Las buenas prácticas agrícolas ayudan a mejorar los ingresos de los agricultores en la RDP Lao

La FAO ayuda a fortalecer el manejo de los productos agroquímicos en Lao y la subregión del Gran Mekong. 

Datos clave

A través del programa de manejo integrado de plagas (MIP), en 1996 la FAO introdujo el enfoque de la escuela de campo para agricultores en Lao para contribuir al desarrollo del control de plagas en los cultivos de arroz y hortalizas. El enfoque utiliza el aprendizaje experimental para ayudar a los agricultores a tomar decisiones y encontrar las respuestas por sí mismos. En los últimos años, el programa también ha ayudado a los agricultores laosianos en el control de plagas y enfermedades en los cultivos de frutas, coco y yuca. Hoy, la FAO sigue prestando apoyo al programa de MIP en el ámbito de un programa regional a largo plazo encaminado a fortalecer el manejo de los productos agroquímicos en la subregión del Gran Mekong. Desde la introducción del programa de MIP, cerca de 24 000 agricultores (entre ellos 3 401 mujeres) de 801 comunidades de nueve provincias (Vientián, Bokeo, Louang Prabang, Louang Namtha, Oudomxay, Phongsaly, Sayabouly, Xiengkhouang y la provincia de Vientián) han participado en actividades de capacitación y en la formulación de planes de acción comunitarios para la reducción de los riesgos relacionados con el uso de plaguicidas.  

Las prácticas agrícolas ambientalmente sostenibles ayudan a los agricultores laosianos no sólo a aumentar sus ingresos, sino también a producir cultivos más saludables para los consumidores y sus familias.

Khamphou Phanthaboun, agricultor de la aldea de Nonetae, en el distrito de Xaythany situado a 20 kilómetros al sur de Vientián, dependía en gran medida de los plaguicidas para producir hortalizas a mediados del decenio de 1990 y, pese a ello, tenía que luchar para ganarse la vida con los productos de su huerto. Podía producir un solo tipo de hortaliza y tenían que depender de un intermediario que le compraba sus productos a precios bajos.

Sin una educación superior, criar a sus cinco hijos no era una tarea fácil. Al igual que la mayoría de los laosianos, Khamphou y su esposa dependían principalmente de la agricultura para su supervivencia.

En 1998, Khamphou se incorporó a una escuela de campo para agricultores en su comunidad. Por primera vez, aprendió todo lo que debía saber sobre la producción de cultivos sanos: “Cuando me incorporé a programa aprendí como rotar los cultivos. Aprendí a conocer el ciclo de vida de las plagas y a identificarlas. Aprendí nuevas habilidades y técnicas para manejarlas sin recurrir al uso de productos químicos”, afirma Khamphou.

Una vez terminada la capacitación, siguió produciendo diferentes tipos de hortalizas, entre ellas lechuga, col, remolacha y apio, y rotándolas debidamente: “Esto me permitió obtener mayores rendimientos; por primera vez en mi vida no tengo deudas”, añade.

Sounan Heuangpaseuth es otro agricultor, de la aldea de Donxingxu en Vientián, que se incorporó en el programa a comienzos de la década de los 2000. “El enfoque (en referencia a las escuelas de campo para agricultores) es perfecto para mí. Aprendí cómo producir cultivos, cómo monitorearlos y cómo manejar las plagas. Además, ahora se cómo producir compost doméstico a partir de desechos animales e insecticidas a base de hierbas. Los plaguicidas son la última opción”, explica Sounan.

Con conocimientos especializados en agricultura, Sounan puede producir hortalizas inocuas para los mercados y aumentar sus rendimientos. Ahora está produciendo berenjenas blancas y hojas de betel que se venden para la exportación a Europa. En una superficie de 1 600 metros cuadrados, ha generado un ingreso regular de más de 5 millones de kips mensuales. Sounan todavía sigue utilizando productos químicos, pero en mínimo grado para asegurarse de que sus productos cumplan con las buenas prácticas agrícolas, es decir, con prácticas que tienen en cuenta la sostenibilidad ambiental, económica y social de los procesos en las explotaciones agrícolas y que dan lugar a productos agrícolas alimentarios y no alimentarios inocuos y de calidad. Por eso, sus berenjenas blancas reúnen los requisitos para exportarse a Europa.

Khamphou, con su mayor capacidad técnica fruto del programa de la escuela de campo para los agricultores, se incorporó en un proyecto de agricultura orgánica y hoy cree firmemente que la agricultura orgánica pude darle mejores ingresos y productos más sanos. Además, es el jefe del grupo de agricultores orgánicos y miembro del comité encargado de la gestión del floreciente mercado de productos orgánicos That Louang de Vientián.

Al igual que Sounan y Khamphou, muchos agricultores que participaron en los programas de escuelas de campo para agricultores de la FAO decidieron reducir el uso de plaguicidas o dejarlos de utilizar del todo al darse cuenta del peligro que representan.

“Antes no sabía cómo utilizar los productos químicos, por eso los utilizaba siempre. En general, tenía dolores de cabeza, me sentía mareado y cansado” dice Khamphou. “Después, las buenas prácticas agrícolas nos ayudaron a todos; además, son favorables al medio ambiente. Todos dependemos uno de otros”, añadió.

Durante la capacitación de un mes, Khamphou y Sounan también se formaron para ser facilitadores de las escuelas de campo para agricultores. Aunque muchos de los agricultores y participantes en las escuelas de campo ni siquiera terminaron la escuela secundaria, tienen la oportunidad de enseñar a otras personas y de realizar investigaciones sobre sus propios cultivos, gestionarlos y venderlos.

Khamphou y Sounan no son más que dos ejemplos entre miles de otros. Hoy, los agricultores capacitados por la FAO están dotados de las habilidades esenciales en materia de agricultura que pueden utilizar a lo largo de toda su vida de agricultores. Pueden sostener a sus familias, enviar a sus hijos a estudiar en centros profesionales o universitarios y sentirse seguros financieramente, más sanos y más felices que antes.

“Como agricultor, estoy muy contento y orgulloso de participar en este tipo de capacitación y contribuir a la difusión de las buenas prácticas agrícolas en Lao”, concluye Sounan.

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