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El Problema del Carbón Vegetal en Asia

por E. E. F. UHART

Funcionario de Asistencia Técnica de la FAO, Irán.

Uno de los hechos que más llaman la atención en cuanto al aprovechamiento forestal en los países del Medio y Lejano Oriente que reciben asistencia técnica de las Naciones Unidas, es la considerable cantidad de madera utilizada para fabricar carbón, en comparación con el reducido volumen de madera de aserrío extraída. Este hecho es característico del Irán, Siria, Turquía e Irak y, en menor escala también del Paquistán y la India (país en que normal mente la madera se suele usar más como combustible). Acercándose a China y los países vecinos se manifiesta otra vez con toda su intensidad. En estos países para cocinar se utiliza un carbón a medio quemar que arde lentamente, pero que resulta molesto por la cantidad de humo que desprende.

El carboneo se practica asimismo en toda la Península Malaya, Tailandia e Indochina, donde desempeña un papel de importancia en comparación con la extracción de madera de aserrío, efectuada en escala reducida en relación con los recursos forestales existentes. En todos estos países la producción carbonera se destina en principio para el consumo local, y sólo en algunas ocasiones se exporta a otras regiones vecinas.

Lo que en este artículo vamos a referir respecto al Irán se aplica asimismo, con ligeras variaciones, a los demás países mencionados.

Un ejemplo podrá servirnos para ilustrar este punto: según las estadísticas oficiales, el Irán consume anualmente 400.000 toneladas de carbón de leña, en cuya elaboración entran unos 4.000.000 de m.3 de madera, mientras que el volumen de extracción de madera de aserrío asciende solamente a 200.000 m.3, esto es, una veinteava parte del convertido en carbón.

Usos del carbón de leña

Este amplio uso del carbón vegetal se debe, en primer lugar, a ciertos métodos culinarios (asado del carnero sobre brasas) y a las necesidades de calefacción. Se adoptaron estos métodos por no ser necesarias hornillas complicadas para quemar el carbón de leña y por representar éste un combustible de fácil empleo, que puede conseguirse allá donde existen bosques. Datan de la época remata en que el fuego, que era aún una rareza, podía mantenerse vivo conservando ascuas encendidas de carbón de leña bajo las cenizas.

La adopción del petróleo o del carbón mineral en lugar del carbón vegetal será un proceso largo y trabajoso, a causa del elevado precio de estos últimos y de la dificultad de su transporte dado el mal estado de las carreteras.

Por último, es un hecho significativo que Teherán, con una población de 1.200.000 habitantes, consume anualmente 200.000 toneladas de carbón vegetal, lo que representa la mitad del consumo total del país, a pesar de hacerse un uso simultáneo del petróleo, de la leña y del carbón mineral.

Condiciones climáticas y bosques del Irán

Considerado en conjunto, el Irán posee un clima seco y continental, excepción hecha de su zona costera, sobre todo la bañada por el mar Caspio, que goza de buena precipitación pluvial. Esto ha dado origen a dos grandes zonas boscosas:

(1) Vertiente Norte de la zona del Caspio, en que la precipitación es abundante (1-1,5 m. por año) y también nieva. Por razón de su clima, esta zona posee aún algunos hermosos bosques con especies de un tipo caucásico-europeo, siendo las más importantes Quercus castaneifolia, Parrotia pérsica, Fagus, Ulmus, Fraxinus, Carpinus, Populus, Buxus. Juniperus, etc.

(2) Todo el resto del país, en que la precipitación es escasa (de 400 a 120 mm. en el Sur). En él predominan Pistacia lentiscus y, sobre todo, Quercus persica, siendo esta última especie muy resistente a la sequía, se adapta a las condiciones climáticas de la región, y medra bien cuando se reproduce por brotes de cepa.

La primera zona, que comprende árboles y rodales maduros deteriorados por un pastoreo generalizado y por desordenadas prácticas de carboneo, cuenta aún con madera en pie que bien merece la pena extraer.

Por el contrario, la segunda zona necesita que se la convierta inmediatamente en zona de reserva, con el exclusivo objeto de proteger los bosques existentes, habida cuenta de la general escasez de madera en pie. Sólo cuando se hayan rehabilitado dichos bosques podrá acometerse una buena ordenación forestal.

Métodos de carbonización e inconvenientes que presentan

Circunscribiéndonos a las prácticas seguidas en el Irán (ya que son iguales que en otros países), los sistemas de carbonización de la leña pueden reducirse a dos.

En los bosques del Caspio y del Azerbeiyán se utilizan hornos de piedra y tierra. Estas carboneras están formadas de haces y zoquetes de leña cubiertos por una bóveda de arcilla apisonada, y en su mayor parte están protegidos contra la lluvia y el viento por un tejadillo rudimentario. Su capacidad varía desde 3 hasta 10 ó 15 m.3 de leña; se llenan a través de dos aberturas situadas a ambos extremos de la bóveda sacándose el carbón por la parte inferior, y cuentan con uno a tres respiraderos que facilitan el tiro de la chimenea.

En la región de Shiraz el sistema seguido es más primitivo ano Consiste en excavar un foso en el suelo, reforzando su interior con piedras planas, sobre todo alrededor de la boca, para evitar que se hunda. La leña se corta en pedazos de 50 cm. de longitud y se apila alrededor de la boca. El foso se enciende arrojando dentro brasas de leña que se cubren con la madera. Se tapa entonces el agujero con un enrejado de zoquetes («charbonettes», de longitud no superior a los 66 cm.), que sirve de soporte para la cubierta de tierra mojada que se aplica una vez extinguido el fuego.

Una carbonera en la región del Caspio, en la que aparecen las dos aberturas a través de las que se carga. Obsérvese la zanja en que se vacia la carbonera y desde la que se ensaca el carbón.

Un horno similar pero sin cobertizo. Un guarda forestal señala la abertura de descarga.

No es preciso explayarse más en la descripción de estas carboneras primitivas que, con ligeras variaciones, pueden encontrarse también en otras partes de Asia, en Africa y en la América Latina. El tipo chino, por ejemplo, consiste en un hoyo cavado en el suelo, a veces con paredes de mampostería, que se carga y descarga a través de una puerta inclinada y tiene diversos respiraderos para facilitar el tiro. El principio de funcionamiento es idéntico: la madera se carboniza, esto es, una parte arde lentamente proporcionando calor suficiente para destilar el resto y convertirlo en carbón. Todo se reduce a una cuestión de experiencia y habilidad personal. Para obtener un buen carbón de leña es preciso detener la combustión cuando toda la madera está carbonizada y, ante todo, el foso debe mantenerse herméticamente cerrado.

Desde el punto de vista de un técnico forestal práctico, existen tres inconvenientes comunes a todos estos métodos de carbonización:

(1) El rendimiento en carbón es muy pobre (aproximadamente un 10 por ciento), lo que significa que una gran parte de la madera quemada se pierde totalmente. El rendimiento óptimo varía entre el 22 y el 25 por ciento, en función del peso de la madera carbonizada (destilación en retorta).

(2) Los métodos de leñar son muy deficientes; los leñadores no cuentan con buen material y, en consecuencia, no aprovechan plenamente la madera en pie. En general, sólo cortan las ramas de un diámetro hasta de 25 cm. y dejan que los troncos se pudran en el suelo. Los árboles aparecen descuajados o, con mayor frecuencia, cortados a una altura de 1 a 1,50 m. del suelo, y así no pueden retoñar y los bosques desaparecen.

Los actuales métodos de corta destruyen los bosques existentes sin aprovechar al máximo la madera e impiden en absoluto la regeneración por renuevos.

(3) En la mayor parte de los países en cuestión las carboneras están mal emplazadas y la elección del sitio no está vigilada en absoluto. Esto ocasiona destrucciones en los rodales y la resultante desaparición de los bosques, en especial cuando existe un pastoreo ilimitado y se siguen prácticas de agricultura nómada. La erosión arrastra la capa superior de los suelos en las laderas, dejando aflorar la roca y en las zonas tropicales se manifiesta además la laterización, con todas sus consecuencias.

Este cuadro deprimente no es en modo alguno exagerado. Puede comprobarse su veracidad volando sobre los países del Oriente Medio, la meseta del Deccan, en la India Central, o China.

Remedios técnicos

Si bien en esta sección se tratan especialmente las actividades emprendidas en el Irán, los remedios que se ha visto han dado en este país buenos resultados podrían aplicarse a otros, con ligeras variaciones.

(1) Con el fin de aumentar el rendimiento de carbón de leña hasta un nivel razonable, se propuso sustituir las carboneras locales por hornos metálicos portátiles del tipo Magnein-Tranchant, que presentan la ventaja de poderse fabricar localmente con toda facilidad; puede instruirse rápidamente a los operarios que hayan de manejarlos, incluso si no tienen preparación especial, pero la ventaja principal de estos hornos es que el rendimiento oscila entre el 18 y el 20 por ciento. En teoría, esto reduciría el consumo de leña a la mitad. El carbón obtenido en este tipo de horno es de mejor calidad, ya que está completamente carbonizado y se apaga por falta de oxígeno, en lugar de tener que extinguirlo con agua, que es lo que por desgracia suele hacerse.

El coste de fabricación de uno de estos hornos en el Irán es actualmente de 1.000 tomans (125 dólares E.U.A.) por unidad. Deben utilizarse en series de cuatro, atendidos por diez hambres. Su duración en servicio es de unos dos años. Teniendo en cuenta su depreciación al cabo de este tiempo, los beneficios adicionales obtenidos por cada serie de hornos es de 3.000 tomans. Además, la cantidad de madera consumida sería aproximadamente dos veces menos de la necesaria para producir idéntica cantidad de carbón por el procedimiento antiguo.

(2) Deberían mejorarse los métodos de corta utilizando herramientas simples, pero de buena calidad: hachas, machetes y sierras transversales para tronzar, y cuñas metálicas y martillos a dos manos para rajar troncos. El uso de tales herramientas permitiría apear los árboles con toda eficacia y, lo que importa más, a ras del suelo. Esto último daría por resultado la regeneración de los rodales por acodos, en forma de tallar simple o compuesto. Es preciso, además, establecer un ciclo de corta para todas las zonas forestales que en el caso de los bosques del Caspio sería de 10 años.

La ventaja de todo esto sería limitar la producción de carbón de leña a los bosques de poca altitud (inferior a 500 m.), reservando los demás como montes altos con fines de protección, tanto en lo que se refiere al clima como a la preservación del agua del suelo, aparte de constituir una fuente maderera. Estamos convencidos que el sistema de monte tallar contribuiría también a la conservación de suelos, debido a lo apretado de sus rodelas, ejerciendo al mismo tiempo una favorable influencia sobre el mejoramiento de los regímenes hidrológicos, si bien la cantidad de agua evaporada en un monte alto deteriorado, en comparación con el tallar que le reemplaza, es siempre un punto muy discutible.

(3) Con el fin de concentrar las actividades de carboneo, facilitando a la par su inspección, es preciso decretar y observar una legislación adecuaba, sobre todo para limitar el carboneo a ciertas zonas cuidadosamente seleccionadas, concediendo la debida atención a los medios de inspección y transporte (carreteras) y a la densidad relativamente escasa de los rodales.

Estos propuestos remedios seguramente habrán de modificarse cuando se apliquen a otros países, según lo aconsejen las condiciones económicas (consumo y medios de transporte), si bien en líneas generales seguirán siendo muy parecidos. En los países más desarrollados, por ejemplo, podrían construirse hornos fijos de metal o mampostería trayéndose las provisiones de madera por carretera o por vías acuáticas. Podrían añadirse aparatos para recuperar los subproductos de la destilación, que en grandes cantidades. adquieren un elevado valor comercial. Entre los productos secundarios de esta clase que podrían hallar una aplicación inmediata se cuenta el alquitrán, que proporciona creosota para impregnar traviesas de vía y postes de telégrafo, y ácido acético en forma de acetato de cal, que encuentra aplicación en la fabricación de tintes para la industria textil.

Las operaciones de apeo podrían mecanizarse en parte mediante el empleo de sierras sin-fin, y perfeccionarse la saca por medio de cablevías o transportadores aéreos.

Planeamiento legal y financiero

Para llevar a la práctica tal plan, que revolucionaría por entero las costumbres locales, sería necesario el completo apoyo del gobierno y de la opinión pública.

Con toda evidencia, el planeamiento legal y financiero sería distinto en cada caso, según las formas existentes de propiedad forestal, condiciones sociales y recursos pecuniarios de los distintos países.

Carbonera en la región Shiraz: arriba, apagada.

Carbonera en la región Shiraz: en actividad.

Abajo: horno metálico y recuperadores de fabricación local en la Universidad de Agricultura de Karadj (cerca de Teherán).

Su estructura legal sería necesariamente empresa estatal, sistema cooperativo o empresa privada.

En la opinión del autor, la primera de estas alternativas es la que más conviene en Asia, esto es: la creación de compañías carboneras intervenidas por el estado y dirigidas por agentes competentes del servicio forestal, pero independientes desde el punto de vista financiero. Serían monopolios del estado.

Los fondos necesarios para financiarlos podrían conseguirse de diversos modos. El tiempo necesario para llevar a cabo tal plan variaría, naturalmente, según el país. En el caso del Irán sería de unos diez años.

Los beneficios obtenidos de estas empresas podrían utilizarse para dotar a los bosques de carreteras, casas de guardas, aserraderos, plantaciones, etc.

Conclusión

En este breve estudio se ha procurado poner de manifiesto el carácter general de los problemas inherentes al carbón de leña. Parecidas trabas exigen parecidos remedios. En pocas palabras, con la introducción de hornos modernos se obtendría un mejor rendimiento; se ordenarán los montes, asegurando con ello su conservación y la obtención de mayores ingresos; la conservación de bosques tendrá efectos indirectos sobre el clima y los recursos hidrológicos, contribuyendo además a detener la erosión; la determinación de zonas de carboneo haría posible utilizar otras zonas forestales (por ejemplo, los bosques de montaña) para fines distintos, como protección o producción de madera de aserrío. El mejoramiento de esta última permitiría el aprovechamiento racional de la madera industrial para hacer frente tanto a las necesidades domésticas como a las de exportación.

Merece citarse el ejemplo siguiente: como resultado de haberse creado un centro carbonero en Camboja, en la aldea de Dang Tong, se plantó un rodal mixto te "sralao" (Lagestroemia) junto con tecas (Tectona grandis), después de haberse extraído las otras especies. Un pequeño aserradero utilizaba el "sralao" para fabricar tablas y madera de construcción.

Este ejemplo debería seguirse y es muy razonable concluir diciendo que, de seguir adecuadas prácticas de carboneo, puede abastecerse continuamente a la población con carbón de leña, enriqueciendo además los bosques tropicales y subtropicales con valiosas especies, ayudando así a resolver la escasez de madera en pie y a elevar los niveles de vida.


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