7. Almacenes

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Los almacenes son estructuras estables de almacenamiento para usos generales, que ofrecen protección contra la lluvia, el sol y el viento.

Los almacenes de grano son estructuras más especializadas diseñadas específicamente para almacenar cereales y legumbres. Los granos pueden almacenarse a granel o en sacos. La mayoría de los almacenes de grano están previstos para el almacenamiento en sacos. Las capacidades varian de 50 a S 000 toneladas de grano ensacado por almacén, que requieren de 50 a 2 000 m2 de superficie. Son también frecuentes los almacenes menores, para almacenar de S a 10 toneladas de grano en sacos, pero los costos de almacenamiento por tonelada suelen ser elevados, por lo que deberían investigarse otros métodos como el del almacenamiento en arcones.

 

7.1 Construcción del almacén

Un tipo general de almacén es el que consta de una estructura de cemento, bloques de cemento, vigas metálicas para el techo, cubierta del tejado con chapa ondulada galvanizada, con una superficie de suelo de 600 m2, es decir, 15 m de ancho y 40 m de largo. Es el tipo de estructura estándar de los contratistas de edificios comerciales; con otros diseños generalmente el precio unitario es mayor.

Para almacenes menores de 200 m2 puede utilizarse material disponible en el lugar, como bloques de barro y madera. Aunque no es el tipo de construcción ideal para el almacenamiento a largo plazo, las condiciones de almacenamiento que ofrece a breve plazo son adecuadas, por ejemplo en los centros de adquisición de materias primas.

 

7.2 Costo de la construcción

Hay una marcada economía de escala en la construcción de almacenes, que varia de 200 dólares EE.UU. por m2, para un almacén de 500 m2 de superficie, a 180 dólares EE.UU. por m2 para un almacén de 2 000 m2 de superficie en las principales ciudades. En zonas remotas, los costos básicos aumentan hasta un SO por ciento, a los cuales tal vez hay que añadir un 30 por ciento de gastos adicionales para proporcionar carreteras de acceso y servicios.

Así, en zonas remotas, el precio por metro cuadrado de los almacenes pequeños, para tamaños de hasta 1000 m2 de superficie, puede muy bien superar en un 30 por ciento, y hasta en un 40 por ciento los costos de los almacenes construidos cerca de las ciudades.

Figura 7.1: Almacenes

 

7.3 Volumen utilizable

Los almacenes no Cederá llenarse completamente con grano ensacado. Se requieren vías de acceso, y el espacio aparentemente desaprovechado para pasillos más estrechos, espacios sobre la cabeza en torno a las pilas, es esencial para la ventilación, acceso, higiene y fumigación. Para un almacén de 500 toneladas, el volumen utilizable puede ser inferior al 50 por ciento del volumen interno bruto disponible por debajo del nivel del alero. Según se aumenta el tamaño del almacén, aumenta el volumen utilizable hasta un máximo de un 80 por ciento en almacenes de 10 000 toneladas de capacidad. El volumen utilizable disminuye por otra parte, para un tamaño dado de almacén, por cualquiera de los conceptos seguientes: a) mayor variedad de productos almacenados, b) almacenamiento a breve plazo en que se deshacen y rehacen constantemente las pilas, c) infestación por plagas y d) mala administración.

 

7.4 Cuidado de los productos en el almacén

  1. Evitar que la humedad del suelo llegue al producto

Al construir el almacén podrá colocarse una membrana o barrera contra la hume dad en el suelo de cemento del almacén. Se utilizan tarimas para formar barreras contra la humedad.

Figura 7.2: Maderos de estibar

Figura 7.3: Tarima

Figura 7.4: Espacio entre el producto y los muros

Figura 7.5: Manejo correcto de los almacenes

Figura 7.6: Manejo correcto de los almacenes

  1. Impedir que /a humedad de los maros llegue al producto
  2. Apilar los sacos adecuadamente para:
  1. Control de insectos y roedores:

Figura 7.7: Estibado: tela de plàstico

Figura 7.8: Estibado: postes

Figura 7.9: Estibado: tarima

 

7.5 Aislantes

Los aislantes son materiales que pueden colocarse entre el suelo del almacén y el producto ensacado para impedir que la humedad pase del suelo al producto, y evitar en consecuencia el enmohecimiento y la descomposición.

El sistema de aislamiento más económico consiste simplemente en extender una gruesa estera o tela de plástico no perforada sobre la cual se colocan los sacos.

También se pueden colocar en el suelo palos rectos sobre los cuales se apilan los sacos.

El tipo de almacenamiento más costoso consiste en dos superficies de tablas, sujetas firmemente a travesaños, para mantenerlas separadas. Si están construidas con madera aserrada se conocen como tarimas de carga y son idóneas para la manipulación con carretillas de horquilla elevadora. Las tarimas deberán inspeccionarse y rociarse con desinfectantes antes de utilizarlas, para evitar infestaciones y daños a los sacos con clavos que sobresalen y astillas.

Figura 7.10: Apilamiento de sacos

 

7.6 Apilamiento de sacos

Si los sacos se ponen uno encima de otro, sin traslapo en estratos sucesivos, las pilas serán muy inestables. Se recomienda, en cambio, «ligar» los estratos sucesivos disponiendo los sacos de forma diferente en cada estrato. De este modo no sólo se logra apilar más sólidamente, sino que se facilitan también las tareas de inventario, ya que los sacos pueden contarse más rápidamente.

Los sacos se apilan generalmente en estratos de tres, cinco u ocho sacos por estrato. En la figura 7.10 se muestra la disposición de los sacos en los estratos impares y en los pares.

 

7.7 Control de insectos en los sacos apilados en almacenes

Hay tres métodos químicos comunes para controlar insectos en los sacos apilados en un almacén:

  1. mezcla de polvos insecticidas con el producto antes de colocarlo en los sacos;
  2. rociado de los distintos estratos de sacos con insecticidas líquidos o en polvo a medida que se va formando la pila;
  3. colocación de un fumigante entre los sacos, cubriéndolos con una tela imper meable.

El sistema de mezclar polvos insecticidas puede resultar muy eficaz si se utiliza un insecticida idóneo. Ultimamente, se ha observado que algunos polvos a base de piretroides sintéticos y de pirimifos-metilo, aplicados en dosis de 2,5 ppm a 15 ppm de ingrediente activo (según el insecticida) eliminan los insectos en los sacos almacenados por lo menos durante ocho meses.

Figura 7.11: Tambor mezclador

La mezcla de los polvos con el grano puede realizarse de diversas formas, como, por ejemplo, mezclando con una pala sobre una lona, o, cuando se trata de grandes cantidades, mediante un tambor de eje excéntrico.

La mezcla de polvos con el grano almacenado entraña un riesgo potencial para la salud, por lo que no es recomendable, a no ser que se utilice un insecticida muy inocuo y haya que consumir el grano sólo después de un prolongado periodo de almacenamiento.

El rociado o espolvoreado de los estratos de sacos con insecticidas (según se muestra en la figura) es menos peligroso para las personas, pero no siempre resulta muy eficaz. No obstante, últimamente, con la aplicación de pirimifos-metilo (como concentrado emulsionable, Actelic 50 ec) sin diluir (50 EC) en dosis de 2 ó 3 pasadas por saco, con un aplicador doméstico sencillo, se eliminaron casi completamente los gorgojos en sacos de maíz muy infestados, y se mantuvo controlada la población a un nivel muy bajo incluso después de ocho meses. Pero la aplicación de insecticidas no diluidos constituye siempre un peligro.

Figura 7.12: Rociado de un estrato de sacos

Figura 7.13: Fumigación debajo de una tela

Por último, el método más satisfactorio de eliminación y control de insectos en granos ensacados es el de la fumigaci6n7 que consiste en liberar un gas entre los sacos, tras haberlos cubierto con una tela impermeable (véase Figura 7.13), manteniéndola adherida al suelo mediante «serpientes de arenan o una cadena Pesada envuelta en arpillera. Hay que dejar la pila cubierta por lo menos durante tres días.

Para el almacenamiento en escala relativamente reducida (100 a 300 toneladas) el fumigante más idóneo es el fosfuro de aluminio que libera gas de fosfina cuando absorbe humedad. Se recomienda una tableta de fumigante por cada dos sacos, siempre que la pila sea de un tamaño tal que pueda mantenerse herméticamente cerrada durante dos horas. Pueden utilizarse también eficazmente la fosfina y otros gases fumigantes para mayores cantidades de grano.

 

 


8. Centros de almacenamiento

En los centros de almacenamiento y manipulación de granos se plantean las situaciones conflictivas de tener que dar salida a grandes cantidades y mantener al mismo tiempo reservas durante largo tiempo.

En las instalaciones de puertos que se ocupan de importación o exportación de granos se requiere equipo mecanizado de manipulación que sólo puede justificarse si se somete a una utilización intensa. Se obtendrán beneficios de la capacidad de manipular rápidamente grandes volúmenes de grano a granel, si no hay demoras de carga y descarga de buques, vagones de ferrocarril y medios de transporte por carretera y se evitan en consecuencia los gastos de sobrestadía.

No es necesario, sin embargo, disponer de tales instalaciones y servicios, para el almacenamiento a largo plazo, donde el grano puede permanecer incluso durante varios años en casos extremos. Es siempre aconsejable reciclar reservas de emergencia de este tipo en el sistema normal de distribución con arreglo al criterio de dar salida en el orden en que han ido llegando.

Los centros de almacenamiento generalmente disponen de servicios de secado para el tratamiento del grano que entra cuando éste supera la norma del contenido de humedad del 13 por ciento referido al producto húmedo, para almacenamiento a plazo más largo.

 

 


9. Control de plagas en productos almacenados

9. 1 Introducción

Se utilizan diversas técnicas para controlar plagas de insectos en productos almacenados, desde el soleamiento y ahumado en la granja tradicional hasta la irradiación en gran escala en almacenes de productos a granel. Esta sección del manual se ocupa sólo de técnicas probadas aptas para el almacenamiento en pequeña y mediana escala en condiciones tropicales.

Es difícil hacer recomendaciones especiales; cada técnica debe experimentarse en cada situación particular, y puede resultar inapropiada como consecuencia de variaciones de:

  1. carácter económico (el valor del producto en relación con el costo de los mate riales y la mano de obra);
  2. problemas de plagas (aparición y resistencia);
  3. técnicas dentro del sistema de explotación o la disponibilidad de nuevos pro ductos.

Es importante considerar los dos aspectos siguientes:

  1. especificaciones económicas;
  2. especificaciones técnicas. Eficiencia contra las plagas en cuestión. Riesgos para el agricultor y el consumidor.

El mejoramiento que se obtenga con el uso de la técnica de control ¿será rentable? A esta pregunta podrá responderse satisfactoriamente sólo realizando ensayos sobre el terreno corroborados con una evaluación efectiva de las pérdidas.

 

9.2 Técnicas de control de plagas

 

9.2.1 Saneamiento. Es de importancia vital reducir la población infestante inicial e impedir el desarrollo de cualquier plaga de insectos en los productos de cultivos.

Antes de colocar un nuevo cultivo en un almacén es necesario:

  1. Eliminar el material infestado: no mezclar el grano nuevo con el viejo; se fumigará completamente el material viejo que haya de mantenerse.
  2. Limpiar las estructuras de almacenamiento:

Figura 9.1: Limpieza de la esttructura de almacenamianto

Figura 9.2: Desinfección de los sacos

Adoptar medidas de control tempestivas para prevenir la infestación de los cultivos que están madurando en el campo.

 

9.2.2 Resistencia natural. Las variedades de cultivos difieren en cuanto a su susceptibilidad al ataque de las plagas de almacenamiento.

Las variedades tradicionales son generalmente más resistentes a las plagas de almacenamiento que las variedades nuevas. Si se introducen nuevas variedades, se han de adoptar medidas para mejorar las técnicas de almacenamiento y el control de plagas.

Actualmente se están seleccionando nuevas variedades de maíz y caupi que tengan mayor resistencia durante el almacenamiento, variedades que pueden obtenerse por conductos comerciales.

Hay algunas características generales de resistencia en los siguientes cultivos:

  1. maíz: una buena cubierta de espatas puede reducir la infestación en el campo, y en el maíz almacenado con las espatas disminuye el indice de incremento de las plagas;
  2. sorgo: las variedades en que la gluma cubre el grano tienden a ser más resistentes antes de la trilla;
  3. arroz: el arroz con cáscara es bastante más resistente a las plagas que el arroz descascarado;
  4. caupí: las vainas secas intactas ofrecen cierta resistencia contra los brúquidos. Si no es posible aplicar la fumigación o almacenar el caupí en contenedores herméticos, es mejor almacenarlo con la vaina;
  5. cereales: la resistencia varia según la dureza del grano.

 

9.2.3 Almacenamiento en contenedores herméticamente cerrados. En condiciones de cierre hermético, el reducido contenido de oxígeno y creciente contenido de dióxido de carbono hacen que al final se detenga el desarrollo de insectos y la formación de mohos.

El grano para consumo humano o para semilla debe estar seco; si está húmedo continúa la acción de las bacterias y enzimas, provocando podredumbre y dejándolo inutilizable.

El material ensacado debe estar protegido; si se ha roto el cierre (por causa de insectos, roedores o una manipulación descuidada), el grano queda sin protección ni ventilación, y las pérdidas pueden ser graves.

Un método que ha resultado satisfactorio en el norte de Nigeria (una zona seca) es el de almacenar caupí desgranado en bolsas de plástico cerradas y forradas de algodón; el algodón impide que los insectos que salen perforen la bolsa de plástico.

 

9.2.4 Control químico. Pueden emplearse insecticidas en los productos almacenados en forma de:

Los insecticidas generalmente entrañan un cierto grado de toxicidad para las personas, los animales domésticos, las aves de corral, etc., por lo que, al utilizarlos, se observarán las precauciones siguientes:

  1. leer las instrucciones del fabricante;
  2. seleccionar una sustancia química de baja toxicidad para mamíferos y aves;
  3. no superar la dosis recomendada;
  4. proteger a los trabajadores; es esencial instruirlos cuidadosamente, supervisarlos constantemente y que utilicen indumentos protectivos.

Los insecticidas son generalmente específicos, y no matan a todos los insectos y ácaros; para los almacenes y/o productos almacenados seleccionar una sustancia química aprobada que tenga un <<espectro amplio», o bien que especifique la toxicidad para gusanos y gorgojos. Puede ser que se requiera un tratamiento especial para los ácaros.

Los insecticidas pierden en general su eficacia con:

Las sustancias químicas almacenadas pueden estar protegidas centras dichos factores para asegurar una eficacia constante. En los productos almacenados, los insecticidas de larga duración ofrecen una protección más duradera contra las plagas, pero aumentan los riesgos para el consumidor. Los insecticidas varian ampliamente en cuanto a su persistencia. Es necesario elegir un insecticida apropiado para cada caso, por ejemplo, sustancias químicas persistentes para el tratamiento de estructuras de almacenamiento; no persistentes para el rociado de ambientes.

Los insectos pueden desarrollar resistencia fisiológica y de comportamiento contra los insecticidas. El uso excesivo o inapropiado de sustancias químicas dará lugar al desarrollo de insectos resistentes. Por ello, se debe utilizar la dosis correcta de insecticida, y sólo cuando sea estrictamente necesario.

 

9.2.5 Fumigación. Las sustancias químicas que se utilizan para atacar a los insectos a través de su sistema respiratorio se conocen como fumigantes.

Los fumigantes pueden prepararse en forma de:

 

CUADRO 6. Producto CT para plagas específicas de insectos (en mg/litro/hora)

Sustancia química Especies insectos
  Rhisopertha Sitophilus Triboldum Trogoderma
Bisulfuro de carbono 294 325 560 700
Tetracloruro de carbono - 4 500 2 000 -
Dicloruro de etileno 636 1 200 365 2 080
Bromuro de metilo 0,60 1,0 0,50 331

La concentración del fumigante se mide en miligramos por litro de espacio ocupado.

El producto CT es la concentración del fumigante multiplicada por el tiempo en horas que producirá la muerte del 99 por ciento de la plaga en cuestión. En el Cuadro 6 se dan detalles de algunos productos CT para fumigantes comúnmente utilizados; es solamente orientativo por lo que respecta a su eficacia, porque pueden intervenir otros factores.

Se indican a continuación algunas características de los fumigantes más comunes.

El bisulfuro de carbono seria un fumigante razonablemente satisfactorio, si no fuera tan inflamable (una chispa causada por el roce de un clavo con una piedra lo hace explotar, por lo que taras veces se utiliza hoy día).

El tetracloruro de carbono no parece ser un fumigante muy bueno, pero de hecho penetra profundamente en el grano, por lo cual se mezcla a menudo con otros fumigantes de poca penetrabilidad para transportarlos a través del producto. No es inflamable, pero si se utiliza durante un cierto periodo puede causar trastornos al hígado.

El dibromuro de etileno resulta eficaz, pero es absorbido muy rápidamente, por lo que logra penetrar muy poco a través del grano.

El dicloruro de etileno es inflamable y su penetración no es tampoco buena. No se recomienda su uso.

El bromuro de metilo es un fumigante excelente, pero al ser inodoro y muy venenoso sólo puede ser utilizado por personas capacitadas.

La fosfina es también un fumigante excelente y bastante fácil de utilizar. Se emplea en forma de mezcla con fosfuro de aluminio y carbamato de amonio. Son sustancias estables si se mantienen en recipientes de cierre hermético, pero si se exponen al aire toman agua y liberan fosfina, amonio y dióxido de carbono. La fosfina contiene normalmente impurezas que la hacen espontáneamente inflamable, pero es inocua en presencia de amonio y de dióxido de carbono. Las sustancias químicas están preparadas de forma que se dispone de unos 30 minutos para distribuir la mezcla antes de que se libere el gas. El gas despide un olor fuerte y desagradable, lo que hace que sea fácil de detectar. La fosfina es el único fumigante que no interfiere con la germinación si se trata de grano que ha de utilizarse para la siembra. Los otros fumigantes pueden afectar a la germinación si el grano se expone excesivamente a los fumigantes o si éstos se aplican repetidas veces.

La fumigación en la práctica comprende consideraciones sobre la escala de la operación, y sobre la sanidad.

En la fumigación en pequeña escala, los granos y otros productos pueden fumigarse en un bidón de 150 litros utilizando tetracloruro de carbono. Se echan unos 150 ml en la superficie del grano; se cierra luego herméticamente la tapa colocando una cinta adhesiva en torno a la unión entre la tapa y la base, y se deja el grano durante 14 días. Si se trata de grano que ha de emplearse para la siembra, deberá airearse después de la fumigación; de lo contrario puede perjudicarse la germinación.

En la fumigación en gran escala, la fumigación con fosfina puede realizarse utilizando preparados en forma de tabletas, gránulos o polvo en sobres. Los frabricantes proporcionan las instrucciones para las dosis que han de utilizarse. Los sacos de grano pueden fumigarse bajo una tela de plástico; se apila el grano sobre una tela de plástico, y se cubre con otra tela; después de aplicar el fumigante se enrollan juntas la tela superior y la inferior. Se colocan luego bolsas de arena sobre el extremo enrollado para lograr un cierre hermético.

Si no es posible colocar una tela para cubrir el grano, se deberá asegurar el cierre hermético del edificio antes de proceder a la fumigación. Otra posibilidad es la de colocar una tela de plástico que cubra toda la estructura del edificio antes de proceder a la fumigación.

La inocuidad es un aspecto fundamental. Todos los fumigantes pueden matar a las personas lo mismo que a los insectos, y algunos pueden causar graves desórdenes a las personas que se exponen a concentraciones incluso bajas durante largo tiempo. No deberán tenerse, por consiguiente, existencias de fumigantes en oficinas o almacenes donde trabajan personas.

Pueden suceder siempre accidentes; por eso, conviene que estén presentes siempre dos personas al aplicar los fumigantes. La fumigación deberá ser realizada sólo por personal capacitado y debidamente supervisado.

Cuando se aplica fosfina, una de las personas deberá utilizar un respirador provisto del filtro apropiado. Como la fumigación con fosfina es de fácil aplicación, hay un número creciente de personas que la utilizan sin un conocimiento apropiado de los peligros. Algunos fumigantes se suministran en envases que no pueden volver a cerrarse herméticamente, con el consiguiente riesgo de que se deje parte del producto en una oficina o incluso en casa. Cuando se quita la cubierta después de un período de fumigación habrá una elevada concentración de gas durante breve tiempo, que puede ser peligrosa. Teóricamente, el material debería ser manipulado solamente por el personal encargado de la protección de los cultivos, pero como éste es tan escaso y los resultados de la fumigación pueden ser tan satisfactorios, existe una presión comercial para difundir estos productos. Visto que parece inevitable que personas no capacitadas utilicen la fosfina, debería instarse a los medios de comunicación (la prensa, radio y televisión) a que proporcionen todas las instrucciones que sean posibles sobre su uso apropiado.

Figura 9.3: Mezclado de polvo insecticida con el grano

Figura 9.4: Tratamiento del maíz en mazorca

 

9.2.6 Control biológico de plagas. Estos métodos han resultado eficaces en algunas situaciones. Se ha utilizado Bacillus thuringiensis para controlar algunas especies de plagas de insectos en cereales almacenados Los gatos constituyen un medio eficaz de control de pequeñas cantidades de roedores dentro y en los alrededores de la granja, pero no deberían utilizarse en los almacenes.

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