La lucha contra la mosca de la fruta no conoce fronteras nacionales

Los países establecieron acuerdos de exportación e importación, los empresarios del sector privado invirtieron en producción de frutas y hortalizas tropicales.

Datos clave

En 2001 los siete países de América central solicitaron a la División Mixta FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura ayuda para reducir la prevalencia de la mosca de la fruta en su región, algo importante para la exportación de productos agrícolas frescos. Los proyectos experimentales, pensados como instrumentos didácticos dirigidos a los agricultores de América central, surtieron tal efecto que, en lugar de emplearse exclusivamente con fines de demostración, pasaron a formar parte esencial de los acuerdos de exportación e importación. Un destacado país importador aceptó los resultados de las demostraciones como confirmación de que era baja la prevalencia de plagas en las zonas de los proyectos y prueba de que estas zonas podían emplearse en el marco de un enfoque de sistemas a efectos del cumplimiento de los requisitos fitosanitarios de importación.

Tradicionalmente,los países de América central producían sobre todo cultivos como café, plátanos y caña de azúcar, que no se veían afectados por plagas de mosca del mediterráneo u otros tipos de mosca de las frutas. Con ello, los productores nunca tenían que preocuparse por las estrictas normas fitosanitarias para la exportación exigidas a muchos cultivos tropicales de gran valor que atraen a esta mosca. No obstante, desde los años noventa los productores han tenido que hacer frente a las fluctuaciones de los mercados internacionales y a una constante reducción de los precios de sus productos tradicionales. Ante ello, han diversificado su producción para cultivar más productos básicos hortícolas de gran valor, como tomates, pimientos verdes y papaya, con fines de exportación.

Con ello ha surgido un nuevo problema: estos cultivos atraen a moscas de las frutas, lo cual supone que los productores deben cumplir las normas de exportación a países no afectados por esas plagas. Estos países importadores se negaban tajantemente a aceptar productos frescos sin pruebas de que los envíos estaban libres de este tipo de moscas, con lo cual la inversión en los nuevos cultivos sería muy limitada hasta que se superara este problema fitosanitario.

La lucha contra la mosca de la fruta surte efecto gracias a un conjunto completo de tecnologías
La División Mixta FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura sabía, por su experiencia en otros proyectos de erradicación y contención de la mosca de la fruta en la región, que el éxito exigiría algo más que soltar moscas de las frutas estériles. El proyecto regional obligaría a coordinarse, y América central debería adoptar un enfoque integrado para la solución del problema y establecer en la región políticas fitosanitarias complementarias. La División Mixta FAO/OIEA propuso una iniciativa centrada en la integración de métodos de gestión de las plagas mediante un enfoque aplicado a toda la zona, incluido el uso, cuando fuera necesario, de la técnica del insecto estéril. Se crearían zonas piloto de prevalencia baja de la plaga como base para la ulterior elaboración de un enfoque de sistemas apto para cada producto. La iniciativa se fundaría igualmente en la cooperación entre los gobiernos, los productores de frutas y organizaciones internacionales de América central.

El proyecto, puesto en marcha en 2001 con apoyo de la División Mixta FAO/OIEA, ofreció un conjunto completo de tecnologías. En primer lugar, los productores aprendieron a determinar el tamaño de las poblaciones de moscas de la fruta presentes en sus campos y las cercanías y a erradicar esas poblaciones con procedimientos distintos de la técnica del insecto estéril en el marco de un enfoque de gestión integrada de plagas. También aprendieron métodos para aplicar debidamente esta técnica, vigilar y medir el nivel resultante de prevalencia del insecto, establecer bases de datos con el fin de demostrar que habían alcanzado un nivel bajo de prevalencia, comunicar sus resultados a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) y negociar acuerdos de exportación con los países importadores sobre la base de enfoques de sistemas en tanto mecanismo preferente de manejo del riesgo de plagas.

En el marco del proyecto también se invitó a un destacado importador, los Estados Unidos de América, a verificar las zonas piloto de los distintos países y a participar en el esbozo de planes de trabajo fundados en enfoques de sistemas con fines de exportación. Ello permitió a los países empezar de inmediato a exportar su producto, pues los Estados Unidos de América pudieron corroborar los resultados en las zonas piloto a medida que los enfoques de sistemas servían de base a acuerdos concretos de exportación e importación.

El éxito de la FAO/OIEA en la lucha contra la plaga genera mayor inversión y empleo
Cuando el proyecto echó a andar en 2001, los expertos de la División Mixta FAO/OIEA encargados de las actividades piloto sabían que la CIPF estaba preparando normas para las zonas con prevalencia baja de la mosca de la fruta y enfoques de sistemas para la lucha contra esta plaga. Previendo que las normas fitosanitarias podrían cambiar a mitad de proyecto, se prepararon por si eso sucedía. Así fue como en 2008, cuando la CIPF promulgó una norma por la que se permitía “una prevalencia baja de la plaga de la mosca de la fruta”, el proyecto de América central ya llevaba algunos años actuando en ese sentido.

Cuando el proyecto piloto terminó en 2007, la División Mixta mejoró sus actividades en dos o tres ubicaciones por país con el objeto de establecer zonas de baja prevalencia y seguir elaborando enfoques de sistemas. Como consecuencia de ello, los países implantaron mecanismos de exportación e importación, mientras que los empresarios privados invirtieron en la producción de frutas tropicales y hortalizas, ampliaron la superficie cultivada y contrataron más trabajadores rurales. En la mayor parte de los casos, el 80 % de los trabajadores son mujeres que se dedican a la elaboración, el embalaje y el control de calidad, mientras que el otro 20 % está formado por hombres que trabajan en los campos. Ahora están surgiendo otras industrias de apoyo, como empresas de embalaje y transporte de frutas y hortalizas frescas, para garantizar que los productores locales atiendan la mayor demanda de exportación resultante del cumplimiento de las normas relativas a la baja prevalencia de plagas y los enfoques de sistemas.

Técnica del insecto estéril (TIE)
La TIE consiste en criar una enorme cantidad de insectos macho y esterilizarlos en cámaras de radiación ionizante antes de soltarlos en las zonas seleccionadas. Los insectos se aparean con hembras fértiles, pero sin producir descendencia. Este método se viene empleando con gran éxito desde los años setenta como mecanismo ecológicamente inocuo y exento de productos químicos para luchar contra las plagas de poblaciones de insectos.

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