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La silvicultura del bambú

M. A. HUBERMAN

Dirección de Montes, FAO

En muy extensas zonas del globo los bambúes encuentran una multitud de aplicaciones. Estas forman parte principal de las actividades de construcción de viviendas rurales. Por otra parte, la fabricación de celulosa y papel a partir del bambú va en creciente auge. la FAO tiene en preparación una monografía sobre este grupo de plantas forestales. El presente articulo es una versión modificada del capitulo correspondiente de la obra titulada Silvicultura tropical, cuya edición en español aparecerá en breve. Trata sucintamente de la distribución natural de los bambúes factores edafoclimáticos, factores bioecológicos, hábitos de crecimiento y prácticas silvícolas generalizadas en Asia y seguidas, en menor escala, en la América Latina y Africa.

El bambú es una de las asociaciones gregarias que se dan en el bosque mesofítico caducifolio y en el xerofítico caducifolio, así como en el húmedo siempreverde. Sería injusto considerar los bambúes, desde el punto de vista silvícola, como un piso inferior en tales bosques, ya que esta familia vegetal no sólo está muy difundida por todo el mundo tropical y subtropical (e incluso templado), sino que tiene una enorme importancia en la vida diaria de muchos millones de gentes. En los trópicos, sobre todo en los asiáticos, el bambú se considera, después del arroz, el producto más fundamental para la subsistencia. En una lista de sus casi infinitas aplicaciones quedarían reflejadas prácticamente todas las necesidades humanas, ya que esta planta sirve incluso de alimento en forma de retoños jóvenes, frescos o conservados. Se utiliza en la construcción de viviendas, puentes y muebles; en la fabricación de cañas de pescar, tuberías para la conducción de aguas, armas, cestos, sacos, tejidos y papel; y en las estructuras de cemento como armadura de refuerzo.

Distribución

Todos los continentes, excepto Europa, cuentan con bambúes indígenas. Los 60 géneros de Bambuseae que comprenden más de 500 especies, pertenecen todos a la familia de las gramíneas, como el maíz, trigo, cebada, avena, etc. Son plantas leñosas perennes, cuya altura varía entre 15 cm. y más de 30 m. en su madurez. Se desarrollan sobre todo en los trópicos y en los climas suaves, aunque ciertas especies se dan naturalmente en la China, Japón, Chile y los Estados Unidos en ambiente templado. El género Bambusa posee el mayor número de especies, casi todas indígenas de Africa, la China, la India y el Japón. Good (1953) hace observar que «a menos que las especies americanas, de taxonomía algo confusa, se relacionen acertadamente con las especies asiáticas de Bambusa, solamente el género Arundinaria, de carácter más o menos pantropical, se encuentra tanto en el nuevo mundo como en el viejo. Oxytenanthera se da en Africa y Asia; Schizostachyum en Madagascar, Asia y algunas de las islas del Pacífico, incluidas las Hawaii, y Cephalostachyum y Ochlandra en Madagascar y en Asia. Ningún otro género existe en más de un sector de los trópicos, y la distribución de algunos es bastante limitada. Se ha calculado que el 90 por ciento o más de las 500 especies conocidas son asiáticas o americanas, siendo las primeras mucho más abundantes que las segundas. Sorprende la limitada representación de los bambúes en el Africa tropical, siendo esto uno de sus rasgos más sobresalientes, y que tal representación la forman sólo unos 6 géneros y 14 especies, menos aún que en Madagascar, donde existen 9 géneros y quizá hasta 30 especies».

Los bambúes constituyen un componente de importancia en los bosques húmedos siempreverdes, mesofíticos caducifolios y xerofíticos caducifolios de las partes tropicales del Asia sudoriental, sobre todo en las islas Andamán, Birmania, Camboja, Ceilán, India, Indonesia, Laos, Federación Malaya, Nueva Guinea, Pakistán, Filipinas, Tailandia y Vietnam. Entre los géneros que se observan en estos países figuran Arundinaria, Bambusa, Thyrsostachys, Gigantochloa, Oxytenanthera, Dendrocalamus, Cephalostachyum y Melocanna. A mayores altitudes y en climas templados, en Asia (por ejemplo, en Bhutan, China, Japón y Nepal) muchos de estos géneros están representados por diversas especies, a la vez que otros géneros, como Phyllostachys y Sasa, son comunes en la China y el Japón. A este respecto, es interesante observar que las masas puras de bambú son comunes en las laderas en que se ha practicado la agricultura nómada en Birmania, el Pakistán Oriental y otras partes de Asia. En algunos puntos del Africa tropical se dan dos bambúes indígenas, Oxytenanthera abyssinica en las formaciones xerofíticas caducifolias, y Arundinaria alpina en las tierras altas y húmedas de la zona ecuatorial.

En la América Latina, el género Guadua es muy importante: G. angustifolia en Colombia y Ecuador, G. amplexifolia desde el norte de Venezuela hasta Nicaragua y Honduras, G. inermis en México y G. superba en el Brasil. Las especies de Guadua se consideran como indicadoras de tierras aptas para el cultivo del banano. A mayores altitudes y en los climas templados de la América Latina, el género Chusquea es muy importante. En los Estados Unidos sólo existen dos especies indígenas, Arundinaria gigantea y A. tecta (McClure, 1952a).

Consecuencia del cultivo de bambúes ha sido la introducción de muchas especies exóticas en gran número de países. Por ejemplo, en la Argentina, Phyllostachys aurea, P. bambusoides, P. nigra, Bambusa tuldoides y B. vulgaris han alcanzado importancia económica y otras muchas se utilizan como plantas ornamentales. B. vulgaris es la especie más ampliamente cultivada en los trópicos del hemisferio occidental llegando incluso a desplazar a las especies indígenas de Guadua, como ha sucedido en Guatemala y Nicaragua. Esta Bambusa se ha establecido en Jamaica como resultado de haber retoñado los rodrigones que se utilizan en la agricultura migratoria de la mandioca y de otros cultivos en laderas escarpadas. Es también común en Puerto Rico. B. tuldoides se introdujo en el Brasil desde la China más de cien años atrás, usándose a menudo en setos o para la delimitación de fincas. En modo análogo, Phyllostachys aurea quedó introducida en muchos puntos de la América Latina desde la China, y es probablemente el bambú exótico más común después de Bambusa vulgaris. En la China y el Japón, muchas de las especies indígenas se cultivan también con gran éxito.

Factores físicos

Clima

La mayoría de los bambúes medran en un margen de temperaturas comprendido entre 8,8 y 36°C. Sin embargo, algunas especies se desarrollan a altitudes mayores, que en el caso de Arundinaria son hasta de 3.050 m. en la India y de 3.650 m. en la América Latina o en regiones en que las heladas y nevadas son comunes, al igual que la Chusquea en Chile. La lluvia constituye un factor de importancia; el mínimo anual necesario se suele estimar en 1.020 mm. El límite superior se desconoce, pero los bambúes se encuentran en zonas con una precipitación superior a los 6.350 mm. El margen más común es de 1.270 a 4.050 mm. por año. La humedad relativa es también elevada, desde un 80 por ciento en adelante. La distribución de las lluvias en Asia queda afectada por los monzones del sudoeste y nordeste, con frecuencia acompañados por vientos fuertes. Sin embargo, éstos no parecen constituir factores de limitación en cuanto al desarrollo o distribución de los bambúes.

Suelos

La mayor parte de los bambúes se desarrollan en terrenos variables entre suelo franco arenoso y suelo franco arcilloso, formados por depósitos de aluvión o lo que es frecuente, por la desintegración de la roca subyacente. Los colores del suelo más frecuentes son amarillo, amarillo pardusco o amarillo rojizo claro. El humus puede conferir al suelo una coloración azulada. En el subsuelo, el color varía entre rojo claro y amarillo o gris azulado, y en algunos puntos contiene minerales de hierro manganífero y concreciones ferruginosas. El bambú suele preferir los terrenos con buen desagüe, aunque también se encuentra en los lechos húmedos o pantanosos de cursos de agua. No se ha observado ningún bambú en suelo salino. Cada especie tiene un habitat bien definido, y por esta razón pueden tomarse como indicadoras de distintos tipos de bosque. Por ejemplo, en Birmania, Bambusa polymorpha exige un terreno húmedo, fértil y bien avenado, característico del bosque mesofítico caducifolio mixto superior. En cambio, Dendrocalamus strictus, está asociado con tipos de bosque más secos, y Cephalostachyum pergracile ocupa un lugar intermedio. Bambusa tulda se encuentra en los tramos llanos aluviales del lecho de los cursos de agua, Oxytenanthera albociliata en mesetas bajas o colinas de terreno arenoso o laterítico, Dendrocalamus longispathus en las orillas de barrancas pantanosas, y Teinostachyum helferi en los valles más húmedos de bosques siempreverdes. En la India (Deogun, 1936; Sen Gupta, 1952), Dendrocalamus strictus vegeta bien en el bosque abierto caducifolio mixto o en zonas abiertas de laderas pedregosas, penetrando hasta zonas más secas que ningún otro bambú. Bambusa arundinacea se da en suelos ricos y húmedos, como las fajas aluviales a lo largo de las corrientes de agua.

Factores bioecológicos

Composición

Las masas puras de bambú se presentan en forma de manchas compactas o abiertas, o de pies aislados pero de ordinario forman el piso inferior de bosques siempreverdes, semiperennifolios, mesofíticos caducifolios y xerofíticos caducifolios de las zonas tropicales. Casi siempre este piso inferior está compuesto por una sola especie de bambú, y sólo raramente se encuentran juntas más de una. En los bosques húmedos siempreverdes de Dipterocarpus spp., Calophyllum sp., y Artocarpus sp. de las Islas Andamán, se encuentra el bambú Dinochloa andamanica. Bajo cubierta de roble, cedro del Himalaya, picea y abeto púrpura en la India septentrional, el género más frecuente es Arundinaria, mientras que Dendrocalamus strictus es el más común como piso inferior del tipo xerofítico caducifolio. Típicas de los bosques siempreverdes, semiperennifolios y mesofíticos caducifolios del Pakistán Oriental son las siguientes especies de bambúes: Melocanna bambusoides, Bambusa tulda, B. tares, B. vulgaris. Teinostachyum dulloa, Oxylenanthera nigrociliata, O. auriculata, Dendrocalamus hamiltonii, D. Iongispathus y Melocalamus compactiflorus. En estos bosques, las especies asociadas distintas del bambú son Phyllanthus emblica, Litsea polyantha, Holarrhaena antidysenterica, Pterospermum tetragenum, P. acerifolium, Grewia spp., Saraca indica, Vitex spp., y Ficus spp. Asociada con el bambú Melocalamus compactiflorus, se observa una importante trepadora, Spatholobus roxburghi (Ahmed, 1954). Es necesaria una información análoga en cuanto a la vegetación asociada con los bambúes para otras zonas tropicales.

FIGURA 1. - Macolla de Cephalostachyum pergraciletinwa en flor. Foto: Insein Division, Birmania

DESCRIPCIÓN DE ALGUNAS ESPECIES IMPORTANTES DE BAMBÚ

Especie

Carácter

Altura media m.

Entrenados cm.

Diámetro cm.

Espesor de las paredes mm.

Dimensiones de la vaina cm.

Observaciones

Bambusa arundinacea

Penacho denso espinoso

26-30

30-45

15-18

1/3 del diám. del tallo

30-37 × 22,5-30

Leño blando, ramas desde la base

B. polymorpha

Macollas espesas

16-28

37-60

7,5-15

Paredes gruesas

15-17,5 × 30-35

Vainas gruesas

B. tulda

Con penachos

6-9

30-60

5-10

7,5-12,5

15-22 × 15-25

Raíces aéreas en los 3 m. inferiores del tallo

Dendrocalamus hamiltonii

En macollas, bosquetes densos

26

30-50

10-12,5

2,5-12,5

-

Vainas rígidas persistentes

D.longispathus

Con penachos

18

45-75

7,5-12,5

7,5

-

Ramas sólo en la porción superior; vainas largas, frágiles

D. strictus

Macollas espesas

6-16

30-45

2,5-7,5

Paredes gruesas

-

Vainas variables

Melocanna bambusoides

Cañas aisladas a intervalos de 1 m.

13-23

25-55

2,5-7,5

Paredes delgadas

12-17,5

Ramas en el tercio superior. Vainas persistentes

Ochlandra travancorica

Con penachos, junquiforme, bosquetes densos

2-6

60-150

2,5-5

Paredes delgadas

-

-

Oxytenanthera nigrociliata

Penacho denso

9-16

45-75

5-10

-

15-40

Cabellera negra y espesa

Teinostachyum dulloa

Macollas abiertas

9-23

40-100

5-10

Paredes delgadas

-

-

Sucesión

Los bambués son especies de fácil colonización y cuando se quiere prescindir de ellos resulta difícil su exterminio. En muchos lugares de la India, Dendrocalamas strictus invade las zonas de suelo abierto y Oxytenanthera sp. y Melocalamus compactiflorus persisten en el bosque húmedo siempreverde, desarrollándose hasta el clímax. Por otra parte, Melocanna bambusoides, que es especie típica del bosque mesofítico caducifolio, no progresa hacia el clímax climático. Después de la floración y producción de semillas, las cañas de casi todas las especies se marchitan y mueren, y la masa puede regenerarse a partir de los brinzales que germinan en la temporada lluviosa siguiente, o por nuevas cañas que retoñan de rizomas subterráneos.

Con posterioridad a las quemas, cortas rasas extensas u otras perturbaciones, el bambú se regenera fácilmente, produciendo nuevas cañas que nacen de los rizomas perennes. Por ejemplo, Melocanna bambusoides invade los claros en que se practica la agricultura nómada, se propaga rápidamente gracias al desarrollo vigoroso de su rizoma y sobrepuja o sofoca otras especies de bambú y algunas de verdaderos árboles. Para conseguir la regeneración natural de las especies maderables es preciso cortar los bambués repetidas veces. Tales cortas o mantenimiento de la cubierta de vuelo completa, sobre todo en terrenos desfavorables, ocasiona la degradación o incluso eliminación de los bambúes. En fecha más reciente se han ensayado las pulverizaciones con preparados químicos para combatir el bambú en estas condiciones.

Producción de semillas y establecimiento

En su mayor parte, los bambúes florecen en forma gregaria, pero es común la floración esporádica en manchas. Arundinaria wightiana, Bambusa liniata, Ochlandra rheedii y las especies del hemisferio occidental florecen anualmente. Entre las especies que florecen esporádicamente pueden mencionarse Dendrocalamus strictus D. hamiltonii, D. Longispathus, D. giganteus, Bambusa tulda, Oxylenanthera nigrociliata, O. albociliata, Arundinaria falcata, y Cephalostachyum pergracile. Si se pudiera predecir el año en que los bambúes florecerán, tal dato serviría de gran ayuda, pero los estudios efectuados en el Japón a este respecto no han conseguido establecer relación alguna entre el momento de la floración y la edad, tamaño del rodal, grosor del tallo, fertilidad o humedad del suelo exposición al sol, factores climáticos o diferencias de lugar. Se ha observado que en algunas especies, plantas de distinta edad florecen al mismo tiempo.

En la India, cuando no se producen nuevas cañas en un año, este síntoma se considera indicio seguro de floración al año siguiente. Esto no ha podido demostrarse que sea universalmente cierto, aunque las observaciones efectuadas en la India con especies de macolla así como con la especie Melocanna bambusoides de tallos simples, parecen apuntar en este sentido. Las perturbaciones fisiológicas causadas por daños mecánicos cortas, calor prolongado o tiempo seco se han llegado a considerar posibles estimulantes de la floración, pero al parecer existen muchas excepciones. Es evidente que se precisa un estudio más profundo de este aspecto.

En las especies de floración gregaria, el intervalo transcurrido desde la germinación de la semilla hasta la próxima floración general determina el ciclo vital que parece ser bastante constante. Este ciclo vital se ha determinado para ciertas especies como sigue:


Años

Arundinaria falcata

28-30

Bambusa arundinacea

32

Chusquea abietifoia

32

Dendrocalamus strictus

32

Bambusa tulda

35-40

Melocanna bambusoides

45

Bambusa polymorpha

60

Phyllostachys nigra

60

Según Troup (1921), la floración gregaria se produce en tres fases: floración esporádica preliminar, floración gregaria y floración esporádica final, con intervalos variables entre estas tres fases. Puede producirse en zonas reducidas o en dilatadas extensiones. Se ha podido observar que comienza en un lugar y desde éste se propaga en una dirección determinada, exigiéndose varios años para extenderse por toda la zona de floración. Ya se ha mencionado la importancia de este hecho en relación con la regeneración de la teca. Cuando llega la floración, las cañas conservan sus hojas en la primera fase, soliendo defoliarse a medida que la floración avanza. La floración suele producirse en diciembre y enero. Los frutos maduran entre febrero y abril o, en algunos lugares, incluso hasta junio. Las semillas germinan rápidamente, pero pueden conservarse por un período que varía entre tres meses y dos años.

Desarrollo de las masas

Los bambúes pertenecen a dos clases: los que forman macollas, que son los más importantes, con hijuelos periféricos que nacen de los rizomas (cespitosos) y los bambúes de caña simple dispersos sobre una red de rizomas (sufruticosos). Los de la primera clase, representada por los géneros Bambusa Dendrocalamus y Guadua son generalmente tropicales y no pueden soportar heladas. La segunda clase, representada por los géneros Arundinaria Phyllostachys y Melocanna, suele encontrarse en las regiones templadas. Entre estas dos clases ocupa un lugar intermedio el género Chusquea propio de grandes altitudes, algunas especies del cual forman macolla, mientras que otras son de caña simple.

Los hábitos de crecimiento de los bambúes que forman macolla quedan bien ilustrados por las diversas especies de Dendrocalamus (Deogun, 1936; Sen Gupta, 1954). Estas, después de la germinación, producen el primer año brinzales de aspecto herboso. La plúmula, que se asemeja a una yema cónica cubierta por hojas escamosas envainadoras, se convierte rápidamente en un tallo delgado, con hojas simples alternas en los nódulos cuyas bases cubren el tallo. En la base del brote joven se forman raíces fibrosas y posteriormente nacen del rizoma yemas puntiagudas. Estas últimas forman rizomas cortos que se curvan hacia arriba para dar origen a un brote aéreo. Este proceso de formación de rizomas y brotes continúa durante varios años, y al morir los brotes del año precedente, los rizomas nuevos penetran más en el suelo, apareciendo otros brotes al año siguiente. La macolla se forma por estos rizomas cortos, siendo unas veces compacta y otras abierta, según la especie. D. strictus necesita de 12 a 13 años en condiciones naturales, o 6 años en las masas regeneradas artificialmente para formar una macolla madura.

Los hábitos de crecimiento de las especies de cana simple quedan ilustrados por varias especies de Melocanna que producen rizomas que se extienden lateralmente, pudiendo llegar a distancias considerables, de los que nacen cañas simples a intervalos variables. Las plántalas se desarrollan vigorosamente, formando robustas cañas y alcanzan una notable altura en 4 a 5 años. El desarrollo de las cañas depende de las condiciones térmicas medias, habiéndose llegado a observar variaciones en el ritmo de crecimiento horario, según la fluctuación de la temperatura.

En las masas naturales de bambú, las ventas se efectúan basándose en la superficie o en el número de cañas. Los datos sobre el volumen o el rendimiento son muy incompletos, pero han podido deducirse algunas cifras (no del todo satisfactorias) utilizando los informes anuales de las Direcciones de Montes de la India, o los recuentos de compartimientos en que se da el número de cañas por acre. En Chittagong Hills Tracts, en la Bengala Oriental, se han dado a conocer cifras de 3.000 a 9.000 cañas por hectárea, siendo el promedio en otra masa de 15.000 cañas por hectárea en una rotación de 3 años (Ahmed, 1954). De la determinación experimental de pesos de Melocanna bambusoides en esta región se deduce que 1.000 cañas (enteras) pesan 4,5 Tm. en verde, o 2,6 Tm. desecadas al aire. Esto supondría un peso desecado al aire de 3 a 9,5 Tm. y de 38 Tm. por hectárea, respectivamente para la rotación de 3 años tomando como base los mencionados recuentos.

En la India se obtuvieron las siguientes cifras para el peso de entrenudos secos utilizados en la fabricación de papel: 4,7 Tm. para Bambusa polymorpha y 4,2 Tm. para Cephalostachyum pergracile. en la misma zona lo cual supone un promedio de 22 Tm. por hectárea, cifra que puede suponerse para una rotación de 3 años. En Birmania, en tipos análogos de bosque, se ha dado a conocer una cifra total de 20 Tm. para estas dos especies. Melocanna bambusoides ha llegado a producir 21 Tm. de cañas secas por hectárea. Los rendimientos de Bambusa arundinacea han variado mucho entre 2,5 y 36 Tm. de entrenudos secos por hectárea aproximándose a la cifra superior el promedio de una dilatada zona. Son notables los datos sobre el rendimiento de plantaciones en el sur de Luisiana y en Savannah (Georgia), en los Estados Unidos (Sineath, 1953).

FIGURA 2. - Ordenación forestal de los bambúes (India). Todos los años se cortan millones de bambúes que luego se utilizan para fabricar papel, cestos, andamiajes, cercas, etc. Cada cuatro años se extraen de 25 a 30 cañas de cada bosquete. Foto: F.R.I., Dehra Dun.

Plagas y enfermedades

Son pocos los insectos o enfermedades que atacan a los bambúes vivos. Se han registrado ataques de Estigmena sinensis, Cyrtotrachelus longipes en la yema apical, langostas, termes, pulgones, cochinillas del bambú (Asterolecanium miliaris y A. bambusae) y Ochrophora montana sobre semillas, así como del hongo Loculistroma bambusae. La lucha anticriptogámica consiste en extraer y quemar las cañas atacadas. En algunos casos se han utilizado con éxito los coccinélidos como depredadores de las cochinillas. De mucha más gravedad son los lictos, cuatro especies de los cuales, Dinoderus brevis, D. minutus, D. ocellaris y D. Pilifrons pueden inutilizar las cañas de bambú después de cortadas. Se ha registrado también el cerambícido Stromatum barbatum. Estos escarabajos se combaten limitando la corta a la temporada fría, que es la de actividad mínima de los insectos, y manteniendo las cañas cortadas en agua para extraer los disacáridos de que se alimentan. Entre las medidas de lucha directa figuran la aplicación externa de DDT en solución en aceite diesel o keroseno (5 por ciento) o en suspensión acuosa; el empleo de dinitroorto-ciclohexilfenol; la impregnación con resina, creosota, sales Wolman, bórax, soluciones de sales inorgánicas o alquitrán de Rangún. El tratamiento térmico en hornos de desecación resulta también eficaz.

Las trepadoras de crecimiento rápido pueden sofocar las plántalas de bambú y las cañas trasplantadas. Se ha conseguido un eficaz combate de estas trepadoras con una solución de 2,4 - D.

Ya se ha mencionado el efecto perjudicial del pastoreo y de las quemas. Si bien el bambú es capaz de recuperarse después de sufridas tales perturbaciones, los retoños y plantas jóvenes de las zonas de reciente regeneración necesitan una protección contra ambos peligros. Si después de la corta quedan pocas cañas en pie, los vientos fuertes pueden abatirlas o quebrarlas. Este factor debe tenerse bien presente al efectuar estas operaciones en zonas sujetas a fuertes ventoleras.

Las ratas, puercoespines, ardillas, liebres, venados y monos roen los rizomas de los bambúes jóvenes o devoran los retoños tiernos o las semillas. Las cabras y vacunos, además de devorar las hojas jóvenes, pisotean los rizomas; los monos pueden quebrar las cañas jóvenes al saltar sobre ellas y los elefantes destruyen macollas enteras, devorándolas o pisoteándolas.

Prácticas silvícolas

Las prácticas silvícolas con los bambúes, adoptadas casi exclusivamente en la zona asiática, son relativamente sencillas y guarDun estrecha armonía con los notables rasgos genéricos y bioecológicos que se acaban de describir. En general, las cañas maduras se cortan y la regeneración se consigue a partir de las nuevas cañas que nacen cada año de los rizomas subterráneos siendo esta simple práctica la seguida en todo lugar, con independencia de la especie o del tipo de bosque. Sólo después de la floración gregaria, que de ordinario se produce a largos intervalos y tras de la cual las cañas de casi todas las especies se marchitan y mueren, se recurre a las semillas para la regeneración.

En los bosques de bambú se aplican cortas rasas y de entresaca. La práctica varía algo según los hábitos de crecimiento de las dos grandes clases de bambúes ya descritas: las que forman macolla y de las de caña simple. Con los bambúes de la primera clase las macollas constituyen la unidad de explotación, a la que se aplican clareos y cortas de mejora o de explotación. En el grupo de cañas aisladas, la zona de regeneración es análoga a la de un bosque ordinario, aunque quizá en menor escala, y en ella las cañas aisladas y diseminadas forman la masa de explotación en toda zona de corta adecuada.

En ambas clases, con arreglo al tratamiento por cortas de entresaca, las cañas maduras se apean siguiendo un breve ciclo de corta, que de ordinario es de tres a cinco años. La edad óptima para la corta comercial varía según la especie, pero de ordinario oscila entre dos y seis años. En general, las especies de mayor tamaño necesitan más tiempo para llegar a la edad de explotación, si bien este tiempo depende en gran parte del estado de los rizomas. Las cañas supermaduras pierden en calidad y en valor comercial y deben adoptarse las usuales precauciones silvícolas para preservar el vigor y la productividad máximos de los rizomas y cañas, por ejemplo cortando las cañas supermaduras defectuosas y sin valor comercial y procurando una distribución regular de las cañas dentro de cada unidad de explotación.

Con arreglo al método de cortas por entresaca, que con más frecuencia se aplica a los bambúes que forman macollas, la propia macolla constituye un pequeño bosque en que se practican clareos y cortas de mejora y de explotación, evitándose la excesiva espesura y hasta consiguiéndose una distribución regular de las cañas. Según este sistema, los bambúes reproducidos sean de semilla, de rizoma o de esqueje, exigen de cuatro a siete años para llegar a formar una macolla normal de cañas de altura máxima capaces de producir anualmente nuevos retoños, si bien, en general, las plantitas exigen algo más de tiempo para llegar a esta fase. Los ciclos de corta de dos a cinco años son los preferidos, pero los de tres a cuatro años parecen ser los óptimos para conseguir la productividad y el vigor máximos de las cañas. El método de cortas por entresaca deberá aplicarse de modo que se reduzca al mínimo la perturbación, y es esencial conservar una parte de las cañas viejas (esto es, las de más de un año de edad, preferiblemente todas las del segundo año, además de las cañas del primer año), tanto para el apoyo mecánico de los nuevos retoños como para mantener los rizomas en pleno vigor, prestando la debida atención al espaciado regular y a la necesidad de evitar la espesura excesiva.

Sin embargo, quizá sea preciso establecer normas de corta bien estudiadas. Las aplicadas en el Asia sudoriental prohiben la corta de retoños nacidos en las últimas lluvias, la extracción de raíces o la corta de cañas a más de 30,5 cm. del suelo, excepto cuando la densidad de la macolla impide ajustarse a tal norma. En la India se han trazado normas parecidas (Seth, 1954) para Dendrocalamus strictus y algunas otras especies, en las que se prevé el momento de la corta, la altura de corta de las cañas, el número de cañas que habrán de cortarse las limpias y los clareos de mejora. La inspección que garantice el cumplimiento de estas normas adquiere así gran importancia, pero a la vez constituye un difícil problema.

Estos inconvenientes se salvan con el sistema de corta rasa, por su simplicidad y por la concentración del trabajo en tal sistema, así como por su adaptabilidad a la mecanización, pero estas ventajas se anulan de nuevo por la necesidad de un ciclo de corta considerablemente más largo (ya que una macolla cortada a hecho exige más tiempo para llegar a su nueva fase de madurez y plena producción) y quizá porque las macollas quedan más sujetas a la degradación y a la mortalidad. Por consiguiente, la elección de un sistema queda al criterio del propietario del bosque, si bien las masas de bambú explotadas durante un largo período de años parecen indicar que, en igualdad de condiciones, el método de cortas por entresaca da un rendimiento algo mayor que el de corta rasa, siendo por ello preferible.

Aunque también en el caso de los bambúes no cespitosos la corta rasa es la más práctica y la que con más frecuencia se aplica, parece conveniente, aun con arreglo a esta práctica, conservar algunas cañas por hectárea, regularmente espaciadas, para conseguir la productividad y vigor máximos de los rizomas.

Sea cual fuere el sistema adoptado, debe siempre tenerse presente la posibilidad de que la floración gregaria se produzca a intervalos largos, pero más o menos regulares, en todo el cañaveral de bambú, muriendo en último término todas las macollas. Después de la floración gregaria, la regeneración se consigue de ordinario gracias a la germinación de las semillas al principio de la siguiente temporada lluviosa. Entonces, la corta rasa es el único procedimiento adecuado. El terreno debe estar desnudo y la zona protegida contra el fuego y el pastoreo. De ordinario, las plántalas forman tapiz, sobre todo en los lugares en que el suelo mineral ha quedado de nuevo expuesto. Si cuentan con la debida protección, las plántalas consiguen sumergir la masa arbórea regenerada.

Las limpias descongestionan los bosquetes y rodales densos, favorecen la regeneración y facilitan la explotación. De ordinario, el desbroce es sólo necesario después de la siembra para reducir la competencia por parte de especies arbóreas no deseadas. Pueden efectuarse cortas de mejora y aclareos para extraer las cañas maduras que pudieran dificultar la regeneración natural. La poda se practica sólo con aquellas especies que producen setos espinosos. Aunque muy rara vez son necesarios minuciosos cuidados de cultivo, en muchos de los planes de explotación de los bosques indios se prevén tales operaciones. También en este caso la aplicación de estas normas está condicionada a la adecuada inspección.

En algunas zonas, después de la corta rasa, se recurre a la regeneración artificial. La siembra directa se ha aplicado con éxito en hileras, tanto con riego como sin él. En Asia y en la América tropical se han creado con todo éxito métodos de propagación (McClure, 1952).

FIGURA 3. - Macolla de kyathoung (Bambusa polymorpha) dos años después de la floración. En segundo término puede apreciarse la floración gregaria del año actual. Después de la floración las cañas se marchitan y mueren (bosques de Pyinmana, Birmania). Foto: Pyinmana Division, Birmania

Futuras investigaciones

La naturaleza gregaria y el vigoroso crecimiento de casi todos los bambúes exigen que se considere esta formación como importante elemento dentro de las prácticas silvícolas del bosque húmedo siempreverde del mesofítico caducifolio y del xerofítico caducifolio. Cuando las genuinas especies arbóreas de estos bosques poseen mayor importancia para fines comerciales o de protección que el bambú, se adoptarán medidas para evitar la presencia de este último. En cambio, sí es de importancia excepcional la producción de materias primas de crecimiento rápido, la ordenación de las masas naturales de bambú, e incluso la propagación y establecimiento de plantaciones del mismo, merecen una detenida consideración. En ambos casos, como ya se indica en páginas anteriores, es preciso centrar las investigaciones en torno a varias fases de la silvicultura y ordenación del bambú. Esto es de importancia especial, habida cuenta de la demanda de bambú cada vez mayor, por prestarse a muy variados usos, sobre todo para la fabricación de pasta y papel, así como para la construcción de viviendas. Objeto de estas investigaciones podrían ser los aspectos que seguidamente se indican.

Para muchas especies de diversos lugares se conocen los hábitos de floración, producción de semillas, brotación y crecimiento, si bien existen discrepancias entre textos diversos que exigen un estudio minucioso de los bambúes por especies y por lugares de procedencia. Deberán llevarse registros fonológicos y, en particular, sobre floración gregaria. La especie Dendrocalamus strictus ha sido objeto de un estudio muy detenido, pero no así la mayoría de las demás especies. Deberá observarse sistemáticamente la producción anual de cañas por macolla para determinar en qué forma influyen la edad, el tratamiento y el origen de los tallos (de semilla o de brote de rizoma).

Son precisos experimentos sobre cortas rasas y por entresaca, edad de rotación, ciclos de corta e intensidad de la explotación respecto de las especies de mayor valor económico, en forma análoga a lo ya hecho para D. strictus. Esto es de urgencia particular para las especies que no forman macolla.

Se investigarán todos los aspectos de la regeneración artificial, en especial la temporada óptima de plantación, en diversas condiciones edafoclimáticas. Los métodos de propagación han sido objeto de completas descripciones, pero se precisan ensayos locales para mejorar y unificar las prácticas. De especial utilidad serían los ensayos de campo de los resultados obtenidos por los jardines botánicos de introducción de especies.

Las medidas de protección se conocen bastante bien, pero deberán normalizarse los tratamientos que preserven las cañas cortadas contra todo daño, en particular las destinadas a la fabricación de celulosa y papel.

Es urgente contar con tablas de rendimientos y volúmenes. Convendría seguir un sencillo método de muestreo para determinar factores como la edad y el número de las macollas, número de cañas por macolla y peso medio, por unidad de superficie.

Estas investigaciones facilitarían grandemente el mejoramiento de los métodos de ordenación forestal aplicados a los bambúes.

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