Foro Global sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición (Foro FSN)

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Uno de los grandes desafíos de la malnutrición en mi país es colocar al sistema alimentario actual dentro del problema, con todas las implicaciones productivas, económicas, ambientales y políticas que conlleva.

Hasta ahora los programas de apoyo a la alimentación han introducido los alimentos procesados y nutrimentalizado la alimentación, desdeñando la dimensión cultural, ambiental y social de la ésta. Un ejemplo claro son los comedores comunitarios y escolares, espacios donde se proporciona una alimentación “nutritiva” que utiliza alimentos industrializados o importados para alimentar a las poblaciones rurales más marginadas de mi país.

En nuestra experiencia de trabajo con comunidades rurales e indígenas hemos percibido que estas estrategias de alimentación no favorecen la soberanía y la seguridad alimentaria de las comunidades, por lo que es difícil avistar una disminución de la malnutrición en un futuro cercano.

Hasta ahora las intervenciones han centrado su área de incidencia en las personas, haciéndolas responsables de sus decisiones alimentarias sin considerar el sistema alimentario que les rodea. Un sistema que favorece modelos de producción nocivos para las personas y el medio ambiente, que condiciona el acceso a alimentos sanos y limpios y que se sustenta en el hedonismo para generar capital.

Es por ello que considero que el reto que enfrentamos en la educación en nutrición es pasar de la reproducción de lo ideal y lo correcto, a la resignificación de la alimentación, contextualizada en las circunstancias de cada país pero lo bastante crítica como para generar patrones de consumo que permitan transformar el sistema alimentario a uno más justo y favorecedor para las poblaciones más marginadas. 

One of the great challenges of malnutrition in my country is considering the current food system as part of the problem, with all the related productive, economic, environmental and political consequences.

So far nutritional support programs have introduced processed foods and have neglected the cultural, environmental and social dimensions of food. Community and school canteens, where “nutritious” food incorporating processed or imported products is provided to the marginalized rural populations in my country, are a clear example of this mistaken approach.

According to our experience working with rural and indigenous communities, these strategies do not benefit their food sovereignty and security. Therefore, a short term decrease in malnutrition is unlikely.

To date, interventions have been focused on people, making them responsible for their food choices and neglecting their surrounding food system. A system that benefits harmful production models (both for the population and the environment), restricts the access to safe and clean food and is based on hedonism to earn money.

Consequently, I believe that the challenge that nutrition education faces lies in moving from ideal and appropriate replicas to food redefinition, adapted to the specific conditions and capable of generating consumption patterns that lead to fairer and more favourable food  systems for the most marginalized populations.