Plataforma de Territorios y Paisajes Inclusivos y Sostenibles

Enfoques de desarrollo económico local y territorial para facilitar la inclusión y cohesión

:11/01/2018

Título completo: De un paradigma de cohesión socio-económica a la cohesión territorial: El rol de los enfoques de Desarrollo Económico Local y Territorial en facilitar la inclusión y cohesión como bases para territorios competitivos y sostenibles.

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Los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) reservan un espacio fundamental a dos dimensiones transversales, centrales para el logro de un desarrollo inclusivo y sostenible: la pobreza y la desigualdad que, aunque correspondan a dos objetivos específicos (el ODS1 y el ODS10), son recurrentes en las 17 dimensiones destacadas, en línea con un enfoque multidimensional. Si bien en las últimas décadas cientos de millones de personas han salido de condiciones de pobreza, los niveles de desigualdad permanecen preocupantes. Según datos recientes de OXFAM (2017), 8 hombres concentran la misma riqueza de 3.600 millones de personas y desde 2015, el 1% más rico posee más recursos que el resto de la población mundial, lo cual evidencia que el crecimiento económico está beneficiando a un porcentaje mínimo de la población global. En los países más pobres, millones de personas han logrado salir de condiciones de pobreza y pobreza extrema; sin embargo, 1 de cada 9 personas sigue padeciendo el hambre y el 10% más pobre – entre 1988 y 2011 – ha beneficiado de un incremento de sus ingresos inferior a los 3 dólares al año, mientras que el 1% más rico de la población ha aumentado 182 veces (OXFAM, 2017).

En este contexto surgen dos preguntas: ¿Cuáles son los principales obstáculos que están dificultando el logro de un desarrollo equitativo y una distribución igualitaria de los recursos, en una perspectiva de sostenibilidad? ¿Cuáles son las cuestiones pendientes que siguen irresueltas?

Los modelos clásicos de desarrollo se han concentrado en el concepto de crecimiento económico, en la medición de los ingresos y el aumento o disminución del Producto Interno Bruto (PIB) como indicadores del bienestar y progreso de un país analizado desde una perspectiva nacional, sin considerar las fuertes diferencias existentes entre y en los territorios de un mismo país. En los últimos años ha adquirido cada vez más importancia la multidimensionalidad de las transformaciones necesarias en el desarrollo de una sociedad para que ésta sea más inclusiva y sostenible.

Por un lado, la atención a la dimensión social permite evidenciar desigualdades como las de género, generacionales y étnicas referidas a grupos excluidos (mujeres, jóvenes, comunidades indígenas y afro-descendientes, entre otros).

Por otro lado, la dimensión territorial permite explicitar las diferencias estructurales que existen entre y en los mismos territorios. Al entenderse el territorio como “(...) un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan una identidad y un sentido de propósito compartidos por múltiples agentes públicos y privados” (Schejtman y Berdegué, 2004: 5), adquieren relevancia las articulaciones que se logren efectivamente entre identidades, actores, acceso y control de activos en el territorio y afuera de él. El territorio, entonces, es también el lugar donde se originan y manifiestan las desigualdades y su nivel de avance depende de factores estructurales (geográficos, institucionales, sociales, culturales, etc.), representando un elemento clave que contribuye a alimentar el acceso diferenciado a las oportunidades (Bebbington et al. 2016): “La geografía pesa, pero pesan más las estructuras sociales y las instituciones, y los actores sociales que las construyen y reproducen. Estas estructuras, estas instituciones y estos actores, son distintos en uno y otro territorio, y es en buena medida por eso que las grandes tendencias económicas, sociales o culturales, así como las políticas públicas, no “aterrizan” de la misma forma en uno y otro lugar” (Berdegué, 2016 en Bebbington et al. 2016: 9).

La dimensión biocultural, a su vez, pone en el tablero factores antes considerados “prescindibles” en el desarrollo, como el patrimonio cultural material e inmaterial en sus múltiples expresiones y la identidad como vectores de reconocimiento y pertenencia territorial; las prácticas, los conocimientos tradicionales y las innovaciones de los actores locales en combinación con los aportes externos; el diseño, desarrollo y monitoreo de estrategias y modelos diferenciados que articulen espacios rurales y urbanos, actores y coaliciones, emprendimientos privados y políticas públicas; la construcción social de una marca distintiva de los territorios para posicionar sus productos y servicios en diferentes mercados, incrementando su competitividad desde la diferencia y no desde la homologación (Ranaboldo, 2017).

 

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Para leer el resto de este artículo, publicado inicialmente en la web del Cuarto Foro Mundial para el Desarrollo Económico Local, haz click aquí. Fotografía de Nikola Ivanovski/ CAFOD via Flickr(CC BY-NC-ND 2.0)

Author: Claudia Ranaboldo y Marta Arosio
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