En Zimbabwe, unas peculiares gachas ideadas por un cocinero atípico ayudan a combatir el retraso del crecimiento


Samukute desafía los roles de género al cocinar para mejorar la nutrición de su familia

Cocinar para los niños es tradicionalmente una tarea de mujeres en las zonas rurales de Zimbabwe, pero a Samukute no le importa enfrentarse a este viejo prejuicio. ©FAO

26/03/2019

Lo que parece ser un simple plato de gachas adquiere súbitamente un nuevo significado frente a la casa de Syndon Samukute y su esposa, Loice Chideya.

Se comienza con harina de maíz normal, pero Samukute añade algunos ingredientes inusuales. Primero, rompe un huevo crudo y lo mezcla para obtener proteínas. Luego añade un poco de calabaza y dos cucharadas pequeñas de mantequilla de maní, un poco de azúcar y sal yodada.

“Es fácil de cocinar, además de nutritivo”, explica mientras comparte pequeñas porciones con sus huéspedes. El resultado es bastante sabroso, la mantequilla de maní y la calabaza se combinan con las cremosas gachas para obtener un sabor particular, pero apetitoso. ¡Un plato “4 estrellas”! dice Samukute.

Mientras cocina, Samukute divierte a su público con una vivaz descripción del valor nutritivo de los ingredientes y su técnica para preparar la peculiar receta. Es como ver un programa de cocina en la televisión, excepto que él se encuentra frente a su casa con vistas al verde valle de Honde, cerca de la frontera con Mozambique.

Izda: Todo comenzó con su esposa, Chideya, que le invitó a un taller sobre nutrición de diez días de duración organizado por el Programa de medios de subsistencia y seguridad alimentaria de la FAO en Zimbabwe. Samukute empezó a cocinar tras esta experiencia. Dcha: Samukute prepara sus peculiares gachas, describiendo el valor nutritivo de los ingredientes y su técnica para preparar el plato. ©FAO

Es una receta inusual preparada por un cocinero poco convencional en el distrito de Mutasa, en el profundo Zimbabwe rural. No se ven muchos hombres cocinando por aquí, y mucho menos preparando gachas para sus hijos. Entonces, ¿cómo es posible que esto esté sucediendo?

Samukute comenzó a cocinar cuando su esposa Chideya lo invitó a un taller de nutrición de diez días. La sesión de capacitación fue organizada por el Programa de medios de vida y seguridad alimentaria (LFSP, por sus siglas en inglés) de la FAO en Zimbabwe, implementado por un grupo de socios y financiado por el Departamento de Desarrollo Internacional (DFID) del Reino Unido.  

Cuando se le pregunta qué piensan los demás hombres de su activo papel en tareas domésticas que normalmente realizan las mujeres, Samukute se encoge de hombros: “no me importa cocinar”, afirma, algo que resulta obvio dada la entusiasta demostración de preparación de gachas que acaba de hacer.

“La mayoría de los hombres”, dice, “tienen una marcada actitud patriarcal. Se consideran a sí mismos cabezas de familia y no cocinan. La mayoría ni siquiera conoce los alimentos que sus familias necesitan y, por lo tanto, no les aportan los recursos adecuados para satisfacer sus necesidades nutricionales. Veo hombres que rechazan las nuevas ideas, pero su actitud sólo nos lleva al subdesarrollo. Los hombres necesitan trabajar con sus esposas”.

Además de enseñar a los participantes a elaborar una dieta variada, el proyecto LFSP también les ayuda a diversificar sus fuentes de alimentos: lo que cultivan y cómo hacerlo. Samukute dice que es más fácil conseguir una dieta equilibrada cuando se tienen los ingredientes a mano. “Producimos la mayoría de los alimentos que comemos aquí”, indica.

A pesar de ser una zona agrícola rica, incluso en los años en que las lluvias son buenas y las cosechas abundantes, la tasa media de retraso del crecimiento (desarrollo más lento de lo normal) de los niños menores de cinco años en el distrito de Mutasa donde vive Samukute era del 31,5% en 2018. Sin embargo, ha disminuido notablemente, ya que, en 2010, la prevalencia del retraso del crecimiento fue de hasta un 47,2%. La malnutrición crónica y el retraso del crecimiento siguen siendo un problema importante en Zimbabwe, donde la tasa nacional de retraso del crecimiento de los niños menores de cinco años era del 26,2% en 2018.

Samukute dice que ahora puede darse cuenta que sus hijos estaban malnutridos. “Ni siquiera podían correr. Simplemente caían desfallecidos”, recuerda. Tenían alimentos, explica, pero no contaban con una dieta equilibrada. “Nos dijeron que es hambre oculta. Comemos, pero nos faltan muchos nutrientes necesarios para que el cuerpo se desarrolle de forma adecuada”.

La malnutrición crónica y el retraso del crecimiento siguen siendo un problema importante en Zimbabwe. La familia de Samukute y Chideya tenía alimentos, pero carecía de variedad nutricional. Al diversificar los cultivos y la dieta, la salud de sus hijos ha mejorado y tienen más energía para correr y jugar. ©FAO

La familia de Samukute y Chideya era probablemente como la mayoría en esta zona, asegura Maggie Makanza, Directora de Proyectos de género de Oxfam en Zimbabwe. “Hay alimentos –dice pero carecen de diversidad de nutrientes. Simplemente comían las mismas cosas todo el tiempo”.

Sus hijos son parte de los miles de niños y niñas de Zimbabwe cuyo estado nutricional está mejorando rápidamente. “Hemos olvidado esas ideas anticuadas, y somos felices; nuestros hijos están sanos”, reconoce Samukute.

Cuando se le pregunta cómo se puede lograr que más hombres adopten puntos de vista como el de Samukute apunta a una solución práctica: “Hay que involucrar a los hombres en actividades de generación de ingresos que les interesen y luego vincular los gastos de los hogares con cuestiones de salud como la nutrición, la higiene y otras. Que vean cuánto les está costando la malnutrición”.

El proyecto LFSP ayuda a los agricultores a organizar “grupos de nutrición” donde los participantes se reúnen y comparten conocimientos sobre nutrición y métodos para preparar los alimentos. Utilizan estas sesiones para promover una higiene adecuada y alentar a los campesinos a construir letrinas decentes; una mejor higiene puede reducir las enfermedades transmitidas por el agua capaces de neutralizar todos los beneficios de una dieta correcta. A través de estos grupos, aprenden también sobre la atención a mujeres embarazadas y madres lactantes, alentando a los hombres a acompañar a sus esposas embarazadas a la clínica. Un mundo con #HambreCero no trata sólo de impedir que las personas padezcan hambre, sino de garantizar que obtengan suficientes alimentos nutritivos del tipo adecuado para llevar una vida productiva y saludable.


Más información

 

2. Zero hunger, 3. Good health and well-being, 5. Gender equality