El mayor ecosistema lacustre de Asia, camino de un futuro sostenible

La FAO ha ayudado a las comunidades de la laguna a crear 26 asociaciones pesqueras y ha ayudado a la potenciación de 9 que ya existían.

En 2005 reinaba la confusión biológica, social y económica en el mayor ecosistema lacustre de Asia sudoriental. Se construían estanques ilegales o en zonas que entorpecían la circulación de las mareas en la laguna, se habían talado manglares para dar cabida al desarrollo de la acuicultura y, a raíz de la pesca no reglamentada, los recursos pesqueros se habían explotado en exceso y agotado. Resumiendo, la situación ponía en peligro la alimentación, la nutrición y la seguridad de los ingresos de las 300 000 personas de la provincia vietnamita de Hue cuya subsistencia dependía de la laguna. Actualmente, gracias a la respuesta de la población local y al desarrollo de la capacidad en el marco del proyecto de la FAO de gestión integrada de las actividades lacustres (IMOLA), se ha realizado un censo de toda la laguna mediante el cual se han fijado metas para la reducción del número de estanques destinados a la acuicultura y se están repoblando hábitats esenciales, como los manglares. Entretanto, las asociaciones pesqueras han elaborado planes gracias a los cuales los lugareños pueden gestionar colectivamente sus actividades mediante enfoques que permiten la repoblación de los peces a la vez que ofrecen a los pescadores
las capturas que necesitan.

Al día de hoy la laguna de Tam Giang-Cau Hai está salpicada de
nuevas señales de demarcación en las que se indica el uso asignado a cada zona por la población local. Se trata de carteles
visibles cuya existencia denota el éxito del proyecto de la FAO de
gestión integrada de las actividades lacustres (IMOLA). El proyecto, que se centra en orientar la laguna hacia un futuro positivo, está permitiendo a las numerosas comunidades que comparten esta extensión de agua hacerlo de manera sostenible para sus medios de vida y sus abundantes recursos naturales.

La laguna Tam Giang-Cau Hai, situada en la provincia vietnamita de Hue, constituye, con sus 22 000 hectáreas de superficie de agua, el mayor ecosistema lacustre de Asia sudoriental. Al borde de esta masa de agua se aglutinan 33 comunidades y 326 aldeas donde habitan unas 100 000 personas que dependen directamente de ella ganándose la vida con la pesca de captura o la acuicultura. Otras 200 000 dependen indirectamente de la laguna para llevar a cabo actividades como la acuicultura en zonas costeras próximas. Resumiendo, la laguna aporta arroz, pescado e ingresos a un tercio del millón de habitantes de Hue.

Determinar problemas, encontrar soluciones
Cuando se inició el proyecto, los numerosos aspectos de la utilización de la laguna estaban poco reglamentados. Se habían talado manglares, hábitat esencial y criadero de muchas especies marinas, para dar cabida a estanques acuícolas, principalmente con fines de cría de camarones. A su vez, unas prácticas acuícolas demasiado intensas habían resultado contaminantes a causa del
uso excesivo de piensos, residuos orgánicos y aguas de desecho no
tratadas. Se habían construido muchos estanques ilegales, algunos en zonas que estorbaban la circulación de mareas necesaria para mezclar las aguas de la laguna con nueva agua de mar más allá de su punto de entrada. La pesca no reglamentada con trampa había
agotado los recursos pesqueros hasta el punto de que, principalmente, se atrapaban peces inmaduros.

El proyecto IMOLA de la FAO se inició en 2005 partiendo de un enfoque ecosistémico “ascendente” de ordenación de la pesca que comprendía la colaboración con comunidades ribereñas de la laguna para transmitirles no solo la importancia de establecer planes de ordenación pesquera encaminados a garantizar el uso sostenible de los recursos lacustres, sino también la idea de que sus actividades pesqueras y acuícolas formaban parte esencial de un mundo mucho más amplio de aspectos ambientales, económicos, sociales y relativos a la gobernanza.

La FAO ayudó a las comunidades locales a establecer 26 asociaciones pesqueras y respaldó la mejora de 9 ya existentes, con lo cual creó un mecanismo para gestionar actividades que abarcaban el 80 % de la superficie de la laguna. Con la introducción por la FAO de tecnología del Sistema de Información Geográfica (SIG), las asociaciones pesqueras y el Gobierno trazaron mapas maestros y volvieron a planificar los usos de la laguna, con lo cual crearon y señalizaron zonas destinadas a la crianza, la pesca de captura y la acuicultura. Mientras elaboraban los mapas de la laguna encontraron más de 6 000 estanques construidos en las orillas, muchos de ellos ilegales o abandonados. Gracias a la cartografía y a las mejoras en la gobernanza de la tenencia de estas zonas, actualmente se dispone de un plan maestro para reorganizar los estanques permitiendo una producción y un crecimiento ecológicamente adecuados y sostenibles.

Una colaboración orientada al futuro
En el marco de su colaboración, las asociaciones han creado un
órgano representativo que, junto con autoridades gubernamentales, se ocupa de gestionar las actividades de la población y ordenar el medio lacustre. Cuando el gobierno concedió el control sobre las
actividades de pesca a asociaciones locales, estas redujeron la labor de pesca de captura de sus miembros en cerca del 30 % o el 40 % en el marco de sus planes de gestión. Gracias a esta reducción ha sido posible regenerar estos recursos; actualmente, al emplearse menos trampas, se atrapan peces más grandes de forma más eficiente. A medida que la población cobraba conciencia de las interrelaciones del ecosistema, percatándose de que sus capturas no son producto únicamente de la suerte o la habilidad, sino que también vienen determinadas por las tierras altas que dominan la
laguna y por los estanques acuícolas que tienen al lado, empezó a internarse en las laderas circundantes, y actualmente planifican teniendo en cuenta la explotación maderera y otras cuestiones.

Aunque el objetivo más inmediato del proyecto consistía en mejorar
los medios de vida de quienes dependen de la laguna aplicando planes de ordenación sostenible de la pesca y la acuicultura, su adopción ha reportado otro beneficio. La laguna, junto con la población que depende de ella, es más resistente a las catástrofes
naturales y las inundaciones recurrentes, que previsiblemente empeorarán con el cambio climático. El legado del proyecto a largo plazo es que, en el marco de todas las actividades que se lleven a cabo en la laguna, desde la pesca, la acuicultura y la elaboración de productos hasta la utilización de nuevos sistemas de información, esta masa de agua seguirá proporcionando medios de vida a las comunidades locales garantizando la futura sostenibilidad de sus numerosos recursos económicos, sociales y naturales.

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