbia albida, bien conocida y aceptada en todas las zonas del valle.

Enseñanzas extraídas del proyecto y directrices de actuacíon

La experiencia de Keita ha revelado que la recuperación de las formaciones naturales, los barbechos y las extensiones agroforestales es viable. Varios factores apoyan esta conclusión:

La regeneración asistida y la plantación

La regeneración asistida es un método combinado para la recuperación de las tierras degradadas que supone un grado mínimo de observación y cuidado respecto del comportamiento natural de la vegetación en los campos y barbechos. El agricultor debe identificar y marcar las plántulas. Con la introducción de la tracción animal y la utilización de pequeños arados mecánicos, se producen con frecuencia cicatrices en el sistema radicular, lo cual favorece la regeneración mediante brotes de raíz.

Actividades en viveros

Para facilitar la recuperación de la cubierta vegetal en los distintos paisajes de la región, grupos de agricultores, especialmente mujeres, cultivaron alrededor de un millón y medio de plántulas en viveros que ellos mismos gestionaban. La selección de las especies se hacía en función de varios factores: primero, la calidad como forraje, para poder satisfacer las necesidades perentorias de la población; segundo, su índice de crecimiento, dada la urgencia de la situación; y tercero, su resistencia a las características del suelo y a las condiciones de humedad reinantes en la zona. Las especies cultivadas fueron las que dieron mejores resultados en el Proyecto Keita.

Hacia la sostenibilidad

Sin duda, la combinación de la actividad de plantación de árboles con los muchos otros componentes del Proyecto Keita, desde la construcción de infraestructura hasta la prestación de servicios sociales y el establecimiento de instituciones locales que participan en la ordenación de los recursos locales, es en sí misma positiva. La inclusión de la plantación de árboles como un componente básico en un programa amplio de desarrollo local, atípico para la región, facilitó su aceptación. Aunque el proyecto ha suscitado algunas críticas, por ejemplo por la mecanización intensiva utilizada en algunas actividades y por el gran número de incentivos concedidos para promover el programa, varios elementos ilustran la posible continuidad y sostenibilidad de sus logros globales, muy especialmente la explotación, conservación y desarrollo sostenibles de los recursos arbóreos en las zonas rurales correspondientes. Se indican a continuación algunos posibles beneficios perdurables.

Cooperación internacional y utilización racional de los recursos

Los problemas de la desertificación exigen la atención permanente de los numerosos países en desarrollo afectados y de sus asociados internacionales. Por el momento, no se han aprovechado las oportunidades que se han presentado para adoptar una estrategia unificada. Diversas iniciativas, a veces contradictorias, han terminado con excesiva frecuencia en el despilfarro de los recursos disponibles (Brunel, 1993).

Trabajadores preparando una meseta para la plantación

- R. CARUCCI

Sin duda, la plantación de árboles como parte de un programa de rehabilitación de tierras afectadas por la desertificación y, por ende, de desarrollo regional, es una labor ingente que los países del Sahel no pueden llevar a cabo por sí solos. Sin embargo, a ellos les incumbe la responsabilidad principal de mostrar la auténtica naturaleza de la desertificación, que es una catástrofe natural que ha de preocupar a todo el mundo. Deben también recuperar la credibilidad necesaria para conseguir el apoyo de los organismos internacionales de cooperación. Ello pueden conseguirlo con ejemplos convincentes de capacidad técnica y eficacia, de participación de las comunidades en la gestión de los recursos, y de aplicación de reglamentos rurales específicos, en particular los referentes al manejo de los recursos forestales y la tenencia de la tierra y de los recursos arbóreos. La experiencia de Keita demuestra que se puede invertir la tendencia a la desertificación si se adoptan medidas decididas. Para ello es necesario una voluntad política unificada y la movilización de la población, utilizando un enfoque comunitario con las técnicas apropiadas y un nivel de recursos adecuado a la magnitud de los problemas. 

Bibliografía


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