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MIGRACIÓN: NUEVAS DIMENSIONES Y CARACTERÍSTICAS, CAUSAS, CONSECUENCIAS E IMPLICANCIAS PARA LA POBREZA RURAL

J. Edward Taylor
Departamento de Agricultura y Recursos
Universidad de California, Davis, Estados Unidos



I. INTRODUCCIÓN Y RESUMEN

Las interacciones entre las migraciones y la pobreza, tanto en el punto de origen como de destino de los migrantes, constituyen uno de los temas menos estudiados y comprendidos en economía. Esto no deja de sorprender, puesto que la mayor parte de las migraciones del mundo se origina en las zonas rurales. La migración de personas desde las zonas rurales no sólo puede tener gran impacto sobre los que quedan desde la perspectiva del bienestar social, sino también, dada la integración de los mercados, profundas implicancias para el crecimiento económico fuera de las zonas rurales (por ejemplo, sobre la producción alimentaria, las exportaciones agrícolas, la demanda rural de productos manufacturados y los futuros excedentes económicos en la agricultura disponibles para inversión en cualquier otro sector de la economía). Por otra parte, el bienestar económico de los no-emigrantes influye ciertamente en las presiones futuras en materia de migración. En el lugar de destino, los trabajadores inmigrantes se insertan en las actividades locales de producción, a veces complementando otros factores, a veces compitiendo con otros (incluyendo algunas categorías de trabajadores no-inmigrantes). Tiene un impacto tanto sobre el nivel, como sobre la distribución del ingreso en las economías que reciben a los migrantes.

Los posibles efectos de la migración sobre la pobreza son catalogados según dos perspectivas extremas: pueden ser escenarios "optimistas" o "pesimistas".

Visión optimista

En el escenario optimista, la migración disminuye la pobreza en los lugares de origen al desplazar a la población de un sector rural de bajos ingresos hacia una economía urbana (o extranjera) caracterizada por ingresos relativamente altos. Si, en la economía de origen del emigrante, no cae el ingreso (o no experimenta siquiera una leve baja) tras la migración (por ejemplo si el producto marginal de la mano de obra emigrante antes de la migración y el capital que lleva consigo son poco significativos), la reducción de población resultante de la migración contribuirá a incrementar los ingresos promedio de los que se quedan. En la economía de destino, aunque inicialmente los ingresos de los emigrantes pueden ser inferiores a los de los no inmigrantes, el mejoramiento de los ingresos de los inmigrantes puede ser muy rápido, especialmente si la migración se realiza en función de las competencias, de la capacidad empresarial, de los individuos, etc. En este caso, las tasas relativamente altas de pobreza de los inmigrantes en sus lugares de destino pueden ser efímeras.

Las remesas de los emigrantes contribuyen directamente a los ingresos de los hogares residentes en sus economías de origen. Según estimaciones oficiales del Fondo Monetario Internacional, las remesas de los trabajadores más las remuneraciones de los empleados representaron un total de 98 mil millones de dólares en 1998 (último año para el que se dispone de cifras al respecto), monto que supera ampliamente la ayuda oficial al desarrollo. Esta cifra subestima la cantidad real de las remesas que incluyen transferencias en especies y clandestinas. La migración internacional sólo representa una pequeña parte de la migración mundial total (que comprende también la migración interna). No se sabe con precisión qué porcentaje de las remesas totales representan los ingresos de las personas que emigraron al extranjero. Sin embargo, las encuestas de hogares determinan generalmente que dichas remesas constituyen una parte sustancial del ingreso total en las zonas rurales de los países menos avanzados. Por otra parte, la poca información disponible sugiere que también representan una parte considerable de los ingresos de los emigrantes. Si éstos provienen mayoritariamente de hogares pobres, las remesas pueden influir directamente en la reducción de la pobreza en las zonas de origen de los emigrantes.

Las migraciones y las remesas también pueden contribuir indirectamente y de variadas maneras a los ingresos en los lugares de origen y de destino de los emigrantes. En los contextos de mercado imperfecto característicos de las economías rurales de los países menos avanzados, pueden atenuar las restricciones de liquidez y de riesgo que limitan la producción en los hogares de origen de los emigrantes (ver más adelante la nueva economía de la migración de la mano de obra). Los gastos de los hogares que reciben estas remesas pueden dar origen a multiplicadores de ingresos en las economías de origen de los emigrantes. Aunque éstos no provengan de hogares pobres, sus remesas pueden igualmente tener efectos indirectos a través de la concatenación de gastos, favoreciendo a los pobres.

En los lugares de destino de los emigrantes, la llegada de inmigrantes puede estimular la actividad económica local y crear o mantener buenos empleos para los residentes locales, incluso pobres, al crear economías de escala y efectos multiplicadores. Sobre la base de modelos de ecuación única y de los datos del censo en las áreas metropolitanas de los Estados Unidos, varios estudios realizados en los años 80 han concluido que la llegada de inmigrantes influye poco en los mercados laborales locales en términos de reducción de salarios o de aumento del desempleo. En cambio, se ha comprobado que los inmigrantes tienen efectos positivos en el empleo y en los salarios en los mercados laborales urbanos adonde llegan.

Visioón npesimista

Cada postura optimista, tal como se han presentado más arriba, tiene una contraparte pesimista. Los estudios más pesimistas sobre las interacciones entre migración y desarrollo en las zonas de origen se publicaron generalmente en los años de 1970 y 1980. En cambio, en la década del 90, las investigaciones al respecto fueron más optimistas. Por contraste, los estudios sobre los efectos de la inmigración en las economías receptoras, en su mayoría optimistas en los años 70 y 80, se tornaron más pesimistas en los últimos años.

Para que la migración contribuya a aumentar el ingreso per cápita en las economías de origen de los emigrantes, el ingreso no tiene que caer - o si lo hace, caer muy poco - con la salida de los emigrantes. Los estudios pesimistas aseguran que éste no es generalmente el caso: la migración se traduce en una baja del ingreso en las áreas de donde parten los emigrantes, puesto que el producto marginal de la mano de obra emigrante es importante antes de la migración y los emigrantes llevan consigo un capital productivo al partir (incluyendo el capital humano). Las remesas enviadas por los emigrantes solo compensan en parte los efectos de la pérdida de mano de obra y de capital. Dentro de este escenario pesimista, puede aumentar la pobreza tratándose de emigrantes provenientes de hogares pobres, o si el trabajo de los campesinos pobres, independientes o empleados en otras propiedades, se vuelve menos productivo a raíz de la pérdida en mano de obra (y capital) de los emigrantes. Desde la perspectiva de la zona de origen, la migración representa una "exportación de mano de obra", cuya remuneración está constituida por las remesas de los emigrantes. Las oportunidades de migración lucrativa de algunos hogares pueden provocar el "síndrome holandés" en las economías de origen, ya que las actividades productivas locales compiten con la migración para conseguir recursos limitados en términos de mano de obra y otros. Ciertamente, los hogares y los individuos que participan en la migración obtienen algún beneficio de ella (lo cual constituye la razón de su participación). Sin embargo, los pobres de las zonas rurales pueden quedar marginados de estos beneficios. Si la migración es costosa y arriesgada, los emigrantes pueden provenir, en una primera instancia, no de los hogares más pobres sino de los tramos medios o altos en materia de distribución del ingreso en las zonas de origen. Si la migración tiene un efecto adverso sobre la producción local, se puede producir una caída en el ingreso de los pobres, ya sea en términos relativos o absolutos.

Así como las remesas de los emigrantes pueden engendrar multiplicadores positivos de ingresos en las economías de origen, las bajas de producción y de ingreso pueden llevar a multiplicadores negativos, e incluso a una espiral descendente en la actividad económica local, con repercusiones negativas para los pobres. Es posible que los hogares que reciben estas remesas no las gasten en la adquisición de bienes o servicios ofrecidos por los aldeanos pobres, lo que limitaría el efecto potencial de la migración en cuanto a reducir la pobreza mediante la concatenación de gastos locales.

En el lugar de destino de los emigrantes puede producirse una competencia entre los inmigrantes y, al menos, algunos trabajadores en los mercados locales de trabajo. Los trabajadores autóctonos pueden reaccionar ante la llegada de los inmigrantes buscando mercados laborales menos afectados por la llegada de estos últimos. Este "éxodo" de trabajadores autóctonos que abandonan los mercados laborales afectados por la llegada de inmigrantes, tiende a difundir el impacto de la inmigración a través de todo el país y hace que los efectos de este fenómeno sobre el empleo y los ingresos resulten difíciles de estimar. En los Estados Unidos, los inmigrantes se concentran en el tramo inferior (y también superior) del espectro de competencias (tienen poca presencia en el nivel medio). Aquellos inmigrantes poco calificados pueden competir con trabajadores autóctonos igualmente poco calificados, y probablemente pobres.

Conciliar los extremos

Es probable que los efectos de la migración se sitúen en una posición intermedia entre estos dos extremos. Una literatura incipiente sobre migración sugiere que las interacciones entre las migraciones y algunas variables económicas claves, tanto en el lugar de origen como de destino de los emigrantes, son multifacéticas y acarrean una compleja serie de efectos "optimistas" y "pesimistas". Por ejemplo, estudios recientes han establecido que la migración tiene efectos a la vez negativos en términos de "pérdida de mano de obra" y positivos en términos de remesas en las economías de origen. En los Estados Unidos, nuevas investigaciones señalan que las repercusiones de la inmigración son complejas y se propagan a través de canales indirectos muchas veces ignorados en los estudios anteriores. Generalmente se requieren nuevos métodos de investigación para descubrir las interacciones existentes entre la migración y los cambios económicos tanto en el lugar de origen como de destino de los emigrantes.

La literatura existente proporciona, en forma generalmente indirecta, algunos datos relacionados con las interacciones entre las migraciones y la pobreza. No existen, sin embargo, estudios específicos acerca del tema, por lo que son claramente necesarias futuras investigaciones al respecto. El objetivo general de este análisis consiste en presentar un resumen del estado de los conocimientos en la materia y servir de base a futuras investigaciones acerca de las migraciones, poniendo especial énfasis en la pobreza.

El texto que sigue se ha organizado en tres secciones. En la sección 2 se presenta una breve reseña de la emigración rural y de la migración internacional, sus dimensiones y características básicas. En la sección 3 se resumen las teorías en materia de migración interna e internacional y se estudian las evidencias existentes sobre el impacto de la migración en los lugares de origen y de destino. La literatura sobre migraciones es amplia y se trata de ofrecer una síntesis selectiva más que una reseña exhaustiva de las investigaciones sobre migración. Tal reseña más detallada puede encontrarse en una versión más extensa de este informe (Taylor, 2000). En la sección 4 figura un análisis de las migraciones y de la pobreza rural, así como de las prioridades para las futuras investigaciones sobre la relación entre migración y pobreza.


2. PERSPECTIVA GENERAL DE LAS DIMENSIONES Y CARACTERÍSTICAS

La migración de la mano de obra, tanto en el plano geográfico, desde las áreas rurales, como laboral, desde los empleos agrícolas, es uno de los rasgos más recurrentes de las transformaciones agrícolas y del crecimiento económico. Esto es válido tanto en los países desarrollados desde una perspectiva histórica como en los países menos avanzados desde una perspectiva actual. Taylor y Martin (en un estudio por publicar) comparan los porcentajes de la población rural y del mercado laboral agrícola de países que tienen diferentes niveles de producto interno bruto per cápita (ver cuadro 1). En las distintas naciones, la participación de la población rural disminuye abruptamente a medida que aumenta el ingreso per cápita, desde un 70 y 80% en los países que registran un PIB per cápita más bajo, a un 15% en los países más ricos. La participación de la fuerza laboral agrícola en el producto nacional registra una disminución aun más fuerte (cuadro 2), de más de un 90% en los países de bajos ingresos a menos de un 10% en los países de altos ingresos. Diversos países en desarrollo - desde México hasta la India - han registrado una reducción considerable en el porcentaje de población rural durante los últimos treinta años, a pesar de las altas tasas de crecimiento natural de la población en las zonas rurales.


CUADRO 1
Porcentajes de población rural y PIB per cápita, 1994

Linea de regresión: RURAL = 395.12 y -0.31 (R2 = 0.535, N = 127)

Fuente: Taylor y Martin (por publicar)


Las grandes migraciones desde las zonas rurales se están acelerando a nivel mundial, lo que convierte la migración interna e internacional en uno de los temas más candentes en términos de desarrollo y de política para el siglo 21. Los países más poblados también son los más rurales (cuadro 1). El ejemplo más notorio de esta situación, así como de las controversias acerca de la migración, es el de China. Alrededor de un 70% de la población activa de China trabaja en el sector agrícola. De esta manera, la participación de la fuerza laboral agrícola en ese país supera ampliamente la tendencia internacional tal como aparece en el cuadro 1, es decir, dicha participación es muy alta para un país con ese nivel de ingreso per cápita. Si China siguiera el patrón de migración laboral observado en otras naciones, un aumento del 10% del PIB per cápita debería traducirse en una baja de la participación de la mano de obra empleada en la agricultura de 3.1 puntos porcentuales como mínimo, lo que equivale a unos 14 millones de personas. (Estas estimaciones están basadas en la ecuación presentada debajo del cuadro 2). A pesar de las barreras impuestas a la movilidad laboral por el sistema de registro de hogares existente en China (Hukou bu), este país registra actualmente una de las mayores migraciones del mundo, con unos 50 a 100 millones de emigrantes desde las zonas rurales a las zonas urbanas (Roberts, 1997). A medida que la urbanización y el PIB siguen aumentando, el drenaje de recursos desde el sector agrícola y la demanda creciente de alimentos hacen aumentar la productividad agrícola. A la vez, los problemas relacionados con el papel de las migraciones en el desarrollo de China se tornan cada vez más polémicos y en objeto de preocupación de los responsables de las políticas pertinentes.


CUADRO 2
Porcentajes de mano de obra rural y PIB per cápita, 1994

Línea de regresión: Ag = 2672.9 y -0.6211 (R2 = 0.783, N = 122)

Fuente: Taylor y Martin (por publicar)


Mientras que la migración interna contribuye a redistribuir las poblaciones y la mano de obra desde las zonas rurales hacia las zonas urbanas en los países menos avanzados, muchos países, incluidos los más dinámicos del mundo en materia de producción frutícola y hortícola, emplean como fuerza laboral a inmigrantes extranjeros, a menudo provenientes de zonas rurales. En los Estados Unidos, por ejemplo, la Encuesta Nacional Sobre Trabajadores Agrícolas (NAWS- National Agricultural Worker Survey) estableció que, en 1996, un 69% aproximadamente de los trabajadores del servicio agrícola temporero habían nacido en el extranjero, y en California, lejos el mayor productor agrícola del país, ese porcentaje se elevaba a más del 90%. La mayoría (65%) de los trabajadores agrícolas migrantes en los Estados Unidos provenían de hogares de zonas rurales de México. Debido a la alta concentración de trabajadores extranjeros en los empleos agrícolas, la mayor parte de los inmigrantes encuentra trabajo fuera del sector agrícola, generalmente en actividades de baja calificación en el sector manufacturero.

En el plano mundial, existían en 1995 unos 150 millones de emigrantes internacionales, o personas que viven en países distintos de su país natal o de nacionalidad. Si todos estos individuos pudieran reunirse en un solo país, podrían conformar una "nación de inmigrantes" que sería el sexto más poblado del mundo, más grande que la Federación rusa y sólo superado por China, India, Estados Unidos, Indonesia y Brasil. No obstante, desde otra perspectiva, los inmigrantes solo constituyen un 2,3% de la población mundial. En otras palabras, a pesar de la brecha creciente en el ingreso mundial, casi un 98% de la población mundial se mantiene en su país de origen o nacionalidad. Entre 1965 y 1995, el total de las migraciones internacionales aumentó en términos absolutos (de 76 a 150 millones de personas), pero no fue el caso en cuanto a su porcentaje de la población mundial (2,3% en 1965 y 1995).

La distribución de los inmigrantes a nivel mundial es desigual. En 1990, el 55 %, vale decir la mayoría, se encontraba en los países menos avanzados. No obstante, el porcentaje de inmigrantes en la población de países desarrollados aumentaba, aproximadamente en un 5% en comparación con el 1,6% de la población de los países menos avanzados. Los Estados Unidos es la nación con la mayor tasa de inmigración, con 27 millones de inmigrantes que representan un 18% del total mundial. México ocupa el primer lugar como país de emigración, con unos 7,5 millones de mejicanos, es decir, el 8% de las personas nacidas en México actualmente vivas residen en los Estados Unidos. En cuanto a los países, los nuevos emigrantes tienden a guiarse por "redes" de contactos con familiares y amigos que emigraron anteriormente (Massey et al., 1998). Esto se traduce en una concentración de poblaciones inmigrantes y, por ende, de sus repercusiones dentro del país y entre países.

Las remesas de los emigrantes

Las remesas enviadas por los emigrantes constituyen la mayor incidencia positiva directa de la migración en las áreas de origen de los emigrantes. Si se considera el trabajo como producto de exportación, dichas remesas representan parte del pago por la exportación de servicios laborales que retorna al país de origen. Resulta difícil estimar los flujos internacionales de estas remesas, puesta que una parte desconocida pero probablemente importante de tales remesas no se canaliza a través de los sistemas bancarios formales. Diversos estudios en terreno a nivel microeconómico señalan que las transferencias clandestinas o en especie son sustanciales, pero por lo general los estudios sobre el tema no tratan de asignar un valor a las remesas en especie.

Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (1988), el total de remesas de trabajadores y remuneración de los empleados1, que constituye la definición más completa de las remesas de los emigrantes pasó de menos de 1,5 mil millones de dólares en 1970 a 94,6 mil millones en 1998. La distribución mundial de las remesas de los emigrantes es desigual . Combinando las remesas de los trabajadores y la remuneración de los empleados, India es el país que recibió más dinero de sus nacionales viviendo en el extranjero en 1998 (9.500 millones de dólares, en su mayoría remesas de trabajadores). México ocupa el secundo lugar con 6.500 millones de trabajadores, seguido por las Filipinas (5.100 millones de dólares), Francia (4 mil millones) y Bélgica (3.900 millones). Estos cinco países representan, sumando las remesas y la remuneración de los empleados, alrededor de un tercio (31%) del total mundial en 1998. En varios países, las remesas casi equivalen o superan el ingreso total obtenido por la exportación de bienes, lo que pone de relieve la importancia de los emigrantes en la generación de divisas extranjeras y de ahorros.

No se dispone de estimaciones acerca de las remesas de los migrantes internos. No obstante, las encuestas de hogares en las comunidades rurales indican que las remesas de los migrantes dentro del país representan a menudo una parte sustancial del ingreso total de sus hogares de origen. La proporción suele ser del orden del 15 al 20% o más (por ejemplo, véase Taylor y Martin, por publicar).

Controversia pública y prioridades en materia de investigación

Una de las razones por las cuales existen controversias acerca de la migración en los países menos avanzados es la divergencia de opiniones entre investigadores y funcionarios públicos frente a una serie de preguntas fundamentales en materia de migración y desarrollo. ¿Cuáles son los factores que desencadenan la migración y motivan a los emigrantes a enviar fondos? ¿Cómo afecta la migración a gran escala a la productividad en la agricultura y en las actividades rurales no agrícolas? ¿Las remesas de los emigrantes exacerban o compensan la pérdida de mano de obra en las comunidades rurales? Es fundamental responder estas preguntas para identificar el papel que desempeña y podría desempeñar la migración, en términos de necesidades alimentarias, objetivos de ingreso, pobreza y desigualdad, y metas de eficiencia de los países. A pesar de lo anterior, la mayoría de los modelos económicos de hogares agrícolas descartan implícitamente los efectos de la migración y de las remesas en las actividades productivas de las zonas de origen de los emigrantes.

Mientras los países menos avanzados tienen que enfrentar las consecuencias que para su desarrollo tienen estas migraciones de las zonas rurales, en los países de altos ingresos, los empleadores que recurren a la mano de obra de inmigrantes nacidos en el extranjero, enfrentan a una política pública cada vez más restrictiva con respecto a la inmigración. Los impactos económicos y fiscales de la inmigración suscitan entre los investigadores, tanto en Estados Unidos como en otras sociedades que reciben gran afluencia de inmigrantes. Las divergencias entre los investigadores con respecto a algunos elementos empíricos fundamentales relacionados con el impacto de la inmigración, dificultan la solución de los debates a nivel público y de formulación de políticas. Las reacciones virulentas de los votantes con respecto a los inmigrantes, tales como la Propuesta 187 de California, se basan, la mayoría de las veces, en percepciones erróneas acerca de los impactos de la inmigración y del papel de los inmigrantes y de sus hijos en las economías receptoras. Las interacciones entre la inmigración y las economías receptoras son sin duda complejas y realmente "interactivas". Por ejemplo, las posibilidades de trabajo atraen a los inmigrantes hacia los mercados laborales del país huésped. Sin embargo, la llegada de los inmigrantes también puede tener una influencia en los salarios y en la futura creación de empleos en estos mismos mercados laborales. Resulta importante identificar claramente tales interacciones simultáneas; sin embargo, en la mayoría de los estudios econométricos sobre los efectos de la inmigración en los mercados laborales locales se considera la inmigración entre las variables económicas y exógenas, y los salarios y el empleo como resultados endógenos.

Se ha progresado recientemente en el uso de técnicas nuevas y más adecuadas para analizar las interacciones entre la migración y las transformaciones económicas tanto en las sociedades receptoras como en las de origen de los emigrantes. Sin embargo, este tipo de estudio sólo es incipiente y queda mucho por hacer. En las futuras investigaciones habrá que reconocer la multiplicidad de causas que determinan la relación entre migración y desarrollo.


3. MIGRACIÓN INTERNA E INTERNACIONAL: TEORIAS Y EVIDENCIA

La investigación económica moderna sobre migraciones nace con los importantes trabajos de Lewis (1954) sobre el desarrollo económico basado en una oferta ilimitada de mano de obra, aunque Lewis no propone un modelo explícito de migración. El modelo propuesto por Lewis tiene por objeto explicar los mecanismos a través de los cuales una oferta ilimitada de mano de obra en los sectores tradicionales de los países menos avanzados puede ser absorbida en un sector moderno y dinámico mediante acumulación de capital y ahorro. Sin embargo, el canal a través del cual la mano de obra se desplaza de un sector tradicional a uno moderno es generalmente la migración. Esta juega implícitamente un papel fundamental en la formalización y extensión del modelo de Lewis de Ranis y Fei (1961), precursor de los modelos neoclásicos de dos sectores que dominaron la literatura sobre migración durante los años 80. A pesar de su popularidad para los efectos de algunos tipos de modelos, el análisis neoclásico de las migraciones de las zonas rurales basado en los salarios se ha desacreditado por varias razones, siendo la más importante el hecho de que se mantiene la migración a pesar del alto y creciente desempleo en las zonas urbanas. Esto llevó a Todaro (1969) y Harris y Todaro (1979) a elaborar un modelo de migración basado en las expectativas de ingreso en el contexto de un mercado laboral imperfecto.

Todaro propuso una modificación al modelo neoclásico de migración donde la migración es función a la vez de los diferenciales de salarios y de la probabilidad de empleo en los lugares tanto de origen como de destino. Los estudios econométricos de los flujos agregados de migración de las zonas rurales en los países menos avanzados corroboran, en términos generales, tanto la teoría neoclásica como el modelo de Todaro de migración basada en las expectativas de ingreso. (Véase artículos de Yap, 1977, así como Todaro, 1980; Fields, 1979; Schultz, 1982; y Taylor, 2000). No obstante su importante aporte para comprender los determinantes y las repercusiones de la migración desde las zonas rurales, el modelo de Todaro plantea una serie de supuestos restrictivos, y los diferenciales de expectativas de ingreso generalmente no logran explicar las diferencias existentes entre las regiones en materia de migración. Podría decirse que la limitación más crítica de los modelos de Todaro es que omiten los factores que, además de las expectativas de ingreso, influyen en las decisiones de los potenciales emigrantes así como sus efectos potenciales en las economías rurales (Williamson, 1988). En torno a estos elementos gira la ola más reciente de literatura sobre los determinantes y los impactos de la migración, que se conoce como la nueva economía de la migración laboral.

La nueva economía de la migración: marco conceptual

Habitualmente, las personas que emigran no cortan los lazos con sus hogares de origen. A veces los hogares de origen son los que costean la migración y apoyan a los emigrantes hasta que logren establecerse en sus lugares de destino. Los familiares que quedan atrás (padres y hermanos generalmente) tienen que reorganizar sus actividades de consumo y producción tras la partida del emigrante, y éste (generalmente un hijo) comparte habitualmente parte de sus ingresos con su hogar de origen, mediante las remesas. Tal vez, dadas las interacciones permanentes entre los emigrantes y los hogares rurales, un modelo basado en los hogares sería más adecuado que un modelo a escala individual con respecto a las decisiones de migración. En efecto, en los modelos de migración a escala individual antes analizados, no existen razones por las que el emigrante deba compartir sus ingresos con su lugar de origen. El modelo de Todaro y los de sus precursores tampoco aclaran porqué en los países menos avanzados prevalecen las familias geográficamente extendidas, a diferencia de los países de más altos ingresos (Rosenzweig, 1988), y abordan en forma muy superficial los impactos de la migración y de las remesas en las economías rurales.

Según la teoría de la Nueva Economía de la Migración Laboral (NEML; ver Stark, 1991, y Stark y Bloom, 1985), la decisión de emigrar no solamente se toma a nivel individual, sino también en un contexto más amplio, generalmente el hogar, que puede estar compuesto por personas de preferencias variadas y un acceso distinto al ingreso. Tal decisión está, además, influenciada por el entorno social. Esta perspectiva de que las decisiones sobre migraciones no las adoptan agentes aislados sino unidades más amplias de personas relacionadas entre sí, generalmente los hogares y las familias, es una característica de la NEML, así como la afirmación de que la gente actúa en forma colectiva no sólo para maximizar el ingreso, sino también para minimizar los riesgos y atenuar las restricciones derivadas de una serie de deficiencias del mercado, tales como la ausencia o la escasez de capital, de seguro y de mercados laborales.

Los emigrantes juegan a menudo el papel de intermediarios financieros para sus hogares de origen. Por ejemplo, si un hogar rural en un país menos avanzado desea invertir en una nueva tecnología o pasar de una producción familiar a una comercial, pero no tiene acceso ni al crédito ni al seguro sobre el ingreso, el hecho de colocar a un familiar en un mercado laboral lejano, le permite a este hogar tener mayor acceso a la liquidez (a través de las remesas) y al seguro sobre el ingreso (debida a la baja correlación entre los ingresos en los mercados laborales del emigrante y la producción agrícola; la correlación entre las remesas y la producción agrícola puede incluso ser negativa, puesto que los emigrantes responden a una mala cosecha aumentando el monto de sus remesas). El altruismo mutuo refuerza un contrato implícito de apoyo recíproco entre el emigrante y su hogar. También intervienen motivos relacionados con la herencia (el emigrante que no envía remesas se expone a perder su herencia) así como la tendencia de los emigrantes a rehuir el riesgo que los incentiva a mantener su parte del trato para recibir ayuda de su hogar en caso de tener problemas de ingresos (por ejemplo, si quedan cesantes) o cualquier desgracia que pudiere ocurrirles en el futuro.

La NEML representa un cambio radical con respecto a la investigación tradicional en materia de migraciones. Reconoce, en forma explicita, la interrelación entre los determinantes y los impactos de la migración. Por ejemplo, si la falta de liquidez o de crédito para invertir en una nueva tecnología constituye un determinante de la migración, las remesas del emigrante deberían proporcionar la liquidez y favorecer el cambio tecnológico. Este tipo de efecto en la producción no es tomado en cuenta por Todaro ni por los modelos neoclásicos tradicionales basados en los hogares rurales, los cuales suponen la existencia de mercados perfectos (por ejemplo, Singh, Squire y Strauss, 1986). En este tipo de modelo, las remesas de los emigrantes se consideran simples transferencias de ingresos. Si bien tienen un efecto en el consumo al flexibilizar las restricciones presupuestarias, no influyen en la producción, puesto que una transferencia de fondos no modifica la maximización de las ganancias agrícolas. En un modelo basado en la NEML, las imperfecciones del mercado se traducen en "precios virtuales" específicos del hogar que transmiten los efectos de la remesa hacia el aspecto productivo de la economía rural del hogar.

La gama de factores que influyen en las decisiones relacionadas con la migración puede incluso ir más allá del hogar. Por ejemplo, la posición del ingreso de un hogar frente a su grupo de referencia (por ejemplo, el pueblo) también puede influenciar su comportamiento, incluidas las decisiones relacionadas con la migración. De la misma manera, los efectos de la migración y de las remesas pueden ir más allá del hogar de origen del emigrante, debido a que existe una serie de interrelaciones locales relacionadas con el equilibrio general.

Evidencia empírica sobre la Nueva Economía de la Migración Laboral (NEML)

Un creciente número de estudios aporta evidencias que coinciden con la perspectiva de la NEML según la cual la decisión de emigrar se adopta en el seno de una familia o de un hogar y tiene que ver con los esfuerzos de las familias por superar las dificultades derivadas del mal funcionamiento o ausencia de mercados de crédito o del riesgo (véase Taylor, 2000). Esta sección se centra en el estudio de las implicancias de la NEML para la producción agrícola, la acumulación de activos y la inversión en actividades no-agrícolas.

La evidencia empírica ha demostrado que la migración afecta la producción agrícola en distintas formas. En una primera fase, la mano de obra disponible para la producción agrícola (y no agrícola) disminuye cuando emigra uno o más miembros de la familia. Es poco probable que se pueda encontrar los sustitutos perfectos para la mano de obra "perdida" causada por la partida de los emigrantes en los mercados imperfectos característicos de las economías rurales de origen de los emigrantes. A menos que haya existido previamente un superávit de mano de obra familiar (escenario según el modelo de Lewis), el impacto inmediato de la migración sobre la producción agrícola puede ser negativo. Una vez que los emigrantes están establecidos en sus lugares de destino, el ingreso que envían a sus hogares de origen a través de las remesas compensa, al menos en parte, este efecto negativo de pérdida de mano de obra, aportando a los hogares fondos frescos para invertir en la producción agrícola y no - agrícola. Los migrantes pueden influir de otras maneras la producción, por ejemplo ofreciendo a las familias rurales una nueva fuente de seguridad del ingreso, si la correlación entre las remesas y el ingreso agrícola es menor. Al contribuir al ingreso familiar, las remesas incrementan la demanda de bienes normales, incluidos algunos bienes de producción local. De esta forma, la migración crea una concatenación de gastos que genera multiplicadores de renta en el ámbito local y regional, y transmite los efectos de las remesas desde los hogares de los emigrantes a los hogares donde no se produjo ninguna migración. Estos efectos de las remesas pueden, por lo tanto, incentivar los ingresos y la producción en las zonas rurales. Las remesas también pueden favorecer la demanda de las familias por tiempo libre, lo que, en un contexto de mercado laboral imperfecto, puede desincentivar la producción. A continuación se presentan algunas conclusiones de la NEML.

Perspectiva del Hogar

Las investigaciones basadas en la NEML han demostrado que la migración desencadena una serie de efectos indirectos en los hogares de origen de los emigrantes que escapan por mucho del alcance de los modelos neoclásicos de migración. Lucas (1987) comprobó una baja de producción en los hogares de origen de los emigrantes en África del Sur como consecuencia de la pérdida de mano de obra en la producción agrícola. Sin embargo, también observó una reacción positiva de dicha producción a las remesas enviadas por los emigrantes. Adams (1991) comprobó que los hogares rurales egipcios de donde partieron algunos emigrantes tienen una mayor tendencia marginal a invertir que sus contrapartes sin emigrantes. Sin embargo, los sesgos políticos en contra de la agricultura han contribuido a desincentivar las inversiones en el sector agrícola. Según Taylor (1992), el efecto marginal inicial (en 1982) de las remesas en el ingreso de los hogares en las zonas rurales de México era inferior a la unidad. Dicho de otro modo, el aumento de un dólar en las remesas provocaba un aumento menor a un dólar en el ingreso total de los hogares receptores de las remesas, lo que coincide con el efecto de pérdida de mano de obra señalado por Lucas (ver más arriba). Posteriormente, sin embargo, el impacto marginal de las remesas en el ingreso total superaba la unidad: un aumento de un dólar en las remesas se traducía en un aumento de $1,85 en el ingreso total de los hogares. Esta constatación concuerda con la afirmación de que las remesas contribuyen a aliviar las limitaciones de la producción local, una vez que se establecen los emigrantes en el extranjero. Con el tiempo las remesas favorecen la acumulación de recursos pecuarios y aumentan la tasa de rendimiento de los activos en ganado (mediante inversiones complementarias). De acuerdo con la teoría de la nueva economía de la migración laboral, el efecto de las remesas en el ingreso fue más significativo en los hogares con mayores limitaciones de liquidez (Taylor y Wyatt, 1996).

Los efectos de la migración y de las remesas en la productividad agrícola a nivel microeconómico son complejos y poco estudiados. Mediante métodos de ecuaciones simultáneas y con un conjunto único de datos correspondientes a China, Rozelle, Taylor y deBrauw (1999) han establecido que la pérdida de mano de obra resultante de la migración se traduce en una baja considerable de la producción de cereales, lo que refleja una ausencia de mercados de trabajadores agrícolas. Sin embargo, las remesas de los emigrantes contribuyen a un aumento sustancial de las cosechas, lo que compensa en parte el efecto negativo de la pérdida de mano de obra. En general, las observaciones de Rozelle y sus colaboradores sugieren que el deficiente funcionamiento de los mercados de trabajadores agrícolas y de capital o de seguro, constituyen para los hogares una motivación para emigrar y, al mismo tiempo, distorsionan las operaciones agrícolas al partir la mano de obra. La formulación de políticas tendientes a reducir estas restricciones de mercado, podría contribuir a aumentar la eficiencia productiva, así como a atenuar la necesidad de los hogares de enviar emigrantes a integrarse a la fuerza laboral para financiar sus actividades agrícolas y/o asegurarse contra shocks de ingreso.

Estos estudios no sólo presentan evidencia econométrica que corrobora la nueva economía de la migración laboral; también sugieren que la relación entre la migración y el desarrollo no se mantiene invariable en el tiempo o de un lugar a otro. Con el tiempo, parece surgir un patrón de efectos, primero negativos y luego positivos, de la migración en el ingreso en los hogares de origen que no proviene de la migración. Según el entorno, la magnitud del efecto positivo depende de la rentabilidad de las inversiones en las nuevas actividades prductivas, las que, a su vez, dependen de otros factores locales.

En las economías agrícolas, los efectos negativos de la migración en términos de pérdida de mano de obra se concentran con mayor probabilidad en la producción agrícola, en la que trabajaba la mayoría de los emigrantes antes de partir. No obstante, los efectos positivos de las remesas pueden manifestarse en otros sectores, donde la rentabilidad de la inversión puede ser muy elevada y las necesidades laborales de la familia pueden ser bajas en comparación con la agricultura. Por lo tanto, es posible que los estudios que se centran en la agricultura pasen por alto muchos, por no decir la mayoría, de los impactos de la migración en las economías rurales de origen de los emigrantes.

Existen pocos estudios que analicen los impactos diferenciales de la migración sobre las actividades agrícolas y no agrícolas en las zonas rurales. El estudio de Debrauw, Taylor y Rozelle (2000) sobre las zonas rurales de China constituye la excepción. Los resultados de esta investigación indican que la pérdida de mano de obra resultante de la migración tiene un efecto adverso en los ingresos tanto agrícolas como de trabajadores independientes en las zonas de origen. Sin embargo, las remesas enviadas por los emigrantes compensan parcial o totalmente este efecto de pérdida de mano de obra, contribuyendo a los ingresos de los hogares en forma directa, así como indirecta, al estimular la producción local. El efecto positivo de las remesas en la producción es más pronunciado en las actividades independientes. Se ha demostrado que los hogares invierten las remesas en actividades independientes que posiblemente no produzcan utilidades en forma inmediata para lograr mayores ingresos en el futuro, cuando el emigrante vuelva a casa. Las imperfecciones de los mercados de capitales o de seguro (o de las instituciones) podrían constituir una de las causas de la migración en los hogares como parte de una estrategia dinámica para invertir en nuevas empresas no agrícolas. Se requieren más datos longitudinales para probar explícitamente tal hipótesis.

Impacto lejos del lugar de origen

Los efectos de la migración y de las remesas antes analizados, por complejos que parezcan, sólo constituyen el impacto directo e inmediato de la migración en las economías de origen. Los cambios en los patrones de producción y gastos de los hogares de origen de los emigrantes transmiten el impacto de la migración a otros hogares dentro y fuera de la economía rural. Los hogares de emigrantes pueden estar estrechamente incorporados a los mercados locales de productos y de factores, proporcionando insumos a la producción local y demandando bienes no transables de producción local. En este caso, los cambios en la migración y en las remesas pueden afectar los precios, la producción y los ingresos locales, aún para los hogares a los cuales no pertenecen los migrantes. En consecuencia, gran parte y quizás la mayoría de los efectos de la migración y de las remesas afecta a hogares que no tienen una participación directa en la migración.

Varios estudios en los que se utilizaron técnicas de modelación en el ámbito de toda la microeconomía, analizan el papel de la migración y los efectos de las políticas de integración económica en los ingresos, el empleo y los gastos en las zonas de origen de los emigrantes. Los resultados de estas investigaciones permiten inferir cuatro grandes conclusiones acerca del impacto de la migración y de las remesas en las regiones de origen de los emigrantes:

En primer lugar, las remesas de los emigrantes generan multiplicadores de ingreso y de empleo en los pueblos y ciudades de origen de los emigrantes, multiplicadores cuya envergadura puede ser sustancial. Por ejemplo, un incremento de $100 en las remesas enviadas desde los Estados Unidos se traduce en un aumento de $178 en el ingreso total de un pueblo de origen de los emigrantes en México (Adelman, Taylor y Vogel, 1988; sobre datos relativos a otros países, véase Taylor, 2000). La magnitud de los multiplicadores de las remesas y la distribución de los aumentos de ingreso en los grupos de hogares y los sectores productivos dependen de las estructuras económicas rurales.

Segundo, en términos generales, mientras más integrados se encuentren los pueblos y ciudades de origen de los emigrantes a los mercados externos, mucho menor será el impacto de los multiplicadores de ingreso generados por las remesas de los emigrantes de dicho pueblo o ciudad. Los efectos de las remesas en las economías locales se propagan a otras regiones del país (o del mundo) a través del intercambio comercial. Muchos de estos efectos, por no decir la mayoría, son ignorados tanto en los estudios que versan sobre las comunidades de origen del propio emigrante como los que se centran en los hogares. Lo más probable es que gran parte de los beneficios de la migración se concentre en los centros urbanos regionales de los países de origen de los emigrantes, aunque ése no sea inicialmente el destino de las remesas en si.

Tercero, los efectos multiplicadores de las remesas en los ingresos de las zonas de origen de los emigrantes parecen depender fuertemente de la respuesta de la oferta de las actividades productivas locales. Cuando la respuesta de la oferta agrícola es inelástica, estos efectos son menores. Esto subraya la importancia de políticas diseñadas para eliminar las limitaciones tecnológicas que frenan la producción, promover la inversión y desarrollar mercados que permitan una mayor productividad de las remesas en las economías de origen de los emigrantes (véase, por ejemplo, los estudios de Lewis y Thorbecke, 1992, para Kenia; de Subramanian y Sadoulet, 1991, para la India, y Parikh y Thorbecke, 1996, para Pakistán).

Por últimos, la migración puede, por lo menos a corto plazo, entrar en competencia con la producción local en la utilización de los escasos recursos familiares. Las economías de origen de los emigrantes se reorganizan en torno a la migración, ajustándose a la pérdida de la mano de obra de los emigrantes y al envío de las remesas por parte de estos últimos. A largo plazo, las inversiones que generan las remesas pueden compensar los efectos negativos de la pérdida de mano de obra y contribuir al aumento de la producción local y de los ingresos, incluso de los pobres. Los efectos de la migración en la pobreza rural dependen en gran parte de la forma en que se distribuyen, tras la migración, las remesas y las pérdidas y ganancias en recursos humanos entre los distintos hogares, así como de las limitaciones productivas de los diferentes grupos de hogares y de la concatenación de gastos dentro de la economía rural.

Varios modelos microeconómicos destacan la importancia de disponer de mercados de capitales que permitan canalizar los ahorros derivados de las remesas en los hogares de origen de los emigrantes hacia la inversión de otros hogares en la economía local. De no ser así, los hogares individuales se ven en la obligación de autofinanciar sus inversiones y se pierde la oportunidad de que algunas familias se especialicen en la migración y otras se especialicen en la inversión productiva de los ahorros que emanan de las remesas.

Impactos en las economías que reciben inmigrantes

El impacto económico y fiscal de la inmigración ha sido objeto de una literatura muy prolífica y de una controversia que aun divide a los investigadores, tanto en Estados Unidos como en otras sociedades que reciben grandes flujos de inmigrantes (véase varios ejemplos en Taylor, 2000). En los Estados Unidos, el debate sobre inmigración oscila entre dos extremos. Desde un punto de vista optimista, los inmigrantes traen a los Estados Unidos un valioso capital humano (esto coincide con la visión pesimista de la fuga de cerebros en los países de donde provienen los emigrantes). Los inmigrantes tienen gran movilidad económica, y una curva de ingresos más pronunciada que la de los trabajadores autóctonos de similares características. Complementan estos últimos de tal manera que se estimula el crecimiento económico y la creación de empleos. Finalmente, sus gastos generan multiplicadores de ingresos que revitalizan las economías en las que se establecen, incluso en barrios urbanos deprimidos.

La visión contraria argumenta que los beneficios en capital humano que provienen de la migración disminuyen con el tiempo, con la entrada a Estados Unidos de inmigrantes de menor calificación a las costas estadounidenses. En consecuencia, los inmigrantes son cada vez más absorbidos por trabajos mal remunerados, con pocas perspectivas de movilidad, una curva de ingresos que se aplana con el tiempo y pocas posibilidades de generar multiplicadores de crecimiento económico. Compiten con otros trabajadores norteamericanos poco calificados y generan cargas fiscales asociadas a sus bajos ingresos y familias numerosas.

Diversos estudios realizados en los años 80 llegaron a conclusiones optimistas sobre el impacto de la inmigración (número de personas nacidas en el extranjero contadas en el censo correspondiente a la década) en los salarios y en el desempleo en las zonas metropolitanas de los Estados Unidos. Se determinó que la inmigración tenía poco efecto en términos de reducción de salarios y aumento de la cesantía en los mercados laborales locales. Por el contrario, una mayor cantidad de inmigrantes tenía efectos positivos en el empleo y en los salarios de los mercados laborales urbanos a los que se incorporaban.

Estudios más recientes demuestran que los efectos de la inmigración son mucho más complejos y operan a través de canales indirectos muchas veces ignorados en las investigaciones de los años 80 (Borjas, 1994; Taylor y Martín, 1998). Los trabajadores autóctonos que compiten con los inmigrantes pueden trasladarse a mercados laborales menos afectados por la inmigración, propagando de esta manera los efectos de la inmigración a través de los mercados laborales, lo que torna más compleja la cuantificación de dichos efectos. El empleo estimula la inmigración, pero la llegada de nuevos trabajadores a los mercados laborales locales puede, a su vez, estimular el empleo, al contener los salarios reales de los trabajadores locales y al desincentivar la adopción de prácticas de producción que economizan mano de obra, o bien creando multiplicadores positivos de empleo.

Taylor y Martín (2000) han estudiado la interrelación entre el empleo agrícola en Estados Unidos y sus implicancias en la pobreza y sistema de bienestar. Sus estimaciones se basaron en un modelo de ecuaciones simultáneas con datos provenientes de una muestra nacional aleatoria de sectores censales para los censos de los años 1970, 1980 y 1990. Estos estudios revelan la existencia de una relación circular entre la inmigración y el empleo agrícola que en los años 70 contribuyó a disminuir la pobreza y los subsidios de asistencia social. Sin embargo, este círculo virtuoso se invierte en los años 80, al asociar un aumento de los empleos agrícolas con una mayor inmigración, como asimismo con una mayor pobreza y mayor asistencia social.

En 1990, el Congreso de los Estados Unidos nombró una Comisión sobre la reforma en materia de inmigración, para que revisara las políticas y leyes norteamericanas en este campo con el fin de recomendar modificaciones. En 1995, la Comisión solicitó que el Consejo Nacional de Investigación designara un panel de expertos encargado de evaluar las ramificaciones demográficas, económicas y fiscales de la inmigración en los Estados Unidos. Este panel tenía que proporcionar un fundamento científico para la elaboración de políticas sobre temas específicos así como antecedentes para las deliberaciones de la Comisión. Este panel llegó a una serie de conclusiones muy importantes en lo que se refiere a los efectos demográficos, económicos, fiscales y sociales de la inmigración en los Estados Unidos, entre las cuales se destacan las siguientes:

  1. la migración jugará un papel predominante en el crecimiento demográfico de los Estados Unidos de aquí al año 2050, representando dos tercios del aumento demográfico total de esa nación y provocando un cambio significativo en la distribución por edad del país;
  2. aunque hay quien fana y quien pierde, la inmigración aporta ganancias económicas netas a los residentes estadounidenses; sin embargo, estas utilidades son pequeñas como proporción de la economía de los Estados Unidos en su conjunto;
  3. el impacto fiscal de los inmigrantes es negativo a nivel local y estadual, pero positivo a nivel federal, y los costos fiscales se concentran en unos pocos estados y localidades, lo que genera conflictos acerca de quiénes deberían asumir el peso fiscal de la inmigración2; y
  4. la integración social de los inmigrantes y sus descendientes dentro de los Estados Unidos y los efectos de la inmigración en las instituciones del país huésped son extraordinariamente complejos y varían de un grupo de inmigrantes a otros.

Influencia de los factores políticos en las interacciones entre migración y desarrollo

La perspectiva de la nueva economía de la migración laboral (NEML) abre horizontes más amplios en relación con los efectos de la migración en las economías rurales; las intervenciones políticas para influir en la migración, la producción rural, y la pobreza; y la potencial lista de variables que influyen en las decisiones relacionadas con la migración. Por ejemplo:

En vez de intervenir directamente en los mercados laborales, los gobiernos que deseen frenar la emigración deberían tratar de corregir las deficiencias de los mercados locales de capitales y de riesgo y ofrecer a los hogares créditos y seguros como alternativas a la migración. Los hogares podrían por lo tanto invertir en tecnologías y actividades nuevas sin tener que soportar bajas temporales de producción como consecuencia de la pérdida de mano de obra causada por la migración.

A mediano y largo plazo, contrariamente a lo que plantean las teorías clásicas y neoclásicas, la pérdida de mano de obra causada por la migración puede contribuir a incrementar (en vez de disminuir o, en el caso de Lewis, mantener sin variación) la producción de las economías rurales, al permitir a los hogares superar las restricciones de crédito y de riesgo que afectan la producción. Esto es una aclaración positiva para los responsables de las decisiones políticas preocupados por saber "quién va a alimentar a las ciudades" si se mantiene la corriente migratoria desde las zonas rurales hacia las zonas urbanas. En los países actualmente desarrollados, el éxodo rural de la población (concomitante con el cambio tecnológico y el desarrollo del mercado) se ha asociado históricamente con un aumento sustancial de la oferta alimentaria.

Un diferencial de ingreso positivo (o de expectativas de ingreso) entre las zonas urbanas y rurales no constituye un requisito para que se produzca la migración. La migración que se produce al darse un diferencial de ingreso negativo entre zonas rurales y urbanas, coincide con lo planteado por la nueva economía de la migración laboral (siempre y cuando la varianza de los ingresos urbanos y/o la covarianza de los ingresos entre los sectores sean suficientemente bajas).

Los individuos que emigran no son necesariamente aquellos contemplados en un modelo tradicional de capital humano; también importa el impacto de la emigración de un individuo en la productividad de los demás familiares.

Si bien pueden constituir una de las causantes de la migración, las imperfecciones de los mercados de capitales y de seguro también pueden ser un factor limitante, de donde surge esta aparente paradoja según la cual los aumentos de los ingresos rurales (gracias a los cuales los hogares pueden financiar los costos de la migración y asegurarse contra los riesgos de la misma) pueden favorecer la migración en vez de impedirla (por ejemplo, véase Schiff, 1996).

Unas mismas expectativas de mejores ingresos que pudieren resultar de la migración entre los individuos o los hogares, no significan que todos tengan la misma propensión a emigrar, como lo prevé un modelo de Tobaro, puesto que consideraciones relacionadas con el riesgo y/o el ingreso relativo también se toman en cuenta al tomar la decisión de emigrar.

Desde el punto de vista de la política de migración, la Nueva Economía de la Migración Laboral sugiere que la política en materia de migración debería centrarse en la intervención, ya no en los mercados laborales rurales y urbanos, sino más bien en otros mercados (en particular, de capitales rurales y de riesgo), en donde radican las razones básicas para la migración.

La progresión de la teoría en materia de migración desde el modelo neoclásico relativamente simple de mercados perfectos hasta los modelos de la nueva economía de la migración laboral, implica a la vez una mayor complejidad y una mayor generalidad en la manera de pensar acerca de los determinantes de la migración y sus efectos. Así como el modelo neoclásico basado en los salarios es un caso especial del modelo de Todaro, ambos modelos pueden considerarse como casos especiales de los modelos de la nueva economía de la migración laboral, en los que algunas o todas las limitaciones del mercado que influyen en la migración no son vinculantes (por ejemplo, los hogares son neutros en términos de riesgo o tienen acceso a mercados eficientes de seguros), las consideraciones de ingreso relativo no afectan la utilidad y el impacto de las variables del hogar en la migración es insignificante.


4. MIGRACIÓN Y POBREZA RURAL, CON ÉNFASIS EN LAS CONSECUENCIAS DE POLÍTICA

Los economistas han hecho poco por estimar los efectos de la migración en la pobreza de las zonas tanto de origen como de destino de los emigrantes. No se han abocado a estudiar la pobreza rural, sino más bien la forma en que la migración y las remesas afectan los mercados laborales rurales y los ingresos de los hogares en las economías de origen de los emigrantes, y la manera en que la inmigración afecta las variables del mercado laboral en los países de acogida, tales como el crecimiento económico agregado, el desempleo y los salarios.

Impacto sobre la pobreza en las zonas de origen

Antes de que surgiera la Nueva Economía de la Migración Laboral, las investigaciones sobre los efectos en las zonas de origen se centraban en estudiar la forma en que los mercados rurales del trabajo se ajustaban a la pérdida de mano de obra (y posiblemente de capital) derivada de la migración, ignorando las implicancias de la migración en la pobreza. La mayoría de estas investigaciones eran más teóricas que empíricas y no tenían como objetivo aislar los efectos en los hogares rurales pobres. Los estudios que cuestionan la hipótesis del superávit de mano de obra planteado por Lewis, encontraron evidencias de los efectos negativos de la migración en la producción rural (ver más arriba), pero sin poner el énfasis en la pobreza rural. La mayor parte de la evidencia sobre la influencia de la migración en la pobreza rural es indirecta y secundaria con respecto al objetivo central de los estudios que aportan dicha evidencia.

La migración puede influir en la pobreza rural de distintas maneras, como sugieren las diferentes teorías sobre migración antes mencionadas. Si la producción en el sector rural no registra una baja tras la partida de los emigrantes, la producción per cápita en las zonas de origen de los emigrantes aumentará con la migración. Si los emigrantes provienen de hogares pobres, o si las instituciones locales redistribuyen el aumento de la producción per cápita a favor de los pobres, la migración desde las zonas rurales hacia las urbanas puede contribuir a reducir la pobreza rural.

Sin embargo, los resultados de las investigaciones indican que la pérdida de mano de obra familiar causada por la migración tiene un efecto negativo en la producción agrícola, al menos a corto plazo. Si la pérdida de mano de obra causada por la migración lleva a un aumento de los salarios de quienes se quedaron, los trabajadores no - emigrantes pueden resultar beneficiados y si estos mismos trabajadores también son pobres, puede producirse una reducción de la pobreza rural. Sin embargo, si los emigrantes llevan consigo capital, o si la pérdida de mano de obra a raíz de la migración provoca una disminución de la producción total, los pobres de las zonas rurales pueden verse seriamente perjudicados.

Las remesas de los emigrantes pueden contribuir directa o indirectamente a mitigar la pobreza, si favorecen a hogares rurales pobres. En forma directa, puesto que constituyen un ingreso para dichos hogares. En forma indirecta, pueden atenuar algunas restricciones de liquidez y eventualmente de riesgo que afectan las actividades productivas de los pobres, creando nuevas fuentes de ingreso local para estos hogares. En términos generales, sin embargo, los emigrantes rurales no parecen provenir en su mayoría de los hogares más pobres que carecen del patrimonio necesario para aumentar la producción, sino más bien de los tramos medios de la distribución de ingresos del pueblo (Taylor et alia.,1995). Los hogares rurales pobres podrían estar dispuestos a sacrificar temporalmente la producción con el fin de obtener remesas que les permitan invertir en nuevas tecnologías o actividades productivas, o a sacrificar la producción en forma permanente, si las remesas esperadas del emigrante superan el ingreso que aportaría trabajando en las actividades agrícolas.

Finalmente, si algunos hogares restringen la producción tras la emigración de miembros de su familia, los hogares pobres pueden verse afectados como resultado de una caída en la demanda de sus servicios de mano de obra o de sus ingresos por intermedio de diversos eslabonamientos locales de mercado.

Aunque la pobreza no haya sido el tema principal de la investigación sobre migración, varios estudiosos han analizado los efectos distributivos de las remesas de los emigrantes. Entre la desigualdad y la pobreza existe une conexión empírica indirecta. Por ejemplo, las remesas pueden contribuir a atenuar la pobreza (si están dirigidas hacia los hogares pobres), pero también contribuir a aumentar la desigualdad (si la mayor parte de las remesas está dirigida a los hogares ricos). También pueden atenuar la desigualdad sin afectar la pobreza (si están dirigidas hacia los hogares de ingresos medios).

Los estudios aportan conclusiones contradictorias en relación con el efecto de las remesas en la desigualdad de los ingresos. En algunos casos, las remesas tienen como efecto directo una disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso, mientras que en otros agravan la desigualdad. Puede existir una explicación teórica para dichos resultados contradictorios. La emigración rural, al igual que la adopción de una nueva tecnología productiva, ocasiona en una primera etapa costos y riesgos elevados. Dichos costos y riesgos pueden ser especialmente altos en el caso de la migración internacional. Por esta razón, los primeros emigrantes tienden a provenir de hogares situados en el tramo superior de ingresos de la zona de origen, y el ingreso que envían a casa en forma de remesas tiende, por lo tanto, a acentuar las desigualdades. Este efecto negativo inicial de las remesas puede atenuarse e incluso revertirse con el tiempo a medida que el acceso a los mercados laborales de los emigrantes se difunde entre los hogares de la zona de origen gracias al desarrollo y perfeccionamiento de las redes de emigrantes. Un estudio realizado en México (Stark, Taylor y Yitzhaki, 1986) dejó de manifiesto que las remesas de los emigrantes favorecían la desigualdad en la distribución de los ingresos en un pueblo mexicano de donde habían partido recientemente unos emigrantes hacia los Estados Unidos, pero favorecían la igualdad en otro pueblo tradicionalmente exportador de mano de obra desde México hacia Estados Unidos. Taylor (1992) observó que los efectos negativos de la pérdida de mano de obra atenuaban la desigualdad provocada por las remesas en el corto plazo. Los efectos positivos indirectos de la migración en el ingreso del hogar de las familias más pobres (a raíz de una flexibilización en las restricciones que limitan la producción local) determinan que la migración contribuya cada vez más a la igualdad de los ingresos a largo plazo.

Los efectos indirectos de la migración tanto en el ingreso como en la desigualdad se acentúan cada vez más con el tiempo. Los hogares pobres son los que tienen mayores limitaciones en términos de capital y de riesgo para invertir en actividades locales generadoras de ingreso. Si la hipótesis de Stark-Taylor-Yitzhaki resulta cierta, los hogares pobres son los que deberían sentirse incentivados a enviar familiares al extranjero como emigrantes a fin de superar estas deficiencias. Sin embargo, en una primera etapa, las barreras a la migración, especialmente a nivel internacional, bajo la forma de altos costos, información deficiente e incertidumbre, pueden desalentar la participación de los hogares pobres en la migración, en particular hacia el extranjero.

Aunque las remesas no estén dirigidas en forma masiva hacia los hogares pobres, los multiplicadores locales de ingreso que resultan de dichas remesas pueden favorecer a los pobres. En México, según Taylor y sus colaboradores (1995), las remesas tienen efectos indirectos, como multiplicadores, favorables a los pobres. Si bien los hogares más pobres enfrentan barreras que obstaculizan su participación en el proceso migratorio, a nivel nacional la mayor parte de las remesas va dirigida a los hogares de ingreso más bajo o medio-bajo, entre los cuales se cuentan los hogares urbanos pobres y los hogares rurales cuyos ingresos se sitúan muy por debajo del nivel nacional per cápita. La concatenación de gastos transmite gran parte de los beneficios derivados de estas remesas a hogares distintos de los destinatarios, dentro y fuera de la economía rural. Entre los beneficiarios de las remesas se encuentran los hogares rurales pobres. Estos resultados coinciden con las conclusiones de estudios regionales sobre la economía en su conjunto.

Por regla general, la migración pareciera tener los mayores efectos positivos en la pobreza rural en las zonas de origen de los emigrantes cuando:

  1. el impacto negativo de la pérdida de mano de obra causada por la migración en las actividades productivas en las que participan los pobres no es muy significativo;
  2. las remesas van dirigidas en forma masiva a los hogares pobres;
  3. las remesas alivian las restricciones que limitan las actividades productivas locales en las que participan hogares pobres, y
  4. las remesas (y la producción que ellas estimulan) crean importantes multiplicadores locales de ingreso que favorecen a los pobres.

La migración y la pobreza rural en las zonas de acogida

Las conclusiones que acabamos de mencionar con relación a los efectos de la inmigración en las comunidades rurales de los Estados Unidos, plantean la preocupante posibilidad de que la migración pueda contribuir a transmitir la pobreza proveniente de las zonas rurales de origen a las sociedades de acogida. Esto plantea complejos desafíos en el plano político. Por ejemplo, el progreso tecnológico en la producción frutícola y hortícola en California estaba orientado, en el pasado, a aumentar la productividad de las tierras, y no de la mano de obra. Esto explica el carácter intensivo en mano de obra de muchas operaciones culturales, que es evidente para cualquier persona que observe , por ejemplo, una cosecha de uvas en Fresno. A pesar del número de personas trabajando en las cosechas de California, la productividad de los trabajadores a nivel individual es más baja que cualquier práctica con mayor intensidad en capital. Esto, junto con una oferta disponible de nuevos inmigrantes dispuestos a trabajar por bajos salarios, impide cualquier aumento de los salarios reales de los trabajadores agrícolas en épocas de mayor demanda de mano de obra agrícola.

Al contar con mano de obra barata y flexible, como es la de los inmigrantes, los agricultores y empleadores son poco propensos a la mecanización y a dar curso a las reivindicaciones laborales tendientes a asegurar a los trabajadores un empleo más estable. Esto explica por qué la prosperidad agrícola de California se refleja más en el valor de las tierras que del trabajo y que las zonas rurales de California presentan una de las mayores tasas de pobreza de Estados Unidos. A falta de una intervención política que fomente cambios tecnológicos que mejoren la productividad de la mano de obra, es poco probable que se rompa el ciclo de la pobreza empleo rural-inmigración.


5. UN ENFOQUE INTERACTIVO: HACIA UNA AGENDA EN MATERIA DE INVESTIGACIÓN

Los efectos potenciales de la migración en la pobreza rural son complejos y variados y la teoría económica no aporta ningún elemento que permita precisar la orientación de dichos efectos. Una incipiente literatura empírica que se inspira en la nueva economía de la migración laboral (NEML), está empezando a arrojar algunas luces sobre las maneras complejas en que la migración y las remesas están reestructurando las economías rurales, en especial:

Estos dos elementos revisten gran importancia para los tipos de tecnologías "fomentados" por las instituciones de investigación tanto nacionales como internacionales. La existencia de oportunidades de migración afecta la absorción de actividades o de tecnologías muy intensivas en mano de obra. Por otra parte, las remesas provenientes de la migración, al aliviar las restricciones crediticias, facilitan la adopción de tecnologías más intensivas en capital (y/o con mayor riesgo). Se requiere más información y más estudios para poder evaluar el impacto de la migración en la disponibilidad de mano de obra y en los salarios y, por ende, en las tecnologías mas "adecuadas" para las zonas de origen de los emigrantes.

A pesar de los grandes progresos alcanzados durante los últimos 15 años, nuestra comprensión de estos temas se basa en los resultados relativamente magros de la investigación empírica. Habrá que trabajar mucho más para abordar estos problemas en el futuro.

La interacción entre migración y pobreza rural es un tema casi totalmente ignorado en la investigación económica. Se requiere una nueva investigación empírica tanto para identificar los efectos migración - pobreza como para cuantificar su magnitud, sobre la base de las innovaciones teóricas y empíricas antes señaladas. En los últimos años se ha producido un marcado desarrollo de modelos basados en los hogares agrícolas y de algunas aplicaciones de estos modelos para el estudio de la migración. También se han desarrollado y aplicado modelos para toda la economía local a fin de evaluar los efectos de la migración y de las remesas en las economías rurales. Se han utilizado los índices de pobreza y sus subdivisiones con diversos propósitos, pero no para analizar el impacto de la migración. Hasta ahora, estos métodos no se han usado en forma conjunta para analizar los efectos de la migración en la pobreza tanto en los lugares de origen como de destino. En los últimos años, el auge de las encuestas a hogares agrícolas ha permitido recabar antecedentes que pueden contribuir a evaluar las interacciones entre la migración y la pobreza en muchos y diversos entornos rurales en los países menos avanzados, siempre y cuando se pueda contar con los recursos necesarios para tal investigación.

También se requiere iniciar nuevas investigaciones en las economías que reciben inmigrantes con el objeto de determinar las interacciones entre la inmigración y la pobreza en los mercados laborales tanto rurales como urbanos, y profundizar el análisis de la pobreza rural ya mencionado.

Tradicionalmente, la investigación sobre el impacto de la migración en las economías de origen y de acogida se ha realizado en forma separada, enfoque que se mantendrá probablemente en el futuro. Sin embargo, estudios más recientes ponen de relieve un tema común a los dos extremos de la corriente migratoria: existe una interconexión entre los efectos y las causas de la migración que no pueden analizarse en forma aislada. Los problemas de mayor interés para la formulación de políticas son cada vez más de orden global y no local: ¿de qué manera los cambios económicos en las sociedades que reciben emigrantes afectan la producción agrícola, los ingresos y la pobreza en las zonas de origen de los emigrantes? ¿De qué manera las reformas de política, en particular la liberalización de los mercados, influyen en la migración y sus efectos en las economías de origen y de acogida de los migrantes? De mantenerse la tendencia a la emigración del campo a la ciudad, ¿será capaz la tecnología agrícola de proporcionar el alimento a la pujante población urbana, como ha sido históricamente el caso en los países actualmente desarrollados, o acaso los países menos avanzados se volverán cada vez más dependientes de los países desarrollados para la importación de alimentos, incluso los principales países que reciben inmigrantes a nivel mundial?

El caso de China es particularmente pertinente a este respecto. Los responsables de la formulación de políticas han estado preocupados por el aumento de migraciones y, en particular, por la manera en que esto puede afectar las comunidades de origen. ¿El éxodo de mano de obra agrícola se traducirá en una disminución de la producción de alimentos y de los ingresos provenientes de las cosechas, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de China? ¿Cuáles son los efectos de la migración en otras modalidades de producción rural? A los responsables políticos también les preocupa la creciente brecha entre los ingresos de hogares rurales y urbanos. Si esta brecha se sigue agrandando y se agrava a raíz de las migraciones, podría producirse un éxodo incontenible de residentes de las zonas rurales hacia ciudades que no están suficientemente preparadas para absorberlo. Otros temen que el descontento frente a esta diferencia creciente de ingresos entre el campo y la ciudad se traduzca en un descontento político (Roselle, Taylor y deBrauw, 1999).

Tal como se destaca en este artículo, la migración establece entre las comunidades de origen y de acogida relaciones complejas que deben tomar en cuenta tanto los especialistas en desarrollo y los investigadores como los propios emigrantes. Por ejemplo, recientemente, la proliferación de "asociaciones por la ciudad de origen" formadas por emigrantes en los Estados Unidos para promover el desarrollo en México ha llamado la atención de muchos investigadores y autoridades políticas. Las organizaciones internacionales y los gobiernos de los países de origen (entre los cuales figura el presidente electo de México, V. Fox) están interesados en encontrar maneras novedosas para movilizar los ingresos de los emigrantes hacia objetivos de desarrollo, aprovechando las relaciones económica transnacionales ya existentes entre los emigrantes y sus comunidades de origen. Tales iniciativas deberían ser uno de los temas principales de la futura política de desarrollo tanto en las zonas de origen como de acogida de los emigrantes. De ahí la importancia de comprender no sólo los efectos de la migración en las economías de origen y de acogida de los migrantes, sino también los lazos existentes entre ambas.

Para abordar estos temas emergentes se requerirán nuevas investigaciones, así como un enfoque interactivo que englobe tanto los orígenes como los destinos de los emigrantes y permita identificar los efectos de este proceso en la pobreza en cada extremo de la corriente migratoria.


AGRADECIMIENTOS

Mis agradecimientos a Kostas Stamoulis, William Meyers y Antonio Yunez por sus valiosas observaciones y sugerencias a los textos preliminares de este artículo.



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1 La remuneración de los empleados se define como los ingresos brutos de los extranjeros que viven fuera de su país por un periodo inferior a 12 meses, incluyendo el valor de los beneficios tales como alojamiento y descuentos por planilla.

2 La carga fiscal neta a nivel estadual y local resulta del hecho de que los inmigrantes son "consumidores" de educación y otros servicios que se prestan a nivel estadual y local, pero pagan pocos impuestos debido a sus bajas remuneraciones y falta de bienes raíces. La ganancia fiscal neta proviene esencialmente de las contribuciones al sistema de seguridad social.


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