Numerosos aspectos de las culturas y los conocimientos de los pueblos indígenas y tribales favorecen un mejor cuidado de las áreas forestales y agroforestales. Estos incluyen algunos de sus valores, creencias, costumbres, prácticas productivas y experiencias de campo, todos íntimamente vinculados con sus lenguas e identidades culturales. Dada la importancia de estos aspectos, tanto para la conservación de la biodiversidad y la estabilidad climática como para la misma sobrevivencia de los pueblos como tales, los procesos de revitalización cultural y trasmisión intergeneracional de los conocimientos revisten gran importancia en cualquier esfuerzo integral para proteger los territorios indígenas y tribales. En un sentido más amplio, revitalizar la cultura también favorece la formación de capital social, un factor esencial para cualquier acción colectiva, como la gestión comunitaria de los territorios boscosos.
Las culturas indígenas y tribales mantienen una estrecha relación con los ecosistemas de los territorios. Muchas palabras y frases en sus lenguas refieren a especies o fenómenos propios de esos ecosistemas, y muchas comidas y medicinas están asociadas con ellos. Eso genera una relación entre los ecosistemas y la identidad cultural, que abre la posibilidad de asociar la conservación de la naturaleza local con la preservación de la misma identidad étnica (Garibaldi y Turner, 2004; Pert et al., 2015).
No cabe duda de que se está perdiendo mucho conocimiento ecológico tradicional en esos territorios (Cámara-Leret et al., 2016; Wilder et al., 2016). Ahora bien, no se trata simplemente de preservar estos conocimientos, sino de asegurar que beneficien a los pobladores, sobre todo a los jóvenes. Las culturas y los conocimientos evolucionan de forma constante; sus portadores conservan la parte que les parece relevante (Gómez-Baggethun y Reyes-García, 2013; Athayde et al., 2017). Para que las costumbres y conocimientos se conserven y contribuyan a la consolidación de los territorios y sus modelos organizativos y socioambientales, habría que trabajar para que sean fuentes de estatus y orgullo, se compartan de forma lúdica y generen beneficios materiales para los jóvenes (ver Recuadro 5).
Los pueblos indígenas del Cerrado y los Llanos del norte de Sudamérica han demostrado un amplio conocimiento del manejo del fuego y sus múltiples aplicaciones ecosistémicas. Durante más de cuatro mil años han perfeccionado prácticas relacionadas con el uso del fuego para reciclar nutrientes, cazar y pescar, controlar plagas y culebras, inducir la floración y fructificación de plantas, realizar ceremonias, abrir senderos y evitar la acumulación de material inflamable. Hacen quemas controladas en áreas pequeñas cuando no están muy secas y son expertos en dónde, cuándo y cómo usar el fuego para distintos fines. No solo no dañan el ecosistema, sino que sus quemas estimulan el crecimiento de plantas locales que alimentan tanto las personas como a los animales silvestres.
Los colonizadores europeos y sus descendientes han usado el fuego de forma distinta. Queman áreas más grandes, hacia finales de la época seca, para descombrar bosques y expandir sus potreros y cultivos y aumentar los rendimientos de sus pastizales. Esas prácticas causan incendios más destructivos.
Varios Estados sudamericanos han prohibido el uso del fuego por completo fuera de las parcelas cultivadas. Sin embargo, esas políticas de “no quemar” llevan a que se acumule mucha rama seca, hojarasca y palizada, creando condiciones propicias para incendios más grandes y dañinos. Las sequías cada vez más frecuentes y prolongadas, provocadas por el cambio climático, agravan ese problema.
En 2014, Brasil abandonó el enfoque de la “no quema”. Cambió su Código Forestal y adoptó una nueva política de manejo integrado del fuego (MIF). Permitió las quemas prescritas (dirigidas) y otras prácticas ancestrales de las comunidades tradicionales en el Cerrado y Roraima, y estableció el Programa de Prevención y Combate a los Incendios Forestales en Tierras Indígenas y Quilombolos (PREVFOGO, por sus iniciales en portugués). Para 2015, PREVFOGO tenía 34 brigadas de manejo de fuego en territorios indígenas, con 608 brigadistas indígenas, que cuidaban un área de 17,1 millones de hectáreas.
PREVFOGO se basa en parte en una experiencia previa en Mato Grosso con el pueblo indígena Paresi, en la que el gobierno y los ancianos indígenas colaboraron para diseñar un plan de manejo de incendios con base en el conocimiento tradicional sobre la ecología local. En los primeros tres años de su implementación, PREVFOGO logró reducir los incendios en la última parte de la época seca entre un 40 y 57% en tres territorios grandes, y mejoró de forma significativa las relaciones entre los pueblos indígenas y los técnicos del gobierno. Otro estudio comparó los efectos de tres años de la práctica tradicional de la quema prescrita con los de la no quema en 16 territorios indígenas y descubrió que la quema prescrita aumentó la presencia de frutas y animales silvestres comestibles. FUENTE: Pinello, 2011; Welch et al., 2013; Mistry, Bilbao y Berardi, 2016; Moraes Falleiro, Trindade Santana y Ribas Berni, 2016; Davis, 2018; Eloy et al., 2019; Moraes Falleiro et al., 2019.
Asi pues, revitalizar las lenguas, las costumbres y los conocimientos tradicionales es otro componente de una estrategia integral para cuidar los ecosistemas de los territorios indígenas y tribales para mitigar el cambio climático. Contribuye a la identidad colectiva de los pueblos y asegura la preservación de sus cosmovisiones, lo que promueve el cuidado de los ecosistemas y de los bienes naturales. Por supuesto, eso no implica abandonar los otros tipos de conocimiento, sino buscar mayor paridad entre ellos.
Se deberían llevar a cabo al menos las siguientes acciones:
Los diálogos intergeneracionales pueden ser importantes, toda vez que los adultos mayores son los guardianes de buena parte del conocimiento tradicional (Rivera Cumbre, 2018). Esto ha adquirido mayor urgencia con la pandemia del COVID-19, ya que presenta peligros muy fuertes para la población anciana y sus conocimientos. En ese contexto, las mujeres juegan un rol destacado, pues predominan en muchos ámbitos del conocimiento tradicional y en la transmisión del conocimiento intergeneracional (Mayorga-Muñoz, Pacheco-Cornejo y Treggiari, 2017; Aswani, Lemahieu y Sauer, 2018).45 Los diálogos interculturales entre los pobladores de los territorios y profesionales con otros tipos de conocimiento y culturas también pueden enseñar a las dos partes y ayudar a revalorizar las culturas y conocimientos locales a los ojos de los actores externos y las comunidades mismas.