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Desarrollo de mercados para los productos forestales: Necesidades y técnicas


por E. BRYAN LATHAM
Comisión Forestal, Reino Unido¹

(¹ Documento presentado al Quinto Congreso Forestal Mundial.)

LA venta y aprovechamiento de productos forestales no constituyen, como todos sabemos, el objetivo final de los montes y la silvicultura. Los montes son necesarios a la humanidad por muchas razones entre ellas, para impedir la erosión del suelo, para regular el régimen de lluvias, para servir de fajas protectoras, y no es uno de los motivos menores el de satisfacer el sentido de belleza y bienestar del hombre. Sin embargo, en nuestra época, en que la economía desempeña un papel tan prominente en todos los asuntos, en muchos sectores se espera que los montes y los servicios forestales compensen lo que cuestan. Los presupuestos de silvicultura son continuamente revisados por los auditores oficiales. En consecuencia, la venta y el aprovechamiento satisfactorio de los productos forestales se convierte en una de las tareas principales de la ordenación de montes.

Considero que debería empezar con una definición del término « productos forestales » con arreglo a mi punto de vista. Para los fines de este trabajo, incluyo en este término las trozas para aserrío y las trozas para chapas, los tableros duros, los tableros aislantes, los tableros de partículas, la madera para pasta (ya sea mecánica, al sulfito o al sulfato), los puntales para minas y demás maderas de minería, la madera para cercas y la destinada a otros fines agrícolas generales. De otros productos forestales que no sean los que da el tronco mismo del árbol, tales como frutos, nueces, aceites, etc., dejo que se ocupen los expertos correspondientes. Su Comité me señaló un cometido muy amplio y a fin de reducir el tema a proporciones tratables en un solo estudio, me propongo tratar sólo brevemente de las especies coníferas, las cuales en su mayoría tienen ya un mercado establecido, pasar a ocuparme luego de la comercialización de las frondosas, cuestión mucho más complicada, especialmente en cuanto a las especies tropicales, y por último estudiar el amplio mercado que incluye, entre otros productos, la madera contrachapeada, los tableros duros, los tableros aislantes, los tableros de partículas y la pasta.

Las especies coníferas son, en general, muy apreciadas y están bien arraigadas en el mercado. En comparación con las frondosas, las coníferas son relativamente pocas; los grandes bosques de coníferas del mundo son muy conocidos y la mayoría de ellos están ya inventariados y evaluados con bastante exactitud. En realidad, una proporción bastante grande de la producción mundial de maderas blandas se obtiene actualmente de bosques regenerados o de plantaciones. El pino de Alaska, procedente de la Columbia Británica, y el pino de Paraná, procedente del Brasil, figuran entre las últimas maderas blandas que han aparecido en el mercado internacional, y el pino rojo de China (Pinus koraiensis), que ha llegado a Londres en pequeñas cantidades, puede quizás resultar una de las maderas nuevas de verdadero interés. Dos problemas se presentan a los países productores en gran escala de maderas blandas. El primero, la cuestión de la integración de todos sus productos madereros y, el segundo, la buena venta de las maderas de plantación y de especies exóticas, es decir, de coníferas cultivadas fuera de su habitat original. Con respecto al primero, algunos de estos países productores de maderas blandas han adelantado mucho en cuanto al pleno aprovechamiento de los árboles en pie. Ejemplos notables son los Estados Unidos, el Canadá y Suecia. Este último país depende de los productos forestales para mantener una parte muy grande de su economía nacional, y cuenta con grandes empresas integradas, que producen madera aserrada, tablas y tablones, tableros duros, tableros de partículas y pasta y que prosperan cada vez más. En esta esfera puede afirmarse que los problemas de una comercialización satisfactoria se hallan en manos de expertos comerciales que conocen muy bien lo que hay que hacer tanto para conservar los mercados ya conseguidos como para seguir ampliándolos.

El segundo problema presenta aspectos más complejos. La madera de coníferas exóticas u obtenido en plantaciones, debe hallar nuevo mercado o, en algunos casos, irrumpir en un mercado a expensas de las importaciones de ultramar. La madera de coníferas exóticas puede presentar calidades que difieren de las de idéntica especie en su habitat de origen, y es urgente proceder a investigaciones forestales sobre estos problemas. Ellos afectan en modo particular al Reino Unido ya que en este país aparte de la considerable actividad de los propietarios de bosques privados, la Comisión Forestal Británica posee 500.000 Ha. (1.250.000 acres) de montes, en su mayor parte plantaciones nuevas de coníferas. El Laboratorio de Investigación sobre Productos Forestales de Princes Risborough en Buckinghamshire, lleva a cabo, por cuenta de la Comisión, un programa de investigaciones muy bien concebido. Es pertinente rendir aquí el merecido tributo a la labor de los laboratorios de investigaciones forestales de todo el mundo, y hacer constar el estímulo que han recibido de sus respectivos gobiernos. En la Unión Sudafricana, Australia y Nueva Zelandia, se han logrado resultados notables en el establecimiento de mercados para las maderas de coníferas exóticas.

Sin embargo, quizás sea en el fomento de la utilización de especies frondosas donde los laboratorios de investigación sobre productos forestales están llamados a desempeñar un papel primordial. Estos laboratorios pueden contribuir a estimar el valor mercantil de especies nuevas proporcionando datos exactos acerca de su estructura científica, textura y facilidad de labra. Pueden asimismo encontrar modos inéditos de utilizar especies nuevas ensayándolas en cuanto a las exigencias especiales de los distintos consumidores. Por ejemplo, se sabe que de maderas no apropiadas para aserrío se obtienen excelentes chapas. De esto tenemos un ejemplo típico en el okumé. Se ha comprobado que otras maderas son resistentes a los ácidos en relación con el empleo de productos químicos. Sin embargo debo recordar que mucho antes de que hubiera laboratorios de investigaciones sobre productos forestales, ya se había comprobado que la encina era la madera más apropiada para la fabricación de barricas para vino.

Tiene, no obstante, que haber una colaboración estrecha entre los laboratorios de investigación sobre productos forestales y los intereses comerciales para que puedan aprovecharse plenamente los resultados de las investigaciones en beneficio de la comunidad. Hay que reconocer con toda franqueza, que la introducción de nuevas maderas en los mercados internacionales no se debe exclusivamente a la investigación científica. En realidad, en muchos casos esta introducción ha sido fortuita o se ha producido como resultado de grandes acontecimientos históricos fuera del alcance del comercio corriente.

La gran expansión de la producción de madera aserrada en los Estados Unidos en la última mitad del siglo XIX se debió a la enorme y creciente demanda de un material que permitía a la población construir rápidamente sus casas y muebles a medida que progresaba en su marcha hacia el Oeste desde la costa del Atlántico. Una tras otra se iban introduciendo en el mercado nuevas especies en cuanto se comprobaba que reunían las calidades exigidas por una demanda cada vez mayor. Más tarde la ingente producción nacional de los Estados Unidos de América se volcó sobre los mercados consumidores internacionales. En lo que se refiere a otro continente, es sumamente dudoso que la gran expansión de las maderas del Africa Occidental, que hoy día tienden a desalojar a las frondosas estadounidenses de la Europa Occidental, se hubiera producido o, en todo caso, tan rápidamente sin la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias perturbadoras sobre los mercados y las divisas. El estudio de esta gran expansión de la producción maderera en los territorios del Africa Occidental y el buen éxito con que logró y mantuvo sus mercados serán indudablemente de gran valor para los economistas que lo acometan. El impulso original se debió, desde luego, al hecho de que los grandes mercados consumidores se encontraron de pronto cortados con sus fuentes de abastecimiento habituales desde varias generaciones. Sin ese estímulo es muy problemático que se hubieran podido encontrar los mercados o, al menos, tan rápidamente para una tal cantidad de especies del Africa Occidental. El « ramio » es otro ejemplo de una madera poco conocida en el comercio antes de la Segunda Guerra Mundial, pero que ahora ha conseguido mercados considerables, especialmente en el Reino Unido y Australia.

La breve exposición anterior de lo que sucedió en el Africa Occidental suscita la cuestión de si algún día no se producirá un cambio semejante en el comercio mundial, que esperamos no sea por haber estallado otra guerra, capaz de rendir el mismo servicio a los inmensos bosques de frondosas de América del Sur, especialmente los de las cuencas del Amazonas y el Orinoco. Parece incluso como si en muchos casos las maderas de frondosas, salvo para su empleo en investigaciones sobre técnicas de mercado, tengan que esperar a que se presente una concatenación apropiada de circunstancias para que puedan abrirse paso en los mercados internacionales. Los fletes, costos de extracción, costos de manufactura, derechos, etc., pueden diferir enormemente en distintas partes del globo. Por ejemplo, las caobas del Africa Oriental y las del Africa Occidental son de calidades bastante análogas, pero por lo que respecta al mercado del Reino Unido, las de la última región tienen la desventaja de un viaje marítimo más largo.

Por otra parte, algunas maderas pueden gozar de un buen mercado local pero ser precaria su situación en los mercados internacionales. Se observó un caso de éstos en el Reino Unido inmediatamente después de terminada la Segunda Guerra Mundial. En este país, hasta 1953, debido, entre otras cosas, a dificultades de divisas, el gobierno fiscalizaba estrictamente, mediante un sistema de licencias, el uso de la madera. Pero en 1946, la Junta de Comercio de Gran Bretaña elaboró un plan, conocido como Ordenanza sobre adquisición de frondosas en ultramar, Parte III, con arreglo al cual se permitió a las empresas privadas importar y vender libremente maderas de frondosas procedentes de determinados territorios. En el año de mayor auge, se introdujeron en el Reino Unido, y se consumieron fácilmente no menos de 350 especies de frondosas. Encontraron temporalmente un mercado remunerativo frondosas tales como freijó, jequitiba y louro vermelho del Brasil; raulí, laurel y coigüe de Chile; amarillo, Fernán Sánchez y roble de Ecuador; y chan, katon y halda de Siam. Sin embargo, cuando el Gobierno de Gran Bretaña permitió otra vez el consumo libre de maderas blandas en 1951, casi inmediatamente muchas de las citadas frondosas quedaron desplazadas del mercado. De las 350 maderas antes mencionadas, es dudoso que ni siquiera la mitad cuente hoy día con un lugar seguro en el mercado consumidor del Reino Unido.

Esto nos lleva a una cuestión vital: la manera como los gobiernos y los departamentos de montes pueden, con asistencia de los laboratorios de investigaciones sobre productos forestales, ayudar a las industrias madereras de sus países. Una es permitiendo una investigación más a fondo de las propiedades de las frondosas conocidas, de modo que algunas maderas puedan ocupar lugares más elevados en la lista de las que se aprovechan con más éxito. Un ejemplo notable de una madera que ha subido así de categoría es el ramio. También se observa que, tanto en los países consumidores como en los productores, se ha efectuado una ingente labor de investigación forestal. De modo que debemos suponer que el consumidor, por su parte, está continuamente inquiriendo acerca de la calidad y la conveniencia de las distintas especies de madera.

Casi parece como si la introducción con éxito de nuevas especies de frondosas en el mercado internacional dependiera en gran parte de la iniciativa privada: una empresa particular aprovecha un momento favorable para ampliar el mercado de una especie de madera que tradicionalmente tenía sólo aprovechamiento local. Hasta ahora son muy escasas las pruebas de que la aplicación deliberada de algún procedimiento comercial haya producido como resultado inmediato una expansión del mercado de determinada madera. Una vez que una madera ha conseguido una situación en el mercado internacional, es indudable que los gobiernos pueden ayudar, o echar a perder, sus probabilidades de sobrevivir. Elevando a niveles excesivos los impuestos o aplicando derechos de exportación exorbitantes a una madera que temporalmente se coloca con éxito, se corre siempre el peligro de matar la gallina de los huevos de oro.

Llegamos ahora a otro aspecto de la comercialización de las maderas de frondosas fuera de los grandes mercados internacionales. Me refiero a la gran oportunidad para colocar localmente las maderas de las regiones subdesarrolladas de Africa, Asia y América del Sur. En muchos casos viven poblaciones nutridas y con niveles bajos de vida en la proximidad de grandes territorios boscosos a los cuales los habitantes locales recurren por el momento muy poco para su consumo. Por ejemplo, en la última estadística anual pueden verse las siguientes amplias diferencias en el consumo de madera aserrada por cada 1.000 habitantes: Europa, 155 m.³; U.R.S.S., 390 m.³; América del Norte, 515 m³; Africa, 15 m.³ y Asia, 35 m.³ Estas cifras hablan por sí solas. Pero afortunada e inevitablemente, la demanda local de madera aumentará con el nivel de vida; en consecuencia, son de esperarse ventas locales mayores. Sin embargo, se necesita efectuar estudios e investigaciones bien equilibrados en cuanto a los productos forestales, a fin de determinar cuáles maderas tienen mayor valor dentro de los territorios nacionales y cuáles continuarán siendo las principales apartadoras de entradas a través del comercio de exportación. Por ejemplo, en Africa muchas frondosas tienen salida asegurada en su lugar de origen porque poseen propiedades de resistencia a los insectos; en cambio, dichas maderas no tienen valor para la exportación, dada su dureza y poso. En una serie de territorios africanos y asiáticos ya se han efectuado numerosos trabajos de investigación forestal para determinar todo esto, pero aún se necesita realizar mucho más.

Un ejemplo notable es la labor de investigación llevada a cabo en Malaya, donde es típico que el experto forestal tenga que escoger entre varios cientos de especies distintas de frondosas, cuáles de ellas debe alentar y cuáles suprimir. La primera medida adoptada en Malaya fue repartir las frondosas en tres grupos, a saber: pesadas, medianas y ligeras. Casi inmediatamente se decidió mantener en los montes muy pocas frondosas pesadas, ya que éstas requerían por lo menos ciento cincuenta años para alcanzar la madurez y, en las circunstancias actuales, sus mercados son inciertos. Se vio, por el contrario, que algunas maderas duras medianas, cultivadas comercialmente, tales como el keruing, podían ser impregnadas con éxito de preservadores y, en consecuencia, servir para traviesas de ferrocarril y otros usos análogos. Todavía hubo que hacer gran cantidad de trabajos y pruebas para determinar cuáles serían las frondosas medianas y ligeras más convenientes, cuyo cultivo había que estimular en los rodales. Teniendo en cuenta que la durabilidad podía compensarse con la facilidad de impregnación, se convino en que dos de las características más importantes requeridas en una madera comercial eran la capacidad para « mantenerse firme » sin alteración o distorsión, y la facilidad, en esta época de producción en masa, para ser trabajada con herramientas mecánicas. En cuanto a las frondosas blandas, se estimó que habría que eliminar en lo posible aquellas susceptibles de ser atacadas por los insectos. Se puede argüir que los insecticidas modernos han contribuído mucho a eliminar tal peligro; pero hay que admitir que se trata de procedimientos caros que aumentan el costo de producción. Hemos expuesto así un ejemplo típico de lo que los expertos forestales han tenido que resolver en Malaya respecto al problema de cuáles son las especies que conviene cultivar en sus bosques desde el punto de vista de su valor definitivo en el mercado.

Un elemento importante para la feliz comercialización de nuevas especies es el establecimiento y mantenimiento de reglas de clasificación viables. Ejemplos importantes del éxito obtenido en este aspecto son la comercialización de la madera de ramio y la de haya danesa. En la actualidad son dos los principales grupos de clasificación de maderas, a saber, el sistema basado en la teoría de la obtención de un número máximo de « cortes limpios » de cualquier tabla dada, y en segundo lugar, los sistemas basados en el aspecto que se fundan en el número de defectos que se permiten en una tabla dada. El sistema de clasificación por « número de cortes limpios » fue inventado por productores estadounidenses de madera, en cuyo país tiene gran aceptación y parece que satisface al consumidor. En el mercado del Reino Unido, en cambio, no ha tenido tan buena acogida y tal vez sea éste uno de los motivos por los cuales las maderas del Africa Occidental continúan manteniendo su posición en la Gran Bretaña. Estas últimas maderas se clasifican todavía, sobre todo, por su aspecto, y muchos consumidores consideran que este sistema les da una mejor oportunidad para sacar el mayor provecho económico de cada pieza cuando tienen que reaserrarla para su empleo último. La clasificación por esfuerzo admisible, introducida también en Norteamérica, es un sistema nuevo que trata de clasificar la madera sobre la base de su resistencia, de modo que se puedan medir exactamente las tensiones que determinada pieza de madera de construcción puede resistir. Si la madera ha de mantener su posición en el mercado de la construcción frente al acero y al cemento armado, habrá que hacer mucho más para ampliar la producción y comercialización de maderas clasificadas por esfuerzo admisible, sobre todo respecto a las maderas blandas. Además, los mismos técnicos forestales pueden ejercer una gran influencia sobre el aprovechamiento remunerativo de sus maderas según cuáles sean los métodos de silvicultura que escojan, ya sean turnos de 100 años, ciclos de corta u otras normas silvícolas. Debe subrayarse nuevamente que para una comercialización satisfactoria y continua de la madera deben aplicarse políticas forestales estables; en caso contrario, no podrán atraerse a los territorios tropicales los cuantiosos capitales necesarios para establecer aserraderos, fábricas de contrachapeados, tableros duros, tableros de partículas, y papeleras. Desgraciadamente por el momento, en contraste con las antiguas industrias productoras de madera de Europa, Estados Unidos y Canadá, en los bosques tropicales hay que dejar sin utilizar una enorme proporción del árbol o desperdiciarla en el aserradero. El problema aquí es proveer las técnicas industriales y los capitales necesarios para obtener productos, tales como tableros duros, tableros de partículas y pasta para papel. A este respecto, la Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO está contribuyendo con la realización de una serie de estudios relativos a la posibilidad de instalar fábricas pequeñas a fin de convertir los productos de desecho de las frondosas tropicales en tableros y pasta.

Esto nos conduce a los problemas de comercialización de ciertos productos forestales, tales como madera contrachapeada, tableros duros, tableros aislantes, tableros de partículas y pasta. También en este sector debemos comprobar como antecedentes generales la formación provisional de mercados a partir de experimentos en escala reducida. Es un hecho histórico que desde los días de Julio César hasta finales del siglo XIX no hubo cambios fundamentales en los métodos con arreglo a los cuales se aprovechó la madera para beneficio del consumidor. Nuevas maderas fueron introducidas en el mercado, nuevas herramientas y máquinas inventadas, pero la madera se seguía empleando esencialmente en la misma manera tradicional. Las cosas cambiaron con la invención del desenrollado y la fabricación en gran escala de madera contrachapeada a principios del siglo XX. Ahora que se tienen los tableros duros, los tableros para tabiques, y los tableros de partículas ¿quién puede predecir en cuántas formas distintas se aprovechará la madera dentro de cien años? Sólo cuando surgieron los tableros duros, los tableros aislantes y los tableros para tabiques, una organización llamada F.I.D.O.R. (Fibra Building Board Development Organization, Londres) emprendió una campaña planeada deliberadamente para lanzar nuevos productos al mercado. Esta organización que fue creada en 1953, y se sostiene mediante contribuciones voluntarias, continúa rindiendo servicios valiosos a sus miembros. Según se mencionó antes, la madera contrachapeada fue el primer material que se apartó del empleo tradicional de la madera. Se puede afirmar sin reparo que ganó su mercado más por los experimentos de consumidores emprendedores que por cualquier acción concertada de los fabricantes. Ahora, sin embargo, existen diversas asociaciones dedicadas, tanto a defender la madera contrachapeada contra nuevos productos, como a asegurar una proporción aún mayor del mercado internacional existente para sus propios productos nacionales. Por ejemplo, la Asociación de Fabricantes de Madera Contrachapeada de la Columbia Británica (P.M.B.C.), lleva ya algún tiempo realizando un programa activo de comercialización por cuenta de los productores de madera contrachapeada de esa región. Han conseguido resultados satisfactorios con sus esfuerzos, ya que en 1959 las ventas en el Reino Unido de contrachapeados de abeto Douglas superaron en un 50 por ciento la cifra de 1958. Una organización estadounidense que opera también en la Costa del Pacífico, a saber, la Douglas Fir Plywood Association, gastó 5.000.000 de dólares para promover sus ventas en 1959. Actualmente la Asociación Finlandesa de la Industria de la Madera Contrachapeada está proyectando el fomento en el Reino Unido de las ventas de contrachapeados de abedul finlandés. Incluso la National Lamber Manufacturers' Association de los Estados Unidos, que solía estar tan segura del valor competitivo de la madera aserrada estadounidense, está ahora proyectando una campaña de comercialización conocida como Marketing unlimited. Se estima que esta campaña de promoción de ventas costará 12.500.000 dólares al año, y que se financiará principalmente mediante la contribución de un dólar por cada mil pies de productos de los fabricantes de madera que apoyan el programa. Este programa cuenta con el apoyo de toda la prensa maderera de los Estados Unidos de América. Se observará que, prácticamente, todos los programas relativos a productos de madera expuestos antes tienen esto en común: se proponen ya sea defender sus mercados contra sucedáneos recién introducidos, o asegurar una parte mayor del mercado existente a sus propios productos.

Parecería, por consiguiente, que tanto el forestal como el comerciante en madera deberían tener un propósito común: comercializar los productos de madera en las formas más económicas y atractivas, de modo que pudieran hacer frente a la competencia de otros materiales y productos. Se debe tratar de conseguir esto en todas las operaciones, inclusive cuidados culturales, elaboración, embarque, comercialización y distribución. El técnico forestal puede desempeñar su parte elaborando una política forestal equilibrada que haga que sus árboles lleguen al mercado en su estado óptimo, e igualmente decidiendo cuáles especies deben fomentarse y cuáles suprimirse. Además, el técnico forestal debe tener en cuenta que una elaboración moderna satisfactoria, ya sea como madera aserrada u otros productos, exige grandes gastos de capital y, en consecuencia, que los comerciantes piden, sobre todo, continuidad en las políticas y la producción y entrega garantizadas de sus materias primas. A este respecto, se sigue con mucho interés el sistema de permisos de ordenación establecido en la Columbia Británica después de la Segunda Guerra Mundial. Como se sabe, su propósito fundamental es proporcionar continuidad a la producción de toda especie de productos forestales, desde madera aserrada hasta pasta, y al mismo tiempo asegurar la regeneración adecuada de los bosques. El forestal puede también, mediante su control del pago de derechos, ayudar en grado considerable al desarrollo de los mercados locales y al consumo de especies para las cuales la demanda ha sido hasta ahora pequeña. En esta época del rendimiento sostenido es muy necesario que los forestales de los trópicos apliquen una política forestal liberal que haga que llegue al mercado la mayor cantidad de especies posible. Debe ser un estímulo para el forestal recordar que muchas especies que empezaron como maderas secundarias figuran ahora en primera línea en las listas de precios de los importadores.

En lo pasado, según se indicó antes, los comerciantes de madera no se interesaban en la investigación científica. Existían mercados y en ellos se vertía la madera. Sólo a mediados del siglo XIX encontró la madera, como material de construcción, alguna competencia muy seria. Luego, en rápida sucesión, aparecieron el acero dulce, las aleaciones de aluminio y otras, el hormigón armado y las materias plásticas. Una de las respuestas a la nueva situación fueron los laboratorios de investigación de productos forestales, pero la mayoría de los que actualmente realizan una buena labor ha existido, tan sólo, desde hace unas décadas.

Para el economista del siglo XIX era axiomático que la ley de la oferta y la demanda aseguraría que cualquier material fuera utilizado para los fines que más le convenían. Estos principios, sin embargo, ya no pueden aplicarse. Con la gran variedad de materiales de que dispone la industria, ha perdido su valor el principio de la utilización ecléctica. No hay ninguna seguridad de que una materia prima, sólo a causa de sus propiedades inherentes, será escogida como la mejor para determinado empleo. El único criterio válido hoy en día es la conveniencia del artículo terminado. El consumidor último no sabe nada en cuanto a la materia prima; compra el artículo acabado y juzga según el provecho que obtiene de él. Se deduce de esto que las investigaciones madereras orientadas con vistas al diseño del producto final tendrán en lo futuro un papel importante. Sería por ello deseable un arreglo conforme al cual el proyectista se pusiera en contacto con el investigador de productos forestales en el laboratorio y le hiciera preguntas concretas y recibiera contestaciones análogas acerca de la manera como la madera se comportaría en determinado conjunto de condiciones a las cuales desearía someterla el proyectista.

En el estudio intitulado « Tendencias del aprovechamiento de la madera y sus productos en la construcción », preparado conjuntamente en 1957 por las Secretarías de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y del Consejo Económico para Europa de las Naciones Unidas, se manifiesta que el desplazamiento progresivo de la madera aserrada por otros productos de madera debe ser recibido con ecuanimidad tanto por el técnico forestal como por los intereses comerciales. Este nuevo estado de cosas no sólo tendería a abrir otros mercados a largo plazo para los productos forestales, sino, a menudo, crearía también mercados para maderas de calidad inferior en reemplazo de la madera aserrada de alta calidad, la cual, en sí misma, tendería a escasear cada vez más. Si no fuera por las nuevas técnicas para el aprovechamiento de madera de categoría inferior, la industria forestal perdería mercados muy amplios.

Para el desarrollo satisfactorio de mercados para los productos forestales, parece que el establecimiento de grandes empresas relacionadas con tableros y pasta debe basarse en datos muy seguros que incumbe a los departamentos forestales proporcionar a las partes interesadas, tanto en cuanto a la disponibilidad de suministros de madera como a su costo probable. Aquí surge una dificultad, porque, de una parte, deben adoptarse decisiones firmes a largo plazo sobre la política a seguir y, por otra, debido a posibles alteraciones monetarias o perturbaciones de los mercados, deben proporcionarse normas que sirvan de base a la revisión periódica de los precios de las materias primas. Esta situación ya se ha presentado en una serie de países madereros, y es satisfactorio observar que, casi sin excepción, tanto las empresas comerciales como los departamentos forestales interesados han adoptado medidas satisfactorias.

Las mismas consideraciones, pero en aspectos distintos, se aplican a la comercialización de nuevas especies tropicales de frondosas. Igualmente, en tal caso, lo ideal es la celebración de consultas amplias entre los departamentos forestales del país y los comerciantes en madera, respecto a las cantidades probables de que se dispondrá y los derechos que hay que pagar. No se ha de insistir nunca bastante en que para una comercialización satisfactoria de los productos forestales es necesario, sobre todo, una política forestal estable.


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