4 Respuestas a los riesgos y medidas

4.4 Esfera de actuación IV: Invertir en la sostenibilidad a largo plazo

Es necesario reconsiderar las inversiones en la agricultura a fin de respaldar la ordenación integrada de los recursos de tierras y aguas en la agricultura de secano y de regadío y de centrar la atención en la coherencia de las políticas. Los elevados costos de la degradación y de la inacción ponen de relieve la urgencia de aumentar las inversiones en la ordenación sostenible de la tierra, el suelo y el agua y en la restauración de los ecosistemas degradados, en particular en tecnologías viables de gestión de la tierra y el agua y en la adopción de enfoques territoriales integrados en las cuencas fluviales y los ecosistemas prioritarios que se encuentran en peligro. En las futuras inversiones también deben incluirse los nuevos fenómenos derivados de la aparición de la COVID 19 a principios de 2020, que han puesto de manifiesto vulnerabilidades en las cadenas de suministro mundiales cuyos efectos todavía se sienten.

El principal ámbito de la inversión internacional en los sectores agrícolas ha incluido el desarrollo y la gobernanza de la agricultura, la mejora del riego y el drenaje, la gestión de los recursos hídricos, el cambio climático y, en menor medida, la ordenación de los recursos de tierras y suelos. Asimismo, muchos proyectos buscan mejorar los agronegocios, tener una orientación ecológica o medioambiental o centrarse en la reducción de la pobreza y el desarrollo de la comunidad. La financiación convencional se ha destinado a aumentar al máximo la eficiencia agrícola y encontrar ventajas competitivas, lo que ha significado que, sobre todo en las zonas con escasez de tierras y agua, se ha dado menos prioridad al autoabastecimiento de alimentos que a la producción de exportaciones de cultivos de alto valor.

Por lo tanto, se necesitan inversiones para alejarse de las soluciones de infraestructura y el incremento de la producción en favor de la productividad sostenible de los sistemas de secano y de regadío a través de la mejora de la gobernanza, la integración de las intervenciones a escala y la innovación en materia de gestión y tecnología.

La inversión en intervenciones integradas a escala resulta muy prometedora, y puede respaldarse a través de mecanismos innovadores de financiación e incentivación. La inversión pública puede ayudar a fomentar las capacidades de diferentes asociaciones de productores, autoridades reguladoras y encargados de las investigaciones aplicadas. Un objetivo viable es el establecimiento de un marco eficaz de gobernanza de la tierra y el agua que movilice inversiones responsables y promueva la adopción de una gestión y tecnologías innovadoras en conjunción con prácticas sostenibles relacionadas con la tierra y el agua. Para lograrlo, es preciso entender las compensaciones recíprocas entre sectores, los conflictos entre el uso de la tierra y el agua para fines agrícolas, las necesidades de los bosques y las ciudades y la necesidad apremiante de poner freno a las emisiones de GEI evitando la deforestación y mejorando la captación de carbono.

Las inversiones de los bancos de desarrollo y los fondos para el medio ambiente deben complementarse con las del sector privado. Los gobiernos pueden alentar a los consumidores, las organizaciones no gubernamentales y las empresas a realizar inversiones responsables en pro de la gestión de la tierra y el agua y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y agrícolas.

Los agricultores y las comunidades locales también son inversionistas clave cuando el aumento de la productividad ayuda a sustentar los medios de vida y a mejorar los niveles de ingresos. Incentivar a los agricultores para que se conviertan en inversionistas de la ordenación sostenible de la tierra y el agua puede reportar múltiples beneficios ambientales. Sin embargo, necesitarán el apoyo de mecanismos financieros innovadores e instrumentos que concilien la producción con la ordenación del medio ambiente. Probablemente sean eficaces todos los instrumentos que respaldan las mejoras en la productividad de la tierra y el agua en las comunidades, la infraestructura en pequeña escala y el acceso al microcrédito.

Por último, conviene subrayar la necesidad de realizar inversiones complementarias en la gestión de los datos y la información con miras a aumentar la conectividad entre todos los productores, los mercados y las autoridades reguladoras. También se precisan inversiones en tecnologías innovadoras e investigación, concretamente en sistemas de energías renovables y aplicaciones genéticas. Los sistemas de alerta rápida y el seguimiento del rendimiento también mejorarán la toma de decisiones en las explotaciones agrícolas, mientras que la información acerca de las repercusiones ambientales y sociales negativas ayudará a orientar las inversiones responsables.