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La importancia de los árboles perennes para el equilibrio de los paisajes agrícolas del norte de Europa

F. Herzog

Felix Herzog, cuando escribió este artículo, trabajaba en el Centro de Investigación sobre el Medio Ambiente de Leipzig (Alemania). En la actualidad, forma parte del Centro Federal Suizo de Investigación en Agricultura y Agroecología de Zurich (Suiza).

Las funciones económica, sociocultural y ambiental del Streuobst, los setos y las zonas de amortiguación ribereñas.

En los paisajes agrícolas de la zona templada, tanto los bosques como los árboles y arbustos fuera del bosque son indispensables para mantener el equilibrio entre la función productiva y la función de regulación del ecosistema del paisaje. Aunque las decisiones sobre la cuantía, tipo y disposición de las especies leñosas perennes en las tierras de cultivo dependen principalmente de los agricultores, también intervienen en ellas otros grupos sociales y las autoridades, porque los bosques siempre han atraído la atención pública.

En el siglo XX, los árboles han ido des-apareciendo a un ritmo creciente de los paisajes agrarios europeos, principalmente a causa de la mecanización agrícola, la reasignación de tierras y la especialización creciente de las empresas agrarias. Pero en los últimos años, la mayor conciencia de las funciones de los árboles en el paisaje agrícola ha suscitado iniciativas para conservarlos.

En la Europa templada, los árboles y arbustos del paisaje agrario se presentan en una diversidad de sistemas, como cortavientos, hileras de árboles para producir madera (por ejemplo, el álamo), árboles de los que se obtienen productos forestales no madereros, como los árboles productores de nueces, en tierras agrícolas (tierras de cultivo y praderas) y pequeños tramos de bosque natural preservados en las tierras de cultivo. En este artículo se describe brevemente la evolución y se analizan las principales funciones ambientales, socioculturales y económicas de los tres sistemas más destacados: el Streuobst (árboles frutales dispersos en las tierras agrícolas), los setos y las zonas de amortiguación ribereñas. En conjunto, contribuyen a preservar el equilibrio ecológico del paisaje, mitigando la pérdida de biodiversidad y la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales provocadas por los sistemas modernos de agricultura industrializada.

El streuobst

Es el sistema agroforestal tradicional más destacado de la Europa templada. Consiste en árboles frutales dispersos (gestreut, en alemán) en las tierras agrícolas, y en España se conoce también con la denominación de «árboles en diseminado». Los términos près vergers, en francés, y fruit-tree meadows, en inglés, designan bá sicamente el mismo sistema, aunque se refieren únicamente a los árboles frutales de las praderas. Sin embargo, bajo los árboles puede haber también cultivos. Esta era una práctica habitual hasta los inicios del siglo XX. En la actualidad, el Streuobst se presenta preferentemente en las praderas.

El Streuobst consiste en árboles frutales comunes con una densidad de entre 20 y 100 árboles por hectárea. También las hileras de frutales en las calles se consideran una forma de Streuobst. En cambio, no ocurre lo mismo con los frutales de los huertos familiares ni de los huertos aprovechados de forma intensiva con la finalidad exclusiva de la producción frutícula.

La historia del Streuobst se inició en el siglo XVI, cuando comenzaron a plantarse cada vez con mayor frecuencia árboles frutales fuera de los huertos familiares, en las tierras de cultivo. En esa época, comenzó a adquirir importancia la producción comercial y las frutas se elaboraban para obtener productos que pudieran almacenarse, como la sidra, el mosto, purés de frutas, fruta conservada en jarabe y aceite de nogal, por nombrar sólo algunos. La demanda del mercado aumentó en el siglo XIX cuando el desarrollo del ferrocarril hizo posible la venta de fruta fresca en mayor escala en los mercados urbanos. Siempre ha tenido importancia también la producción de fruta con fines de subsistencia, particularmente en tiempos de guerra. En Alemania, la última plantación en gran escala de árboles frutales del sistema Streuobst tuvo lugar durante y después de la segunda guerra mundial, en que el suministro de fruta fresca en el mercado era insuficiente (Weller et al., 1986).

La oferta y la demanda del mercado y la producción de subsistencia sólo explican en parte el éxito del Streuobst. Las autoridades políticas apoyaron su desarrollo desde el comienzo. Por ejemplo, había decretos y reglamentos que vinculaban la autorización para asentarse y para contraer matrimonio a la obligación de plantar un determinado número de árboles frutales, o que exigían la implantación de viveros frutales en las aldeas para producir material de plantación destinado a los agricultores. En 1752, Federico II el Grande ordenó instalar en cada aldea un vivero comunitario de árboles frutales bien provisto, que debía ser gestionado por un hombre capacitado para manejar y cuidar los árboles y que pudiera educar a los aldeanos. En esos viveros siempre tenía que existir un número suficiente de árboles frutales para que cuando se establecieran todos los huertos, se pudiera extender la plantación a las calles de la aldea. Si se obtenía un excedente de fruta, debía venderse a las ciudades. Los intelectuales también apoyaron el Streuobst, constituyendo lo que hoy se considerarían organizaciones no gubernamentales. A comienzos del siglo XIX, sacerdotes, médicos, químicos y profesores se reunían en sociedades pomológicas (la pomología es la ciencia del cultivo, almacenamiento, elaboración y comercialización de la fruta) y recogieron, describieron y evaluaron las numerosas variedades de fruta existentes para promocionar las que tenían un valor especial (Lott, 1993).

El Streuobst alcanzó su punto culminante a mediados del siglo XX, momento a partir del cual comenzó a ser sustituido por la producción intensiva de fruta con árboles enanos. En la actualidad, la mayor parte de la fruta que se consume en Europa procede de huertos de frutales explotados de forma intensiva. También esta evolución se puede explicar por la interacción de los factores del mercado y la intervención de los gobiernos. Los gobiernos nacionales y la Unión Europea subvencionaron el abandono del cultivo de manzanos, perales y melocotoneros del sistema Streuobst, porque se consideraba que ya no era rentable. En Baden-Württemberg (Alemania), el número de árboles del Streuobst disminuyó de 24 a 11 millones entre 1951 y 1990 (Stati-
stiches Bundesamt Wiesbaden, 1954; Maag, 1952). Actualmente, en Europa hay alrededor de un millón de hectáreas de Streuobst en 11 países (Herzog, 1998). Existe una serie de fajas de Streuobst que recorren el norte de Francia, el sur de Alemania y Suiza hasta Polonia (Figura 1).

Figura 1: Paisaje del noroeste de Suiza en el siglo XVIII, con árboles frutales dispersos en la aldea y las colinas (dibujo de Emmanuel Büchel), y a finales del siglo XX (fotografía), con laderas en las que todavía se mantiene el Streuobst

La proporción de tierra agrícola donde se practica el sistema Streuobst es especialmente elevada en las zonas montañosas, donde el relieve reduce las posibilidades de aprovechar la tierra de forma más intensiva. En el norte de España, en los departamentos franceses de Normandía, Lorena y Alsacia, en el estado federal de Alemania de Baden-Württemberg y en algunas zonas de
Suiza, el sistema Streuobst se extiende por el 5,4 por ciento de la superficie agrícola (Herzog, 1998). Sin embargo, no existen estadísticas de la extensión del Streuobst o de otros sistemas arbó reos del paisaje agrario para muchos países europeos. Tampoco se dispone de estadísticas nacionales sobre las tendencias a este respecto.

Los setos y las zonas de amortiguación ribereñas

Los setos y zonas de amortiguación ribereñas son estructuras lineales. Los setos son hileras de arbustos que forman un seto, en ocasiones con una hilera central de árboles. En muchos casos, son rebrotes de raíz. En cuanto a las zonas de amortiguación ribereñas, son pequeñas fajas de árboles forestales situadas a lo largo de los ríos o cursos de agua.

En Europa, los «paisajes de setos» tradicionales se observan en las zonas costeras y en las regiones de montañas y colinas más bajas. Como ejemplo cabe citar los bocages de Bretaña y Norman-día en Francia, los setos de la zona meridional y central de Inglaterra e Irlanda, y los Knicks y Wallhecken en Schleswig-Holstein y Westfalia, en Alemania. En un principio, los setos se plantaban para separar las parcelas y/o posesiones agrícolas, a menudo en terraplenes de tierra (por ejemplo, en el norte de Alemania) o en muros de piedra (en zonas de colinas y montañas calcáreas). Se utilizan a modo de cercados naturales que separan las zonas de pasto de los campos de cultivo, y al mismo tiempo ofrecen productos madereros y no madereros como leña, frutos pequeños, forraje y hierbas para la medicina tradicional.

Los documentos escritos más antiguos sobre los setos datan de la época romana. Por ejemplo, César afirma (en De bello gallico) que los agricultores del curso bajo del Rin habían establecido setos vivos formados por árboles y arbustos espinosos cortados y configurados de forma que las ramas se entremezclaban y creaban «muros que ofrecían una protección tal que no podían ser atravesados ni dejaban ver a su través». La plantación de setos se intensificó en la baja edad media, en que escaseaba la madera en muchos lugares debido a la sobreexplotación de los bosques. Los setos proporcionaban madera y sustituían a los cercados de madera. El establecimiento de setos alcanzó la máxima expresión en el siglo XVIII y luego comenzó a declinar. La reducción fue particularmente marcada en la segunda mitad del siglo XX como consecuencia de la reasignación de las propiedades agrícolas para crear parcelas de mayor tamaño. Bazin y Schmutz (1994) estiman que, desde 1960, del 40 al 80 por ciento de los setos existentes en Europa ha des-aparecido o se ha degenerado por falta de mantenimiento. Así, en Francia la longitud total de los setos se redujo de 1,2 a 0,6 millones de km, aproximadamente, desde finales de los años sesenta hasta 1980. En tanto que los setos se plantan muchas veces, las zonas de amortiguación ribereñas suelen ser restos de antiguos bosques de llanuras fluviales con presencia de sauces (Salix sp.), alisos (Alnus glutinosa) y una variedad de especies de frondosas (Fraxinus excelsior, Ulmus sp., Quercus robur). Los bosques ribereños ofrecen protección contra la sedimentación de las masas de agua derivada de la erosión del suelo de las tierras agrícolas adyacentes.

Las funciones ambientales de los árboles en los paisajes agrìcolas

En Europa, la producción agrícola industrializada moderna ha incrementado la seguridad alimentaria, pero ello ha ocurrido en gran medida en detrimento del medio ambiente. Los principales problemas ambientales imputables a la agricultura moderna son la pérdida de diversidad biológica y la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales. Los árboles ayudan a mitigar estos problemas.

La biodiversidad

El potencial de los árboles para incrementar la diversidad biológica en las zonas agrícolas se puede explicar por los numerosos gradientes físicos (por ejemplo seco/húmedo o en sombra/soleado) que tienen lugar cuando se entremezclan árboles y plantas anuales. Se crea una variedad de nichos ecológicos que ofrece una gama de hábitats a las plantas y animales que tienen necesidades ambientales distintas. Se ha subrayado la biodi-versidad del sistema Streuobst, haciéndose hincapié en el gran número de especies en peligro (Bünger y Kölbach, 1995). Funke et al.(1986) descubrieron, que debido a la abundancia de biomasa de fácil descomposición y a la estrecha interacción entre productores y consumidores de biomasa en una zona reducida, la biomasa total de artrópodos existente en el Streuobst era de 2,7 a 7 veces mayor que en los ecosistemas forestales de las proximidades. El tipo y frecuencia de utilización de los prados (para pasto, siega o ambas cosas) y la aplicación de fertilizantes influye fuertemente en las asociaciones vegetales existentes en el lugar. La diversidad de especies herbáceas aumenta con la disponibilidad de luz y es mayor cuando los prados se siegan que si se utilizan como pasto. Disminuye cuanto menos intensa es su utilización (Breunig y König, 1988).

El Streuobst ofrece hábitats que son cada vez más escasos en los paisajes agrarios europeos. El sistema es un refugio importante para los pequeños mamíferos (incluidos los murciélagos), reptiles y anfibios. Sin embargo, merece especial atención por su potencial para albergar especies de aves, muchas de ellas en peligro o en regresión. El pico carpintero, el trepador (por ejemplo, Sita europaea) y el trepatroncos (por ejemplo, Certhia brachydactyla y Certhia familiaris) se alimentan de los insectos existentes en la madera y corteza de los árboles. Por otra parte, los huecos de los árboles de mayor edad ofrecen la oportunidad de anidar a las aves que hacen el nido en oquedades.

En los sistemas Streuobst existe una importante variedad intra e interespecífica. Tradicionalmente, las variedades de frutas seleccionadas por los agricultores locales han variado según las regiones. Normalmente, los Streuobst consisten en varias variedades y tipos de árboles, que eligen los agricultores por sus diferentes características de polinización, por el momento distinto en que alcanzan la madurez, de manera que la cosecha se alarga en el tiempo, y por sus diferentes propiedades de utilización y almacenamiento de la fruta. La preservación de las variedades de árboles frutales en estos sistemas crea sinergias importantes entre la conservación del material genético y la conservación de la naturaleza (Herzog y Oetmann, 1997).

Los setos y las zonas de amortiguación ribereñas son un ecotono, o zona de transición entre tipos de vegetación, y albergan una gran riqueza de especies (Risser, 1990). Las fajas de árboles de las riberas también favorecen los hábitats de los peces, pues ofrecen sombra y el abrigo que proporcionan las raíces y la materia leñosa caída. Los setos y árboles de las riberas son un há bitat importante de aves e invertebrados. Los invertebrados favorecen la estabilidad de los ecosistemas agrí colas adyacentes. Al comenzar la primavera, los setos ofrecen forraje a los insectos hervíboros y ello permite aumentar sus poblaciones, lo que a su vez incrementa rápidamente las poblaciones de parásitos y depredadores entomófagos. Posteriormente, los parásitos contribuyen a controlar los áfidos en los cultivos agrícolas (Schulze y Gerstberger, 1994).

Los setos y los árboles de las riberas no sólo son hábitats valiosos, sino también corredores para el paso de aves e insectos. Unen bosques, pequeños espacios arbolados y sistemas Streuobst, permitiendo el intercambio de individuos entre poblaciones, lo que evita el aislamiento y la degradación genética. En la Figura 2 se ofrece un ejemplo tomado de Alemania oriental. Incluso en este paisaje, caracterizado por la existencia de grandes parcelas y por el aprovechamiento agrícola intensivo, las zonas de amortiguación ribereñas y las hileras de árboles proporcionan cuando menos una red fragmentaria de biotopos (regiones uniformes por las condiciones ambientales y las poblaciones vegetales y animales).

Figura 2: Red ecológica en torno a dos aldeas del distrito de Torgau, en Sajonia occidental (Alemania), consistente en lugares donde se aplica el Streuobst, hileras de frutales, setos y zonas de amortiguación ribereñas

Fuente: Mapa digital de biotopos del Organismo de Sajonia para el Medio Ambiente y la Geología (SLUG), Dresde

La conservación del suelo y la calidad del agua

La contaminación del agua se debe principalmente a las partículas de suelo (en las aguas superficiales) y a la infiltración de productos químicos agrícolas y al exceso de fertilizantes (en las aguas subterráneas y superficiales). Por consiguiente, la prevención de la erosión y la infiltración es prioritaria. Se puede conseguir adaptando las técnicas de cultivo y modificando la estructura del paisaje, aunque el sistema más adecuado consiste en una combinación de ambas soluciones (Haycock y Muscutt, 1995). Los elementos lineales del paisaje, como los setos y las zonas de amortiguación ribereñas son los instrumentos más importantes de los planificadores del paisaje, porque permiten controlar el flujo de la materia y la energía en los paisajes y sólo requieren una superficie relativamente limitada. Las investigaciones realizadas en las zonas de captura indican que las estructuras lineales de vegetación perenne distribuidas por las zonas agrícolas en densidades adaptadas a las condiciones y a las prácticas agrícolas locales contribuyen a mejorar la calidad del agua (Mander, Kuusemets e Ivask, 1995; Vought et al., 1995).

Los setos se plantan como cortavientos en regiones vulnerables a la erosión eólica, como las llanuras de loes de Francia y la zona oriental de Alemania y las dunas de la costa del norte de Dinamarca. Los cortavientos protegen a los animales que pastan, tanto del viento como de una temperatura excesivamente elevada. En Dinamarca, se observó que la plantación de setos no sólo impedía la erosión, sino que contribuía a mejorar las condiciones microclimáticas. Los estudios comparativos indicaron que la existencia de setos con un espaciamiento adecuado podían suponer un incremento anual medio del 5 por ciento en los rendimientos de las cosechas agrícolas (Bazin, 1994).

Los setos y las fajas protectoras arraigan a mayor profundidad que los cultivos anuales y su evapotranspiración es más elevada. Por ello, actúan a modo de «bombas de agua ecológicas» y al mismo tiempo interceptan nutrientes contenidos en los flujos laterales de agua del subsuelo. Por ejemplo, en las aguas subterráneas de las fajas protectoras de Polonia se ha observado que la concentración de nitratos es 19 veces mayor (Ryszkowski, 1992).

En las zonas de amortiguación de las riberas existentes entre las tierras de cultivo y las aguas superficiales para mitigar los efectos negativos de la explotación agrícola se advierte la presencia de mecanismos similares. Las zonas de amortiguación ribereñas impiden que el suelo erosionado de la superficie adyacente se desplace a los ríos o arroyos, donde entarquinaría el sistema acuático. Una zona de amortiguación consistente en una estructura en pendiente con una faja herbácea contigua a una faja de arbustos y matorrales, seguida de una faja forestal junto a la orilla del río o del lago, retiene los nutrientes (nitrógeno y potasio) y los plaguicidas procedentes de las tierras y las aguas superficiales contaminadas. Además, la faja arbórea filtra el aire contaminado con productos químicos agrícolas y reduce el crecimiento de plantas acuáticas al dar sombra al entorno (Mander et al.,1997).

Paisaje invernal en el noroeste de Suiza

- F. HERZOG

Las funciones socioculturales

Las funciones socioculturales del paisaje benefician al bienestar del hombre. La belleza del paisaje, el esparcimiento y la identidad regional están estrechamente relacionados. El paisaje se considera agradable cuando está estructurado según unas pautas determinadas (que pueden variar de unas culturas a otras), y en muchos casos los aspectos visuales son un importante factor de modificación del paisaje. La calidad visual de la mayor parte de los paisajes agrarios tradicionales de la Europa templada tiene relación con el contraste armonioso de un conjunto de elementos como el bosque denso, los campos de cultivo estructurados y los prados verdes, entremezclados con pequeños espacios arbolados, setos, etc. Los árboles frutales, que se agrupan a menudo en torno a los asentamientos, los conectan con las tierras agrícolas abiertas. El sistema Streuobst, con manchas o hileras de árboles, especímenes dispersos o incluso árboles aislados, puede realzar el relieve local. Con las distintas formas, tamaños y colores de las flores, hojas y frutos, los árboles frutales enriquecen la variedad y diversidad del escenario en el espacio y en el tiempo.

Los árboles siempre han ejercido una función importante en los mitos y costumbres. En las sociedades antiguas, eran símbolo de fertilidad y bienestar. Entre los árboles frutales, el cerezo y el manzano han estado asociados muchas veces con mitos, creencias y costumbres. En muchas regiones, las flores de los árboles frutales son el símbolo de la primavera. Hoy en día, se utilizan muchas veces las imágenes de los árboles para comercializar productos que se consideran ecológicos. En el contexto político, simbolizan los movimientos verdes o alternativos.

La especial función estética de los árboles en el paisaje se subrayó recientemente en un acontecimiento cultural en que el célebre artista Christo envolvió con plástico 178 árboles en el norte de Suiza. Este acontecimiento, vinculado a una exposición artística sobre «La magia de los árboles» y a la presentación de actividades de protección de la naturaleza de varias ONG, mereció una gran atención en la prensa internacional y atrajo a decenas de millares de visitantes.

Las funciones econoómicas

Las razones de la reducción del número de árboles en los paisajes agrarios europeos que se ha observado en los últimos decenios han sido fundamentalmente económicas. Los árboles se han eliminado sobre todo para aumentar la eficacia de la agricultura mecanizada. El sistema Streuobst no se ve como un aspecto rentable de las actividades agrícolas (Herzog, 1998). Sin embargo, las manzanas que se obtienen en él, por ejemplo, tienen una influencia considerable en el mercado europeo de la fruta (Rösler, 1996). El hecho de que el Streuobst tenga todavía una presencia importante en las zonas montañosas indica que en algunos lugares presenta ventajas comparativas sobre otros usos de la tierra. Se integra perfectamente con la producción ganadera y agrícola en las explotaciones familiares de tamaño medio si la recolección de la fruta tiene lugar entre las campañas de plantación y cosecha, que exigen una gran cantidad de mano de obra, y si los miembros de la familia pueden contribuir en la recolección.

En Alemania, el Streuobst es un ejemplo de conciliación satisfactoria de las labores agrícolas y la protección de la naturaleza. Aplicando el planteamiento de «protección mediante utilización», muchas ONG ecologistas colaboran con los agricultores y han desarrollado sistemas alternativos de comercialización para los productos del Streuobst. Existen alrededor de 90 iniciativas que organizan la producción y la comercialización, principalmente del mosto y la sidra (Lobitz, 1997). Los productos del Streuobst se venden a un precio más elevado que los procedentes de la agricultura intensiva. Están catalogados como ecológicos y saludables, y un número creciente de consumidores está dispuesto a pagar más por este tipo de alimentos. Los precios más elevados constituyen un incentivo para los agricultores, no sólo para recolectar la fruta, sino para mantener los árboles y, con ellos, el conjunto del sistema.

Qiu y Prato (1998) han estimado los beneficios económicos que pueden proporcionar las zonas de amortiguación ribereñas en forma del ahorro obtenido en la consecución del objetivo de la calidad del agua, en relación con otras medidas. Sin embargo, es difícil cuantificar otros beneficios ambientales y sociocul-turales primordiales, que se deberían tener en cuenta para juzgar lo que Barbier (1990) denomina la eficiencia social del sistema.

El futuro de los árboles en los paisajes agrarios europeos

El reconocimiento de la importancia de los servicios que proporcionan los árboles ha llevado, desde los años setenta, a intentar detener la eliminación del Streuobst y los setos de los paisajes agrarios, y a la conservación de los que aún permanecen e incluso a la replantación. Este movimiento fue iniciado por los defensores de la protección de la naturaleza y ha inducido cambios en las políticas. Por ejemplo, en Alemania, se ha invertido la política de los años sesenta que subvencionaba la supresión del Streuobst. En la actualidad, es objeto de protección en 5 de los 16 Länder federales y la mayor parte de éstos han adoptado programas específicos para apoyar la gestión de estos sistemas. También existen programas similares respecto de los setos y las zonas de amortiguación ribereñas (Schulze y Gerstberger, 1994). En Francia se plantan cada año 1 500 km de setos (Schmutz, 1994). En la mayor parte de los países europeos, los programas agroambientales basados en la directiva 2078/92CEE, relativa a los métodos de producción compatibles con la protección del medio ambiente y el mantenimiento del paisaje, subvencionan el establecimiento de setos y las zonas de amortiguación forestadas. Sin embargo, la aplicación y las repercusiones de estos programas varía notablemente de unos a otros países miembros de la Unión Europea.

Un problema general es el hecho de que la presencia de árboles en tierras de cultivo puede modificar la situación legal de la tierra, situándola bajo la legislación forestal y de protección de la naturaleza, que en muchos casos limita las opciones de los agricultores. Éstos, conscientes de que el Streuobst o los setos no se pueden suprimir una vez que se hayan establecido, pueden mostrarse reacios a implantarlos o incluso suprimirlos antes de que entren en vigor las leyes que los protegen.

El futuro de los paisajes agrarios europeos está estrechamente vinculado al destino de sus árboles. Sólo un enfoque basado en el paisaje puede hacer compatibles las políticas agrícolas, ambientales y forestales (Unión Europea, 1998). El Streuobst, los setos y las zonas ribereñas de amortiguación pueden contribuir a mitigar la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales y la disminución de la diversidad biológica. Son instrumentos valiosos para mantener el equilibrio ecológico. Además de los sistemas tradicionales a los que se ha hecho referencia en este artículo, la introducción de nuevos sistemas agroforestales que conjuguen la existencia de árboles de especies de frondosas para la producción de madera con cultivos o praderas (Dupraz y Newman, 1997) ofrecerán nuevas formas de integrar los árboles en los sistemas agrícolas de los países templados e industrializados. 

Bibliografía


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