9.3 Control químico: métodos específicos

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9.3.1 Polvos insecticidas. Generalmente se trata de una mezcla de polvo diluido en dosis de 2,5 a 15 ppm de ingrediente activo, según el insecticida, en el momento de cargar/ensacar.

Se dispone la cantidad apropiada de polvo en un recipiente de lata o plástico perforado y se espolvorea el producto estrato por estrato, antes de ensacarlo. Cuando se trata de grano a granel, el polvo se mezcla más eficazmente agitando dentro de un recipiente junto con el producto, revolviéndolo con una pala en el suelo, o mezclándolo en un tambor giratorio. Se dispone de aparatos comerciales para operaciones en gran escala.

Estos tipos de insecticidas provocan muchos problemas.

Los polvos insecticidas se usan en hórreos y en almacenes a granel; en estos últimos son más eficaces. Además, son adecuados sólo para condiciones secas.

  1. Es difícil establecer un dosaje exacto y lograr una mezcla total.
  2. La aplicación puede realizarse solamente durante la carga, lo cual exige mano de obra adicional; en consecuencia, a menudo no se realiza de forma apropiada.
  3. La descomposición del ingrediente activo puede ser particularmente grave cuando se trata de preparados locales en que la sustancia transportadora no es suficientemente <<Inerte>>; no hay razón para la reaplicación.
  4. La resistencia de los insectos depende del insecticida utilizado y de las especies de insecticidas, más que del preparado.

Entre las sustancias químicas idóneas están las tradicionales (malatión; lindano/gamma B.H.C.) y las potencialmente mejores (pirimifos-metilo, piretroides sintéticos).

 

9.3.2 Insecticidas para rociado. El método para usar rociadores es mezclar de 10 a 15 ppm de ingrediente activo (i.a.), con la cantidad mínima de agua necesaria para poder hacer una aplicación homogénea (de 0,3 a 2 litros/tonelada de producto, según el aplicador de que se trate). Una cantidad tan pequeña de agua no dará origen a mohos. El insecticida puede aplicarse con un pequeño aplicador doméstico (tipo Shelltox), pero con un rociador de mochila se reducen las necesidades de mano de obra.

La aplicación de rociadores varia según el tipo de instalación de almacenamiento. En los almacenes se usan los siguientes procedimientos.

  1. Productos ensacados: se rocía cada estrato de sacos a medida que se va construyendo la pila; esta aplicación debería bastar para protegerla durante varios meses, pero en caso de reinfestación, deberá volver a rociarse y fumigarse la pila para lograr una penetración efectiva.
  2. Rociado del espacio: se rocía con un insecticida no persistente para matar los adultos de insectos voladores, especialmente las mariposas de almacén; se utiliza juntamente con la fumigación bajo telas de plástico.
  3. Condensación de vapores: se utiliza para el mismo fin; se emplean aplicadores eléctricos que despiden gotitas muy pequeñitas, que quedan en suspensión en el aire, mejorando al máximo la eficacia.
  4. Tratamiento superficial: se rocían con un insecticida permanente las paredes, el tejado y el suelo de la estructura del almacén.

En los hórreos, el insecticida se rocía directamente sobre el producto. Si la infestación proveniente del campo es considerable, conviene rociar cada cestada cuando se va cargando; de lo contrario, los insecticidas deberán aplicarse a la parte exterior del hórreo después que se ha terminado de cargar, volviendo a aplicarlos a intervalos según sea necesario; se aconsejan aplicaciones mensuales.

Entre los problemas que presentan los rociadores, figuran:

  1. descomposición de las sustancias químicas en hórreos altamente ventilados (aunque ello implica una mínima toxicidad residual para los consumidores);
  2. poca penetración en algunos tipos de estructuras;
  3. falta de disponibilidad de rociadores y de sustancias químicas idóneas.

Entre las sustancias químicas, generalmente se utilizan piretroides para el rociado de ambientes y/o el control del gorgojo mayor de los cereales; diclorvos para la condensación automática de vapores (nota: alta toxicidad para los mamíferos), y malatión o pirimifosmetilo para uso general (menor costo, menor toxicidad).

 

9.3.3 Fumigación. Entre otros métodos, se mencionan la fumigación del producto en los contenedores, y la fumigación de las superficies. Se dispone el producto en bidones, sacos de plástico bajo toldos o telas de plástico. Tras aplicar la sustancia química hay que mantener el producto en condiciones de cierre hermético durante tres días por lo menos cuando se aplica Fostoxina, o aproximadamente un día si se trata de EDB, según las dosis aplicadas. Para la fumigación de pilas de sacos en almacenes, es necesario rociar también el techo y las paredes para prevenir la reinfestación. Hay que proteger los granos contra toda reinfestación subsiguiente.

Las aplicaciones de fumigantes varían según el tipo de cultivo en el que se efectúan. Son indispensables para cultivos de exportación: maní, café, cacao. En las explotaciones agrícolas en pequeña escala puede justificarse la fumigación de material de siembra de cultivos de gran valor, tales como las legumbres.

Los fumigantes pueden ser muy peligrosos si no se emplean correctamente; no deben utilizarse en los pabellones destinados a vivienda. Otro problema es que no dejan actividad residual.

Hay dos tipos de preparados químicos empleados para la fumigación. a) Gas de fosfina (v. gr. Fostoxina); se suministra en forma de tabletas de fosfuro de aluminio, que liberan fosfina al entrar en contacto con la humedad del aire. Resulta cómodo de utilizar, pero se requieren condiciones de cierre hermético durante trescuatro días para una eliminación total, y más días con temperaturas frías. b) Se dispone de diversas combinaciones y preparados con dibromuro de etileno, bromuro de metilo y tetracloruro de carbono (por ejemplo Trogocida). Son todos fumigantes a base de líquidos volátiles. Se dispone de cápsulas y saquitos para aplicaciones en pequeña escala, así como cilindros de presión para aplicaciones en gran escala. Son difíciles de utilizar y comportan cierta toxicidad residual y posibles riesgos para el consumidor; se requiere menos tiempo para la fumigación, normalmente menos de un día, según el preparado que se utilice. No se recomienda su uso en las explotaciones agrícolas ni a nivel de aldea, y las operaciones deberían ser realizadas únicamente por personal capacitado.

 

9.4 Toxicidad

Todos los insecticidas son también en cierta medida tóxicos para los mamíferos.

La toxicidad generalmente se expresa como DL50. Técnicamente, es la dosis en mg de ingrediente activo necesaria por kg de peso corporal del consumidor, en condiciones especificadas (método de aplicación e intervalo de tiempo), para matar el 50 por ciento de la población de ensayo, generalmente ratas.

La expresión DL50 de una sustancia química constituye una indicación razonable de su toxicidad para los humanos, y por consiguiente de los riesgos que comporta su uso. Se ha de señalar, sin embargo, que algunos compuestos son altamente activos contra determinadas clases de animales, por ejemplo, algunos insecticidas organofosforados, tales como fenitrotión, son muy tóxicos para los pájaros y también para las aves de corral.

Sobre la toxicidad de los insecticidas recomendados, véase la Sección 9.6.

 

9.5 Preparados y dosis

Los insecticidas comerciales constan de una cantidad (generalmente pequeña) del compuesto tóxico - el ingrediente activo (i.a.) - y otras sustancias, tales como:

  1. «entendedores» inertes como talco, etc. en polvo y agua en rociadores;
  2. surfactantes, que hacen que el compuesto pueda mezclarse con agua y adherirse a las plagas y al producto almacenado;
  3. agentes sinérgicos, que pueden añadirse para aumentar la eficacia del ingrediente activo (por ejemplo, piperonil butóxido con piretroides).

La mezcla se describe como un preparado que presenta características particulares.

  1. polvos para aplicación en seco;
  2. polvos humectables (p.h.) para mezclarlos con agua para rociado;
  3. concentrado emuisionable (c.e.), para rociado.

En el preparado deberá declararse siempre la concentración del ingrediente activo, bien directamente: «malatión en polvo al cinco por ciento», es decir, al cinco por ciento de ingrediente activo, o indirectamente: «actellic 25 c.e. », que significa 25 por ciento de ingrediente activo en solución.

Las dosis pueden expresarse de tres modos:

  1. indicando la cantidad de producto crudo (p.c.), es decir, la solución de la botella que ha de utilizarse; por ejemplo, «40 mi en cinco litros, para aplicarlo en una tonelada »;
  2. indicando la concentración para rociado, que generalmente se refiere a la concentración de ingrediente activo, por ejemplo, «utilizar una solución al 10 por ciento »;
  3. indicando la concentración de ingrediente activo; por ejemplo, <<aplicar el polvo en dosis de 10 ppm de i.a. ».

Es importante poder hacer la conversión de una base a otra. Por ejemplo, la instrucción <<aplicar actellic a razón de 15 ppm i.a. » significa que deberían apli carse 15 gramos de ingrediente activo por cada millón de gramos de producto, es decir, por cada tonelada.

  1. Si se parte de una base de un cinco por ciento en polvo, significa que 100 gra mos de producto crudo (p.c.) contienen sólo cinco gramos de ingrediente activo. 300 gramos de p.c. contienen 15 g, y por consiguiente se aplican 300 gramos de polvo por tonelada (o sea 30 gramos por cada saco de 100 kg).
  2. Partiendo de una base de 25 c.e., se entiende que contiene 25 ml de i.a. por 100 ml de p.c. Considerando que un ml pesa aproximadamente un gramo, para obtener 15 gramos de i.a. se necesitan 15 x 100/25, es decir, 60 ml de solución.

La cantidad necesaria de insecticida para rociado puede mezclarse en cualquier cantidad conveniente de agua: por ejemplo, utilizando actellic 25 c.e. para rociar un hórreo, podrá utilizarse bien una bomba manara] de tipo Shelltox, en cuyo caso se necesitarán 60 ml de solución en 250 ml de agua, o bien un rociador de mochila cp 3, mezclando 60 ml de solución con cinco litros de agua. En ambos casos, toda la solución de rociado se aplicará a una tonelada de producto.

Si se especifica la concentración de la solución, los cálculos se realizan de modo análogo:

  1. para aplicar una solución al 7,5 por ciento de i.a., partiendo de un preparado al 25 por ciento de c.e., se necesitan 7,5 ml por cada 100 ml de rociado, lo que equi vale a 75 ml por cada litro;
  2. hay 25 ml en cada 100 ml del preparado;
  3. para obtener 75 ml de i.a., se necesitarán por tanto 300 ml de preparado;
  4. se añade luego agua para completar un litro en total.

Nota: 300 ml de p.c. + 700 ml de agua, completan un litro de preparado para rociado.

 

9.6 Algunos insecticidas para productos almacenados: resumen de las propiedades

Los insecticidas que se emplean para los productos almacenados, comprenden los siguientes:

Gamma B.H. C./Lindano

Malatión

lodofenfos (v. gr Nuvanol, Elocril)

Piretroides sintéticos (v gr. Permetrín)

Pirimifos-metilo (v gr Actellic)

Diclorvos (v gr. Nuvan)

Propoxur (v. gr. Baygon)

 

 


10. Almacenamiento en hórreos

10.1 Introducción

Los sistemas tradicionales dependen del aire ambiental natural para el secado. Parte del secado se realiza en el campo antes de la cosecha. Los productores de pequeñas cantidades de maíz seco con las espatas, por ejemplo, exponen las mazorcas a la atmósfera. Los productores de grandes cantidades utilizan una variedad de estructuras naturalmente ventiladas para reducir a un 20 por ciento el contenido de humedad de las mazorcas, que es cuando se considera que están razonablemente fuera de todo riesgo de ataques de insectos.

En las zonas tropicales húmedas se utilizan extensamente estructuras redondas de paredes apersianadas. Varían de I a 3 metros de diámetro y hasta 2,5 metros de altura. Se emplean tarimas para almacenar las mazorcas de maíz con las espatas, dispuestas a menudo en una forma especifica, y se puede encender fuego debajo de las tarimas. Un tejado de paja proporciona protección contra la lluvia.

La limitación principal en las estructuras ventiladas tradicionales es el largo período de secado en el campo necesario antes de disponer la cosecha en el hórreo. Ello comporta una mayor infestación al momento de la cosecha, que puede aumentar luego durante el almacenamiento.

Los sistemas mejorados de recolección, secado y almacenamiento del maíz deberían tender a lo siguiente:

  1. una recolección más temprana (cuando el contenido de humedad sea del 35 por ciento sobre la base del producto húmedo, lo cual reduce el nivel de infestación en el campo);
  2. secado en estructuras tradicionales mejoradas, porque resultan familiares a los agricultores; y
  3. protección de la cosecha contra la infestación durante el almacenamiento.

 

10.2 Diseño ideal del hórreo

En una serie de ensayos para evaluar los efectos del tamaño y la forma de los hórreos en los indices de secado de maíz en la mazorca y en los niveles de infestación y deterioro, realizados bajo la dirección del African Rural Storage Centre (ARSC) en (badán y Benín, Nigeria, se obtuvieron los resultados siguientes:

  1. mazorcas de maíz con y sin espatas secadas en hórreos a un porcentaje de humedad igual;
  2. mazorcas con espatas y con más del 26 por ciento de c.h.p.h., se enmohecieron;
  3. la orientación de los hórreos rectangulares tuvo relativamente poca importancia, salvo en zonas donde predominaba algún viento;
  4. las mazorcas de maíz con espatas necesitaban protección contra el deterioro por insectos, si se las dejaba intactas en los hórreos después del secado;
  5. el índice de secado de las mazorcas dé maíz en los hórreos particularmente en hórreos estrechos, fue análogo al índice de secado de las mazorcas en el campo;
  6. cuando el contenido de humedad inicial era superior al 28 por ciento c.h.p.h. los mejores resultados se obtuvieron en hórreos de 600 mm de ancho;
  7. fue importante que los hórreos tuvieran un tejado con alero para reducir los daños causados por la lluvia en la capa superior de las mazorcas almacenadas. La mojadura superficial de los lados o los extremos de las mazorcas no fue importante en casi todo el año;
  8. todo material de construcción de las paredes que dejara un mínimo del 10 por ciento de superficie abierta bastante homogéneamente distribuida resultó satisfactorio;
  9. todo tipo de material utilizado para proteger contra la lluvia resultó idóneo para la cobertura del tejado;
  10. el método de control de insectos más eficaz durante el almacenamiento resultó el de rociar mensualmente la parte exterior del hórreo con un preparado a base de pirimifos-metilo.

 

10.3 Diseños de hórreos mejorados

En las Figuras 5 y 22 y en la Sección 5.6.2 se muestran diseños recomendados de hórreos.

La base del espacio destinado a almacenamiento se halla a un metro de altura sobre el nivel del suelo y se apoya en soportes verticales de 1,5 m de altura, distintos de los soportes verticales más largos, en los que se apoyan el tejado y las paredes del hórreo. Los escudos de protección contra las ratas se colocan en el soporte vertical por debajo del nivel de la base del hórreo

El ancho del hórreo es de 600 mm para zonas muy húmedas y de hasta 1500 mm donde las condiciones de secado son mejores

En el cuadro que sigue figura la capacidad del hórreo por cada metro de ancho

Ancho del hórreo (mm) Peso de las mazorcas a la cosecha (kg) Peso del grano (a 14% c.h.p.h.)
600 500 300
1000 850 500
1500 1275 750

Figura 10.1: Estructuras ventiladas tradicionales

El hórreo podrá tener la longitud que sea necesaria. Podrá utilizarse cualquier material para su construcción, siempre que soporte el peso de las mazorcas y deje un mínimo del 10 por ciento de superficie abierta.

 

10.4 Costo de la construcción del hórreo

Un hórreo fabricado con postes de madera aserrada, paredes de red metálica, tejado de chapa ondulada y escudos metálicos de protección contra las ratas costará tres voces más que un hórreo de igual tamaño fabricado con soportes de teca, paredes apersianadas de bambú, tejado de chapa ondulada y escudos metálicos de protección contra las ratas. Un hórreo fabricado exclusivamente con materiales de la granja o del bosque costará aproximadamente la mitad de un hórreo con postes de teca y un sexto de uno fabricado con madera aserrada.

Estos costos se refieren a costos de capital por tonelada almacenada y por año, y teniendo en cuenta la duración prevista de los hórreos.

Los hórreos construidos con materiales producidos en la granja requieren mayor mantenimiento que las construcciones más costosas y, aun así, durarán quizás cuatro estaciones. Los hórreos fabricados con postes de teca pueden durar de 8 a 10 estaciones si se tiene cuidado de protegerlos contra los ataques de termitas.

La dependencia de estructuras rurales del Ministerio de Agricultura de Kenya y el Centro Rural Africano de Almacenamiento FAO/DANIDA, (badán, Nigeria, publicaron folletos en los que se describía la construcción y uso de un hórreo mejorado para maíz.

 

 


11. Almacenamiento de raíces y tubérculos

La recolección es una función importantísima. Si esta operación no se realiza con la máxima eficiencia, las medidas posteriores para evitar pérdidas poscosecha pueden resultar inútiles. Si, por ejemplo, se magullan o dañan de algún modo las raíces y los tubérculos durante la recolección, probablemente no tendrán ningún valor las consideraciones de manipulación o envasado mejoradas, ya que tendrá lugar una temprana infestación con mohos y virus y habrá comenzado ya la putrefacción. Si las operaciones de recolección se efectúan correctamente tendrá más sentido introducir más tarde métodos mejorados. La utilización de instrumentos y equipo apropiados para la recolección, así como la capacitación en su uso correcto deberán constituir una prioridad de las actividades para evitar pérdidas de alimentos poscosecha.

 

11.1 Ñame

En la mayor parte de Africa occidental, por ejemplo, la cosecha principal de ñame se recoge entre septiembre y noviembre. Parte se consumirá o se venderá inmediatamente, pero el grueso de la cosecha se almacenará durante un período de seis meses como máximo, para utilizarlo más tarde, bien como alimento o bien para plantación.

Hay varios métodos tradicionales de almacenamiento del ñame:

  1. uno de los más populares, especialmente en las zonas forestales, es un recinto construido con bambú que consta de una estructura vertical sobre la que se atan uno por uno los ñames con cuerda o ligaduras de arbustos. Se crea siempre sombra, generalmente con árboles;
  2. en la zona de sabana se encuentran generalmente formas de almacenamiento menos elaboradas, tales como chozas construidas con tallos de sorgo dentro de las cuales se apilan los ñames;
  3. un tercer método que ha tenido éxito es el del almacenamiento en montones o bajo tierra.

Las pérdidas en estos tipos de almacenamiento tradicional son muy elevadas; una estimación conservadora seria de un 25 por ciento. Las pérdidas se deben a diversos factores:

el nematodo Scutellonema, comúnmente denominado nematodo del ñame, es uno de los más importantes. Los tubérculos de ñame infestados con esta plaga al momento de la recolección no se conservan. Otro nematodo importante es el nematodo de la raíz, pero éste generalmente no afecta a la conservabilidad;

Generalmente las pérdidas de almacenamiento en zonas de sabana son inferiores a las de la zona forestal. Ello se debe probablemente a la menor incidencia del nematodo Scutellonema y a que los ñames cultivados en ambientes más secos tienen generalmente un mayor contenido de materia seca. Este factor parece importante para el almacenamiento, así como también el hecho de que los cultivares producidos en sabana tienen un periodo de latencia endógena más prolongado, y no germinan tan pronto durante el periodo de almacenamiento.

Aunque se reconoce que el almacenamiento constituye uno de los problemas críticos que limitan la producción del ñame, la mayoría de los estudios sobre el mejoramiento de los métodos de almacenamiento del ñame no han logrado aportar nuevas ideas en el sector de la tecnología intermedia. No hay al parecer diferencias en la práctica entre los mejores métodos de almacenamiento tradicionales actualmente utilizados por los agricultores y los métodos tecnológicos avanzados en gran escala, que en todo caso no podrían aplicarse actualmente en muchas partes del mundo rural.

Para reducir las pérdidas en las modalidades de almacenamiento tradicionales son importantes los factores siguientes:

  1. hay que reconocer que las características de almacenamiento son diferentes para las distintas especies de ñames. Como regla general, el ñame de agua (Dioscorea alata) se conserva mejor que el ñame blanco (D. rotunduta), y éste mejor que el ñame amarillo (D. cayenensis). Hay también diferencias entre variedades de la misma especie. Variedades que presentan mejores características de almacenamiento son i) las que tienen un período de latencia más prolongado; ii) las que cicatrizan bien, y iii) las que tienen formas que facilitan la excavación sin lesiones. Las variedades que tienen malas características de almacenamiento deberían consumirse o venderse en primer lugar, y conservarse sólo las variedades que tienen buenas características de almacenamiento;
  2. es muy importante observar la condición de los tubérculos de ñame al momento de almacenarlos, para determinar la duración del almacenamiento. Sólo podrán almacenarse los ñames que estén en buen estado, es decir, los tubérculos exentos de nematodos, de podredumbres y de lesiones físicas. Para reducir las lesiones físicas, es necesario manipular cuidadosamente los tubérculos durante todas las operaciones de recolección y transporte. Toda lesión, raspadura o magulladura o corte profundo producido con el machote o azadón utilizado para excavar predispondrá al tubérculo al ataque de patógenos y a la pudrición posterior durante el almacenamiento. Es importante evitar la exposición de los tubérculos, especialmente los recién excavados, durante largo tiempo, a un sol intenso, ya que ello puede provocar lesiones y favorecer la putrefacción;
  3. deberá examinarse periódicamente la condición de los tubérculos almacenados, marcando los que comienzan a deteriorarse, para consumirlos inmediatamente;
  4. si los tubérculos han de utilizarse solamente para alimentación y no para plantación, puede retardarse la germinación eliminando la cabeza del ñame antes de colgarlo en el hórreo o almacenarlo. Si los tubérculos para plantación comienzan a germinar antes de la época de plantación no es aconsejable arrancar las cabezas, sino cortar los gérmenes apenas comienzan a despuntar y mantenerlos cortados hasta la época de plantación. De este modo se impide que los brotes agoten las reservas del plantón antes de la plantación;
  5. los locales de almacenamiento, sean éstos cobertizos, hórreos o pozos, deben ser limpiados antes de depositar en ellos nuevos ñames. Hay que eliminar los ñames viejos y los escombros del almacén y de las zonas circundantes De esta forma se evita la contaminación por los patógenos presentes en viejos tubérculos deteriorados. Hay que sacar del lugar de almacenamiento los montones de troncos o recipientes, maquinaria, herramientas, etc, donde pueden esconderse las ratas y otros roedores Si se utilizan árboles para crear sombra, hay que podarlos tres meses antes de que comience el almacenamiento, para que penetren los rayos solares hasta el suelo del cobertizo y lo saneen La poda tempestiva permite también a los árboles adquirir el follaje necesario para la sombra antes de que comience la época de almacenamiento. En los cobertizos para ñames se espolvorearán polvos insecticidas en la base de todos los soportes verticales para combatir hormigas y toda clase de insectos trepadores, pero se ha de tener gran cuidado de no contaminar con insecticidas los ñames destinados a alimentación;
  6. tal vez sea posible modificar la estructura de los almacenes tradicionales para colocar escudos que impidan el acceso a las ratas

Los experimentos recientes indican que el curado de tubérculos de ñame con temperaturas y humedades relativamente altas puede mejorar el almacenamiento, curando las lesiones y endureciendo la piel Las temperaturas de 30 "C a 40" y 70 a 90 por ciento de h r durante uno a cuatro días resultan eficaces para reducir pérdidas durante el almacenamiento. Estas condiciones pueden lograrse por diversos medios; uno de los más fáciles es el de cubrir los túberculos con una lona alquitranada.

Para el curado, es importante seleccionar el periodo oportuno Es decir, deberá efectuarse inmediatamente después de la recolección, para curar las lesiones producidas durante la recolección y el transporte al cobertizo. La manipulación después del curado debe realizarse con el máximo cuidado para evitar las lesiones.

Las ventajas del curado son máximas cuando los tubérculos se almacenan en condiciones de temperaturas bajas, y mínimas cuando de depositan en cobertizos u hórreos tradicionales. La razón es que las estructuras tradicionales permiten el curado de los tubérculos durante la primera parte del periodo de almacenamiento.

Se han estudiado dos mejoras tecnológicas avanzadas de almacenamiento en gran escala. Aunque no sean apropiadas para el almacenamiento en la granja, pueden tener futura aplicación como parte del sistema de mercadeo para almacenamiento a granel en los puntos de recolección. Las mejoras son las siguientes:

  1. para prolongar la duración de los tubérculos de ñame pueden emplearse almacenes de temperatura controlada como los que se utilizan en todo el mundo para una amplia variedad de productos perecederos. Las temperaturas en torno a los 20 °C se han demostrado eficaces para inhibir la germinación y reducir la respiración. No obstante, no deberían almacenarse ñames a temperatura inferior a los 15 °C, porque por debajo de esta temperatura, se producen daños por excesivo enfriamiento;
  2. se ha ensayado también un segundo método, que consiste en la aplicación de rayos gamma. El Dr. Adesuyi del Nigerian Stored Products Research Institute ha demostrado que irradiando los tubérculos antes de depositarlos para el almacenamiento, se inhibe la germinación hasta seis meses.

Se trata de métodos del futuro, pero se mencionan para indicar que no se está descuidando la investigación en el campo del almacenamiento del ñame.


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