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La silvicultura para todos

El conocimiento de los recursos forestales de la nación

por la SECRETARÍA DE LA FAO

La Conferencia de la FAO, en su Séptimo Período de Sesiones, consideró que debería aprovecharse el Cuarto Congreso Mundial de Silvicultura para despertar el interés publico por la silvicultura e inculcar en el mayor número posible de habitantes de todos los países del mundo la conciencia del valor de los recursos forestales.

La madera que dan los árboles de los bosques es un material universal. Se le ha llamado el «material de los mil usos» pero sería mejor decir de los cien mil. Como materia prima supera en importancia a todas las demás. Y a través de la historia se ha visto que, en casi todas las regiones del mundo, el hambre, por causa de su ignorancia, falta de previsión y, a menudo también, por codicia, ha saqueado los bosques o destruido la tierra que por derecho le pertenecía; y, al hacerlo, ha contribuido no poco a su propia destrucción.

Además de la función que desempeña como fuente de una de las materias primas del mundo que más usos tienen, el bosque constituye una asociación de suelo, agua, plantas y animales que dependen estrechamente unos de otros y contribuyen a la formación y conservación del suelo; el humus le proporciona materia orgánica, mientras que la cubierta arbórea protectora y demás plantas impiden la erosión.

Los bosques son también el medio natural de muchas clases de vida silvestre y proporcionan al hombre descanso y recreo en diversas formas.

En la última década, muchos han hecho serios esfuerzos para la conservación de sus montes, de sus aguas y de su suelo, así como para crear bosques nuevos. Además, la actividad internacional, por primera vez aplicada en una verdadera escala mundial, ha comenzado a dar frutos. Pero es esencial que a la acción inicial y concertada de silvicultores profesionales y de todos aquellos que se interesan por los recursos forestales, acompañe un movimiento para enseñar al público en general, y en particular a la juventud de todos los países, lo que se refiere a los valores económicos del bosque, influencia que tienen sobre el clima, las aguas y el suelo y, sobre todo, cómo pueden conservarse más provechosamente para cumplir sus múltiples finalidades 1.

[1 Damos las gracias por las ideas aquí desarrolladas a los señores Paul W. Schoen, Consultor de la FAO y M. Marrou, Sección de Documentos de la Dirección General de Aguas y Montes, París, Francia. El organismo especializado de las Naciones Unidas al que primordialmente concierne la enseñanza es la UNESCO. ]

Educación de los adultos

Los usos y funciones del bosque son esenciales para todos. Pero sólo se aprecian de una manera general y verdadera cuando pueden relacionarse estrecha y vitalmente con la población de un país. Los factores económicos son, hasta cierto punto, reconocidos por los propietarios y trabajadores forestales cuyo sustento depende directamente del cultivo de los árboles. Sin embargo, incluso las comunidades o localidades próximas a los bosques, que sacan provecho de ellos directa o indirectamente, rara vez se dan cuenta de la influencia directa de los bosques en la prosperidad individual. La tendencia, demasiado generalizada, es la de aceptar los beneficios cuando abundan los fértiles bosques, sin detenerse a pensar o a analizar, y acomodarse a la escasez cuando es inevitable y motivada por la inercia; todo lo cual podría cambiarse en una apreciación activa del valor de los recursos forestales mediante la asignación de funciones generales o concretas a los organismos gubernamentales, públicos y particulares.

La educación del adulto afecta a tres grupos principales de personas:

1. El terrateniente, el arrendatario y el trabajador forestal, es decir, el individuo que está en contacto directo y personal con el bosque y cuyo interés estriba en convertir en ganancia el crecimiento del árbol, tangible o no;

2. El trabajador forestal o de la industria maderera que, aun dependiendo del bosque para su subsistencia, acepta generalmente sus responsabilidades sin mayor interés o conocimiento de causa;

3. La mayor parte de la población - el público en general - cuya relación directa con el bosque es sutil o incluso destructiva, y que normalmente no lo asocia con nada que afecte a su nivel general de vida.

Aunque es evidente que muchos gobiernos concentran muy acertadamente sus esfuerzas en las escuelas, donde puede llevarse a cabo un programa de educación con mayor eficacia y con resultados más duraderos, no deberá dejarse que la labor de despertar y dirigir el interés del adulto ocupe un lugar secundario. Hasta que los niños de las escuelas, a quienes se ha enseñado el valor de los recursos forestales, lleguen a una edad en que puedan desarrollar una labor activa y fecunda, sólo un programa de educación de adultos podrá influir en la actual generación, que es responsable en gran parte de la destrucción de los árboles del país.

Además, muchas naciones cuentan en su población con grupos de adultos, de diversa categoría, cuyo interés por estas cuestiones les ha unido en asociaciones dedicadas a la labor de protección, conservación y propagación de los bosques. Sería, por tanto, conveniente estimular a estos organismos particulares de espíritu cívico, y a menudo desinteresados, con la ayuda gubernamental en el patrocinio de un programa de educación para adultos, dentro del cual muy bien podría conferírseles determinadas funciones.

El problema de la educación de adultos radica principalmente en el contacto con el público ignorante y falto de interés. Es fácil llegar hasta aquéllos que están relacionados directamente con el monte y despertar su interés; por lo que respecta al proprietario y al trabajador forestal o de la industria maderera, este acercamiento puede hacerse mediante una publicidad que muestre los efectos directos que tienen tanto en sus beneficios como en sus vidas, el empleo de métodos antieconómicos y la destrucción de los bosques. Sin embargo, con el público general hace falta un sistema especial, y los métodos para despertar su interés variarán sin duda alguna, según la región, el ambiente social, el tipo de cubierta forestal, los usos a que se destine la tierra - que pueden afectar a ciertas clases de la población - y las categorías de personas, entre las cuales puede haber algunas que incluso consideren la destrucción de los bosques como necesaria para su subsistencia. Una dificultad más con que se tropieza en este caso es el analfabetismo que reina entre esa gente. La educación tiene que ser sencilla, clara e inteligible para la mayoría, incluso para los analfabetos. Debe llegar al mayor número posible de personas. Sólo así puede ser una verdadera esperanza para el futuro.

De tres maneras se puede emprender, con eficacia, la educación del público en general. Al tratar de fijar sus respectivos méritos, por lo que a la educación se refiere, lo primero que debe considerarse es hasta que punto puede mantenerse vivo el interés público, una vez despierto. Se conocen varios casos de países en que se han hecho laudables intentos para despertar el interés pero que se han abandonado o han ido al fracaso por falta de una verdadera cooperación por parte del público, carencia de incentivos para mantener despierto y activo el interés, y ausencia de una fuerza inspiradora y de orientación que fortificara el sentimiento de continuidad.

Primero, puede ser el Gobierno el que dirija un programa educativo. Es de presumir que esté al corriente de todos los detalles relativos a la producción y a la demanda de madera del país, por lo que se refiere a las necesidades nacionales e internacionales. El problema que supone hacer que el pueblo se entere de la relación que hay entre los bosques y el bienestar general puede resolverse con órdenes o leyes. Pero las consecuencias que ello acarree no pueden ser sino contrarias, y no es de creer que estimularan el interés general y el sentido de responsabilidad, ni que fomentaran una iniciativa individual o colectiva encaminada al cuidado inteligente de la riqueza forestal.

Segundo, puede dejarse toda actividad en manos de intereses particulares. Pero ésta sólo seria constructiva en los casos en que el propio interés o la propia conservación ofrecieran un incentivo. Cuando se logra una respuesta, es muy probable que sea sólo local, y por tanto fracase el objetivo principal de dicho esfuerzo, que es el de llegar al máximo de personas y de organizaciones.

Queda la tercera alternativa, la de un esfuerzo concertado del Gobierno y los intereses particulares para trabajar juntos en planes cooperativos, invitando a la participación general en esferas de responsabilidad reconocida. Esta es la manera más segura de abordar el problema y la que tiene más probabilidades de éxito.

El papel del Gobierno consiste en la dirección general y el estímulo hacia un objetivo deseado. Esta labor, adecuada para un organismo que conozca plenamente el problema en sus diferentes aspectos, ahorra además la duplicación de esfuerzos, inevitable cuando se deja que la iniciativa individual tome la delantera. Los gobiernos se encuentran además en posición de dar ayuda de muchas clases - técnica, legal, social o financiera -, y pueden asegurar la continuidad de acción y de propósito.

La responsabilidad particular en dicha cooperación empieza por asegurar el venturoso cumplimiento - en el plano local - del programa general, y atrae el máximo interés de todas las clases de la comunidad, distribuyendo la responsabilidad y los deberes. En otras palabras, es en los organismos particulares en los que recae la tarea de la organización local y de hacer que todo el esfuerzo llegue al público en general.

Las fiestas del árbol

Una manera de dar forma a las campañas de educación de adultos es organizar fiestas o días del árbol. Es una antigua tradición de muchos países celebrar anualmente una fiesta del árbol o del bosque. Posiblemente su origen es muy antiguo y se pierde en las profundidades del sentimiento religioso y del respeto por lo que los árboles representan. La mitología de las plantas, ante la cual quizá sonreímos hoy con tolerancia, contiene ano posiblemente el germen de una fisiología sana y de una sabiduría científica natural. Por consiguiente, sea cual sea el origen de las fiestas del árbol, será útil aprovecharlas para los objetivos de la FAO: La conservación y la explotación prudente de los árboles en todas las partes del mundo.

Es interesante advertir que el entusiasmo que se ha puesto en la celebración de las fiestas y días del árbol, o en ocasiones semejantes, y el cuidado en preparar las medidas tendientes a asegurar el éxito y permanencia de los resultados de dichas fiestas, están casi siempre directamente relacionados con el conocimiento que tienen los países de la necesidad de recursos forestales; y, donde tales recursos son una realidad, de la necesidad que de protegerlos y mantenerlos tiene un público cuyo sentido de responsabilidad no está aún del todo despierto, o, finalmente, con el conocimiento de la situación, cuando la destrucción y las catástrofes recientes han sido resultado de la acción irresponsable de una parte de la población de un país.

Los países cuya riqueza principal es la madera - y se han dado de ello cuenta hace mucho tiempo - o cuya existencia depende de una cubierta forestal protectora, sienten menos la necesidad de celebrar una fiesta especial, ya que el valor económico y natural de los bosques son cosas que conocen desde siempre todas las clases de la población riel país desde su primera infancia. Podemos citar como ejemplo a Suiza. En Suecia también, donde los bosques desempeñan un papel importante en la economía nacional, las actividades especiales se limitan a la «Semana del Bosque», durante la cual muchas asociaciones forestales celebran sus reuniones anuales en la capital, y la prensa da publicidad a dichas reuniones y conferencias.

No hay espacio suficiente en un trabajo de esta naturaleza para estudiar los diversos aspectos de la organización de una fiesta del árbol, como acontecimiento nacional, y los elementos que deben combinarse para crear un esfuerzo coman en el que tomen parte hombres, mujeres y nidos y encuentren todos en ello un interés personal; un esfuerzo que pueda recordar cada uno con placer y con cierto sentimiento de orgullo personal, de haber adquirido conocimientos y de haber contribuído al bienestar de la comunidad y de la nación1.

[1 Véase para más detalles: Fiesta mundial del árbol, FAO - Cuaderno de Fomento - Silvicultura - N°. 2, que en breve se publicará. ]

Las celebraciones pueden limitarse a un día solamente, pero es mejor organizar una serie de eventos con fines educativos semejantes que culminen con un fin de semana a principios de la temporada de plantación. Donde ello sea posible, sería útil hacer coincidir la fiesta del árbol con alguna otra festividad nacional, dándole así el carácter patriótico que merece. Esta ventaja la han comprendido ya varios gobiernos. Muchos países han elegido un árbol como emblema nacional y, tanto en la América del Sur como en la del Norte, comités provinciales compuestos por influyentes hombres de negocios están estimulando el interés por los árboles indígenas, eligiendo árboles locales como símbolos de sus regiones, tras de celebrar concursos para conocer las preferencias de la población local.

Asimismo, podría celebrarse muy bien el día del árbol en algunos países junto con las fiestas religiosas. La celebración de los días de gracias por las cosechas levantadas, que incluyera la fiesta del árbol, así como exposiciones de flores y actividades relacionadas con la vida silvestre y las organizaciones de naturalistas ayudarán a asociar en las mentes de todos el papel que desempeña el bosque con el de la agricultura y otros usos de la tierra.

La publicidad es preludio esencial para esta clase de festejos. Reviste diversas formas en los diferentes países y, por lo general, se hace hincapié, muy justificado, en la propaganda por medios visuales y auditivos, que son de gran valor para llegar a todas las clases de la población. La cinematografía y la radiodifusión, enriquecidas a veces por el uso de la televisión, son los medios más generalmente empleados. Pero hay muchos otros métodos, como son las conferencias ilustradas, los carteles (cuya vistosidad pueda ampliarse mediante la selección final que se haga después de un certamen nacional o regional), los distintivos engomados para automóviles, marbetes publicitarios para sobres, matasellos de correos, estampillas postales para casas y organizaciones comerciales con franqueo concertado, carteles para las calles y adornos de escaparates, cajas de cerillas y envolturas de dulces especiales y también, como en el Japón, una nueva marca de cigarrillos. En otra categoría entran las publicaciones y folletos sobre el asunto, artículos de periódicos y comunicados de prensa, así como la venta de insignias y emblemas, programas recordatorios con espacio para publicidad, cuyo producto puede ir a los gastos de financiación del festival.

Los niños de las escuelas

La organización de las fiestas del árbol puede dar también lugar a programas de educación para la juventud y los niños de las escuelas.

Así lo entendieron pronto los países en que el «Día del Arbol», tal como se entiende hoy, tuvo su origen2. A continuación citamos un pasaje del Día del Arbol, boletín publicado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el cual dice:

«que bajo la dirección del Inspector de Escuelas ... los niños de la ciudad desempeñaron un papel prominente en la celebración, que consistió, entre otras cosas, en un desfile por las calles hasta Eden Park, donde se plantaron árboles en memoria de destacadas personalidades. Cerca de 20.000 niños participaron en los cantos y recitaciones, así como en la colocación de tierra alrededor de los árboles plantados. En esta ocasión se introdujeron dos nuevos elementos en el plan del Día del Arbol; el día se declaró fiesta escolar y se comenzó con el sistema de plantar árboles y alamedas conmemorativos».

[2 El Día del Arbol propiamente dicho nació en los Estados Unidos, y fueron su causa las condiciones particulares de los Grandes Llanos. Se celebró por primera vez en Nebraska el año de 1872. Como en muchos otros países, a partir de entonces, se fundaron las esperanzas del éxito en las instituciones públicas, sociedades agrícolas e individuos que habrían de realizar la plantación de árboles. Se ofrecieron premios a aquellos que plantaran y aseguraran la supervivencia del mayor número de árboles. ]

Esto contribuyó mucho a que se difundiera la campaña en todo el país, y la celebración se ha convertido en una fiesta para los niños de las escuelas, en la que se combina utilidad con instrucción y con placer, sirviendo al mismo tiempo para inculcar en las mentes infantiles el valor de los árboles y la necesidad de conservarlos.

Las leyes de casi todos los Estados de la Unión, relativas al Día del Arbol, hacen actualmente mención de las escuelas. Para citar un ejemplo, las del Estado de Arizona dicen:

«Las autoridades de todas las escuelas públicas reunirán a los discípulos a su cargo el Día del Arbol y dispondrán y dirigirán, bajo la vigilancia general del Estado, la realización de aquéllas actividades que tiendan a estimular la plantación, la protección y la conservación de los árboles y arbustos, y que les familiaricen con los mejores métodos que puedan adoptarse para lograr dichos resultados, haciendo al mismo tiempo que se planten árboles alrededor de los edificios de la escuela, plantación que irá acompañada de ceremonias adecuadas y entretenidas».

En muchos otros Estados, el Día del Arbol es una fiesta oficial y se exige de los funcionarios de educación y de los profesores que hagan a los alumnos observar el día «plantando árboles o desarrollando otras actividades proprias del caso». Como variante, hay una lista de fiestas escolares que incluyen el Día del Arbol, siempre y cuando éste se celebre «con el fin para el que fué creado por el Gobernador y el Consejo».

Son muchos países donde han tomado parte activa las escuelas en las ceremonias de plantación de árboles organizadas por los gobiernos. En el caso de las escuelas urbanas - desprovistas de terrenos unas veces, o poseyéndolos ya plenamente arbolados otras - la ceremonia puede consistir en la plantación de árboles para adorno de calles o parques, monumentos conmemorativos y entradas a los edificios públicos. En las comunidades rurales, estas actividades suelen ser más extensas y varían, desde la plantación de árboles a los lados de la carretera a, hasta la de parcelas para leña, barreras de protección, bosques escolares o vertientes y programas de protección de suelos. En algunos países, como por ejemplo en el Reino Unido, se reconoce la necesidad de ampliar estas actividades y las autoridades gubernamentales de silvicultura, en este caso la Comisión de Silvicultura, además de proporcionar los hijuelos para las ceremonias del «Día del Arbol», asignan parcelas en los bosques existentes - en distintas etapas de desarrollo - a las escuelas, que los «adoptan» y se hacen responsables de su cuidado y conservación. Tal sistema ofrece una oportunidad durante todo el año para que las escuelas, u otras pequeñas unidades formadas dentro de ellas, como los clubs y grupos de Exploradores, desplieguen actividades de carácter forestal.

En Islandia existe una «Ley del Día Estudiantil de la Plantación», por la cual es obligatorio plantar árboles un día al año, durante el tiempo que duran los estudios y cuando las condiciones sean favorables para dicha plantación. Las operaciones se realizan bajo la dirección de un capataz competente y en las proximidades de la escuela. Se han tomado medidas para aquellos casos en que las condiciones de una localidad determinada no se prestan a la plantación.

El sentido de responsabilidad y el interés pueden ser mucho mayores si - bien mediante concesiones del gobierno, como es el caso en Victoria, Australia, o bien reuniendo fondos entre los padres y amigos - las escuelas pudieran conseguir terrenos próximos a ellas y encomendar a los niños su plantación o repoblación forestal. España nos ofrece un ejemplo con sus «Parcelas Forestales Escolares», que han venido a substituir al «Día del Arbol». Estas parcelas permitirían a los estudiantes familiarizarse con todas las facetas del desarrollo y cuidado de los bosques, desde la recolección de semillas y las labores de vivero, hasta la preparación de la tierra, la plantación y el cuidado y protección de los árboles jóvenes; y los niños mayores, como van creciendo junto con los árboles, podrían hacerse cargo del aclareo inicial de sus parcelas, de la determinación de existencias normales de madera, y del aprovechamiento y comercialización de las más antiguas. El valor económico del monte llegará ciertamente al hogar con los niños mayores, cuando hayan participado directamente en el aprovechamiento y comercialización del producto de sus bosques escolares.

Las escuelas, laicas o religiosas, son las únicas instituciones organizadas que tienen una influencia perdurable en casi todos los individuos que constituyen la población de un país. Las impresiones recibidas por medio de la enseñanza, la percepción y el ejemplo, durante los primeros años de la formación mental del niño, se conservan hasta la edad madura.

La silvicultura y el cuidado del monte se convertiría así en una materia regular del plan de estudios1 y el «Día del Arbol» revestiría entonces la forma de una plantación intensa, por parte de toda la escuela, al comenzar la temporada. La falta de conocimientos por parte de los profesores sería suplida por forestales idóneos del Estado, que ayudarían y vigilarían las labores, y el tema de la silvicultura podría integrarse en la rutina más normal de las lecciones como un aspecto de casi todos los temas de enseñanza; al enseñar a leer y escribir, en la literatura, lenguas, matemáticas, e incluso música, y desde luego en botánica, biología y otras materias afines de ciencias naturales, geografía, dibujo y carpintería.

[1 En Arkansas, E.U.A., el estudio de la prevención de incendios forma parte del plan de estudios en los primeros años de todas las escuelas públicas, «y se impartirá instrucción precisa en dichas materias a cada alumno y estudiante, dedicándose semanalmente un período no menor de 20 minutos para el estudio y consideración de ellas». También se autoriza la adopción de libros de texto para la enseñanza y estudio de la prevención de incendios. California fija una fecha para la celebración escolar del día de la conservación del pájaro y del árbol. Este día no se celebrará haciendo fiesta «sino incluyendo en la labor escolar de la jornada los ejercicios apropiados que tengan por objeto la instrucción sobre los valores económicos de los pájaros y de los árboles y el fomento de un espíritu de protección hacia ellos, así como sobre el valor económico de los recursos naturales y la conveniencia de su conservación». Las juntas de enseñanza y las comisiones urbanas de educación tienen facultades para organizar cursos de silvicultura, adquirir tierras forestales mediante arrendamiento o compra, realizar operaciones de plantación o repoblación de bosques, plantar árboles, arbustos y enredaderas en dichas tierras o en cualquier otra tierra pública puesta a su disposición, y llevar a los alumnos allí donde se estén efectuando trabajos de silvicultura y puedan hacerse demostraciones prácticas. ]

El bosque de la escuela se convertiría en un lugar de recreo y en una sala de estudios al aire libre, estimulándose y recompensándose los adelantos en el cuidado de los árboles, en la reunión de material silvícola, en el dibujo descriptivo y en los escritos de prosa o poesía que tuvieran el árbol como tema, con el ingreso a un «club de silvicultura», que podría explotar provechosamente el incentivo de condecoraciones, insignias y distintivos como premio. Las organizaciones de niños y niñas exploradores, que generalmente constituyen una importante actividad escolar, participarían igualmente, de manera especial durante los días festivos, en el cuidado del bosque de la escuela y en las actividades del vivero2.

[2 En la India, se confieren anualmente insignias honoríficas del Gobierno y los Estados a los centros educativos así como a las comunidades de adultos, por méritos en el campo de la silvicultura. En Italia se otorgan premios a los niños que han puesto especial interés en el cuidado de los árboles, y se organizan jiras para investigar los resultados obtenidos en otras zonas y en años anteriores. ]

Cuando existe un intercambio de revistas escolares, pueden incluirse en ellas artículos e informes, dibujos y fotografías relacionados con el bosque de la escuela, acción que estimularía en alto grado a otras escuelas para iniciar proyectos análogos.

Cuando las escuelas urbanas no pueden ni «adoptar» ni poseer sus propios bosques escolares, podrían hacer un arreglo con las rurales, proporcionando la escuela urbana los fondos, por ejemplo, y encargándose la rural del trabajo y de la inspección de la zona. Las visitas de las escuelas urbanas, especialmente en el «Día del Arbol», cuando los niños pueden participar en la plantación, serían de inmenso valor para fomentar no solamente la labor forestal, sino también el interés de los habitantes de las ciudades por el propósito para el que fué creado el «Día del Arbol».

El «Día del Arbol» puede y debería ser, tanto para los niños como para los grandes, el punto culminante de un año de logros y el comienzo de otro año de trabajo en común y de esperanzas para un mundo mejor. Es un atractivo para el espíritu de la juventud y fuente de inspiración para trabajar en común por el mejoramiento de la comunidad, de la nación y del mundo.


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