La emprendedora pionera que lleva la delantera en el creciente mercado de azafrán de Afganistán


Karima está abriendo las puertas para que otras mujeres afganas puedan iniciarse en la industria del azafrán

La empresa de azafrán de Karima se encuentra en pleno auge, en parte gracias a la ayuda que recibe en el marco de un proyecto de la FAO. ©FAO/H. Azizi

07/10/2020

El azafrán: una de las especias más costosas del mundo, es conocido por su color intenso y su sabor delicado. No solo es un ingrediente esencial de muchos platos de todo el mundo, desde la paella española al koresh iraní, sino que también se utiliza en medicina y perfumería. Si bien esa versatilidad hace que la demanda mundial sea elevada, lograr que esta especia tan buscada llegue a los mercados no es tarea fácil, puesto que se produce a mano y su producción requiere una gran cantidad de mano de obra. Sin embargo, se trata de un negocio rentable para quienes se dedican a su gestión.

A pesar de los desafíos con los que han lidiado los agricultores afganos en los últimos decenios, que van desde conflictos a desastres naturales, la producción de azafrán en el país es prometedora. El clima en Afganistán es ideal para cultivar la especia, la cual se ha convertido en una de las fuentes más importantes de ingresos de los agricultores y comerciantes afganos en pequeña y mediana escala. En 2019, la producción y exportación de azafrán hizo que ingresaran al país 27 millones de USD, lo que no resulta sorprendente, considerando que hace poco se calificó al azafrán afgano como primero en el mundo por su calidad.

La provincia de Herat es una de las principales zonas de Afganistán dedicadas a la producción de azafrán y es aquí donde la FAO ejecuta su proyecto para la Promoción de la cadena de valor en la región occidental, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). En el marco del proyecto se trabaja con comerciantes locales para fomentar su capacidad de producir, elaborar y empaquetar el azafrán de acuerdo con las normas internacionales de calidad e higiene, al tiempo que se dota a los productores de la maquinaria necesaria y se les presta asistencia para que obtengan los certificados ISO que los habilitan para exportar al extranjero. No obstante, uno de los principales objetivos del proyecto consiste en prestar apoyo a las mujeres para que pongan en marcha sus propias empresas y aprovechen las oportunidades económicas que ofrece el comercio de azafrán. 

Karima Sadiqi es la propietaria de una empresa de producción de azafrán en la provincia de Herat. Como mujer en la conservadora sociedad de Afganistán, a Karima no le resultó fácil lograr que su familia le permitiera poner en marcha su propia empresa y ganar su propio dinero. Al principio, comenzó a trabajar como productora de azafrán en pequeña escala valiéndose de intermediarios que vendían sus productos a nivel nacional e internacional. No obstante, después de tres años de arduo trabajo, consiguió el apoyo de su familia y decidió llevar su empresa al siguiente nivel. Tras registrar su empresa —denominada Karwan Saffron—, pudo comenzar a competir en el mercado con otras empresas dedicadas a la producción de azafrán.

La empresa de Karima se ocupa de todos los aspectos de la producción de azafrán, desde la recolección hasta la exportación al extranjero. Izda: ©FAO/A.Sadiqi - Dcha: ©FAO/H. Azizi

Una empresa floreciente de azafrán

Al principio le resultó difícil destacar en un mercado tan dominado por los hombres, pero las cosas le comenzaron a ir bien tras asistir en Herat al curso de capacitación de la FAO, de 14 días de duración. Gracias a la capacitación impartida en el marco del proyecto de Promoción de la cadena de valor en la región occidental, Karima aprendió cómo redactar un buen plan de negocios y cómo vincular sus productos con nuevos mercados mediante la consolidación de su imagen de marca y su comercialización. También aprendió métodos más avanzados para cultivar azafrán, en particular en lo que respecta al aprovechamiento del agua y a la separación óptima entre las plantas de azafrán. Con estos nuevos conocimientos, mejoró la imagen de marca, los procesos y los métodos de elaboración de sus productos.

Al poner en práctica las lecciones que aprendió en el curso, su empresa despegó con rapidez. En 2018 produjo 28 kilogramos de azafrán en los terrenos de su familia, y en 2019 logró obtener 50 kilogramos de azafrán de los mismos terrenos. También pudo ir mejorando la calidad del azafrán, que ahora se vende a un precio mayor al de antes. Además, con intermediación la FAO, pudo asistir a distintas ferias nacionales e internacionales que le permitieron conseguir clientes a escala mundial.

“Cada vez estoy más interesada en este ámbito, porque creo que el azafrán es un cultivo importante y de alto valor no solo en Afganistán, sino también en todo el mundo. Con la venta de este producto, además de ganar dinero puedo mostrarle al mundo una cara positiva del Afganistán”, dice Karima con una sonrisa.

Su empresa es tan exitosa que ahora exporta azafrán a Tayikistán, Uzbekistán, la India, Ucrania y Australia, pero no solo eso: tiene previsto conseguir más terrenos para llegar a más clientes a escala nacional y mundial. 

“El nivel de producción sigue siendo muy bajo en comparación con la demanda actual, y estoy en busca de toda oportunidad que sirva para ampliar mi producción”, explica Karima.

Campo de azafrán listo para la cosecha. ©Fresnel/shutterstock.com

Prestar apoyo a las mujeres para que mejoren sus medios de vida y su posición social 

Las mujeres tienen muchas menos oportunidades que los hombres de trabajar en Afganistán, principalmente a causa de las restricciones culturales que les dificultan trabajar fuera del hogar. Karima lucha contra este prejuicio, y su empresa emplea actualmente a otras 28 mujeres. A pesar de los desafíos que afronta en la comunidad como empresaria, está convencida de que superarlos puede llevar a que las mujeres afganas tengan mayores oportunidades en el país.

“Creo que nada es imposible en este mundo. Todo es difícil antes de ser fácil. Sin embargo, una vez que se empieza, se puede avanzar muy rápido”, sostiene.

“Quiero generar más oportunidades de empleo para las mujeres, específicamente para quienes son el único sostén de su familia. Por un lado, este trabajo les ayuda a tener algunos ingresos y mejorar sus medios de vida y, por otro, mejora su posición social”.

Ayudar a mujeres como Karima a que aprovechen plenamente las oportunidades de los sectores de la agricultura y la alimentación es justamente el motivo por el cual la FAO ejecuta programas como este en la provincia de Herat. Empoderar a las mujeres para que desarrollen su potencial es fundamental para aumentar la seguridad alimentaria, avanzar en la igualdad entre hombres y mujeres y alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.


Más información

5. Gender equality, 8. Decent work and economic growth, 15. Life on land