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El nuevo entorno externo

La reforma de la FAO se basa en las tendencias y los cambios que se están registrando en la escena política y económica mundial. Aunque prosigue la tendencia a unas economías más abiertas y orientadas al mercado, muchos países, así como la comunidad internacional, se enfrentan también con problemas que las fuerzas del mercado no pueden resolver íntegramente. Estas cuestiones comprenden:

Estas novedades influyen directamente en una organización intergubernamental de alcance mundial como la FAO, la cual forma parte del sistema de las Naciones Unidas que a su vez está redefiniendo su función y sufriendo una reforma tras el hundimiento de un sistema internacional basado en el bipolarismo y el enfrentamiento.

El éxito de la reforma de la FAO ha exigido una clara comprensión de este nuevo entorno que afectará a las operaciones de la Organización en los años venideros y a su capacidad para contribuir al objetivo general de lograr la seguridad alimentaria para todos. En lo que concierne a los cambios en el contexto mundial, hay varios factores dignos de mención:

Transformación del sistema económico internacional. Desde el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) , el comercio y los mercados financieros se han integrado cada vez más; al mismo tiempo, se han multiplicado los arreglos comerciales regionales y subregionales. Proliferan los acuerdos internacionales, al reconocer los países la necesidad de una mayor disciplina y cooperación para abordar problemas comunes.

Estos hechos reducen el universo de las opciones disponibles en materia de política interna, y muchos países en desarrollo se enfrentan con una difícil elección sin tener plena capacidad para evaluar las opciones posibles y sus consecuencias. La aplicación de normas y mecanismos convenidos internacionalmente, con un alcance y una complejidad técnica cada vez mayores, exigen actualmente a los Estados Miembros más conocimientos y capacidad para analizar los aspectos jurídicos, técnicos y económicos de cuestiones muy diversas y complicadas.

Cambios en las finanzas internacionales. Las corrientes financieras internacionales para el desarrollo han sufrido transformaciones espectaculares y su comportamiento incierto ha provocado en ocasiones violentas conmociones económicas.

Las corrientes financieras privadas han llegado a ser la fuente principal de financiación para el desarrollo, pero las fuerzas del mercado han tendido a concentrar esas corrientes en pocos países y sectores que ofrecen las mayores perspectivas de ganancia. A su vez, la asistencia oficial para el desarrollo (AOD), que representa la fuente fundamental de financiación para los países y sectores restantes ha registrado un descenso constante, con lo que ha aumentado el riesgo de divergencia entre las economías más ricas y más pobres del mundo. El desarrollo agrícola y el apoyo a la seguridad alimentaria en los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos (PBIDA) figuran entre los sectores más gravemente afectados por la reducción de la AOD.

Preocupaciones no económicas. En los dos últimos decenios, muchos gobiernos han tratado de aplicar reformas normativas orientadas al mercado y ajustes estructurales. La reforma de las políticas económicas ha ido a menudo acompañada de efectos negativos y altos niveles de riesgo, especialmente para los sectores más pobres de la población, con lo que el tejido social se ha visto sometido a una tensión insostenible. Se reconoce cada vez más que hay esferas que las fuerzas del mercado no pueden abordar de manera adecuada, como las cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria, el medio ambiente y la inocuidad, y lo que es más importante, la pobreza.

Cambios en la demanda de consumo y desarrollo urbano. En general, al crecer la oferta mundial de alimentos, la demanda ha registrado un cambio de sentido. En muchos países en desarrollo, una parte de la población en rápido aumento vive en las ciudades, lo que tiene repercusiones importantes para la agricultura y la alimentación de las zonas tanto rurales como periurbanas. La demanda de consumo se está diversificando y orientando hacia productos más elaborados, fáciles de preparar e inocuos, mientras que el acceso a los alimentos se está volviendo más complejo dado que una proporción creciente de ellos se adquieren mediante transacciones comerciales. El rápido desarrollo urbano exige un nuevo examen de las relaciones entre medio urbano y rural, la seguridad alimentaria y la estabilidad social.

Creciente presión sobre los recursos naturales. La sostenibilidad de las actividades de desarrollo se está poniendo a prueba en muchos frentes. El crecimiento tanto demográfico como económico puede tener consecuencias ambientales y ecológicas perjudiciales al ejercer una presión creciente sobre la base mundial de recursos naturales. El reto principal es incrementar la producción de alimentos para satisfacer las necesidades de una población en aumento sin poner en peligro el clima o la diversidad biológica del mundo, ni tampoco la disponibilidad y calidad de sus recursos forestales, pesqueros y de tierras y aguas.

Disparidad en materia de tecnología e información. Los rápidos avances de la ciencia y la tecnología, en particular las biotecnologías y la electrónica, podrían ampliar la disparidad actual entre los países desarrollados y en desarrollo. La cuestión de los derechos de propiedad intelectual agrava las repercusiones internacionales de esas tendencias. Al aumentar la complejidad de la cadena alimentaria en las fases de elaboración y comercialización, se amplía también la disparidad en materia de información entre los productores y los consumidores, hecho que suscita preocupación con respecto a la inocuidad de los alimentos y la salud de las personas y estimula peticiones en favor de una mayor transparencia y cautela.

Persistencia de la pobreza y la inseguridad alimentaria. A pesar del aumento del suministro mundial de alimentos, hay demasiadas personas que siguen sufriendo inseguridad alimentaria, especialmente en los PBIDA. El número de personas subnutridas ha disminuido en 40 millones desde 1990-92, pero si se examinan más detenidamente esas cifras se comprueba que esta mejora se debe a reducciones en tan sólo 37 países, con un total de casi 100 millones personas. En otros 59 países de todo el mundo en desarrollo, el número de personas hambrientas ha aumentado de hecho en casi 60 millones. Además de la subnutrición que sufren centenares de millones de personas, varias otras formas de malnutrición afectan a un porcentaje inaceptable de la población. En un mundo en que ésta aumenta en unos 80 millones de personas al año y llegará probablemente a 7 300 millones para el año 2015, la inseguridad alimentaria generalizada sigue siendo un importante obstáculo para el desarrollo y una esfera de actuación de la máxima prioridad.



Descenso de la asistencia oficial para el desarrollo en relación con la agricultura








Relación entre seguridad e inseguridad alimentaria. El Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación reconoció explícitamente que la existencia de un entorno pacífico constituye una condición básica para conseguir una seguridad alimentaria sostenible. Más recientemente, un informe del Instituto Internacional para la Investigación de la Paz, titulado "To cultivate peace - agriculture in a world of conflict", indicó que el fortalecimiento de la agricultura en los países en desarrollo donde ésta es la actividad económica dominante constituye una condición necesaria para el desarrollo y, en último término, para la reducción o prevención de conflictos que desembocan en guerras. Este mismo mensaje se enuncia en un artículo del ex Presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter (International Herald Tribune, 17 de junio de 1999), donde se subraya que el desarrollo agrícola y el acceso a los alimentos no son sólo cuestiones técnicas, económicas y éticas, sino también el fundamento de la paz y la seguridad.

Aumento del número de emergencias alimen-tarias. Las emergencias alimentarias y agrícolas se han multiplicado en el curso del tiempo a consecuencia de catástrofes naturales, como sequías, incendios, inundaciones y enfermedades y plagas, y de desastres de origen humano, como guerras y conflictos internos. Alteraciones imprevistas de los sistemas financieros y económicos pueden dar también lugar a emergencias que causan perjuicios análogos a la población local. A menudo las personas más gravemente perjudicadas por las catástrofes viven en zonas rurales, pero la desorganización de los sistemas agrícolas y alimentarios puede tener serias consecuencias para la población tanto rural como urbana y por lo general las personas con pocos recursos son las más vulnerables.



FAO/20668/E. YEVES

Tras las guerras o los conflictos civiles, la FAO ayuda
a reconstruir la capacidad de producción agroalimentaria

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