Previous PageTable Of ContentsNext Page

Identificación de las claves de los programas de nutrición sostenible

EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, muchos países han ejecutado programas de alimentación y nutrición basados en las comunidades. El alcance y los objetivos de esos programas varían, yendo desde esfuerzos ampliamente definidos por mejorar la seguridad alimentaria de los hogares hasta campañas concretamente orientadas a reducir las deficiencias de un solo micronutriente.

Un programa eficaz de nutrición significa necesariamente un estado nutricional mejorado que pueda medirse, por ejemplo, en tasas menores de peso inferior al normal o deficiencias de micronutrientes. Sin embargo, para que pueda considerarse un éxito, debe ser capaz de mantener y prolongar esos logros con el paso del tiempo.

A fin de dar forma a iniciativas que tengan efectos significativos y duraderos, es esencial comprender los factores que permiten que unos programas tengan éxito mientras otros fracasan. La FAO hizo recientemente análisis a fondo de algunos programas que han funcionado durante cinco años al menos y han logrado mejoras significativas en el estado nutricional. Los resultados de ese análisis destacaron algunos factores comunes que distinguen esos programas exitosos y sostenibles. Entre esos factores se encuentran el firme apoyo político, una colaboración multisectorial eficaz, la participación y potenciación de la comunidad, y la utilización de las estructuras y tradiciones culturales comunitarias existentes.

Viet Nam: vitaminas en el huerto

En los últimos 20 años, Viet Nam ha logrado un éxito notable en la disminución del hambre. Entre 1979-1981 y 1999-2001, el porcentaje de personas subnutridas en Viet Nam disminuyó del 32 al 19 por ciento. Un proyecto de nutrición comunitaria que combina la horticultura doméstica con la educación en materia de nutrición para las familias con niños subnutridos ha hecho una contribución importante a ese éxito.

El proyecto comenzó en 1991 con un objetivo relativamente limitado: disminuir la deficiencia de vitamina A de los niños de cuatro comunas. Para lograrlo, proporcionó capacitación, tecnología y subsidios muy reducidos para ayudar a las familias a establecer huertos familiares donde pudieran cultivar frutas y hortalizas ricas en nutrientes. Al mismo tiempo, se enseñó a los padres la importancia del «cuenco de colores», concepto utilizado en Viet Nam para ilustrar una comida equilibrada. El arroz o la sopa de arroz blanco pueden colorearse de marrón añadiendo carne o pescado, de verde añadiendo verduras y de amarillo añadiendo huevos.

Un estudio de seguimiento realizado tres años después de la iniciación del proyecto mostró que las comunas participantes estaban cultivando y comiendo más del doble de hortalizas y frutas y más de 20 veces de pescado que anteriormente (véase el gráfico). La ingesta diaria de vitamina A de los niños participantes era dos veces superior a la de los niños de la comuna de control. El efecto nutricional más amplio pudo medirse con una regla. La proporción de niños de crecimiento retrasado se había reducido casi en un 20 por ciento.

Sobre la base de ese éxito, un proyecto mucho más amplio que combinaba la horticultura familiar y la educación en materia de nutrición se extendió a ocho provincias, a partir de 1997. Una evaluación hecha dos años después determinó que la malnutrición se había reducido en un 12,8 por ciento en las comunidades participantes.

Panamá: en las escuelas se cultiva la nutrición

En Panamá, un proyecto que comenzó enseñando a los escolares de 13 comunidades pobres cómo plantar, cultivar y comer alimentos nutritivos ha echado raíces.

El proyecto se orientaba a mejorar la seguridad alimentaria y el estado nutricional de los niños, proporcionándoles herramientas y capacitándolos en el cultivo de huertos escolares, con inclusión de hortalizas ricas en vitaminas y de aves de corral. Y obtuvo resultados impresionantes. Un estudio de seguimiento realizado tres años después de la iniciación del proyecto determinó que el porcentaje de niños de peso inferior al normal se había reducido casi a la mitad, del 19,9 al 10,6 por ciento. Las comunidades indígenas que participaban en el proyecto mostraron mejoras más espectaculares aún, y la subnutrición disminuyó en un caso en un 85 por ciento (véase el gráfico).

La capacitación y los efectos llegaron mucho más allá de los propios estudiantes y abarcaron a padres, maestros, dirigentes agrícolas locales y expertos técnicos, tanto de los ministerios gubernamentales como de organizaciones no gubernamentales. El proyecto se benefició de un enfoque multidisciplinario que confiaba en los recursos locales y en tecnologías de bajo costo y ambientalmente favorables. Además de en las semillas, las herramientas y las lecciones sobre cultivos agrícolas, el proyecto hacía hincapié en la participación comunitaria, la cría de pequeños animales, la educación en materia de nutrición, la elaboración y conservación de alimentos, y la agrosilvicultura.

En la mayoría de las comunidades, las actividades de producción alimentaria desarrolladas en las escuelas fueron adoptadas por las familias de los estudiantes y por otros hogares. En algunos casos, grupos de hogares formaron asociaciones voluntarias para cultivar juntos productos nutritivos y compartir conocimientos en la materia, como habían hecho sus hijos en los huertos escolares.

Kenya: del socorro al desarrollo

El proyecto de nutrición aplicada de Kenya se inició en 1986, a raíz de una grave sequía y hambruna en el árido distrito de Makueni. Durante más de 15 años, el proyecto ha hecho intervenir con éxito a las comunidades locales en todas las etapas de su evolución, desde el socorro de emergencia hasta el desarrollo.

En reuniones comunitarias se señalaron cuatro problemas esenciales relacionados con la nutrición: la malnutrición de los niños de corta edad, una seguridad alimentaria deficiente en los hogares, la falta de actividades generadoras de ingresos y agua salubre insuficiente. La interpretación de los habitantes de las aldeas de las complejas interacciones entre pobreza, malnutrición y salud coincidía en gran parte con la del personal del proyecto (véase el cuadro). Esa interpretación compartida ayudó a definir una serie de intervenciones, desde la educación en materia de nutrición hasta la promoción de cultivos resistentes a la sequía y actividades generadoras de ingresos que disminuirían la carga de trabajo de las mujeres.

El proyecto ha empleado grupos tradicionales de mujeres, consejos locales y órganos comunitarios de adopción de decisiones, como puntos de entrada. Otra clave de su éxito y durabilidad ha sido el apoyo eficaz de todos los niveles administrativos.

El distrito de Makueni sigue siendo una de las zonas más pobres de Kenya y padece sequías y escaseces alimentarias periódicas, así como altos niveles de infección por VIH. A pesar de esas amenazas, el proyecto de nutrición aplicada ha ayudado a las comunidades participantes a detener el deterioro de la situación nutricional y a lograr modestos progresos. Entre 1994 y 1997, la proporción de niños de crecimiento retrasado se redujo en más del 13 por ciento.

Previous PageTop Of PageNext Page