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Si bien la FAO reconoce la necesidad de atender la preocupación cada vez mayor por la obesidad, su primera prioridad sigue siendo combatir el hambre. "La obesidad no es un problema tan grande como el hambre en los países en desarrollo -señala el Dr. Prakash Shetty, Jefe del Servicio de Planificación, Estimación y Evaluación de la Nutrición, de la FAO-. Primero hay que asegurar que las personas consuman suficientes alimentos, y los apropiados". Pero como otras formas de malnutrición, la
obesidad puede debilitar y aun socavar el progreso de los
países al disminuir la capacidad de trabajar de las
personas y desviar recursos a la atención
médica. De modo que si bien sigue
combatiéndose el hambre, la obesidad también
requiere atención.
Afortunadamente, parte de la solución a ambos problemas es contar con mejor información. "La misma información utilizada para determinar los niveles de subnutrición sirve para conocer los de hipernutrición, ya que ambas condiciones son los extremos del mismo proceso", afirma el Dr. Shetty. Por ejemplo, el índice de la masa corporal (IMC), cálculo del peso de la persona dividido por el cuadrado de su estatura, produce una cifra que indica el lugar de la persona en una escala que señala desde la falta extrema de peso a la obesidad grave. Desafortunadamente, la información en los países en desarrollo es limitada. En consecuencia, los responsables de elaborar las políticas no tienen lo que necesitan para evaluar el peligro del aumento de la obesidad y de las enfermedades crónicas asociadas. Y la idea errónea de que la obesidad es un problema que sólo aflige a los países ricos puede estar conteniendo la investigación. Alimentos más nutritivos También es esencial asegurar que los alimentos que se producen sean nutritivos. La obesidad es engañosa. Aunque las personas obesas parezcan bien alimentadas, a menudo carecen de los elementos nutritivos fundamentales, causa de falta de salud y enfermedades. La FAO quiere propiciar una mejor comunicación entre dos tipos de especialistas que no siempre trabajan juntos: los expertos en producción de alimentos -que deciden cómo producir más- y los expertos en nutrición, que saben lo que hace falta para gozar de buena salud. "Hay que ir más allá de producir un monocultivo porque sea resistente a las enfermedades y de gran rendimiento, y comenzar a elegir cultivos que brinden una mejor nutrición", afirma Barbara Burlingame, Oficial Superior del Grupo de Estimación y Evaluación de las Repercusiones de la Nutrición, de la FAO. Esto requiere cambiar de mentalidad: "En vez de pensar en la cantidad de materia seca que se produce por hectárea, quisiéramos ver cálculos de la cantidad de proteína o beta-caroteno que producir", recomienda. Esto significa convencer a todos, desde los encargados de elaborar las políticas hasta los agrónomos y el personal de extensión, de tomar en cuenta la nutrición como parte fundamental de la planificación agropecuaria.
Evitar que se agrave el problema El primer paso para resolver el problema cada vez mayor de la obesidad consiste en reconocerlo. "Hubo una tendencia general a pensar que con el desarrollo de las economías, los problemas de nutrición se eliminarían solos", explica el Dr. Shetty. Pero los países que están llegando al desarrollo son los que muestran mayores riesgos. "Estos países están logrando un consumo adecuado de alimentos, pero hay que asegurar que no se vayan al otro extremo", afirma el Dr. Shetty. La educación pública debe promover activamente la buena nutrición y la actividad física, y la política agrícola debería alentar el consumo de alimentos nutritivos. Conforme los países trabajan para alimentar a toda su población, el mensaje debe ser "consumir alimentos sanos y no sólo más alimentos".
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