Estimados todos:

Sin duda los puntos que se marcan para este debate son esenciales en cualquier programa que pretenda atender la problemática de la pobreza entre los pequeños productores del campo, sin embargo, considero que la cuestión de  fondo se establece en la frase de inicio que nos dice que los jóvenes abandonan las zonas rurales en busca de una vida mejor” , pues debemos entender que la principal razón para que los jóvenes abandonen el campo en busca de una vida mejor, especialmente en los países en desarrollo, la constituye el hecho de que entienden muy bien ellos que quedarse en el campo significa condenarse a una vida de pobreza.  Esta pobreza que compartimos en el campo los países en desarrollo no es una cuestión coyuntural, sino la expresión de las fallas estructurales de nuestro sistema político económico. Sin educación, sin infraestructura, sin maquinaria, sin acceso al financiamiento, ¿realmente esperamos que nuestros campesinos puedan competir con las corporaciones gigantescas que manejan los mercados?

¿Queremos que el campo sea atractivo para nuestros jóvenes?  Hagámoslo realmente atractivo. Invirtamos  en infraestructura, en educación, en salud, en generar  valor público, de tal manera que permanecer en el campo constituya para los jóvenes, para todos los jóvenes, una opción de vida digna.

 Actualmente el gobierno mexicano tiene un gasto altísimo en extensionismo, sin que por ello se obtengan buenos resultados. Se  paga la maquinaria, el capital de trabajo y la capacitación  de aquellos que consiguen el apoyo, lo cual significa que para ese productor en particular, los ingresos pueden cambiar, pero, ¿y los demás?  Se atiende a un productor, pero el entorno socioeconómico, cuyas características son las que nos están generando la pobreza, sigue intacto.  Si nos encargamos de tener sociedades justas en todas sus dimensiones, el resultado será que nuestros jóvenes y mujeres campesinas tendrán buenas oportunidades de desarrollo personal.

Ahora bien, no podemos negar la existencia de grandes desventajas para nuestros pequeños productores al querer competir en un mercado abierto, como ahora se pretende y en este sentido ya Brasil nos puso el ejemplo de cómo compensarlo, con su programa Hambre Cero. Ellos les compraron a sus productores más pequeños la comida que usaron para darla a los que la necesitaban. En México, un programa de asistencia similar, le compra a las grandes compañías.  

Saludos cordiales.

M.V.Z. Moisés Gómez Porchini