No es posible erradicar la pobreza y el hambre sin tomar en cuenta las deficientes condiciones y escazas oportunidades de empleo a las que se ve enfrentado el 75 por ciento de los pobres del mundo que residen en zonas rurales y cuya subsistencia depende fundamentalmente de la agricultura. Habitualmente, los trabajadores rurales reciben ingresos bajos y carecen de las habilidades y de los recursos necesarios para mejorar sus medios de subsistencia. En la agricultura, las modalidades de trabajo son en su mayoría de carácter informal, temporal o estacional, lo que deja a los trabajadores rurales desprotegidos de las legislaciones laborales nacionales. 

La FAO ofrece apoyo a los países para que generen una mayor cantidad de oportunidades de empleo decente tanto en la agricultura como en otras actividades. En concreto, busca promover la generación de empleo ("empleos verdes") en la transición hacia la agricultura y la producción de alimentos sostenibles desde el punto de vista ambiental. Por otra parte, aborda los factores principales que socavan el bienestar y el potencial productivo de las poblaciones rurales, incluyendo las condiciones de trabajo deficientes, las dificultades de acceso a la protección social y el trabajo infantil peligroso. Con el objetivo de garantizar que nadie quede atrás, la FAO dirige sus programas y actividades a grupos desfavorecidos de trabajadores, en especial a jóvenes, mujeres y trabajadores migrantes. Por último, la organización lleva a cabo investigaciones y análisis exhaustivos de los mercados laborales rurales con el fin de generar enfoques innovadores para mejorar la seguridad alimentaria a través del trabajo decente.