En un mundo con gran diversidad cultural, ¿hay algo capaz de unirnos a todos? Bien, todos tenemos necesidad de comer. De hecho, también de beber. Curiosamente, la bebida más elegida en todo el mundo después del agua, es el té. Millones de personas lo aman, desde la India a Inglaterra, desde Afganistán a Argelia, cada país con su propia tradición.
A pesar de que el té tiene siglos de antigüedad, la pasión mundial por esta bebida no muestra signos de desaceleración. El consumo mundial de té alcanzó los 5,8 millones de toneladas en 2018. Parece también que el té conserva todo su atractivo para las jóvenes generaciones, que revitalizan regularmente la industria poniendo de moda nuevos tipos de productos.
Entonces, ¿qué importancia tiene el té para los cuatro mayores exportadores del mundo?
Kenya
Si bien el té se consume mayormente a nivel interno en los principales países productores, -como China y la India-, Kenya exporta un gran porcentaje de su producción. En 2018 era en realidad el mayor exportador de té del mundo, vendiendo en el exterior un 80% de lo que produce. El té es una de las principales industrias agrícolas del país.
El clima tropical y el rico suelo volcánico de las zonas donde se cultiva el té de Kenya, le conceden su color brillante y un sabor aromático característico. Aunque Kenya produce principalmente té negro, también cuenta con té verde, amarillo y el prestigioso té blanco.
Los habitantes de la zona disfrutan de su té con leche y azúcar o “strunggi”, que significa negro. Otra variante común es el “tangawizi”, que se sirve con jengibre acompañando a las hojas de té.
Por desgracia, como muchas otras industrias agrícolas, la del té en Kenya se enfrenta hoy a los efectos del cambio climático. Un informe de la FAO sobre este desafío sugiere que el aumento de las temperaturas, las tendencias impredecibles de las precipitaciones y la creciente frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos como la sequía y las heladas, están poniendo a la industria bajo presión.