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Las coníferas de México

NORBERTO SÁNCHEZ MEJORADA
Jefe del Departamento de Bosques de «Celulosa Michoacán»

LOUIS HUGUET
Funcionario de Asistencia Técnica de la FAO

Las coníferas de México que incluyen pinos, abetos, cipreses y otros géneros de menor importancia, tienen un valor potencial como plantas exóticas para los programas de repoblación, comparable al de los eucaliptos. Las condiciones ecológicas en que se desarrollan son muy variadas y esto se refleja en la diversidad de sus características generales y de sus cualidades tecnológicas.

Las principales causas de su diversidad son las siguientes:

1. La latitud. Las coníferas se encuentran a ambos lados del Trópico de Cáncer desde el paralelo 14° hasta el paralelo 30° de latitud Norte.

2. La altitud, que varía en las zonas de las coníferas desde 800 m., aproximadamente, hasta 3.500 m., y que va acompañada por grandes variaciones de temperaturas medias.

3. Las precipitaciones anuales, que están ligadas a la exposición y que varían en las zonas de coníferas desde 600 mm. hasta 2.000 mm.

4. El origen geológico de los suelos que comprende granitos, lavas, cenizas volcánicas, rocas calcáreas y material de aluvión que, de acuerdo con las condiciones del medio, han evolucionado hasta formar suelos lateríticos, suelos de pradera e incluso, según parece, verdaderos chernozems. Muy a menudo, debido a la juventud geológica del país, los suelos están todavía en evolución.

5. La presencia de frecuentes hibridaciones, y quizá también de mutaciones (9).*

* Las cifras entre paréntesis so refieren a la bibliografía que figura al final de este articulo.

Los botánicos (8,9) han podido distinguir para los pinos 38 especies y 25 variedades o formas, pero hay buenas razones para pensar (9) que todavía existen otras. Hay también ocho especies y cinco variedades de Abies; seis especies y dos variedades de Cupressus; cuatro especies y una variedad de Pseudotsuga; 12 especies y seis variedades de Juniperus; y una especie de cada una de las siguientes: Taxodium, Picea y Libocedrus.

Hasta el momento, solamente tres o cuatro especies de pino y varias especies de cipreses han merecido interés para los programas de repoblación. Es evidente, sin embargo, que los plantadores apenas han empezado a utilizar la enorme reserva de géneros, especies, variedades, razas y caracteres genéticos presentes en el conjunto de las coníferas mexicanas. Es preciso todavía un mayor conocimiento de ellas antes de que lleguen a encontrar una aceptación general. En este artículo se hace solamente un resumen de la información general de que se dispone actualmente.

Ecología

Area de dispersión

México se extiende a ambos lados del Trópico de Cáncer, desde el paralelo 15° N. al paralelo 32° N. Se calcula que solamente del 5 al 7 por ciento de su superficie terrestre, o sea alrededor de 100 a 150.000 kilómetros cuadrados, está cubierta de auténticos bosques de coníferas, pero el área real de distribución de éstas es mucho más vasta, abarcando alrededor de 500.000 kilómetros cuadrados, o sea la cuarta parte del país. Es probable que en algún tiempo estas regiones estuvieran cubiertas de bosques de coníferas que posteriormente fueron talados, quemados o destruidos por una excesiva explotación o por el pastoreo abusivo.

Para los fines de este estudio, se puede hacer abstracción de la Península de Yucatán, de clima tropical desprovista de coníferas, y de la baja California, de clima desértico o mediterráneo seco, y considerar dividido, por tanto, a México en tres zonas naturales, que se extienden en sentido longitudinal desde el extremo sur hasta el extremo norte del país. Estas son:

1. Las dos llanuras de la costa y las vertientes bajas de las montañas hasta una altura media de 800 metros, que bordean el Pacífico y el Golfo de México. Estas dos fajas, una tropical y la otra semidesértica, no contienen coníferas;

2. La meseta central que se estrecha hacia el sur y que está representada solamente por algunas cuencas aisladas al sur de la ciudad de México. Esta meseta tiene pocos o ningún bosque de coníferas y presenta poco interés para este estudio;

3. Entre las dos fajas precedentes, o entre las dos llanuras costeras del sur, se encuentran regiones onduladas, casi siempre de origen eruptivo y que coinciden con el área de distribución de las coníferas. Su altura varía desde los 800 m. - hasta más de los 5.500 metros (Pico de Orizaba: 5.747 metros).

FIGURA 1: Mapa N° 1 - Situación de los bosques de coníferas.

Fuente: Ecology, 31 (4), 507-518, 1950.

Se pueden distinguir tres cadenas montañosas, cubiertas parcialmente de bosques de coníferas:

1. La Sierra Madre Occidental, paralela a la costa oeste, que se continúa en la Sierra Madre del Sur y la Sierra de Chiapas.

2. La Sierra Madre Oriental, que se continúa en la Sierra de Oaxaca.

3. La cordillera neovolcánica que corta la meseta central transversalmente y que produce verdaderas «islas montañosas» cubiertas de bosque que se elevan en el centro de esta meseta.

Se admite generalmente que las regiones tropicales están rodeadas de una corona de desiertos, con una zona de transición, que va de las condiciones de vegetación húmeda a las de vegetación seca. En general, México no se puede considerar como un país desértico. En efecto, tomando como criterio para clasificar un terreno como desierto o como simple zona árida la existencia de una precipitación anual inferior a los 400 milímetros, la de una estación seca de más de 6 meses de duración, o incluso el hecho de que sea imposible la agricultura sin irrigación, sólo puede decirse que ofrezcan condiciones realmente áridas las partes septentrional y central de la meseta central, la parte septentrional de la costa del Océano Pacífico y parte de la Baja California.

FIGURA 2. - Distribución de las lluvias.

Fuente: Servicio Meteorológico Mexicano.

Precipitación

La vegetación forestal aparece en las zonas que tienen una precipitación mínima de 400 milímetros; las coníferas se hallan a partir de un mínimo de 600 milímetros. Las Figuras 1 y 2, aunque muy esquemáticas, dan una idea de la relación que hay entre la existencia de los bosques y la intensidad de las lluvias.

La cantidad de lluvia en relación con la altura viene determinada especialmente por la exposición, como muestra la Figura 3. Por exposición deberá entenderse la orientación con respecto a la dirección general de los vientos dominantes cargados de humedad que vienen del mar, o sea, desde el Este para la vertiente atlántica y desde el Oeste para. la vertiente del Pacífico. Sobre las vertientes castigadas por el viento se produce el fenómeno clásico de condensación y sobre las otras vertientes protegidas de aquél el fenómeno foehn y de evaporación. Esto se ilustra en el Cuadro 1.

CUADRO 1. - VARIACIONES DE PRECIPITACIÓN ENTRE LAS LADERAS EXPUESTAS EL VlENTO Y LAS PROTEGIDAS DEL VIENTO

Vertiente

Laderas expuestas al viento

Laderas protegidas del viento

Estación

Altitud (metros)

Precipitación (mm.)

Estación

Altitud (metros)

Precipitación (mm.)

Del Atlántico

Jalapa

1338

1588

Perote

1465

470

Del Pacífico

Urupan

1610

1674

Zamora

1564

826

FIGURA 3. - Distribución de los pinos y abetos según la altura y la e exposición (Estado de Michoacán).

Esto ocurre no solamente en las vertientes que miran directamente al mar, sino también en las vertientes interiores que están separadas de la costa por otras cadenas montañosas. Por ello es que en medio de la meseta central y lejos de las dos cordilleras costeras se encuentran «islotes húmedos» cubiertos de coníferas.

La distribución anual de las lluvias es de tipo tropical en toda la zona, con una estación seca de siete a ocho meses de duración, a la cual, más al sur (curva III en la Figura 4) se suma una pequeña segunda estación seca. Esta distribución aparece ilustrada en la Figura 4. Aunque hay variaciones notables en el total de las precipitaciones anuales (desde 600 mm. hasta 2.000 mm. en los bosques de coníferas) del 85 al 90 por ciento de las lluvias caen durante los cinco meses húmedos (junio a octubre) que en el norte se reducen solamente a cuatro.

FIGURA 4. - Variación de las precipitaciones.

CLAVE

I

Patzcuaro

II

El Salto

III

San Cristóbal de las Casas

La estación seca es, por lo tanto, muy dura y prolongada y explica, lo mismo que en otros países que tienen una larga estación seca (mediterráneos y tropicales) por qué es tan grande la importancia del microclima forestal. Los bosques poseen en su seno un clima particular que después de la destrucción de la cubierta forestal es muy difícil de reconstruir.

Temperaturas

La temperatura media anual oscila entre 10° y 24,5°C. en el área de distribución de las coníferas. La amplitud anual de las medias mensuales de temperatura es pequeña, variando de 4°C. al sur, a 8°C. en el norte. Sin embargo, la amplitud diaria es muy elevada y varía de 10 a 20°C.

En la Figura 5 las dos curvas extremas de trazo lleno muestran las medias mensuales de temperatura, entre las que se hallan las curvas correspondientes a otras estaciones de las zonas de coníferas. En el Cuadro 2 se dan algunos detalles suplementarios respecto a tales estaciones.

FIGURA 5. - Variaciones de la temperatura.

CLAVE

I

Patzcuaro

II

El Salto

III

San Cristóbal de las Casas

IV

Desierto de los Leones

V

Tacambaro

Humedad

Las observaciones sobre este punto son todavía raras, puesto que existen muy pocas estaciones meteorológicas en los bosques mismos. Recurriendo a las observaciones de las estaciones vecinas a los bosques, como Durango al norte del país y Morelia en el centro, se puede afirmar que, durante los seis o siete meses secos, la humedad es baja o muy baja y que pasa del 35 por ciento en abril al 75 por ciento en julio y agosto. La humedad aumenta al aproximarse a las vertientes cercanas al mar, sobre todo en la parte expuesta al viento. En las laderas de cara a éste y en la zona entre 2.400 a 3.000 metros, o sea exactamente donde se halla el abeto, hay una zona higrométrica máxima caracterizada por frecuente niebla.

Conclusión

Las regiones del mundo en las que podrían introducirse con éxito las coníferas de México son las zonas montañosas situadas en las proximidades de los Trópicos de Cáncer y Capricornio, que tengan una precipitación mínima anual de 600 mm., y tal vez ciertas zonas ecuatoriales de gran altura.

CUADRO 2. - DATOS CORRESPONDIENTES A CINCO ESTACIONES FORESTALES

Numero de la Estación*

Localidad

Estado

Latitud

Altitud (metros)

Total anual de lluvias (mm.)

Temperatura mínima absoluta (°C.)

Temperatura media anual (°C.)

Numero de días de lluvia

I

Patzcuaro

Mich.

19°31'

2211

1.109

-5

12,5

97

II

El Salto

Dgo.

23°46'

2538

924

-15

11,4

74

III

San Cristóbal de las Casas

Chis.

16°44'

2128

1.172

-6

14,5

120

IV

Desierto de los Leones

D.F.

19°17'

3220

1.281

-7,4

133


V

Tacambaro

Mich.

19°12'

1577

1.240

+3

21,5

109

* Los números corresponden a los de las curvas de las Figuras 4 y 5.

Esto no quiere decir que en otras regiones cuyo clima presente alguna analogía con ciertos climas de México (por ejemplo, el sudoeste de Francia y ciertas partes de la región mediterránea) no sea interesante ensayar algunas coníferas mexicanas adecuadamente elegidos. No se tienen datos sobre su grado de adaptación, pero se sabe que otros géneros o especies, por ejemplo, algunos eucaliptos, se han comportado en forma extraordinaria en climas muy diversos de los de sus lugares de origen.

CUADRO 3. - REGIONES CONVENIENTES PARA LA INTRODUCCIÓN DE CONÍFERAS MEXICANAS

Hemisferio

América

Africa

Asia

Oceanía

Norte

Nada

Camerún
Fouta Djalen
Uganda
Etiopía

India
Birmania
Tailandia
Vietnam

Nada

Sur

Sur del Perú
Bolivia
Ecuador
Norte de Argentina
Norte de Chile

Zona Nordeste de la Unión Sudafricana,
Rhodesia del Norte y del Sur
Tanganyika
Mozambique
Madagascar


Alpes australianos (zonas tropicales)

Geología y pedología

Los pinos se encuentran sobre suelos con un substrato de toda clase de formaciones geológicas, como son las rocas volcánicas (andesitas, basaltos), esquistos, rocas sedimentarias (calcáreas, yesos). En realidad, lo que diferencia a los suelos no es tanto la roca madre sino la evolución que han sufrido por efecto del clima, los fuegos o la destrucción de la cobertura forestal causada por el hombre. Pueden hallarse pinos en suelos lateríticos con concreciones de hierro, así como en suelos calcáreos y basálticos. Existen también muchos suelos casi vírgenes nacidos de fenómenos volcánicos recientes, donde los pinos se han adaptado con éxito. Esto es especialmente cierto en lo referente a las cenizas volcánicas y los campos de lava.

Se encuentran los pinos a altitudes de 800 a unos 2.200 metros sobre suelos lateríticos, amarillos o rojos. La evolución de estos suelos depende de su exposición, y de la intensidad y fecha de su denudamiento. A mayor altura se hallan suelos negros de praderas y hacia los 2.300 - 3.000 metros se encuentran podsoles e incluso chernozems. En la zona de podsoles, si el bosque de coníferas no ha sido demasiado afectado y se encuentra mezclado con latifoliadas, se hallan suelos pardos forestales sin horizontes bien diferenciados debajo de la capa de humus; éstos son evidentemente los que producen los mejores bosques y parece que efectivamente el clímax está constituido precisamente por una mezcla de latifoliadas y resinosas.

Más adelante se dan algunas indicaciones sobre la distribución de pinos y otras coníferas de acuerdo con la naturaleza del suelo.

La acción del hombre

La agricultura nómada sobre bosques quemados ha sido practicada en todo México desde los tiempos primitivos. El fuego era el instrumento utilizado por el cazador, y después de la introducción del ganado por los españoles se aplicó aquel elemento como método primitivo de favorecer, al final de la estación seca, el crecimiento de los pastos verdes. El fuego azota los bosques de pino a intervalos generalmente inferiores a los cinco años. Afortunadamente afecta menos a los bosques de abetos, salvo en sus bordes, a causa de la mayor humedad que reina en su interior.

Los cultivos nómadas practicados mediante la quema del bosque, con rotaciones largas (de 10 a 15 años) y sobre parcelas de 2 a 3 hectáreas solamente, permiten el retorno a un bosque coetáneo de pinos nacido de las semillas de los árboles circundantes. Sin embargo, en las zonas de fuerte densidad de población, como son los estados de Michoacán, Jalisco, México, Puebla e Hidalgo, ya no se practica la agricultura migratoria y el fuego termina por un desmonte definitivo del terreno en extensiones que alcanzan varios centenares de hectáreas.

El resto de los bosques presenta a menudo el aspecto de parques, donde los repetidos fuegos accidentales o la quema con fines de pastoreo han eliminado las plantas jóvenes. Sólo en las zonas montañosas con baja densidad de población, como son los estados de Oaxaca, Guerrero, Durango, Chihuahua y ciertas regiones de Michoacán, o en aquellas en que por casualidad los incendios son menos frecuentes, se pueden encontrar bosques realmente espesos con un sotobosque de latifoliadas bastante bien establecido y una distribución normal de edades y diámetros.

Afortunadamente en los bosques de coníferas el fuego no quema árboles enteros como ocurre en los bosques del tipo mediterráneo, donde encuentran un sotobosque que se inflama fácilmente. En efecto, los fuegos de la cubierta vegetal no afectan más que a los pinos jóvenes de menos de 5 a 6 metros de altura. Sin embargo, los fuegos tienen siempre otras varias consecuencias funestas, como son la degradación de los suelos, el debilitamiento de los árboles que quedan en pie y la destrucción del microclima fresco y húmedo. Parece, sin embargo, que cinco años de protección integral contra los fuegos son suficientes en general para que se instale un renuevo de pinos jóvenes y de otras especies arbustivas o herbáceas.

A menudo se ha acusado en México a las explotaciones forestales de la destrucción del bosque. Parece, más bien, que esta destrucción se deba, sea a los clareos definitivos efectuados para el cultivo, sea a la combinación de una intensa explotación y de fuegos no controlados que han seguido después y que han destruido las plantas jóvenes. El pastoreo, con excepción del de las cabras, no parece afectar sensiblemente a las coníferas, pero es indirectamente perjudicial como consecuencia de los incendios iniciados por los pastores.

De los 10 a 15 millones de hectáreas de bosques de coníferas que existen actualmente en México se estima que no han sido todavía explotados sistemáticamente tres millones de hectáreas en los estados de Chihuahua, Durango, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, aunque han sufrido los efectos de los desmontes, incendios y del régimen de pastoreo. Los bosques de abetos, considerados como menos útiles para la obtención de madera de sierra, no forman rodales extensos más que en la región central, donde se hallan en las regiones más altas y sólo han sido afectados alrededor de los pueblos o pequeñas poblaciones. En los estados del Norte forman solamente pequeños rodales, en mezcla con Pseudotsuga y con la muy rara Picea chiahuahuana, situados en exposición norte y en barrancas húmedas y frías.

Asociaciones vegetales

Debajo de los 2.400 metros, el pino es prácticamente la única conífera que se encuentra. Más arriba de aquella altura comienza el abeto y aparece un bosque de transición compuesto de pinos, abetos y algunas veces cipreses, en proporción variable. Luego, cerca de los 3.100 metros, el abeto y algunas veces el ciprés, son las únicas coníferas. En fin, hacia los 3.100 y hasta los 3.500 m. aproximadamente, se encuentran de nuevo los pinos seguidos por una pradera alpina, y más arriba, sobre tres o cuatro crestas muy elevadas aparecen las nieves eternas.

FIGURA 6. - Nieves eternas, prados alpinos y pinos (Pinus rudis y P. hartwegii) a 3.500 - 5.000 metros.

El bosque de pino (hasta los 2.400 metros aproximadamente) no es precisamente el bosque clímax. Lo mismo que en el sur de los Estados Unidos, la protección integral contra los fuegos tendría probablemente como resultado el retorno hacia un clímax compuesto de latifoliadas. En efecto, en los bosques relativamente protegidos contra el fuego se encuentra una gran abundancia de especies frondosas (Figuras 7 y 8) constituidas por:

1. Las encinas a todas las altitudes, representadas por un gran número de especies todavía no bien conocidas.

2. En las partes bajas de las regiones subtropicales las especies espinosas, tales como Prosopis julifora, Acacia farnesia y otras acacias. Estas se encuentran sobre las laderas protegidas del viento, como ya se ha indicado, y a ellas se añade también Arbutus sp.

3. A mayores alturas se encuentran alisos en las regiones más húmedas.

En las cuencas frescas, protegidas naturalmente contra el fuego y casi totalmente desprovistas de pinos, se halla una flora rica de latifoliadas: carpes, robles, tilos, etc. El clima frío y húmedo de estos valles, que no ven casi nunca el sol, es completamente diferente del de los pinares.

En las zonas bajas protegidas del viento, además de los árboles o arbustos ya mencionados, se encuentran cactus, y en las más altas Solanum madrense, Senecio salignus, Verbesina montanoifolia, Baccharis conferta a cuyo abrigo nace el abeto, y una leguminosa importante para la colonización del terreno denudado y la formación del microclima forestal: Lupinus hartwegii.

Como se ha dicho antes, cuanto mayor es la frecuencia de los fuegos, más se parece el bosque de pinos a un parque, con presencia de helechos como Pteridium aquilinum - lo que evidencia la acidez del suelo - y también gramíneas, algunos robles y una cubierta muerta muy reducida.

El suelo es tanto mejor cuanto menos abierto es el bosque. Si todos los demás elementos son iguales (clima, exposición y pendiente del terreno) los bosques mejor protegidos crecen sobre suelos pardos, ferro-alíticos pardos o, incluso, amarillos o sobre suelos negros en alturas apropiadas. Por el contrario, los bosques más afectados por los fuegos son los que cubren suelos ferro-alíticos rojos, a veces muy erosionados.

FIGURA 7. - Viejo bosque secundario, protegido parcialmente contra el fuego (Estado de Michoacán).

Distribución según los tipos de suelos:

Suelos rojos de tipo laterítico o ferro-alítico:

P. oocarpa, P. michoacana

Suelos negros de praderas o tipo chernozem:

Abies sp., P. rudis, P. hartwegii, Cupressus sp.

Suelos arenosos o rocosos:

P. Iumholtzii, P. duranguensis (en el centro de México), P.teacote

Suelos pardos forestales:

P. montezumae, P. pseudostrobus, P. tenuifolia, P. patula, P. duranguensis (en el norte), P.couperi

Sobre clareos:

P. leiophylla, P. pseudostrobus.

Genética

La clasificación actual de los principales géneros, especies y variedades de las coníferas mexicanas ha sido establecida por el Profesor Maximino Martínez, del Instituto de Biología de la Universidad de México. Tal clasificación se funda, para los pinos, en los caracteres de las agujas y de los conos, en la presencia o ausencia de alas en las semillas, y en la persistencia de la bráctea que envuelve el haz de hojas. El lector puede consultar dos libros fundamentales de este eminente botánico (8).

FIGURA 8. - Bosque virgen en el estado de Durango con Pinus ponderosa. Existe aquí un sotobosque bien formado.

N. T. Mirov (9), que ha estudiado la composición de la resina de los distintos pinos mexicanos, estima que existen seguramente todavía otras especies además de las indicadas por Martínez. Se ha observado que los pinos de la parte central y meridional del país presentan una mayor variabilidad en sus caracteres botánicos que los pinos del norte (estados de Durango y Chihuahua). La razón de ello no se conoce en forma precisa.

Las coníferas mexicanas, y sobre todo los pinos, presentan un enorme interés para los genetistas. Se ha hecho ya un cruzamiento en la estación de Placerville (California), entre P. Ponderosa y P. montezumae y se ha obtenido un híbrido interesante (9). En los bosques naturales se han observado los siguientes híbridos: Pinus montezumae × P. michoacana, P. montezumae × P. pseudostrobus, y existen seguramente muchos otros en las zonas de transición de los estados del centro (entre 1.500 y 2.000 metros de altura), en donde se pueden encontrar por lo menos seis o siete especies diferentes de pino sobre una misma hectárea de bosque.

Silvicultura

Los caracteres silvícolas de las coníferas mexicanas son muy parecidos a los de todos los demás pinos y abetos, y por tal razón sólo cabe anotar aquí algunas observaciones de tipo general.

Igual que ocurre con otros pinos, los pinos mexicanos son especies colonizadoras de luz que invaden los terrenos desnudos, los suelos minerales y los claros de los bosques. En los casos de bosques con sotobosque abundante relativamente protegidos contra los fuegos, existe una regeneración suficiente para asegurar su perpetuación. Esta es una circunstancia afortunada, porque no parece aconsejable el tratar los pinares por taladraras por razón del peligro que puede representar para el suelo un denudamiento repentino en un clima tropical.

Los abetos son especies que toleran la sombra y que realmente la exigen durante sus primeros años, pero parecen más adaptados a la luz que los de Europa y en este respecto se asemejan a los abetos mediterráneos. Se desarrollan en suelos desnudos, debajo de una cubierta arbustiva, tal como Baccharis conferta, o en los claros naturales o artificiales del bosque.

Los cipreses parecen presentar características análogas a las de los abetos.

CUADRO 4. - ENSAYO DE CLASIFICACIÓN DE LAS PRINCIPALES CONÍFERAS MEXICANAS DE ACUERDO A SUS EXIGENCIAS SEGÚN LA ALTURA Y TEMPERATURA

Tipo de clima

Temperatura media anual (°C.)

Altura aproximada (metros)

Especies

Tropical

más de 24°

debajo de 900 m. (excepcionalmente)

P. strobus var. chiapensis P. oocarpa *

Subtropical

de 19° a 24°

de 900 a 1.650 m

P. douglasiana (s), P. herrerai, P. lawsoni, P. leiophylla *, P. micoacana, P. montezumae, y var. P. oocarpa,* P. pringlei, P. pseudostrobus, P. strobus var. chiapensis, P. tenuifolia

Templado cálido

de 17° a 19°

de 1.650 a 2.000 m

P. douglasiana, P. herrerai, P. lawsoni, P. ayacahuite, P. ayacahuite var. veitchii, P. leiophylla, P. lumholtzii,* P. michoacana, y var., P. montezumae var. lindleyi, P. oocarpa, P. patula, P. pringlei, P. pseudostrobus, P. tenuifolia, P. teocote, Juniperus sp. * Taxodium mucronatum

Templado

de 10° a 17°

de 2.000 a 3.100 m.

P. arizonica,* P. ayacahuite var. brachyptera, P. cambroides,* P. chihuahuana,* P. duranguensis,* P. engelmanni,* P. flexilis, P. greggii,* P. hartwegii, P. leiophylla,* P. lumholtzii,* P. cooperi, P. michoacana y var. P. montezumae, P. nelsoni*, P. oocarpa var. trifoliata,* P. patata, P. pinceana,* P. pseudostrobus, P. rudis, T. teocote, Taxodium mucronatum, Juniperus sp. * desde 2400 - 3100 m. en terrenos fríos húmedos y orientados al norte: Abies sp., Pseudotsuga sp., y Cupressus sp.

Templado frío

menos de 10°

más de 3.100 m.

P. hartwegii, P. rudis

NOTA: El signo * indica que la especie puede adaptarse a la sequía, es decir a una precipitación anual inferior a 1.000 mm.

Composición de los rodales y volúmenes

Los bosques de coníferas de México son en general bosques irregulares desde el punto de vista de los diámetros de los árboles, así como de la edad. Esto es normal en los bosques vírgenes, mientras que en los bosques secundarios es el resultado de reglamentos impuestos a la explotación, que prohiben cortar más del 35 al 40 por ciento del volumen en pie. Los bosques nacidos sobre desmontes son seguramente regulares en lo que concierne a la edad, pero debido a la gran diferencia entre la intensidad de crecimiento de las especies e individuos, al cabo de algunos años toman el aspecto de fustales irregulares.

Los bosques de abetos y cipreses son siempre irregulares.

La estructura de casi todos los tipos de bosques de coníferas está representada en el gráfico de la Figura 9.

Los pinos y abetos pueden alcanzar diámetros de 1,20 metros (con corteza), y alturas de 50 metros. Sin embargo, en un bosque virgen los árboles más grandes llegan a una media de 80 centímetros de diámetro y su edad alcanza a los 300 años; en los bosques secundarios el máximo de la curva I está situado alrededor de los 40 - 50 centímetros de diámetro.

Los volúmenes de madera en pie son extremadamente variables. Alcanzan 600 m.3 por hectárea en bosques vírgenes, 300 m.3 en bosques secundarios ya explotados en las zonas centrales, y pueden llegar a menos de 50 m3. Se puede admitir como promedio para todo México 80 m.3 por hectárea, lo que aplicado a los 10 millones de hectáreas de coníferas que posee este país, permite estimar la riqueza actual de madera de coníferas en 800 millones de metros cúbicos en pie, de la cual el 95 por ciento corresponde a los pinos.

FIGURA 9. - Relación entre el volumen y el número de árboles de distintos diámetros.

CLAVA

I

Volumen

II

Número de árboles

Crecimiento

Casi todas las explotaciones comerciales se realizan todavía sobre bosques vírgenes. Sólo muy excepcionalmente se han efectuado cortas en bosques secundarios, si se exceptúan naturalmente las explotaciones no autorizadas efectuadas a menudo por la población agrícola para satisfacer sus necesidades domésticas.

Bosques vírgenes o viejos bosques secundarios

En los bosques vírgenes, el volumen en pie es elevado, el crecimiento es bajo - de 1 a 2 por ciento de acuerdo con el clima y el suelo - y existe un equilibrio entre el crecimiento y la mortalidad natural. En los bosques secundarios, donde se han sacado los árboles viejos, el crecimiento es del 3 al 5 por ciento de acuerdo con las estaciones y excede a las pérdidas naturales.

Bosques recientemente explotados

No se dispone apenas de datos sobre los bosques relativamente secos de los estados del norte que crecen más lentamente que los bosques de las zonas meridionales o centrales. En estas últimas zonas se han registrado los crecimientos siguientes en sectores de muestra:

Volumen en pie

Crecimiento

Observaciones

(m.3 por Ha.)

(Porcentaje)

107

6,40

Suelos negros o pardos

76

4,94

Suelos negros o pardos

168

3,34

Suelos negros o pardos

122

6,30

Suelos negros o pardos

137

2,92

clima: protegido del viento

149

3,90

clima: expuesto al viento

123

5,40

clima: expuesto al viento

137

2,90

suelos lateríticos rojos

96

4,25

suelos lateríticos rojos

89

2,40

suelos lateríticos rojos

Los datos mencionados se refieren a bosques donde dominan P. montezumae, P. tenuifolia, P. pseudostrobus, P. leiophylla, P. michoacana.

En un bosque de pinos de 127 Ha. del estado de Jalisco (latitud 19° N.) sobre suelos ferro-alíticos amarillos protegido contra los incendios, compuesto de P. douglasiana, P. oocarpa, P. michoacana, P. tenuifolia y en clima relativamente húmedo (1.500 mm. aproximadamente) se ha podido estudiar el efecto de una tala sobre el crecimiento obteniéndose los resultados siguientes:

CUADRO 5. - EFECTOS DE LA TALA SOBRE EL CRECIMIENTO


Antes de la tala

Después de la tala

10 años después de la tala

Volumen en pie, metros cúbicos

127

86

176

Crecimiento, porcentaje

4,4

 

7,6

La corta de los ejemplares mayores de 45 centímetros de diámetro tuvo indudablemente un efecto beneficioso sobre el resto de la masa. Estos resultados han sido confirmados en otros bosques con muchas medidas hechas con el barreno de Pressler por los autores de este estudio. Se puede decir, por tanto, que los pinos de México que crecen al sur de los 19° de latitud, en condiciones relativamente favorables y sometidos a una silvicultura elemental, pueden crecer a una tasa muy elevada. No se tienen datos precisos referentes a los pinos de climas más fríos y más secos de los estados del norte de México aunque tienen mucho menos interés para su uso como especies introducidas que los de las regiones central y meridional.

Plantaciones artificiales

México

Debido a las reservas de bosques vírgenes o secundarios de pino que todavía existen en México, a la facilidad con que el pino se regenera naturalmente después del corte y en fin a las dificultades existentes para lograr buenas plantaciones a causa de lo prolongado de la estación seca, la plantación artificial de pinos u otras coníferas mexicanas en el propio país ha sido muy escasa. Se cree que la superficie total plantada en conjunto no pasa de 500 hectáreas.

La plantación más interesante se encuentra al oeste de la capital de México en el Desierto de los Leones. La altura y el clima de esta estación han sido ya indicados en un cuadro anterior y corresponden a la curva IV de la Figura 5. Las condiciones en este caso son favorables al bosque; los suelos son profundos y de buena calidad y se aproximan a los suelos pardos forestales. Alrededor de 150 hectáreas se han plantado en un terreno cubierto anteriormente de bosque y posteriormente denudado. Las plantaciones fueron empezadas en el año 1920 con Pinus patula y P. montezumae. En la época de plantar, existían vestigios de un bosque natural de abeto. En la actualidad, al cabo de 38 años, y no obstante numerosas cortas existe un promedio de madera en pie por hectárea de 170 metros cúbicos de abeto y de 260 metros cúbicos de pino, con una tasa de crecimiento anual del 6 por ciento (10,5 metros cúbicos por hectárea) y del 9 por ciento (23,5 metros cúbicas) respectivamente. La plantación se realizó con plantas de un año, aproximadamente, repicadas de vivero y plantadas a raíz desnuda.

Otros países

Los pinos y los cipreses mexicanos han sido plantados en pequeña escala en todas las partes del mundo (véase Unasylva, Vol. 12, N° 3, pág. 122). En la Unión Sudafricana se han efectuado plantaciones de estas especies en gran escala. El clima y altura son bastante parecidos a los de México.

En Africa del Sur existen extensas plantaciones (1, 6, 7, 12, 14) de Pinus patula y algunas de P. pseudostrobus, P. leiophylla y Cupressus lindleyi. Los forestales sudafricanos hubieran preferido fomentar el empleo de P. pseudostrobus cuya madera es de mejor calidad, pero dada la dificultad de obtener semillas han desarrollado P. patula cuya semilla se obtiene en las plantaciones ya existentes en el país.

Las semillas se siembran en almácigos y se replantan en viveros. Se plantan a raíz desnuda a distancias de 2 × 2 m. a 2,75 × 2,75 m. sobre terreno previamente desmontado y trabajado, practicándose podas y raleos. Los rendimientos obtenidos en plantaciones de 30 años de edad son excelentes: de 10 a 22 metros cúbicos como promedio por hectárea y por año. El crecimiento medio anual en diámetro pasa de 1 centímetro y el crecimiento en altura de 1 metro. En condiciones favorables se llega también a un incremento medio de 32 metros cúbicos por hectárea y por año.

En Madagascar (16), los rendimientos de P. patula son excelentes. Los métodos de plantación son parecidos a los aplicados en Africa del Sur con la sola diferencia de que antes de plantar se envuelven las raíces en una mezcla de arcilla y de estiércol.

Conclusiones

Estas cifras muestran que, por lo menos para dos especies de pinos mexicanos, se pueden obtener resultados notables. Los rendimientos de los bosques naturales en el propio país de origen obtenidos sin ningún tratamiento silvícola especial, a excepción de la protección contra el fuego, indican que también otras especies pueden desarrollarse igualmente bien. Las coníferas ofrecen por tanto perspectivas favorables para su introducción en regiones de condiciones semejantes.

CUADRO 6 - NECESIDADES CLIMÁTICAS DE P. PATULA



Area

Latitud

Temperatura media anual

Precipitaciones anuales

Grados centígrados

Milímetros

1.

Area de distribución de P. patula en México

19°N.

12 a 20

1000 a 2000

2.

a) Plantaciones de P. patula en Africa del Sur

23 a 29°S.

13 a 22,5

700 a 1900


b) en Madagascar

21°S.

16,2

1739

Patología

Sorprende que los bosques de pinos de México, que tan frecuentemente son afectados por los fuegos y por la resinación excesiva no sean más atacados por los parásitos y por las enfermedades. Existen evidentemente muchos parásitos animales o vegetales nocivos en potencia, pero parece que uno solamente es verdaderamente dañino. Se trata de un Dendroctonus cuya larva excava galerías en la albura que provocan la muerte del árbol. Ataca sobre todo a P. leiophylla y algunas veces a P. montezumae pero los ataques a otras especies son raros. Algunas veces puede ser seguido asimismo por un Ips (10) que es sin embargo un agente secundario. Los daños, que en general no afectan más que a algunas hectáreas son debidos ante todo a la sequía, a la insolación o a un clareo intensos, a los incendios, o, en otras palabras, a todas las causas externas que debilitan los árboles y afectan sus condiciones de crecimiento (15). Se sabe, en efecto, que el árbol atacado puede llegar a eliminar la larva si es capaz de secretar suficiente cantidad de resina.

Existen métodos preventivos, pero una vez que los ataques se han iniciado, el solo método curativo consiste en abatir los árboles dañados y quemar cuidadosamente todos los residuos.

Los defoliadores de la familia de los Lasiocampides presentan caracteres mucho menos graves: entre ellos figuran Coloradia pandora al norte del país y Neodiprion sp. en la región central (11).

Tecnología

Parece ser que todavía no se ha hecho ningún estudio sistemático de las propiedades mecánicas de las maderas de coníferas de México. Por lo que respecta a la densidad se pueden dividir los pinos en dos clases generales:

1. Los más livianos como P. engelmanni, P. duranguensis, P. montezumae, P. pseudostrobus, P. tenuifolia, P. patata, y Cupressus spp. cuyo peso específico es inferior a 0,45. Se asemejan al grupo americano de P. ponderosa y son apropiados para la fabricación de tabiques y molduras, construcciones livianas, embalajes y, en general, para todos los usos donde la resistencia no es un factor primordial.

2. Las especies más pesadas, cuyo peso específico sobrepasa 0,45 y a veces 0,50 (algunas de ellas no son flotantes) entre las que figuran Pinus oocarpa, P. michoacana, P. lawsoni. Son de tipo subtropical y se avecinan a los «pitch-pines» del sur de los Estados Unidos, y son útiles para la construcción pesada y liviana, trabajos portuarios, fabricación de entarimados y, en general, para todos aquellos usos donde la resistencia es un factor importante.

Los estudios tecnológicos efectuados en Africa del Sur (12) sobre la madera proveniente de las plantaciones de pinos mexicanos parecen confirmar los resultados anteriores.

En lo que respecta a la calidad de la madera se puede decir que, en general salvo para algunas especies como P. oocarpa y P. leiophylla en rodales relativamente densos, los árboles se podan bien naturalmente, y no es raro obtener un 20 por ciento de madera de aserrío sin defectos proveniente de trozas de más de 50 cm. de diámetro. Muchas especies se utilizan para la fabricación de chapas: P. engelmanni, P. duranguensis, P. pseudostrobus, P. tenuifolia.

Parece, por lo tanto, que los pinos mexicanos ofrecen una gama de calidades tecnológicas que los hace aptos para los usos más variados, aunque todavía es preciso investigar más sus propiedades. Para su introducción como especies exóticas podrían ser seleccionadas las especies más convenientes para las aplicaciones finales que se proyecte obtener.

Se dispone, afortunadamente, de más datos sobre la utilización de los pinos y abetos mexicanos para la fabricación de pulpa al sulfato, de pasta mecánica, de papel kraft y de papel de diario.

Cuatro fábricas distribuidas poco más o menos en todas las zonas de coníferas fabrican pasta química y papel kraft con mezcla de pinos y una pequeña proporción de cipreses mexicanos. Se utilizan los pinos más corrientes y los productos presentan cualidades iguales por lo menos a las de los productos importados.

FIGURA 10. - Vista que muestra la forma de aprovechamiento de la tierra en la topografía de la región central de México. Las montañas están cubiertas de bosques y los valles están cultivados (Estado de Michoacán).

Un estudio inédito (13) ha demostrado que la pasta mecánica y el papel de diario preparado de pinos (con 15 a 20 por ciento de pasta de pino semiblanqueada) presentan las mismas características que los productos equivalentes preparados con los pinos del sur de los Estados Unidos, donde existen cuatro grandes fábricas de papel de diario. En el mismo México se ha construído una fábrica de papel de diario que ya está funcionando y otra está en proyecto. Estas utilizarán más de 15 pinos diferentes que han sido anteriormente ensayados con éxito en los laboratorios y en las fábricas.

Otra de las aplicaciones importantes de los pinos de México es la producción de resina en los estados de Michoacán, Jalisco y México. Se utilizan los simplificados procesos franceses de resinación y la producción anual pasa de 33.000 toneladas de resinas. Las especies más productivas son P. leiophylla P. lawsoni, P. pringlei, P. teocote, P. michoacana, P. oocarpa, todas ellas de carácter subtropical. Cada árbol produce de 1 a 4 Kg. de resina al año y la cosecha por árbol es tanto más abundante cuando más cálido es el clima y más abierto el bosque.

Lo mismo que en el sur de los Estados Unidos, se destilan las cepas de algunos tipos de pinos subtropicales para producir aceite de pino (pine oil). En la región central se acaba de construir una fábrica para destilar estas cepas.

Posibilidades de recolección y exportación de semillas

Los pinos mexicanos fueron introducidos en Africa del Sur a finales del siglo pasado. Desde principios de este siglo muchos países han ensayado diferentes coníferas mexicanas a base de semillas enviadas desde México. Sin embargo, el suministro de éstas era en general insuficiente y además de calidad poco satisfactoria. A menudo las semillas recibidas eran de una especie distinta de la indicada en las etiquetas.

Por este motivo, el Departamento Forestal de la Unión Sudafricana envió a México en 1947/48 al Sr. E.E.M. Loock, autor del libro «Los pinos de México y Honduras Británica» (The Pines of Mexico and British Honduras) (7), para cosechar semillas cuya identificación no ofreciera alguna duda. A costa de muchas dificultades Loock pudo cosechar en un año 158 Kg. de semillas, especialmente de P. pseudostrobus.

Desde esta época, las compañías u organizaciones mexicanas y, a partir de 1951, los funcionarios de la FAO que han trabajado en México, sólo han podido atender en forma muy limitada las peticiones de semillas que recibían. No existe ninguna organización comercial para la recolección de semillas de pino o de coníferas en general; algunas empresas forestales cosechan semillas de pinos y de abetos para efectuar sus propias plantaciones limitadas, pero, por lo general, no se trata de las especies solicitadas por otros países.

Los autores de este artículo, con motivo de un inventario forestal realizado sobre 300.000 hectáreas de bosque de coníferas del estado de Michoacán (véase Unasylva, Vol. 12, N°. 2), empezaron a organizar en 1953 en escala modesta la cosecha y envío al extranjero de semillas certificadas. Durante los cuatro últimos años se han podido enviar anualmente alrededor de 40 a 50 Kg. de semillas a distintos países, entre los que figuran las Rhodesias, Tanganyika, Camerún, Madagascar, Nyasalandia, Colombia, Paraguay, Nueva Zelandia, Australia y el Congo Belga. Las especies que se han enviado con más frecuencia, aunque no las más solicitadas, tuvieron que limitarse a aquellas que se encontraban allí donde se efectuaba el inventario forestal es decir: P. pseudostrobus, P. tenuifolia, P. oocarpa, P. michoacana y P. montezumae. Hasta la fecha no se ha recibido ninguna queja.

Por el momento es difícil ampliar esta actividad por falta de tiempo, de capital y de medios. Para satisfacer todas las demandas y garantizar el origen y calidad de las semillas es indispensable una organización especial que cuente con medios necesarios por las razones siguientes:

1. La multiplicidad de las especies, variedades o razas que exige una vigilancia directa de la cosecha;

2. La dispersión de las zonas de la cosecha y su poca accesibilidad. Estas zonas están diseminadas en una distancia de más de 2.000 Km. de norte a sur y 600 Km. de este a oeste, lo que exige gran cantidad de viajes.

3. La gran variedad de condiciones ecológicas en distancias relativamente breves.

4. La irregularidad de la fructificación. Se estima que por cada especie hay una buena fructificación cada 5 años. Esto obliga a disponer de una instalación conveniente, no solamente para extraer las semillas y limpiarlas, sino también para conservarlas en cámara fría en las debidas condiciones.

Se tiene la esperanza de que en los próximos años será posible encontrar los recursos precisos para establecer esta organización.

Bibliografía

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LOOCK, E. E. M.: The Pines of Mexico and British Honduras Bull. 35, Union of South Africa, Department of Forestry, 1950.

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MARTÍNEZ, PROFESOR MAXIMINO: Las pináceas mexicanas, Secretaría de Agricultura y Ganadería, México, 1953.

MIROV, N. T.: Carta personal de 25 de noviembre de 1957.

MIROV, N. T.: «Composición de las trementinas de los pinos mexicanos», Unasylva, Vol. 8, N° 4, 1954; también manuscrito inédito sobre los pinos mexicanos.

PERRY, J. P. JNR: «Especies de escarabajos de la corteza del pino en México Central», Unasylva, Vol. 5, N° 4.

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VAN HOUTTE, JUAN: «Detalles sobresalientes de las reforestaciones en Sudáfrica», Revista forestal argentina, Año I, N° 2, Buenos Aires, 1957.

VERDUZCO GUTIÉRREZ, JOSÉ: Algunos aspectos del problema de sanidad forestal en México, Tesis profesional, México, 1952.

VIGNAL, P: «Les reboisements en Pinus patula de la Haute Matsiatra», Bois et Forêts des Tropiques, N° 45, enero - febrero, 1956.

PROXIMAS REUNIONES

1960
Quinto Congreso Forestal Mundial, Seattle, Wáshington, Estados Unidos de América - 25 agosto - 16 septiembre
Secretario ejecutivo: Dr. I. T. Haig, Executive Secretary, Organizing Committee, Fifth World Forestry Congress, Department of State, Washington 25, D.C.
Conferencia del Lejano Oriente sobre la Pasta y el Papel, Tokio, Japón - Octubre o noviembre
Comisión Forestal para Asia y el Pacífico, India - Febrero
Comisión Forestal Latinoamericana - Septiembre u octubre
Comisión Forestal para el Cercano Oriente - Noviembre o diciembre
1961
Segunda Conferencia Mundial del Eucalipto, Brasil
Consulta Internacional sobre Tableros Contrachapeados
Comisión Forestal Europea


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