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EDITORIAL

Programas forestales nacionales

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) de 1992, los países del mundo convinieron en la importancia de los bosques, pero al empezar los preparativos para hacer el balance de los logros de la Declaración de Rio y el Programa 21 (con miras a organizar una conferencia «Rio + 10»), está claro que no ha sido sencillo llegar a un consenso mundial sobre los problemas forestales. Uno de los pocos puntos en que ha habido acuerdo es la necesidad de unos amplios marcos de política forestal como base para el desarrollo del sector. En la cuarta reunión del Grupo Intergubernamental sobre los Bosques celebrada en 1997 se llegó a un consenso sobre la definición de programas forestales nacionales como concepto genérico para una amplia gama de planteamientos de la ordenación forestal sostenible. Un programa forestal nacional debe ser:

Algunos de los principios se orientan más hacia la acción, recalcándose que el programa forestal nacional debería ser:

Aunque se ha progresado en el desarrollo y la aplicación de los programas forestales nacionales desde la CNUMAD, muchos países en desarrollo y países con economías en transición que carecen de recursos suficientes y de instituciones eficaces encuentran difícil trasladar aquellas intenciones a la acción. En 1998-1899, la FAO recapituló las experiencias en la aplicación de los programas forestales nacionales en 145 países, y señaló los siguientes aspectos negativos:

Los principales problemas se refieren a la necesidad de reforzar las instituciones nacionales, y no sólo a falta de fondos o de personal capacitado. Reconociéndolo así, los países subrayan ahora la necesidad de trabajar asociados, intercambiando información y experiencias y compartiendo sus conocimientos. La adopción de un programa forestal nacional -aplicado a nivel nacional, pero apoyado y facilitado mediante redes de contactos internacionales- constituye, por lo tanto, uno de los métodos más aptos para hacer efectivos los principios de la ordenación forestal sostenible.

Este número de Unasylva no se articula en torno a un tema específico, sino que recoge varias cuestiones implícitas y relativas al concepto de los programas forestales nacionales.

M.J. Spilsbury y D. Kaimowitz examinan la influencia de la investigación y las publicaciones sobre los conocimientos y las políticas convencionales en el sector forestal, sobre la base de una encuesta por correo electrónico en la que expertos en política forestal señalaron las publicaciones que a su juicio tenían más influencia. En otro artículo sobre publicaciones forestales, T.K. Rudel y sus colaboradores presentan las conclusiones de un inventario de la bibliografía sobre deforestación tropical y analizan su distribución geográfica y sus causas según los trabajos publicados.

Muchos países de África oriental y meridional han revisado recientemente sus políticas y sus leyes forestales nacionales. L. Alden Wily examina las tendencias de las nuevas leyes en relación con la participación de las comunidades locales en la ordenación y la propiedad de los bosques.

C. Palmberg-Lerche y S. Hald describen las actividades internacionales y regionales en apoyo de los esfuerzos nacionales para conservar y utilizar de manera sostenible los recursos genéticos forestales, mientras F. Castañeda resume los procesos internacionales para la elaboración y la armonización mundial de criterios e indicadores para la ordenación forestal sostenible.

Dos artículos tratan del tema de los manglares en la India.
R. Kumar analiza las diversas medidas adoptadas por el Gobierno de la India para la conservación y la ordenación de los manglares, en particular en Goa y las Islas Andamán medias, mientras que L. Hein observa en qué medida la conversión de tierras para la cría de camarones ha causado la degradación de los manglares en la costa oriental de la India. Por último, un artículo de M. Nieuwenhuis y N. O'Connor se refiere a los desafíos y las oportunidades para los pequeños viveros de árboles en las regiones montañosas de África oriental, a partir de una encuesta realizada en el Distrito de Murang'a de Kenya. 


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