Para muchos jóvenes pobres de Etiopía, Arabia Saudita era la tierra prometida. Se embarcaban en un viaje peligroso, pagando a traficantes para cruzar el mar en ferry hasta Yemen, donde ponían en riesgo su vida en una zona de guerra con el fin de alcanzar la frontera saudita.

Kiflom (24) fue uno de los muchos que se marcharon en busca de una vida mejor. Inició su viaje en 2013, esperando volver con el capital inicial para establecer un pequeño negocio en Atsbi-Wenberta, su ciudad natal, situada a unos 100 km de Mekele, la capital de Tigray.

Encontró trabajo como pastor en Arabia Saudita, pero su sueño se desvaneció ante sus ojos cuando el Estado del Golfo comenzó a tomar medidas contra los migrantes ilegales.

En seis meses, solo en 2017, las autoridades sauditas deportaron a una cantidad estimada de 70 000 etíopes.

“Fue una experiencia traumática, ya que tuve que dejar todas mis pertenencias allí,” afirma Kiflom. “Tuve que reconstruir mi vida de cero”.

No obstante, las perspectivas de Kiflom mejoraron cuando participó en un proyecto experimental que ayuda a los jóvenes y las mujeres sin tierra a iniciar negocios de engorde de pequeños rumiantes.

El proyecto vio una oportunidad de cambio en la fuerte correlación entre la pobreza en Etiopía y la falta de propiedad del ganado. La agricultura representa en torno al 37 % del producto interno bruto de Etiopía, según el Banco Mundial, y de este porcentaje la contribución del sector ganadero es de aproximadamente un tercio.

El proyecto combinó la capacitación en la mejora de la productividad con el fortalecimiento de las organizaciones de productores y mejoró el acceso a los servicios financieros, permitiendo a las personas establecer negocios de engorde de ganado ovino y caprino.

A través de cooperativas de ahorro y crédito rurales, el proyecto prestó a cada joven 10 000 ETB (unos 500 USD), una cantidad suficiente para que adquirieran ocho cabezas de ganado ovino, pienso complementado, medicamentos y servicios.

Kiflom comenzó con 10 cabezas de ganado ovino. Tras engordarlas, vendió cuatro de ellas para obtener beneficios. A continuación compró cuatro más para engordarlas para la Pascua etíope. Tiene previsto adquirir más. También diversificó su negocio con la cría de pollos, que complementa sus ingresos.

En total, el proyecto experimental benefició a 610 hogares rurales, que adquirieron conocimientos técnicos sobre cómo engordar pequeños rumiantes y llevar negocios de este tipo y accedieron a instrumentos de crédito para iniciar la actividad comercial. Y lo que es más importante, se capacitó a los proveedores de servicios locales tanto en Amhara como en Tigray para respaldar este tipo de iniciativa a mayor escala.

Puesto que los conocimientos técnicos y el acceso al crédito y a los mercados ya se han establecido, otros hogares pueden seguir el mismo camino.

Ahora Kiflom quiere difundir su buena suerte, ya que piensa que puede cambiar las vidas de los jóvenes de su aldea alentándoles a participar en negocios similares.

“Más que por el dinero que estoy obteniendo, estoy feliz de trabajar en mi pequeño negocio ganadero, que puedo ampliar a algo de mayor envergadura”, explica.

Reducción de la pobreza entre los jóvenes y las mujeres del medio rural en Etiopía
(FMM/GLO/101/MUL)

Compartir esta página