Lentejas del tiempo olvidado

This blog post was written by Pamela Torres K.

En Chile hay lentejas todo el año en el supermercado. Selladas, impecables, homogéneas en tamaño y color. Cuesta imaginar que han viajado 10.000 km para llegar ahí y lucir tan perfectas.

Pero en las tierras chilenas se cultivan lentejas también; lentejas que no tendrían que viajar tanto para llegar a las repisas de los supermercados. Lentejas de tiempos olvidados.

La señora Sonia y sus hijos practican la agricultura familiar campesina. Este verano la visitamos más de una vez, ansiosas por tener sus lentejas locales, frescas y sabrosas. En la primera visita nos dijo:

“¡Noooo pues! ¡¿Cómo le voy a tener las lentejas ahora?! ¿Si no ve que está nublado? Hay que esperar que salga el sol para que se sequen las plantas”.

Por suerte el sol salió y las matas se secaron.

Volvimos a ir.

“Nooo…¡que no ve que no ha habido viento! ¡¿Cómo vamos a aventar las lentejas si no hay viento?!”.

Por suerte corrió el viento que se llevó la paja y dejó el grano.

Las probamos. Son suaves, de color verdoso (y no café como las del supermercado); recién cosechadas.

Ahora que ha pasado la cosecha, hay que preparar la tierra para la nueva siembra. Hace algunos días hablamos con la señora Sonia. Ella se ríe de nosotras, mujeres de ciudad, que pareciéramos no haber visto los cielos en años.

“Noooo, si ha llovido re mucho por acá… ¡todavía no podemos pasar el arado!”

Ya pasará la lluvia; ya se trabajará la tierra.

Ya llegará un nuevo verano con sol para secar y viento para limpiar.

Por suerte la señora Sonia sabe leer la naturaleza y reconoce sus ritmos. La agricultura clama una sincronía; no somos dueños del tiempo, de las nubes, de los vientos ni de los rayos del sol.

La agricultura familiar campesina lleva tanto conocimiento. Cada una de las tradiciones está fundada en la naturaleza; respetando ritmos, estaciones, tiempos de espera y de actividad.

Qué lindo sería ver en cada producto una historia (¡porque cada producto la tiene!); ver las caras pacientes y alegres de los agricultores; ver que con cada cosecha se llenan de esperanza de que los camiones vuelvan a llegar a sus puertas a comprarles toda su producción de legumbres como ocurría hace años en Chile, antes de que las lentejas llegaran todas de Canadá.

Así soñamos con algún día revivir el pasado; poder comprarle toda la producción a la señora Sonia y asegurar que sus legumbres locales lleguen a los hombres y mujeres de la ciudad; y que ese sabor a campo nos haga viajar a tiempos olvidados, cuando nuestras abuelas nos cocinaban lentejas más frescas y sabrosas, lentejas con una gran historia detrás.

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