2 Factores socioeconómicos que impulsan la demanda de tierra y agua

2.4 Acceso limitado a la tierra y el agua para algunas personas

Las estructuras sociales determinan la sostenibilidad de los recursos naturales. Las sociedades son causantes de la degradación de la tierra y la escasez de agua, pero estos procesos no son irreversibles. Algunas sociedades han desarrollado sistemas de producción sostenibles y resilientes para contrarrestar la degradación. Estas experiencias pueden proporcionar información a las instancias decisorias sobre el potencial de los sistemas de gestión de los recursos de ámbito comunitario.

Para reducir la pobreza rural se necesita un acceso equitativo a la tierra y los recursos hídricos. Sin un acceso y capacidades adecuados para aprovechar el capital natural puede que se haga un uso abusivo de los recursos para satisfacer las necesidades a corto plazo. Las medidas decisivas para hacer frente a estas cuestiones pasan por establecer una buena gobernanza, instituciones eficaces y la seguridad de la tenencia de la tierra. Existen fuertes sinergias y compensaciones recíprocas entre las políticas de reducción de la pobreza y la gestión sostenible de los recursos. La actual legislación en materia de recursos hídricos tiende a desvincular los derechos de agua de la tenencia de la tierra.

Las tendencias del desarrollo y los efectos del cambio climático intensifican la competencia por los recursos de tierras y aguas y aumentan el riesgo para los medios de vida de las personas pobres y vulnerables. Alrededor del 77% de las explotaciones agrícolas en pequeña escala de los países de ingresos medios y bajos se encuentra en regiones con escasez de agua, y menos de una tercera parte tiene acceso a riego. Las mayores disparidades en cuanto al riego entre las pequeñas explotaciones y las de gran tamaño se registran en América Latina y el Caribe, Asia meridional y África subsahariana. El escaso acceso a servicios de riego puede limitar de manera significativa los medios de vida rurales, en especial en las regiones áridas.

Asimismo, existen importantes cuestiones relacionadas con el género y la igualdad en torno al acceso a la tierra y el agua y la gestión de estos recursos. Las mujeres representan más del 37% de la mano de obra agrícola rural del mundo, proporción que se eleva al 48% en los países de ingresos bajos. Su contribución es acusada en todos los subsectores agrícolas. Constituyen cerca del 50% de pequeños ganaderos del mundo y la mitad de la mano de obra de las explotaciones pesqueras en pequeña escala. Menos de 50 países cuentan con leyes o políticas en las que se mencione específicamente la participación de las mujeres en los servicios de sanidad rurales o la gestión de los recursos hídricos. Las mujeres siguen representando menos del 15% de la titularidad de explotaciones agrícolas y hay disparidades en su acceso a los servicios de apoyo agrícola.