Lograr el Objetivo “Hambre Cero” implica necesariamente enfrentar el hambre y la pobreza extrema presente en los territorios más rezagados de nuestro planeta. Hoy los 800 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria viven principalmente en zonas rurales, aisladas, y especialmente vulnerables a los fenómenos climáticos. Territorios cuya realidad frecuentemente resulta invisible en las estadísticas nacionales, y donde los servicios salud y educación apenas llegan, las infraestructuras de comunicación y energía son precarias, y las inversiones para favorecer opciones productivas y de empleo son prácticamente inexistentes. Es en este grupo de población tradicionalmente excluido donde los indicadores de hambre y pobreza no mejoran desde hace años, y los esfuerzos por garantizar el derecho a la alimentación han sido insuficientes

América Latina y el Caribe, a pesar de haber sido una de las regiones con mejor desempeño en indicadores sociales en los primeros años del siglo, también enfrenta estas dificultades, y las cifras de subalimentación se encuentran estancadas entorno al 6% de subalimentación, y del 10% de pobreza extrema en los últimos siete años. La alta desigualdad característica de la región agrava esta situación; por ejemplo, en 17 países, un total de 120 territorios (departamentos, provincias o regiones) presentan niveles de desnutrición crónica por encima del promedio nacional. En las zonas rurales, la pobreza no solo afecta a una mayor proporción de la población, sino que también es más severa. Esta situación es especialmente llamativa en las comunidades indígenas donde los niveles de desnutrición son normalmente mayores que en las áreas no indígena.

¿Qué hacer entonces para llegar al “núcleo duro” del hambre y la pobreza rural? ¿cómo movilizar ahora la atención pública para orientar políticas que atiendan a las personas que viven en estos territorios especialmente rezagados? ¿qué tipo de políticas aún funcionan y cuales deben reinventarse para atender las especiales características de estas personas y sus entornos? ¿cuáles son los cuellos de botella que deben enfrentarse de forma prioritaria para desencadenar una implementación efectiva de políticas que logren impactar en grandes resultados? ¿Cómo movilizar inversiones de la escala necesaria en territorios que aparentemente presentan tantos desafíos políticos, sociales y ambientales?

Este Evento Paralelo llama la atención sobre la necesidad de priorizar la mirada sobre los territorios rezagados. Se abrirá un debate sobre iniciativas como la de “100 Territorios libre de hambre y de pobreza” y otras que persiguen precisamente movilizar compromiso político, políticas, e inversiones para lograr dar el último paso, el más difícil, pero el imprescindible para hacer realidad el Hambre Cero.