Conclusiones y recomendaciones

Creación de capacidades

Aunque la COVID-19 ha perturbado la mayoría de los aspectos de la vida, incluidos los sistemas alimentarios y educativos, también ha mostrado el potencial de los nuevos programas compartidos para el desarrollo de capacidades, ya que la enseñanza se ha trasladado a Internet. Abordar las desigualdades en el acceso a Internet contribuirá a apoyar estas nuevas oportunidades de creación de capacidades en línea.

Son varias las formas según las cuales los países pueden desarrollar su capacidad para hacer frente y adaptarse al cambio climático. Los siguientes ejemplos sirven para destacar algunas de las posibilidades.

El Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI) —una asociación mundial de investigación sobre seguridad alimentaria— está formando un nuevo “GCIAI único” para el año 2022, con el objetivo de desplegar las innovaciones científicas para los sistemas alimentarios, de la tierra y del agua más rápidamente, a mayor escala y a menor coste. Puede ser aconsejable mantener la gestión de plagas como un componente clave de la nueva estrategia de “Un solo GCIAI” para reforzar la capacidad de adaptación a nivel mundial y especialmente en los programas nacionales que aún están creando su capacidad para abordar estos problemas. Esto puede incluir enfoques de adaptación “sin arrepentimientos”, como el fortalecimiento general de los sistemas y su capacidad para responder a los nuevos desafíos del cambio climático (Heltberg, Siegel y Jorgensen, 2009). La idea que subyace a este tipo de enfoques es que muchas mejoras de los sistemas serán valiosas tanto si se dan o no los actuales escenarios específicos de cambio climático. Dado que las nuevas introducciones de plagas suelen tener al menos el mismo impacto que los efectos del cambio climático, es sencillo diseñar mejoras sin arrepentimiento en los sistemas de gestión de plagas. Puede haber límites a las opciones sin arrepentimiento (Dilling et al., 2015), pero hay mucho espacio para mejorar los sistemas de gestión de plagas y enfermedades en las explotaciones y en la gestión regional. Una evaluación de la capacidad fitosanitaria de la CIPF puede utilizarse para evaluar la preparación de un país para responder a los desafíos de las enfermedades de las plantas (Day, Quinlan y Ogutu, 2006; Secretaría de la CIPF, 2012). Este es otro ejemplo de un posible enfoque sin arrepentimientos, ya que la mejora de la capacidad tendrá beneficios independientemente de que los escenarios de cambio climático se desarrollen como se espera, y probablemente también dará lugar a mejoras en la relación coste-beneficio.

Desarrollar la capacidad de adaptación al cambio significa también encontrar formas de gestionar el riesgo financiero. Esto puede lograrse a veces, al menos en parte, a través de los seguros de cosechas, que son una opción atractiva para proteger los medios de vida de los agricultores bajo las tensiones del cambio climático. Sin embargo, no protege necesariamente la productividad y puede incentivar la continuidad de la producción de determinados cultivos en regiones en las que estos ya no se adaptan al nuevo entorno (Falco et al., 2014).

Los elementos de altruismo efectivo (“proporcionar beneficios a la sociedad”) —por los que se invertiría una parte del esfuerzo en evaluar los peores escenarios para los efectos de las plagas y cómo pueden abordarse— también pueden resultar útiles para ayudar a los países a adaptarse al cambio climático (Garrett et al., 2020b).

En conclusión, los datos examinados en este informe indican claramente que, en muchos casos, el cambio climático provocará un aumento de problemas relacionados con la salud fitosanitaria en los ecosistemas gestionados (por ejemplo, la agricultura, la horticultura y la silvicultura), semigestionados (por ejemplo, los parques nacionales) y, probablemente, también en los no gestionados. Los ajustes en las políticas fitosanitarias y las estrategias de protección de las plantas ya son necesarios hoy día a causa de los recientes cambios climáticos y serán aún más cruciales en el futuro, suponiendo que se cumplan los escenarios de cambio climático previstos. La gestión climáticamente inteligente de las plagas, que implica la aplicación de enfoques holísticos en las explotaciones agrícolas y en los paisajes, se basa principalmente en los métodos de gestión existentes seleccionados, con el fin de poder mejorar la mitigación y reforzar la resiliencia. Mantener los servicios de los ecosistemas gestionados y no gestionados y los productos, incluidos los alimentos, en condiciones de cambio climático tiene una importancia primordial, y las medidas preventivas y curativas de protección fitosanitaria son componentes clave para el mantenimiento de la seguridad alimentaria actual y futura.