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Revista de libros

En esta sección se presenta una reseña de publicaciones escogidas cuyo contenido tiene relación directa con el trabajo actual de la Dirección de Silvicultura y Productos Forestales.

FOREST INVENTORY (El Inventario Forestal), Stephen H. Spurr. 476 págs., ilustr., Ronald Press Company, New York, 1952. Precio: 8.50 dólares.

Varios libros recientes han tratado de poner al día la aplicación de las técnicas más modernas a los problemas del inventario forestal. La presente obra no pretende abarcar en detalle todo el campo de inventario forestal, limitándose a los dos problemas clave, a saber, el cálculo del volumen bruto total y el del crecimiento total por acre, ora sea de una especie determinada o de cierto tipo de bosque. Son éstos los problemas biológicos básicos que es preciso resolver antes de ocuparse de los aspectos económicos secundarios.

Para aplicar de modo adecuado los principios dasonómicos, es menester llevar a cabo previamente inventarios forestales amplios. Esta obra dedica su mayor atención a los principios que rigen inventarios. El autor ha hecho investigaciones originales sobre los métodos para hacer inventarios a base de la fotografía aérea (véase Unasylva, Vol. II, N.° 4: La fotografía aérea, por Stephen H. Spurr) y sobre otras técnicas de medición; pero aquí se ocupa de los inventarios de poco costo, que pueden financiarse fácilmente y que proporcionan, cuando menos, una base mínima para la dasonomía.

Los errores que se cometen al hacer en el terreno las mediciones de los árboles y de los rodales - es decir al traducirlas a volumen y crecimiento -, y en el método de muestreo utilizado para obtener las mediciones preliminares, afectan a la exactitud de los resultados de los inventarios. Un inventario debe llevarse a cabo de manera que se reduzca cada tipo de error, de acuerdo con la norma de la exactitud sistemática. El autor ha tenido en cuenta los experimentos y la experiencia de muchos países y los reseña y analiza, así como los métodos empleados para hacer los inventarios nacionales en Escandinavia, Gran Bretaña y los Estados Unidos.

Se trata de una espléndida obra de consulta sobre los principios y métodos del inventario forestal, y es mucho más detallada que el Planeamiento de un Inventario Forestal Nacional, publicado por la FAO.

AMERICAN FOREST POLICY (Política Forestal Americana), Luther Halsey Gulick, 252 págs., Duell, Sloan and Pearce, Nueva York, 1951. Precio: 3,50 dólares.

En una de sus etapas iniciales, la política forestal american adoptó doctrinas, métodos y actitudes que, en aquella época, solían calificarse de radicales e hicieron aparecer al Gobierno federal como sumamente avanzado. La creación y administración del sistema nacional de bosques, con tierras que seguían siendo de propiedad pública, y su acrecentamiento mediante la compra y el intercambio de terrenos de propiedad privada, la inauguración de los subsidios federales para estimular y sostener los esfuerzos de los estados dirigidos a la protección de los montes privados la adopción de una administración forestal descentralizada, en vez de la plena centralización en la capital de la nación; la constitución de un cuerpo profesional de funcionarios con una política definida desde el principio, una dirección dinámica para formular y poner en práctica ideas y métodos: todos estos elementos se combinaron para formar un régimen definido y poner a prueba, no sólo la eficacia de la silvicultura, sino también de la administración publica, en cuanto se reflejaba en aquélla.

American Forest Policy es un intento concienzudo, e indudablemente polémico, hecho por un eminente estudioso de la administración pública para derivar conclusiones generales de la experiencia silvícola, conclusiones que puedan aplicarse a otras empresas públicas y a la tendencia actual orientada a aumentar la responsabilidad del Gobierno federal en «todas las cosas buenas». A este respecto se suscitan varias cuestiones difíciles:

1. Cuando el Gobierno trata da regular o de hacerse cargo de un sector cualquiera de la economía ¿obtiene el público lo que necesita? Los objetivos varían, pero pueden consistir en mejores servicios, ingresos estables, seguridad en el empleo libertad respecto a los monopolios, mejor administración, menores costes de los servicios, dirección con un más alto espíritu cívico y distribución más eficaz. Cuando se procuran dichos fines ¿se los alcanza realmente?

2. Cuando el Gobierno interviene en la economía privada para lograr cualquiera de dichos fines ¿ qué le ocurre a la misma? ¿Se perturba la acción privada? ¿Tiene el Gobierno que hacerse cargo a la larga de toda la operación? ¿O siguen funcionando la acción o reglamentación públicas y la actividad privada, paralelamente, en una especie de equilibrio?

3. ¿Qué sucede con la tecnología y el progreso de las artes en el sector de la economía afectado por la acción oficial? ¿ Produce la acción del Gobierno el estancamiento tecnológico o acelera su progreso?

4. ¿ Qué problemas administrativos se le crean al Gobierno al hacerse cargo de estas nuevas actividades?

5. ¿ Qué nuevos problemas políticos se suscitan?

La política forestal de hoy no se encontrará expuesta en un documento concreto, sino más bien en lo que se está haciendo, porque cuenta con la aceptación general. Muchas cuestiones políticas han quedado fijadas a grandes rasgos: el interés público respecto a los terrenos forestales, con la exigencia de una acción positiva por parte del Gobierno, que incluye la administración y propiedad públicas, pero sin extenderse a la elaboración industrial de la madera a la política positiva de precios, a la política de garantía de precios o a la de importaciones y exportaciones; las investigaciones sobre el rendimiento sostenido y la protección del aprovechamiento múltiple, la asistencia técnica, el apoyo a los gobiernos locales; la educación silvícola de las masas. Entre los problemas no resueltos figuran la vigilancia y la administración de las aortas en montes de propiedad privada, el acrecentamiento de la propiedad pública y la construcción pública de cerreteras de acceso.

Existen varias cuestiones administrativas aún no resueltas, a las cuales se dedica buena parte del libro:

La división del trabajo entre el Gobierno central y los estados; la distribución del mismo dentro del Gobierno federal; los métodos de descentralización de los programas forestales, para conseguir que se adapten a las necesidades locales sin sacrificar la política nacional, el mejor método para armonizar, en el plano local, el programa nacional con el del estado; las relaciones entre el personal central especializado y los funcionarios técnicos locales; las relaciones entre los investigadores y el personal ejecutivo en todos los grados de la administración, y la eficacia relativa del pago de beneficios, en comparación con otros métodos destinados a estimular el mejoramiento de la silvicultura privada.

Para medir los éxitos y los fracasos, es menester estudiar los objetivos principales de la política, que son:

1. Suficiente madera adecuada a precios razonables. En este aspecto, un análisis detallado nos revela que no hay peligro de que escasee la madera en los Estados Unidos, a pesar de las tácticas alarmistas de algunos profesionales y partidarios a ultranza de la conservación. Esta conclusión se ha rebatido ya en cuanto hecho, y en cuanto ejemplo de lo que sucede cuando un especialista se aventura en otro campo que no le es enteramente familiar.

2. Arboles y bosques destinados a la obtención de los «otros valores forestales». En general, sólo se ha obtenido hasta ahora un éxito limitado y parcial.

3. Prosperidad económica de la silvicultura y de los trabajos de la madera. En ambos aspectos se están logrando progresos parciales.

4. Avance científico y tecnológico. Vigoroso por lo que se refiere a la plantación de bosques; débil, por lo que toca al aprovechamiento económico de toda la madera cortada.

5. Seguridad nacional y regional. No existe escasez de madera por lo que respecta a la nación en general; pero la situación es insatisfactoria en algunas regiones.

6. Educación de la gente en el sentido de responsabilidad acerca de la propiedad de la tierra. A pesar de los progresos obtenidos, esta es, desgraciadamente, la zona de mayor fracaso y uno de los principales puntos de ataque para el futuro.

Los métodos utilizados en los programas - tales, como la educación profesional, la cooperación entre los estados y la federación, la silvicultura estatal, la educación de los terratenientes, la propiedad privada, la administración descentralizada - muestran igualmente diversos grados de éxito. Por lo general, se considera que la política y los programas están logrando sus objetivos.

Pero se necesitan nuevos métodos sobre todo para inculcar el amor a la tierra, fuera de la pura motivación de la ganancia, de los reglamentos, de la propaganda o de los adelantos tecnicos; y este no es, de ningún modo, un problema que afecte solamente a la silvicultura. Se necesita un programa integral de aprovechamiento de la tierra, más bien que un agregado de partes; es preciso que el público acepte una mejor protección de los recursos; es indispensable un nuevo programa de adquisición conjunta de tierras por parte de los Gobiernos federal y de los estados, es menester una aplicación más racional de la doctrina del aprovechamiento múltiple, devolver algunas responsabilidades a los estados, consolidar y mejorar la administración de los bosques federales y dictar medidas públicas que fortalezcan la silvicultura privada.

Una conclusión interesante es que la «burocracia profesional» se ha convertido en la ejecutora de la política - en oposición a la teoría constitucional - y que los ramos ejecutivo y legislativo del Gobierno actúan de regulador del mecanismo, encargándose de que el público entienda al técnico y viceversa.

Aunque el progreso logrado hasta hoy ha resuelto ciertamente algunas cuestiones políticas, quedan por resolver otras, a la par que se han oreado algunas nuevas, sobre todo la cuestión de carácter político-económico de los métodos eficaces de cooperación entre los gobiernos de los estados y el federal y la propiedad particular. De tal suerte, la silvicultura ha puesto en primer plano muchos problemas en los que no se pensaba cuando el gobierno se embarcó tan de lleno en el dominio económico.

Este estudio de un técnico del Gobierno aprovecha un conjunto nada común de conceptos para hacer una valoración del problema forestal y exponer su significado más trascendente. Los silvicultores deberían estudiarlo. Más de una susceptibilidad profesional sufrirá con los juicios tajantes de un extraño a la profesión. Pero no puede dudarse que a los silvicultores les será muy provechoso verse con ojos ajenos y meditar sobre los sentidos más trascendentes de sus teorías, doctrinas, ambiciones y métodos.


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