Página precedente Indice Página siguiente


Introducción


La agricultura tiene una gran importancia en la economía de muchos países en desarrollo debido a su significativa contribución a la producción interna y el empleo, así como por su aporte a la seguridad alimentaria, esencial sobre todo para los países menos industrializados. Mujeres y hombres participan en forma diferente en las diversas actividades agrícolas, como la producción pecuaria o la de cultivos de exportación. Dado que las repercusiones de la liberalización del comercio en estos sectores no son iguales, sus efectos sobre mujeres y hombres también son diferentes; pudiendo ampliar o reducir las disparidades de género existentes. Por otra parte, dado que a menudo la formación y aptitudes de mujeres y hombres, así como sus ingresos son distintos, también difiere su capacidad de respuesta ante los cambios en las políticas. Así pues, la liberalización del comercio repercute en forma distinta en las mujeres y los hombres porque son diferentes las respectivas funciones de ambos en la agricultura y la posición que históricamente han tenido en relación al acceso y el manejo de los recursos productivos.

La agricultura es la base de la seguridad alimentaria, los ingresos de exportación y el desarrollo rural casi en todos los países en desarrollo. La FAO estima que la agricultura sigue siendo la única fuente de ingresos de alrededor del 70 por ciento de la población rural de menores ingresos del mundo, cuya mayoría son pequeños campesinos. Los medios de subsistencia de millones de personas en el planeta dependen de la agricultura, directa o indirectamente.

Sin embargo, en todo el mundo en desarrollo la agricultura sigue afrontando dificultades. En los años 90 la producción agrícola per cápita tanto para el mercado interno como para el de exportación disminuyó. Los países denominados menos adelantados (PMA), en particular, siguen marginados de los mercados agrícolas internacionales, y a fines de la década de 1990 sólo aportaban el 1 por ciento de las exportaciones agrícolas mundiales. En efecto, a pesar de todas las oportunidades económicas atribuidas a la globalización y el comercio internacional, por lo general los pequeños campesinos del mundo en desarrollo no sólo no pueden participar en los mercados internacionales sino que tienen que competir con los productos de importación en sus propios mercados internos.

En muchos países en desarrollo los pequeños productores, mujeres y hombres, afrontan una serie específica de limitaciones: falta de crédito, infraestructura rural inadecuada, falta de tecnología y de sistemas apropiados de tenencia de la tierra y, en algunos casos, conflicto civil. La disminución de la asistencia internacional para desarrollo agrícola y de la inversión extranjera directa en agricultura, en particular en los países menos adelantados, han contribuido a las dificultades que atraviesan hoy los pequeños campesinos. Más importante, los subsidios agrícolas y los aranceles utilizados por numerosos países desarrollados en apoyo a su propio sector agrícola siguen repercutiendo negativamente en el desarrollo sostenible de la agricultura en muchos de los países más pobres del mundo.

Los sistemas agrícolas en los que la división del trabajo por género tiende a ser inflexible y donde la globalización[1] socava cada vez más los enfoques tradicionales a menudo exacerban los problemas mencionados. En general, la mujer tiende a ser la responsable de producir y comercializar cultivos alimentarios para consumo doméstico o para el mercado interno, por ejemplo, hortalizas y tubérculos en el África subsahariana; mientras el hombre suele tener el control económico de los cultivos más comerciales o industrializados, aquellos que se producen a gran escala, ya sea para exportación directa o elaboración, como el algodón y el azúcar (Koehler).

El trabajo, la seguridad alimentaria del hogar y los ingresos mantienen una estrecha relación con la propiedad y la asignación de recursos productivos. Por otro lado, existe una diferencia importante en la participación de la mujer y el hombre en la producción de alimentos comparado con su participación en los cultivos comerciales y de exportación. La FAO estima que en el África subsahariana y el Caribe hasta un 80 por ciento de los alimentos básicos son producidos por las mujeres; mientras en el Asia meridional y sudoriental las mujeres tienen a su cargo el 60 por ciento de la labor agrícola y la de producción de alimentos. Es por ello, que el apoyo asimétrico que los países en desarrollo dan a la agricultura, así como los ajustes en la agricultura para su liberalización e integración de los mercados, suponen riesgos diferentes para las estrategias de subsistencia y la seguridad alimentaria de mujeres y hombres.

Suele considerarse que el análisis convencional y la reglamentación del comercio son neutrales en materia de género, si bien en los últimos 10 años cada vez se produce más bibliografía sobre los aspectos de género del comercio. Investigadores, ONG y las Naciones Unidas han realizado numerosos estudios sobre los efectos del comercio, la liberalización del comercio y la globalización de la economía en la equidad de género. Con todo, todavía están muy poco documentadas la participación de las mujeres en la expansión del comercio, las repercusiones de la liberalización del comercio agrícola en los derechos y en las funciones de las mujeres en el sector agrícola y rural, y en la equidad de género en general.

La falta de estadísticas agrícolas desglosadas por sexos sigue siendo uno de los principales obstáculos para analizar a fondo la dimensión de género de muchos aspectos de la transformación que está sufriendo el sector agrícola, así como las posibles consecuencias para la agricultura de las reformas comerciales que se están llevando a cabo. De esta manera, cada vez es más necesario disponer de evaluaciones de las repercusiones diferenciadas por género de la liberalización del comercio y sus ajustes correspondientes, en particular debido a que "los mecanismos del mercado y las políticas macroeconómicas en apariencia neutrales pueden reforzar los sesgos prejuicios y las desigualdades sociales."[2]

El presente artículo discute algunos temas relevantes sobre las implicaciones que la expansión y liberalización del comercio agrícola, tiene sobre aspectos vinculados a las disegualdades de género existentes en el sector agrícola y rural. La sección 2 ofrece un marco general con un breve examen de la contribución de las mujeres a la agricultura. La sección 3 presenta el análisis de experiencias de algunos países en desarrollo, del cual se hacen algunas inferencias sobre los impactos de la expansión del comercio agrícola sobre cuestiones como el trabajo agrícola, el uso de la tierra, el acceso de la mujer a los recursos productivos y a las nuevas oportunidades productivas en la agricultura. La sección 4 reflexiona sobre las principales características de los acuerdos multilaterales y regionales de liberalización del comercio, y en particular sobre los mercados de cuatro productos de exportación importantes para las economías en desarrollo. La sección 5 presenta algunas reflexiones sobre las principales consecuencias de la expansión del comercio agrícola en la agricultura campesinas a pequeña escala, cuestiona las condiciones en que se presentan las nuevas oportunidades económicas para las mujeres y señala otros aspectos importantes desde una perspectiva de género que son ignorados en las políticas y negociaciones comerciales sobre productos agrícolas. La sección 6 recoge algunas de las principales consideraciones y conclusiones surgidas del examen realizado.


[1] Gabrielle Koehler, Agriculture and Commodities: Gender Issues Proposed for Research, Division on Investment, Technology and Enterprise Development, UNCTAD, 1999.
[2] Gammage, Jorgensen, McGill y White, Framework for Gender Assessments of Trade and Investment Agreements, Women's EDGE Global Trade Program, Washington, DC, 2002.

Página precedente Inicìo de página Página siguiente