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Introducción

Los bosques del mundo y el sector forestal tienen una conformación que obedece tanto a las tendencias exteriores de orden económico, político, demográfico y social como a fuerzas que actúan dentro del propio sector. La situación presente y futura de los bosques habrá de contemplarse dentro del contexto más vasto del desarrollo, que tiene a su vez como objetivo último la mejora del bienestar de las generaciones actuales y futuras.

Entre las tendencias principales que durante el período abarcado por el SOFO 1997 (1995-1997) (sigla inglesa de la Situación de los bosques del mundo) repercuten en los bosques están las siguientes: un crecimiento demográfico y una urbanización constantes, unos índices mayores de crecimiento económico mundial tras los tres primeros años de depresión de la década; el continuo avance de muchas economías, antes de planificación centralizada, en su fase de transición a una economía de mercado, y la liberalización de los intercambios. En estos dos últimos años, la estructura y las funciones de las instituciones públicas, sobre todo de los departamentos de bosques y afines, han seguido registrando importantes cambios. Se han hecho más patentes las tendencias de descentralización, así como de privatización de las funciones antes encomendadas al sector público, y de paso a un entorno institucional más pluralista o con más interlocutores. Las reducciones presupuestarias han afectado por igual a los departamentos de bosques de los países desarrollados y en desarrollo. Las preocupaciones de carácter ecológico influyen cada vez más en las políticas y prácticas relativas a los recursos naturales e incluso, hasta cierto punto, en el comercio internacional. Por último prosigue la 'internacionalización' de los problemas y a los más altos niveles políticos se han señalado a la atención las interacciones que median entre las cuestiones desarrollistas, ecológicas y sociales a través de cuatro cumbres internacionales que se han tenido en los dos años últimos: la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social (Copenhague, marzo de 1995); la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, septiembre de 1995); Hábitat II - la Segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos (Estambul, junio de 1996) y la Cumbre Mundial de la Alimentación (Roma, noviembre de 1996). La importancia asignada internacionalmente a la silvicultura se refleja en la creación, en abril de 1995, del Grupo Intergubernamental sobre los Bosques por la Comisión de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible con el fin de fomentar un consenso internacional sobre cuestiones clave relativas a los bosques.

Las tendencias hasta aquí del consumo ilustran claramente los efectos del crecimiento demográfico y económico en la demanda de alimentos y de productos forestales. Entre 1960 y 1995, la población mundial casi se duplicó en número y la economía mundial (a juzgar por el PIB en términos reales) aumentó tres veces y media. Durante ese mismo período, se duplicó abundantemente la producción mundial de cereales, la de leña aumentó dos veces y media, se multiplicó por tres la de madera aserrada y se triplicó con creces la de papel. Mirando al futuro, se prevé que la población actual de 5 716 millones de personas aumentará a 7 032 millones para el año 2010. Casi todo ese aumento se verificará en el mundo en desarrollo, donde dan que pensar sobre todo las limitaciones que existen a la producción agrícola y forestal y donde los imperativos económicos nacionales y las disparidades en la distribución de los ingresos ejercen ya una presión intensa sobre los recursos naturales. Estos factores repercutirán desde luego en la capacidad de los países para conseguir una seguridad alimentaria a largo plazo y mantener la productividad de su base de recursos naturales, incluidos los forestales.

Las consecuencias del crecimiento demográfico en la cubierta forestal y en la situación de los bosques quedan corroboradas claramente por los datos sobre los cambios recientes de la cubierta forestal. Durante el período de 1990-1995 ha proseguido la deforestación de las regiones tropicales. En la información que últimamente se ha dado sobre las causas de la deforestación a lo largo de la década de 1980-1990 se señalan claramente el crecimiento demográfico rural junto con la expansión agrícola (especialmente en Africa y Asia) y los programas de desarrollo económico (en América Latina) como las causas principales de los cambios observados en la cubierta forestal. La demanda de alimentos para nutrir a una población mundial cada vez mayor seguirá presionando sobre las tierras forestales. Según estimaciones de la FAO, el incremento de la producción alimentaria mundial para satisfacer una demanda creciente, principalmente en los países en desarrollo, será probablemente del orden del 1, 8 por ciento anual de ahora al año 2010. En algunos países, podrá aumentarse el abastecimiento importando alimentos o intensificando la producción en las actuales tierras de labranza. Para los países en que no resulte viable ninguna de estas dos opciones y existan oportunidades para la expansión agrícola (es decir, principalmente en el Africa al sur del Sahara y en América Latina), los suministros de alimentos se incrementarán poniendo en cultivo más tierras. La FAO ha estimado que para el año 2010 se podrán poner en cultivo en los países en desarrollo otros 90 millones de ha más, gran parte de las cuales están actualmente cubiertas de bosques. La necesidad de aumentar la producción y de tener un mejor acceso a los alimentos en los países en desarrollo está atrayendo también más atención a las formas en que los bosques y los árboles pueden contribuir a la seguridad alimentaria familiar y nacional, y en especial su importancia para proteger la base de recursos naturales de los que depende la agricultura.

En algunos países desarrollados se está dando el panorama opuesto en situaciones de gran productividad agrícola y de nivelación de la demanda; el dejar de producir en tierras agrícolas marginales está proporcionando nuevas oportunidades para la forestación.

La economía mundial, tras su fuerte recesión entre 1988 y 1991 y lenta recuperación entre 1991 y 1993, ha seguido creciendo en estos dos últimos años. Aumentó en 1995 un 3, 5 por ciento, siendo ese crecimiento en los países en desarrollo de casi un 6 por ciento y en los países desarrollados de un 2 por ciento, aunque en los países en transición se siguió registrando una tasa negativa de crecimiento del 1 por ciento1. Para 1996 y 1997 se pronostica un crecimiento económico mundial ininterrumpido, con ligeros aumentos en los países desarrollados y en desarrollo y un giro positivo en los países en transición, cuya recuperación se espera que sea sostenida. El crecimiento económico ha sido de lo más impresionante en las economías de mercado emergentes del mundo en desarrollo, en muchos casos mediante intensas reformas estructurales y fuertes medidas macroeconómicas. La actual situación económica se caracteriza por dos factores: el crecimiento de la actividad económica se ha hecho geográficamente más común (es decir, una mayor proporción de países registra aumentos en su PIB por persona), y ese crecimiento parece encerrar la posibilidad de ser sostenido en muchos países2. Aunque resulta difícil hacer a medio plazo predicciones exactas sobre el crecimiento económico, parece probable que proseguirá la tendencia actual a un crecimiento económico proporcionalmente mayor en el mundo en desarrollo.

1 Fondo Monetario Internacional (1996). Perspectivas económicas mundiales. Octubre de 1996, FMI, Washington, D.C.

2 Naciones Unidas (1996). Estudio económico y social del mundo, 1996. Naciones Unidas, Nueva York.

No obstante este crecimiento económico general, la pobreza, el hambre y la malnutrición persisten en algunas partes del mundo y entre varios sectores de la población debido a una desigualdad en la distribución de la riqueza y el acceso a los recursos. Una gran parte de la población pobre del mundo vive cerca de los bosques y depende de las tierras y recursos forestales para su subsistencia. Los bosques juegan y seguirán jugando un cometido especialmente importante en proporcionar productos e ingresos a esas personas. Es muy posible que se intensifiquen esas exigencias contrastantes, la de seguir proveyendo a las necesidades locales y la de satisfacer al propio tiempo la creciente demanda nacional de productos forestales industriales, que resultará estimulada por el alza de los niveles generales de ingresos.

Es probable que sean notables los efectos combinados del crecimiento económico y de una población cada vez mayor en la demanda de productos forestales, sobre todo porque el consumo por persona de productos forestales industriales es especialmente sensible a las variaciones de ingresos en niveles bajos de renta.

Con el aumento de la demanda de productos forestales se intensificarán probablemente los esfuerzos que actualmente se despliegan para el desarrollo de las plantaciones forestales y ello podrá llevar en algunos países a un incremento de la producción de madera industrial procedente de masas forestales en explotaciones agrícolas y de sistemas agroforestales. La superficie dedicada a plantaciones en las regiones en desarrollo se ha duplicado durante el período que va de 1980 a 1995, y en varios países es cada día más importante la producción de madera industrial que se obtiene de la silvicultura en explotaciones agrícolas y de los sistemas agroforestales. Probablemente esta tendencia resultará fomentada por la reducción de los niveles de aprovechamiento de la madera en los bosques naturales por efecto de las inquietudes ecológicas.

La disolución de la antigua URSS y los ulteriores esfuerzos desplegados por los países recientemente independientes para pasar de una economía de planificación centralizada a una economía de mercado están repercutiendo notablemente en silvicultura. En primer lugar, ha habido en estos países graves alteraciones en los sistemas de ordenación y producción forestales y en la transformación, elaboración y comercialización de productos forestales. Son especialmente importantes los cambios producidos en la Federación de Rusia, que cuenta con más de una quinta parte de los bosques del mundo y es un gran productor de madera industrial en rollo. El fuerte descenso de las talas y extracciones de rolliza industrial en la antigua URSS (las de 1994 fueron sólo la mitad de las de 1990), contribuyeron a la reducción de la producción mundial de rolliza industrial en un 15 por ciento a lo largo de ese mismo período. En segundo lugar, en el sector forestal de los países en transición se están realizando grandes reestructuraciones, incluida la privatización de las operaciones forestales y de las empresas forestales de propiedad estatal, así como la restitución de las tierras forestales nacionalizadas a sus antiguos propietarios o a sus herederos, y la reorientación de las políticas e instituciones forestales.

El impacto que un desarrollo infraestructural y urbanístico rápido ha tenido en la utilización de las tierras, en la cubierta terrestre y en la situación ecológica de las áreas urbanas y periféricas es evidente en muchas zonas del mundo, pero sobre todo en Africa y Asia, donde los índices de desarrollo urbanístico son elevadísimos. Los efectos de este desarrollo urbanístico en la demanda general de productos forestales y en el aprovechamiento de las tierras del campo no han sido, sin embargo, objeto de un estudio detallado y no son tan bien conocidos como las relaciones que median entre los recursos forestales y la población o el crecimiento económico; no está claro que las pautas que tan patentemente se han manifestado en los países desarrollados en su proceso de urbanización vayan a seguir siendo válidas para los países en desarrollo, que se están urbanizando a un índice mucho más rápido y con poblaciones en unos niveles de ingresos mucho menores. En cambio, lo que sí está claro es que hay grandes posibilidades de que la silvicultura mejore la situación medioambiental y los medios de vida de los habitantes de las ciudades y de que las plantaciones periurbanas proporcionen a las poblaciones de las ciudades productos madereros cuando la demanda supere a la oferta. Aunque una urbanización rápida no constituye ya un problema en la mayoría de los países desarrollados, la mayor concienciación en estos últimos años respecto de los potenciales beneficios ecológicos y sociales de los bosques y arboledas de las zonas urbanas ha llevado a la elaboración de programas intensos de silvicultura urbana en muchas partes, como en los Estados Unidos y Europa.

La sensibilización ecológica y la presión pública han seguido teniendo efectos en todos los aspectos del sector forestal: en la ordenación forestal, en los aprovechamientos y actividades subsiguientes, en los mercados y en el comercio de productos forestales. El interés en que los bosques estén ordenados para asegurar el sostenimiento a largo plazo de sus funciones productivas, sus servicios medioambientales y sus beneficios sociales, ha llevado a que se desplieguen esfuerzos por formular criterios e indicadores para una ordenación forestal sostenible. Existe una tendencia a la ordenación de los bosques como sistemas ecológicos con múltiples beneficios económicos y valores medioambientales, y a la protección del medio ambiente y a la conservación de la diversidad biológica se les da más importancia en los objetivos de una ordenación. A los posibles beneficios ecológicos y sociales en potencia que pudieran derivarse del desarrollo de productos forestales no madereros se les ha prestado más atención. Se están propugnando sistemas de tala y extracción de impacto reducido para minimizar los efectos perjudiciales del aprovechamiento de la madera; se han hecho progresos en las industrias forestales para una elaboración de los productos forestales más favorable al medio ambiente; y también ha habido un incremento de la recuperación y reciclado de productos del papel. Se han impuesto restricciones a los aprovechamientos en los bosques nacionales de América del Norte y de algunos países tropicales de Asia y el sur del Pacífico. Con el afán de vincular el comercio a las preocupaciones ecológicas relativas a la silvicultura se están aplicando algunas iniciativas, como planes de certificación y listado de las especies madereras en los apéndices de la Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres.

Los beneficios socioculturales de los bosques y las repercusiones sociales de la distribución de esos beneficios siguen siendo temas de atención internacional y de medidas a nivel nacional. La preocupación se extiende desde cómo satisfacer las necesidades y respetar los derechos de los grupos indígenas, de la gente que vive en los bosques y que depende de ellos, lo que es principalmente, pero no exclusivamente, un problema de países en desarrollo, hasta la cuestión más universal de cómo tener en cuenta el alcance de la demanda de bienes y servicios forestales por una gran variedad de grupos de intereses. Estas inquietudes han determinado el ulterior desarrollo e institucionalización de varios sistemas de ordenación forestal en régimen participativo, la restitución de la propiedad sobre los recursos forestales y el reconocimiento de los derechos de acceso de las comunidades locales y de colectivos de usuarios. En muchos países en desarrollo sobre todo, las comunidades locales desempeñan una función cada vez más importante en la ordenación y protección cotidianas de los recursos forestales, y en el caso de las poblaciones indígenas se está poniendo empeño en reducir al mínimo la interferencia exterior con las prácticas tradicionales de manejo de recursos. Tanto en los países desarrollados y en desarrollo se despliegan cada vez más esfuerzos por crear los medios para poder tomar en consideración, a la hora de adoptar decisiones en materia de política y prácticas de ordenación forestales, las opiniones de toda una serie de grupos de intereses.

La silvicultura a nivel mundial se enfrenta claramente con unos retos cada vez más importantes a medida que nos acercamos al próximo milenio. El crecimiento demográfico, las variaciones en la distribución de la población, las presiones económicas y los esfuerzos por aliviar la pobreza y procurar una seguridad alimentaria darán paso a un análisis más intenso de la aportación real y potencial de los bosques al desarrollo, así como de los respectivos beneficios que conlleva el seguir dedicando las tierras a bosques en lugar de transformarlas para otros usos. El desafío más patente dentro del sector es el de cómo satisfacer la demanda creciente de productos forestales y al propio tiempo salvaguardar la capacidad de los bosques de prestar una serie de servicios ecológicos, entre otros y sobre todo la conservación de la diversidad biológica, el alivio de los cambios climáticos a nivel mundial, la protección contra la desertificación y la de los recursos edafológicos e hídricos. Habrá que conciliar cada vez más las exigencias contrastantes y las discrepancias de opinión sobre la importancia respectiva de los bienes y servicios varios que proporcionan los bosques. Las exigencias de conseguir una distribución más equitativa de los beneficios que se obtienen de los bosques, de salvaguardar los derechos de sus habitantes y de sus poblaciones indígenas, y de asegurar una participación general en la toma de decisiones relativas a los bosques, incrementarán la complejidad y el reto que entrañan la ordenación de los bosques y la adopción de políticas en los años venideros.

El SOFO aporta información sobre la situación de los bosques del mundo en la actualidad y sobre la evolución reciente del sector. Ofrece también una visión de futuro sobre algunos aspectos de la silvicultura. Esta publicación del SOFO se divide en cuatro partes principales: situación y perspectivas de la conservación y desarrollo forestales; política, planificación y arreglos institucionales; capítulo sobre un tema especial; y, por último, seis semblanzas sobre aspectos regionales más destacados, que conjuntamente abarcan a todos los países del mundo.

En la Parte 1 se examinan la situación de los recursos forestales, aspectos relativos a la ordenación forestal y los bienes y servicios que proporcionan los bosques. En ella se aportan nuevos datos sobre la situación de la cubierta forestal en 1995, sobre la tasa actual y causas recientes de las variaciones de la cubierta forestal, y sobre la situación de los bosques. Le sigue un análisis de las tendencias en materia de ordenación forestal y sobre aprovechamiento, elaboración y comercialización de productos forestales. A continuación se examina la importancia de los bosques en la economía, considerando los productos y los servicios que proporcionan los bosques. Se analizan las dificultades para valorar esos bienes y servicios. Entre los muchos servicios ecológicos que prestan los bosques y los árboles, se destacan los siguientes: protección medioambiental en áreas ecológicamente frágiles (tierras secas y tierras de montaña); alivio de los cambios climáticos a nivel mundial; conservación de la diversidad biológica; contribución a la seguridad alimentaria, y mejora de la situación del medio ambiente en las zonas urbanas y periurbanas y de los medios de subsistencia de los habitantes de las ciudades. En el SOFO se trazan las tendencias mundiales del consumo y producción y del comercio internacional de productos forestales a lo largo del período de 1970-1994, y las pautas potenciales de consumo y comercio de productos forestales entre 1994-2010. Una parte de este capítulo sobre tendencias mundiales del consumo y la producción se dedica a un análisis de los productos forestales no leñosos.

En la Parte 2 se analizan las innovaciones recientes en materia de políticas, planificación y arreglos institucionales dentro del sector forestal. Le siguen información sobre iniciativas internacionales en silvicultura y un capítulo sobre la situación del financiamiento del sector forestal.

El tema especial incluido en este SOFO consiste en la formulación de criterios e indicadores para una ordenación forestal sostenible. En esta Parte 3 se estudian los esfuerzos, sobre todo los realizados en los cuatro años últimos, con el fin de elaborar unos criterios comunes a nivel nacional, regional y ecorregional en función de los cuales pueda definirse lo que es una ordenación forestal sostenible y especificar los indicadores que podrían aplicarse para su seguimiento.

La Parte 4 contiene seis semblanzas sobre hechos más destacados por regiones. En ella y sobre la serie de cuestiones relacionadas con los bosques se ofrece una información geográficamente más específica que la que aparece en las tres partes precedentes del SOFO, que se centran en la situación mundial. Además, en un capítulo de la Parte 4, que comprende de la página 162 a la 170, se da información sobre el lugar que ocupa la silvicultura en varias agrupaciones económicas o políticas regionales.


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