Contribución al reflorecimiento del cultivo de algas marinas en Filipinas

Un proyecto de la FAO ayuda a los productores de algas marinas a recuperar sus medios de vida tras el tifón Haiyan.

Datos clave

En noviembre de 2013, el tifón Haiyan (Yolanda) causó graves daños y destruyó muchas instalaciones de cultivos de algas marinas, perjudicando los ingresos de los productores de la costa filipina que dependían principalmente de esta actividad para su subsistencia. Filipinas es uno de los principales productores de algas marinas del mundo y las evaluaciones iniciales realizadas después del tifón indican que solo en la acuicultura y la producción de algas se han perdido 12,2 millones de USD. En el marco de sus actividades de recuperación y rehabilitación del sector pesquero, la FAO colaboró con la Oficina Filipina de Recursos Pesqueros y Acuáticos para proporcionar medios de vida y prestar asistencia a 2 000 beneficiarios productores de algas, incluyendo 1 000 hogares, en las cuatro municipalidades de las islas de Palawan, esto es, Corón, Busuanga, Culion y Linapacan.

Para Jessica Paguia de 31 años y perteneciente al grupo indígena Tagbanua en la isla de Corón, el cultivo de algas marinas es un negocio familiar y ha sido su principal fuente de ingresos en la pequeña comunidad costera durante los últimos 20 años.

“Cuando llegó, el tifón Yolanda arrasó nuestras casas y todos nuestros materiales de cultivo”, dice Jessica, observando el agua que cubre sus medios de vida. “No sabíamos por dónde comenzar, porque lo perdimos todo y durante muchos años habíamos dependido del cultivo de algas marinas. Todos fueron afectados, no solo nuestra familia.”

“Con tantos productores de algas marinas afectados, era esencial restablecer sus activos para que pudieran reiniciar sus operaciones de cultivo”, afirma Godardo Juanich, consultor superior de la FAO en acuicultura y maricultura.

La FAO prestó asistencia distribuyendo paquetes para el cultivo de algas marinas consistentes en cuerdas de nailon, materiales flotantes y de siembra, junto con instalaciones domésticas de secado y el establecimiento de viveros de algas marinas para permitir la diversificación y el cultivo de especies de algas marinas.

Aunque los daños ocasionados al cultivo de algas fueron considerables, el tifón también brindó la oportunidad de introducir mejores prácticas de cultivo en el marco de las actividades de recuperación y rehabilitación. Se impartió capacitación sobre cómo seleccionar los sitios de cultivo más adecuados, la preparación de  los implantes, el mantenimiento de las granjas de algas marinas y cómo tener acceso a los mercados.

“Aprendimos cosas como el correcto tipo de corte, la transferencia a las zonas de cría y el tiempo que tardan las algas en reproducirse”, afirma Jessica. “Antes nos limitábamos a recoger las algas y secarlas, con lo que se encogían. No sabíamos que teníamos que transferirlas antes de secarlas, por eso la capacitación nos ayudó a reducir nuestras pérdidas”.  

Tras el tifón, muchos productores fueron víctimas de usureros para comprar implantes y insumos para establecer sus granjas, y cayeron en el círculo vicioso de pagar altos tipos de interés y verse obligados a vender sus productos a un precio inferior al valor de mercado.

“Los insumos y la capacitación que hemos proporcionado hacen que los productores no tengan ya que conseguir préstamos de estos intermediarios”, explica Juanich. “Estamos enseñando a los productores cómo acceder directamente a los mercados; ahora, saben cómo producir sus propios implantes, lo que los ha hecho menos dependientes de otras fuentes de insumos”.

Con los equipos, materiales y la capacitación que han recibido, los productores de algas marinas como Jessica y su familia están recuperándose lentamente y restableciendo granjas de algas marinas más productivas y resilientes.

“Sin este apoyo no habríamos tenido una fuente de subsistencia”, afirma Jessica. “Ahora podemos ampliar nuestras granjas de algas marinas gracias a la variedad de técnicas que hemos aprendido, y adaptar nuestras estrategias en función de las condiciones climáticas”. 

Jessica no sabe qué le deparará el futuro, pero está segura de una cosa: “Ahora podemos satisfacer nuestras necesidades básicas todos los días; además, los materiales son un capital suficiente que permite recuperarnos de las pérdidas que sufrimos”.

El apoyo al cultivo de algas marinas es parte del programa de 8,2 millones de USD de la FAO para la recuperación y rehabilitación del sector pesquero tras el paso del tifón Haiyan, que presta asistencia a 19 000 familias de pescadores en tres regiones de Filipinas: Visayas orientales, Visayas occidentales y MIMAROPA.

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