El COVID-19 oscurece el panorama del mercado mundial de pescado en 2020

29/05/2020

Las últimas estimaciones de 2019 sobre la producción mundial de pescado sugieren una baja del volumen de la pesca de captura generando una disminución del 1,2 por ciento en la producción total del año. El cierre anticipado de la segunda temporada de anchoveta, la reducción de las capturas de cefalópodos y el suministro limitado de ciertas especies demersales contribuyeron a la caída de capturas marinas. Mientras tanto, el sector de la acuicultura registró otro año de crecimiento, con un aumento total de las cosechas del 3,3 por ciento. Las principales especies comerciales de peces de aleta, como el salmón, panga y tilapia, registraron fuertes aumentos de su producción en 2019. Las cosechas de camarón aumentaron considerablemente, impulsadas por la expansión en China, India e Indonesia. Sin embargo, debido a la disminución general de la oferta de pescado, el consumo de pescado per cápita disminuyó marginalmente el año pasado, alrededor de 20,4kg per cápita por año.

El comercio de pescado, se contrajo en 2019, tanto en volumen como en valor, principalmente debido a tensiones geopolíticas que arrastraron el crecimiento económico. En particular, el conflicto comercial entre China y los Estados Unidos, dos de los mayores comerciantes de pescado del mundo, repercutió en los ingresos comerciales a través de los aranceles y de una mayor incertidumbre económica. Este entorno inestable del mercado se tradujo en una volatilidad excepcional de los precios en distintas categorías de productos pesqueros. Los precios de varias especies importantes alcanzaron registros históricos, tanto mínimos como máximos, como el atún, panga y el salmón. En general, el Índice de la FAO para los precios del pescado cayó unos 6 puntos en el curso del año.

A finales de 2019, el pronóstico para el 2020 eran algo más positivo, ya que la situación geopolítica mundial parecía estar mejorando. Sin embargo, la pandemia del COVID-19, sin precedentes en los tiempos modernos, ha trastornado por completo la economía global. En un intento de contener la propagación del virus, los gobiernos de todo el mundo han introducido una serie de medidas, entre ellas el aislamiento social, limitaciones en los horarios de apertura de negocios y restricciones de viaje. El sector pesquero, junto con la mayoría de las industrias, está teniendo que hacer frente a un panorama sombrío de la demanda, así como a una serie de problemas de abastecimiento.

Con el cierre efectivo de la industria de restauración, la demanda de servicios de alimentación se ha evaporado, mientras que el comercio minorista se ha visto marcado por una extrema volatilidad, debido a que los períodos de pánico en las compras son seguidos por pausas prolongadas. La demanda de productos congelados y enlatados se ha disparado a medida que los hogares buscan abastecerse de alimentos no perecederos a expensas de las opciones de pescado fresco. Al mismo tiempo, los distribuidores online informan de un mayor interés, por parte de los consumidores confinados, para explorar alternativas de minoristas. Sin embargo, la demanda, en general, se ha reducido drásticamente y los precios de muchas especies han disminuido, en particular las que son importantes para la industria de la restauración. Otra de las consecuencias del brote del virus es la cancelación de eventos importantes para el comercio de pescado, donde muchos de ellos representan valiosas oportunidades para la creación de red de contactos de la industria y la actividad de contratación.

En cuanto a la oferta, la escasez de mano de obra y otros problemas económicos, incluidas la sombría perspectiva de la demanda, está afectando gravemente, de forma negativa, a la producción de pescado en todo el mundo. Las cosechas de la acuicultura están siendo retrasadas y los objetivos de almacenaje están siendo reducidos drásticamente, mientras que la flota pesquera está inactiva. Las actividades descendentes, incluidas los procesadores, se han visto afectadas por la falta de materia prima, además de otras dificultades operacionales. Al mismo tiempo, la logística se ha vuelto costosa y lenta, ya que los transportistas deben enfrentarse con fronteras de carreteras cerradas o restringidas y retrasos en las inspecciones sanitarias, mientras que la cancelación de vuelos a gran escala ha afectado directamente al comercio de algunos productos frescos de alta gama que se transportan por vía aérea.

Los representantes del sector de pesca, en muchos países, están piden ayuda financiera al gobierno, pero dichas medidas sólo proporcionarán un alivio limitado ante la agitación generalizada. Las partes interesadas de la industria también están pidiendo flexibilidad a los organismos reguladores en cuanto al ajuste de las cuotas de captura y el elevar los límites de la biomasa, y hacen hincapié a la necesidad de comprender rápidamente y planificar los cambios a largo plazo en el panorama del mercado.

La incertidumbre sigue dominando las perspectivas, en particular en lo que respecta a la duración y la gravedad de la pandemia en los diferentes mercados. Si bien, China ha sido capaz de volver a condiciones casi normales después de unos pocos meses de estricto confinamiento, esto puede ser más difícil en la Unión Europea y en los Estados Unidos de América, dos de los mercados de pescado más importantes del mundo. Cualquiera que sea el tiempo, las enormes repercusiones de la pandemia hacen prever un retroceso del mercado, incluso después de que se levanten o se relajen las restricciones actuales. Los productos y especies de lujo que se comercializan, principalmente en estado fresco y a través de los servicios de alimentación, serán los más afectados.

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