KABUL, junio de 2002 -- Para que
Afganistán supere la pobreza y la malnutrición en la posguerra
tras la era de los talibán, es necesario desarrollar y fomentar
la agricultura. Alrededor del 85 por ciento de la población
afgana trabaja en la economía rural. En Afganistán, la
agricultura es, en su mayor parte, una actividad doméstica; los
niños y las mujeres, junto a los hombres, cultivan la tierra, se
dedican a la horticultura y a la cría de ganado.
La Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), ha elaborado dos proyectos
para luchar contra la pobreza y mejorar la nutrición entre los
campesinos pobres, con especial atención a las mujeres.
Trabajando con campesinos de la zona, se han organizado centros
para la recogida de leche y ha comenzado la cría de pollos a
cargo de las mujeres. Syed Mokhart vive con
su familia en la aldea de Mir Shah Aziz, cerca de Kabul. Mokhtar
es un granjero cuyas vacas dan unos 10 litros de leche por día.
Se queda con una parte para su familia y vende el resto en el
mercado. Hasta hace pocos años, cada granjero en la aldea tenía
que transportar la leche por muchos kilómentos hasta llegar a
los mercados de Kabul. No había controles de calidad y la leche
se agriaba antes de llegar al mercado. Con
el nuevo centro de recogida de leche, construido por los
aldeanos con la ayuda de la FAO, las cosas han cambiado mucho
para Mokhtar y 80 granjeros más en Mir Shah Aziz.
La recogida de la leche se ha convertido para ellos en
una rutina. El centro de recogida de leche está muy cerca de sus
casas. El recolector controla la calidad de la leche y les paga
en metálico. En Kabul la leche es pasteurizada, procesada y
comercializada por vendedores locales. En la ciudad, la demanda
de productos lácteos es muy elevada y su venta se agota en menos
de una hora. La FAO ayuda a los productores
locales con cursos de formación sobre piensos, gestión y
comercialización del ganado. Y el proyecto ofrece servicios
veterinarios, facilitando vacunas contra enfermedades
infecciosas muy contagiosas como el Anthrax.
Hasta ahora se han creado 16 centros de recogida de
leche en las cercanías de Kabul y 450 granjeros participan en el
proyecto. La FAO piensa hacer extensivo el proyecto a más de
1000 granjeros. Pero las grandes ciudades
con más de dos millones de habitantes, como Kabul, no dependen
de las aldeas cercanas sólo para la leche. Los huevos que se
encuentran en los mercados de la capital proceden también de
pequeñas familias que viven en las campiñas cercanas.
La producción avícola en Afganistán se ha visto
gravemente perjudicada en los últimos tiempos a causa de la
guerra y los conflictos civiles. Se saquearon y destruyeron
aldeas y los campesinos y sus familias se vieron obligados a
emigrar. Del Jan es una campesina que buscó
refugio con su familia cerca de Jalalabad cuando las luchas y la
violencia se desataron cerca de su aldea. Acaba de volver a
casa. No gana bastante con su tienda de verduras para alimentar
a su familia. Por eso decidió participar en un proyecto de la
FAO para criar pollos. Más del 90 por ciento de la producción
avícola en las aldeas afganas está en manos de las mujeres.
Para empezar, la FAO facilitó a Del Jan 10
gallinas, material de construcción para un corral en
cooperativa, 10 kilos de pienso y la formación adecuada para
ello. En el pasado, con la raza local de
pollos, la familia conseguía que las gallinas pusieran sólo unos
50 huevos por año. La producción era muy baja, los huevos
pequeños y la mortalidad entre las aves muy alta.
Hoy, utilizando razas de productividad más elevada, la
familia de Del Jan produce más de 200 huevos por año. Del Jan ha
conseguido así obtener una pequeña renta vendiendo huevos en el
mercado de Kabul. La producción de huevos representa el 40 por
ciento del rédito de las familias pobres.
Alrededor de 2500 aldeanas que viven en los
alrededores de Kabul, Jalalabad y Mazar-i-Sharif participan en
el proyecto de la FAO y la cría de aves de corral ha mejorado de
forma significativa. La formación es parte
importante del proyecto. Durante seis meses, pequeños grupos de
mujeres se reúnen tres veces por semana para discutir sobre la
cría, gestión y comercialización de los pollos, así como de la
prevención de las enfermedades animales. La reunión constituye
también una ocasión para hablar de cuestiones sociales y
sanitarias. Bajo el régimen de los talibán ese tipo de reuniones
estaba terminantemente prohibido y considerado como una
conspiración. Sin embargo, el proyecto siguió adelante.
La FAO ayuda también a una Asociación de
Criadores de Pollos, dinámica y autofinanciada, en Kabul. Sus
servicios son utilizados por unos 130 granjeros que reciben
piensos, vacunas y formación que de otra forma no serían
disponibles en la capital. Los granjeros pagan los servicios
ofrecidos por la asociación y el dinero se reinvierte en otros
proyectos. Hoy en día, la Asociación
produce más de 3 toneladas de pienso avícola, 20.000 polluelos y
más de 265.000 huevos por mes. La
producción avícola tiene grandes oportunidades en Afganistán.
Trabajando con los granjeros, la FAO ha creado una
infraestructura de proyectos autosostenibles que pueden
difundirse con facilidad. Favorecer la participación de más
personas en la producción avícola y láctea en las cercanías de
las principales ciudades potenciaría la generación de ingresos y
las oportunidades empresariales, sobre todo para las mujeres,
beneficiaría a los refugiados y a los prófugos internos y
contribuiría a una nutrición más adecuada.
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