P: Existe el temor de que el país pueda caer en más conflictos, similares a los de 1997-2003 que provocaron la muerte de 5 millones de personas. ¿Todavía hay esperanza a pesar del sufrimiento permanente y el deterioro de la situación humanitaria?
R: Trabajé en la RDC desde 1998 hasta 2005. Desafortunadamente, más de 10 años después, la situación no ha cambiado realmente en algunas áreas, como Kasaï, Tanganyka e Ituri, especialmente en términos de derechos humanos.
Pero en otras áreas como Kindu y Kisangani, observamos mejoras. El país tan solo necesita paz y estabilidad para salir adelante. La naturaleza y la población rural son tan generosas que la situación puede mejorar rápidamente si se logra la estabilidad.
A pesar de la complicada situación, hay grandes oportunidades para la recuperación temprana y el desarrollo a más largo plazo; la RDC posee una enorme riqueza natural y la resiliencia de su población.
En Bulongo (región de Kasaï), 800 lugareños, liderados por un ingeniero agrónomo del Ministerio de Agricultura, han puesto en marcha una plantación de 2 500 hectáreas (un cuadrado de 5 km x 5 km). Todo esto usando solo azadas. Ese es el campo no mecanizado más grande que he visto en mi vida. Ahora llaman a su aldea "Bulongo Paris", porque les está yendo bien.
Siempre hay esperanza, y siempre hay razones para seguir confiando.
Acabo de regresar de una visita a la región de Kasaï, a Tshimbulu, donde la gente ha sufrido de forma inimaginable. Conocí mujeres que perdieron a sus maridos o a sus hijos en los combates. Para ellos, la agricultura es una forma de volver a ponerse de pie y enfrentarse de nuevo al futuro con dignidad y esperanza.
Está claro que la paz, el fin de la violencia son primordiales. Pero también lo es la ayuda continua. Debemos apoyar a la población de la RDC en el momento en que más lo necesitan. No podemos abandonar a la gente en el año de su búsqueda de la democracia.
P: ¿Cómo está ayudando la FAO a la población de la RDC? ¿Qué podría hacer la FAO si su respuesta se lograse financiar por completo?
R: En zonas afectadas por conflictos -como las regiones de Kasaï y Tanganyika- donde los niveles de hambre son más elevados, la FAO suministra semillas de hortalizas y herramientas manuales para impulsar la producción alimentaria y aumentar la disponibilidad de alimentos nutritivos entre las comunidades desplazadas y de acogida.
Trabajamos codo a codo con el Ministerio de Agricultura y otras organizaciones como el PMA y el FIDA, complementando el trabajo de los demás. Una familia que recibe ayuda alimentaria de emergencia del PMA, por ejemplo, recibe también semillas y aperos de la FAO. De esta forma tienen alimentos y no recurrirán a comerse las semillas que están destinadas a plantar y producir alimentos a largo plazo. Debemos además reconocer el trabajo de las ONG, nacionales e internacionales. Están en primera línea.
En regiones como Kivu -afectadas por crisis prolongadas-, estamos revitalizando la economía y la agricultura. Ofrecemos capacitación e insumos como semillas, herramientas, tecnologías aptas para pequeños campesinos y equipos de procesado para desarrollar la capacidad de los agricultores de producir más alimentos y almacenar y comercializar mejor sus productos. También vinculamos a los agricultores con los mercados para que puedan vender sus productos y tengan más ingresos y estables.
En otras regiones, damos dinero en efectivo a los campesinos que se dedican a prácticas agrícolas o ambientales sostenibles, como la reforestación. Este dinero fortalece los planes de ahorro y crédito basados en las aldeas (VSLA, por sus siglas en inglés), brindando a las comunidades rurales acceso al crédito para diversificar sus fuentes de ingresos.
Trabajamos con socios con experiencia en consolidación de la paz para sentar las bases de resultados económicos duraderos. Estas actividades incluyen poner en marcha un diálogo comunitario y mecanismos participativos para alcanzar la paz y la reconciliación.
Nos centramos en ayudar a las mujeres. Las mujeres y los niños son siempre los primeros objetivos de los responsables de la violencia, por lo tanto, son nuestra primera prioridad.
En 2018, si la financiación lo permite, la FAO pretende ayudar a alrededor de 3 millones de personas a combatir el hambre, restaurar la producción alimentaria y crear medios de vida más resilientes. Para ello, la FAO necesita urgentemente 100 millones de dólares EEUU.
P: Además de la falta de fondos, ¿cuáles son los desafíos a los que se enfrenta la FAO en la RDC?
R: El acceso constituye un problema grave en algunas provincias, como Ituri y Tanganyka, y en zonas de Kivu Norte. Es más difícil contar con personal en estas áreas. Confiamos mucho en los socios locales para implementar las actividades. Solo a través de las ONG congoleñas y del personal local del Ministerio de Agricultura podemos llegar a estas poblaciones aisladas.
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