Se estima que un poco más del 15% 14 del total de la superficie forestal, es de propiedad privada y el resto es de propiedad federal, estatal o municipal. En cifras muy gruesas la superficie bajo propiedad ejidal o comunal se distribuye en casi el 50.2% de los núcleos agrarios del país (alrededor de 8 mil quinientos ejidos y comunidades).
Las comunidades rurales poseen gran parte de los recursos naturales del país. Sin embargo, a diferencia de otras regiones del mundo, la mayor parte de estas comunidades no tienen su origen en villas de indígenas, ya que en una proporción significativa se han formado a partir de asentamientos de colonizadores a quienes el gobierno les concedió la posesión de la tierra por tiempo indefinido.
Las tierras de los núcleos agrarios tienen un sistema dual de derechos de propiedad; por un lado existen parcelas individuales en las cuales un hogar o un ejidatario tienen la posibilidad de usufructuarlas de la manera que más le convenga, mientras que por otro lado existen terrenos de propiedad común, a los cuales cada ejidatario-comunero puede tener acceso a su usufructo de acuerdo a las reglas de acceso establecidas por la comunidad (en el caso de que tales reglas existan). Hasta antes de 1992 las parcelas individuales solo podían ser transferidas a un solo beneficiario y con la aprobación de una asamblea ejidal, mientras que las tierras comunes no podían ser transferidas.
En la actualidad se estima que el sector social agrario esta compuesto por 28,058 comunidades con aproximadamente 3.5 millones de hogares ejidales y comuneros (18 millones de individuos) e integra aproximadamente el 70% de la población rural del país. No todos los núcleos agrarios tienen terrenos forestales, De Janvry et al. (2000), estiman que sólo el 50.2% de los núcleos poseen terrenos forestales y que estos terrenos solo conforman el 36.5% de la tierra común de propiedad social, la cual equivale en números redondos a alrededor del 80% de la superficie forestal del país.
Los terrenos de uso forestal potencial, dentro de la propiedad privada, frecuentemente son utilizados en zonas templadas como agostaderos o terrenos de producción agrícola de temporal con una productividad marginal. En zonas tropicales estos terrenos tienen una menor productividad y presentan fuertes problemas de degradación. Los terrenos de uso forestal (productivo) usualmente se encuentran en el norte y centro del país. Estos terrenos generalmente están localizados en áreas cercanas a núcleos de población o en medio de núcleos ejidales o comunales; razón por la cual gran parte de ellos tiene problemas de límites.
Los terrenos forestales de propiedad privada bajo producción forestal representan un alto porcentaje de la producción maderable. En la mayoría de ellos se han realizado fuertes intervenciones y cuentan con arbolado inmaduro. Otra característica sobresaliente de estos terrenos es que sufren un fuerte proceso de fragmentación, especialmente aquellos localizados en áreas cercanas a núcleos de población.
El mercado de terrenos de uso forestal es muy limitado. Los terrenos de propiedad privada sin vuelo son difícilmente comercializables, mientras que los de propiedad social se espera se conserven bajo esta forma de propiedad a pesar de las reformas a la legislación agraria.
La participación de hogares ejidales y comuneros en el mercado de tierra, particularmente en el mercado de renta de la tierra de alquiler, se ha incrementado desde 1994. Existen evidencias que sugieren que ha habido una reducción en los costos de transacción de tierras ejidales alquiladas. Ambas tendencias indican que el mercado de tierra (propiedad social) ha aumentado y se ha profundizado. Como resultado, los posesionarios son cada vez más capaces de usar el mercado de tierra para separar la cantidad de tierra que ellos cultivan de la cantidad de tierra que poseen. Esta profundización del mercado de tierra ejidal ha facilitado el incremento de la participación de hogares ejidales en actividades no agrícolas y la diversificación de sus fuentes de ingreso (Muñoz, 2000).
El papel que desempeña el PROCEDE en fomentar los mercados de tierra con propiedad social es confuso, ya que los posesionarios con títulos PROCEDE tienen más altas tasas de participación en mercados de tierras alquiladas. Esto quizá sea un reflejo de la preferencia con la cual los núcleos agrarios PROCEDE fueron seleccionados a un posible impacto de este programa sobre mercados de tierra.
Los mercados de renta o alquiler de tierra llegaron a ser más activos al inicio del programa PROCEDE entre 1994 y 1997. En este periodo, hubo un incremento del 20% en la participación de los posesionarios en mercados de alquiler (Muñoz, 2000), lo cual sugiere que PROCEDE no precisamente promueve el desarrollo de mercados de alquiler en el sector.
A pesar de la nueva estructura legal e institucional diseñada para apoyar las transacciones de tierra en el sector ejidal, la mayoría de las transacciones son informales y no son siempre registradas apropiadamente al nivel núcleo agrario, y mucho menos a través del Registro Agrario Nacional (RAN). Se estima que treinta por ciento de las transacciones se hacen de palabra y sesenta por ciento son registradas por escrito. La parte de transacciones que se registra por escrito no varía significativamente por tierra con título o sin título, aunque todas las transacciones de tierra privadas y de dominio pleno son registradas por escrito. Además, el hecho de que las transacciones sean registradas por escrito no necesariamente implica que sean documentadas en el registro central del núcleo agrario, dado el hecho que la mayoría de los ejidos no mantienen registros escritos, Solo el 13 por ciento de los núcleos agrarios en México tienen un registro y el 16 por ciento mantiene registros escritos regulares.
Se estima que solo el 35 por ciento de las transacciones de tierra son documentadas con el RAN y las autoridades del ejido aprueban tan solo el 74%. Además se sabe que las ventas de tierra tienden a ser más validadas por el RAN que las compras de tierra (29 contra 23 por ciento, respectivamente) sugiriendo que las transferencias a forasteros son más documentadas por el RAN que las transferencias a ejidatarios.
Por su parte, los terrenos forestales de propiedad privada constituyen alrededor del 15% de la superficie forestal del país. La mayor parte de estos terrenos están sujetos a aprovechamientos forestales o un fuerte cambio de uso del suelo. Dentro de los terrenos de propiedad privada se pueden distinguir dos tipos de terreno; los terrenos forestales y de aptitud forestal, y aquellos terrenos con otro potencial de uso (agrícola o ganadero) pero que pueden ser usados para el cultivo de especies forestales. Los primeros son generalmente terrenos con vegetación forestal o bien desprovista de ella pero que por sus características, el uso agropecuario es muy limitado. Por otro lado, los terrenos con otro uso potencial son generalmente aquellos en que el uso más frecuente es el desarrollo de plantaciones.
Un problema muy frecuente en este tipo de tenencia de la tierra (propiedad privada) es la debilidad de los documentos que acreditan los derechos de propiedad de los terrenos. Es común identificar terrenos plenamente delimitados en los cuales los derechos de propiedad no existen o existen a favor de personas que no habitan la localidad o están muertas. Ello evidentemente dificulta la transferencia legal de los derechos de propiedad y con ello limita tanto el mercado de terrenos forestales como la posibilidad de establecer algún contrato (con bases legales) de uso del suelo. En otros casos las transferencias legales de los derechos de propiedad se ven limitadas por problemas de litigio.
En bosques de clima templado el valor de los terrenos forestales esta determinado por las características de su vuelo sin considerar su productividad. En bosques tropicales, la presencia de vegetación no es un atractivo deseable.
El manejo que se haya realizado a los terrenos sí es un factor determinante de su valor en zonas donde la actividad forestal es la actividad principal. Así por ejemplo, terrenos donde se ha realizado el aprovechamiento del ciclo de corta tienen menor valor que aquellos donde el aprovechamiento no se ha concluido; terrenos de difícil acceso o sin programas de manejo generalmente tienen menor valor que en el caso contrario.
Los terrenos que tienen potencial de uso para el establecimiento de plantaciones frecuentemente son terrenos con productividad marginal para los usos pecuario o agrícola. La mayor parte de ellos se localizan en la región sur y sureste del país, aunque en el norte y noroeste del país se han identificado algunas superficies importantes localizadas en zonas de baja productividad dentro de distritos de riego, o a lo largo de las llanuras costeras. La oferta de este tipo de terrenos es limitada sobretodo cuando se trata de localizar grandes extensiones de terreno. Las empresas plantadoras, contrario a lo que ha sucedido en los grandes proyectos de reforestación en el mundo, usualmente no muestran el interés de comprar los terrenos, sino por el contrario,15 de asociarse con los dueños del terreno para el desarrollo de plantaciones.
La cartera vencida del sector agropecuario asciende a casi 150,000 millones de pesos (Julio, 2000 -SAGARPA, 2000-). Si se considera que el precio promedio de la hectárea de terreno agropecuario varía entre 1,500 y 5,000 pesos, y asumiendo que sólo el 5% de la cartera vencida del sector tenga como aval la tierra, entonces alrededor de 1.5 millones de hectáreas de superficie agropecuaria estarían en cartera vencida. Si por otro lado se considera que la superficie agrícola en diferentes cultivos es de alrededor de 4.2 millones de hectáreas, esto indica que bajo estos supuestos al menos el 30% de la superficie agrícola está en cartera vencida; cifra que se hace aún más inquietante si se considera que la mayor parte de la cartera vencida se ubica en terrenos de propiedad privada.
Frecuentemente los plantadores se enfrentan al problema de que solo consiguen terrenos muy aislados y de superficie pequeña, lo cual pone en riesgo la rentabilidad de los proyectos de plantaciones. Adicionalmente, no hay incentivo a vender ni a asociarse. El desconocimiento de los propietarios de la tierra de los grandes proyectos de plantaciones hace que no tengan el incentivo ni a vender ni a rentar la tierra para el desarrollo de proyectos de plantaciones.
Dada esta problemática en la adquisición de terrenos para plantaciones, los plantadores han desarrollado varias estrategias para el acopio de terrenos susceptibles de ser plantados como la compra, la renta a través de contratos de largo plazo o bien contratos de asociación. Esta ultima figura permite distribuir riesgos y eficientar el sistema productivo.
Los precios de venta son muy variados. En el área de influencia de Atenquique, Jalisco, los terrenos forestales se cotizan alrededor de los $5,000.00 /ha (base 2000), pero puede elevarse hasta los $10,000.00 - $11,000.00 /ha si el vuelo es muy bueno y cercano al ciclo de corta; evidentemente baja hasta 3,000.00 después de haber realizado la corta. La venta en esta zona se realiza en terrenos de 50 - 300 ha, aunque en ocasiones se pueden encontrar ventas de conjuntos prediales de hasta 3,000 ha. Los precios de los predios están relacionados con otras características tales como si el terreno esta o no ubicado en una zona de reserva o amortiguamiento, las vías de acceso o las características de los terrenos vecinales.
Los precios en el sureste el país varían primordialmente dependiendo de lo limpio que esté el terreno. Un terreno de acahual joven cotiza en alrededor de $1000 /ha (base, 2000), mientras que si el terreno esta limpio, su valor puede ascender hasta $5,000 / ha.
La renta en los terrenos agropecuarios es muy variable. En la zona sur y sureste del país, la renta varía entre $400-500 / ha / año, mientras que en la zona norte del país en (Ojinaga), la renta se estima entre 150-200 / ha / año (base 2000).
Sin duda el mercado de terrenos ejidales forestales tardará mucho en poderse desarrollar aún con las condiciones legales actuales. Muñoz (2000), señala que existe evidencia empírica de que los hogares ejidales difícilmente cambiarán la propiedad comunal de sus terrenos forestales incluso con las actuales posibilidades de privatización. En sus análisis demuestra que gran parte de la tierra común que se conserva depende de que tan bien se resuelven los problemas de coordinación dentro de las comunidades, o bien son impuestas las restricciones para no sobre explotar los recursos dentro de las tierras comunes. Evidentemente mientras mayor es la superficie (proporcional) en terrenos comunales o mayor es el costo de oportunidad de su uso, mayor el incentivo para privatizar.
Sin duda con las nuevas reformas y los procesos de titulación, las tierras comunales podrían convertirse en un nuevo instrumento de acceso a terrenos agropecuarios. Este instrumento no será una redistribución de las tierras, sino más bien una redistribución hacia el interior del núcleo a través del desarrollo de un mercado en el seno del mismo, que tendrá como incentivo el conservar las tierras comunales como una reserva de tierra para toda la comunidad y una redistribución de tierras con base a las preferencias de los posesionarios. Es también evidente, que este proceso irá acompañado de una mejor definición de los derechos y regulaciones al interior de la comunidad para manejar los terrenos comunales (pastizales, bosques y selvas). Esto último garantizará que aquellos co-propietarios de terrenos comunales que hayan vendido su parcela, tengan la posibilidad de tener una fuente de ingresos. Sin duda, el mantenimiento de la propiedad común dentro de los núcleos agrarios (pastizales, bosques y selvas) será ventajoso para los posesionarios en la medida en que se mantengan economías de escala y estrategias de distribución del riesgo. (Muñoz, 2000).
La expectativa es que los terrenos forestales de propiedad comunal o ejidal no se puedan incorporar a un mercado formal en el corto y mediano plazo, debido tanto a las restricciones legales y económicas, como a la percepción de los posesionarios hacia sus propiedades de uso común. La incorporación de este tipo de terrenos a un mercado formal sólo podrá darse en la medida que se relajen las restricciones legales y hacia adentro de las comunidades. Sin duda, será muy importante identificar estrategias de asociación entre inversionistas y núcleos agrarios a fin de crear una superficie crítica de producción, que permita eficientar la actividad forestal y crear economías de escala. Sin embargo, al parecer la tendencia es hacia la fragmentación de áreas forestales y el minifundismo de terrenos forestales, lo que traerá como consecuencia sistemas de producción forestal ineficientes y cambios de uso del suelo a alternativas de producción más rentables en el corto plazo.
Con respecto a los terrenos forestales de propiedad privada es de esperarse una fragmentación más acentuada no solo como consecuencia de ventas y divisiones de terrenos por herencias y litigios, sino también por el cambio de uso del suelo. La activación de este mercado o la posibilidad del rentismo de largo plazo, solo será posible en la medida en que se actualicen los derechos de propiedad y se mejore la resolución de litigios.
El mercado de terrenos forestales es prácticamente inexistente y la restricción de uso del suelo de acuerdo a la ley hará que este mercado se anule, ya que los terrenos se irán haciendo cada vez más improductivos. Por esta razón es de esperarse que los precios de los terrenos forestales o de uso potencial forestal tienda a la baja en términos reales, algo que ya sucede en regiones tropicales, donde los terrenos “limpios”, esto es, aquellos desprovistos de cobertura forestal alcanzan mejores precios que los terrenos con acahual o selva. Esta tendencia se acentuará en la medida en que estos terrenos sigan perdiendo existencias (a causa de un manejo desordenado) y productividad (debido a la aplicación de prácticas no sustentables de manejo forestal), tal y como se ha observado la tendencia en los últimos años.
Con respecto a los terrenos con potencial para el desarrollo de plantaciones comerciales es de esperarse que continúen los problemas tanto en la localización de áreas compactas como en la definición de contratos de renta que hagan más atractiva la inversión y la distribución de riesgos para ambos, propietarios e inversionistas. Sin duda, se seguirá presentando un mercado informal 16 de este tipo de terrenos que irá agravando la situación jurídica de los mismos y la indefinición de sus derechos de propiedad. Estos elementos en su conjunto originarán mayores problemas para activar un mercado, reducirán el precio de los terrenos y crearán un ambiente en el que sea más difícil encontrar alternativas de asociación entre inversionistas y propietarios.
La mano de obra forestal es muy variable tanto en el ámbito local como en el ámbito nacional. Dentro de la actividad forestal primaria (silvicultura y extracción de no maderables) la calificación de la mano de obra es muy pobre, sobre todo en aquellas regiones de baja tradición forestal. Lo mismo sucede para la actividad forestal secundaria (extracción maderable e industrialización), cuello de botella de la productividad del sector.
La actividad forestal primaria y ocasionalmente la actividad forestal secundaria son actividades de medio tiempo o temporales. De aquí que su disponibilidad esté en función del costo de oportunidad de otras actividades que puedan realizar los productores, así como de la capacitación de los mismos. A partir de 1994 las condiciones adversas para la agricultura, ganadería y silvicultura han originado que haya mayor participación en actividades como autoempleo y trabajo asalariado, así como un notable incremento en la migración nacional (a grandes urbes) e internacional. El Cuadro 3.1 muestra como el número de empleos en el sector ha permanecido constante, mientras que los empleos en las actividades a destajo han aumentado considerablemente, lo cual comprueba esta tendencia.
Cuadro 3.1. Población ocupada por rama de actividad económica y posición en el trabajo.
Rama de actividad económica y posición en el trabajo |
1991 |
1993 |
1995 |
1996 |
1997 |
1998 |
Áreas menos urbanizadas |
16,180,190 |
17,618,427 |
18,434,667 |
19,126,938 |
20,068,342 |
20,414,619 |
Empleadores |
1,702,750 |
614,613 |
744,773 |
913,366 |
856,331 |
729,762 |
Trabajadores por su cuenta |
4,830,571 |
6,234,696 |
5,801,488 |
5,510,507 |
5,965,163 |
6,054,482 |
Trabajadores asalariados |
5,684,431 |
6,077,472 |
7,270,452 |
8,173,393 |
8,422,926 |
8,973,452 |
Trabajadores a destajo |
589,329 |
876,220 |
980,941 |
1,027,715 |
1,025,499 |
1,153,133 |
Trabajadores sin pago |
3,313,494 |
3,780,388 |
3,615,128 |
3,475,116 |
3,790,641 |
3,488,449 |
Otros trabajadores |
59,615 |
35,038 |
21,885 |
26,841 |
7,782 |
15,341 |
Actividades agropecuarias |
7,898,558 |
8,645,607 |
8,197,403 |
7,701,092 |
8,759,017 |
7,656,062 |
Empleadores |
1,160,851 |
160,375 |
301,889 |
385,088 |
331,294 |
127,950 |
Trabajadores por su cuenta |
2,657,895 |
3,964,511 |
3,024,916 |
2,717,984 |
3,119,985 |
3,003,414 |
Trabajadores asalariados |
1,845,441 |
1,537,979 |
1,988,943 |
1,949,545 |
2,484,418 |
1,940,740 |
Trabajadores a destajo |
1,830 |
18,729 |
257,761 |
192,196 |
176,590 |
243,865 |
Trabajadores sin pago |
2,216,752 |
2,946,195 |
2,616,278 |
2,438,090 |
2,643,948 |
2,332,768 |
Otros trabajadores |
15,789 |
17,818 |
7,616 |
18,189 |
2,782 |
7,325 |
Fuente: INEGI
La mayor parte de la actividad forestal primaria la realizan ejidatarios-comuneros, jornaleros, avecindados o productores asalariados. Las labores principales en esta actividad son básicamente la extracción de no maderables, limpias, plantaciones, aclareos y guardarayas y las actividades de extracción. Tales actividades no requieren capacitación prolongada, pero aún así es muy poco común que ésta se realice.
De acuerdo a la “Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares -1996” (ENIGH-1996) el porcentaje de la PEA que percibe sueldos de las actividades derivadas de la Silvicultura y tala de árboles es solo el 0.36%, aunque estos ingresos representan el 4.5% de las percepciones totales dentro del sector. El número de empleos en el sector primario mostró una clara reducción, misma que alcanza un 9% en el periodo de 8 años. Sin embargo, a partir de 1997 el número de empleos remunerados en el sector silvícola se ha elevado hasta lograr cerca de 98,000 para 1998 17.
El salario de actividades de producción primaria que requieren capacitación limitada (limpias, guardarayas, aclareos, extracción de no maderables) es igual o ligeramente menor que el de actividades agropecuarias básicas. Comparando éste último salario con el de todas las ramas económicas, resulta ser el más bajo, ya que representa tan solo el 58% del salario promedio nacional y el 32% del salario mejor pagado en el país, mismo que corresponde al sector de la industria eléctrica y suministro de agua potable.
En términos reales, el salario medio en la actividad silvícola (primaria) dedicada a actividades básicas mantiene la misma proporción con respecto al salario medio nacional; ambos salarios presentan una reducción de aproximadamente el 8% real. El salario medio varia de acuerdo a la región; en el norte del país el salario agropecuario es más alto que en la región sur. Por su parte las actividades de extracción son mejor pagadas que las actividades de cultivo. El cuadro 3.2 muestra una comparación de las remuneraciones en el sector agropecuario, el subsector agrícola y el subsector forestal.
Cuadro 3.2. Remuneración Media Anual de los sectores agropecuario y Silvicultura ($/ Persona).
Periodo |
Sector Agropecuario |
Agricultura |
Silvicultura |
Silvicultura (Pesos,1995) |
1988 |
1,015 |
651 |
3,837 |
9,964 |
1989 |
1,191 |
758 |
4,781 |
8,324 |
1990 |
1,352 |
853 |
5,493 |
10,241 |
1991 |
1,663 |
1,019 |
6,444 |
9,478 |
1992 |
1,884 |
1,135 |
7,220 |
9,277 |
1993 |
2,042 |
1,218 |
7,769 |
9,124 |
1994 |
2,160 |
1,285 |
8,320 |
9,227 |
1995 |
2,523 |
1,504 |
9,777 |
9,777 |
1996 |
3,069 |
1,790 |
13,140 |
10,570 |
1997 |
3,727 |
2,148 |
14,454 |
10,203 |
1998 |
4,333 |
2,506 |
16,824 |
9,939 |
Fuente: INEGI. Sistema de Cuentas Nacionales de México.
A pesar de que la brecha en remuneraciones entre el trabajo agrícola y el trabajo forestal se ha ampliado en los últimos años, la productividad de éste último trabajo no ha crecido a la misma velocidad que la productividad del sector agropecuario (Cuadro 3.3). Lo anterior muestra la poca oferta de mano de obra calificada para este tipo de actividades misma que ha limitado la discriminación de la mano de obra por productividad.
Cuadro 3.3. Índice de productividad de mano de obra (Base 1993=100).
Periodo |
Sector Agropecuario |
Silvicultura |
1988 |
90.5 |
98.8 |
1989 |
92.3 |
98.8 |
1990 |
96.0 |
99.2 |
1991 |
98.4 |
99.4 |
1992 |
98.4 |
99.4 |
1993 |
100.0 |
100.0 |
1994 |
99.0 |
99.9 |
1995 |
102.9 |
100.5 |
1996 |
104.8 |
100.0 |
1997 |
108.3 |
99.3 |
1998 |
107.5 |
99.0 |
Fuente: INEGI. Sistema de Cuentas Nacionales de México.
Existen pocos centros de capacitación y adiestramiento de mano de obra dedicada a las actividades de extracción. La mayor parte de esta capacitación se pasa de maestros a ayudantes sin un estándar o control de calidad, a pesar de que existen criterios de desempeño para algunas actividades (CONOCER, 2000).
La mayor parte de los recolectores de PFNM no reciben un sueldo o salario específicos, sus ingresos se obtienen por la venta de los productos que recolectan. Se tiene una amplia gama de productos, algunos de los cuales requieren un conocimiento básico para ser recolectados. En esta actividad se pueden distinguir dos tipos de labor: los recolectores y los acopiadores.
Los recolectores de plantas y hongos tienden a ser personas relativamente pobres, los cuales son individuos jóvenes o viejos y con pocos activos, ya sea en forma de animales o en forma de terrenos de cultivo. Los ingresos de estos recolectores varían de acuerdo al producto, temporada y mercado.
En el caso de los recolectores de resina, éstos son individuos de edad media, los cuales tienen relativamente más ingreso. Por su parte, los recolectores de tierra de monte no tienen características particulares, con excepción de que generalmente no poseen terrenos de propiedad privada. Los recolectores de tierra de monte y de hongos tienen ingresos promedio en el rango de 1-1,200 pesos / mes (Año Base 1999) en la temporada de recolecta (4-5 meses). Los recolectores de resina son los de mayor ingreso, con percepciones de más de 1,200 pesos por mes (Año Base 1999). Los recolectores de plantas son los que tienen los ingresos más bajos, aunque también existen algunos de ellos con ingresos altos, dependiendo de la especie vegetal que aprovechan.
Las actividades de recolecta generalmente ocupan pocas horas a la semana (usualmente menos de 10 hrs. a la semana). Cuando estas actividades son de tiempo completo generalmente las realizan hombres, que por lo general son jefes de familia. Es común que aquellos recolectores que no tienen tierras dediquen más tiempo a estas actividades. La recolecta de resina, plantas y hongos son las actividades que toman mayor número de horas a la semana. Usualmente los recolectores de resina son individuos que se dedican de tiempo completo a esta actividad.
Son muy pocos los casos en los que los recolectores son pagados por algún contratista. En varios estados de México donde se recolecta hongo blanco, la mayor parte de la recolecta se realiza a través de grandes empresas, la mayoría transnacional.
La recolección de tierra de monte se realiza primordialmente en terrenos que no son de propiedad privada, por el contrario, la resina sí se recolecta en terrenos de propiedad privada. Los demás productos se recolectan en prácticamente todos los tipos de propiedad, aunque es más común la recolección en propiedad comunal (ejidos o comunidades).
Por su parte los acopiadores no viven en la zona donde se realizan las recolectas. La gran mayoría visita varias comunidades (1-3) y son raros los que deben visitar más de 5 comunidades. El acopio de PFNM es una actividad que usualmente no consume todo el tiempo de los acopiadores y se realiza pocos días de la semana.
Con respecto a la actividad industrial maderera y mueblera las entidades con mayor número de empresas dentro de esta industria son México, el Distrito Federal y Jalisco. En estas entidades la proporción de empresas micro y pequeñas es de 94.33%, mientras que el porcentaje de medianas es de 3.9% y 1.5% el de grandes, la mayoría de las cuales ofrecen empleo a más de la tercera parte del total de los trabajadores. Las microempresas resienten desventajas financieras, tecnológicas y de mercado. Las pequeñas empresas son reacias a la modernización y a la integración. Por su parte, las medianas empresas enfrentan la apertura comercial y las grandes se están tecnificando lentamente. Es importante señalar que existe un sector maquilador en crecimiento (CONOCER, 2000) fundamentalmente en la industria mueblera.
El empleo se concentra en las micro y pequeñas empresas. Las perspectivas de crecimiento son moderadas ya que este tipo de empresas muestra gran proporción de autoempleo, apoyo familiar no pagado y presencia de destajos. Prevalecen bajas retribuciones y pocas prestaciones. El subsector es poco formal en su nivel de contratación y muestra muy bajo nivel de sindicalización (CONOCER, 2000).
Para 1996, esta rama generó 496 mil 515 empleos, que corresponden al 1.41% del total nacional (35 millones 226 mil 036) y al 8.59% del total manufacturero (5 millones 778 mil 832). Las perspectivas de crecimiento del empleo son conservadoras, contemplan un promedio anual del 3% de 1997 al 2001, con lo que para este último año se tendrían alrededor de 570 mil empleos. La mayor parte de los mismos se ubican en micro y pequeñas empresas (CONOCER, 2000).
Algunas categorías ocupacionales son específicas por cada rama y otras comunes a la industria. Estas últimas se pueden agrupar en niveles directivos, mandos medios, administrativos, ventas y servicios generales que incluyen a 166 mil 569 personas, repartido en 17.16% en la rama de madera y corcho, un 77.54% en muebles de madera y un 5.30% en muebles de metal. No se han presentado cambios significativos en la organización del trabajo, por lo que no existe una repercusión de ésta sobre las ocupaciones. En un porcentaje mínimo se comienzan a introducir sistemas de “justo a tiempo”, de supervisión a los trabajadores, de reasignación de las tareas, de integración de equipos de trabajo o de rotación de puestos.
El empleo en la rama contempla un decrecimiento paulatino en empresas de tamaño pequeño y grande, estas últimas ofrecen empleo a más de la tercera parte del total. La tendencia del personal ocupado para el año 2001, es apenas de mantenimiento. Dada la apertura comercial se prevén inversiones de Estados Unidos en esta rama, aprovechando las condiciones de mano de obra barata en el país y el aumento de la maquila.
La industria tiene bajo nivel de escolaridad y carece de cultura de capacitación. Cuenta con personal que tiene desde más de 20 años trabajando, hasta de reciente ingreso, pero con baja antigüedad en la misma. Los planteles de educación pública en sus niveles básico y secundario proveen de trabajadores al sector pero no existen instituciones que formen para las ocupaciones típicas de la misma (CONOCER, 2000).
El perfil de calificación actual de los trabajadores, que es deficiente, satisface la estructura por ocupaciones del empleo de la industria y no se prevé que la correspondencia cambie en los próximos cinco años.
En México, no han existido cambios tecnológicos ni de organización significativos que aumenten el nivel de requerimientos de calificación, por su parte, los bajos sueldos contribuyen a la permanencia de este esquema. Por otro lado, no existe una capacitación consistente en la industria que pueda suplir la carencia de la instrucción formal que la misma requiere.
Se estima que la migración de familias completas es tan sólo del orden del 1.2%. Generalmente los miembros del hogar participan selectivamente en la migración solo con uno o dos miembros, principalmente a Estados Unidos. El número de familias con migrantes al extranjero ha crecido notablemente. El Banco Mundial (2000) reporta que entre 1994-1997 esta proporción se duplicó; mientras que por el contrario, la proporción de migrantes dentro del país ha disminuido. Se estima que casi el 45% de las familias de ejidatarios tienen algún miembro de la familia viviendo en Estados Unidos y más del 80% de las familias tienen miembros que residen fuera de la comunidad.
Los migrantes a Estados Unidos son generalmente individuos sin tierra o con parcelas entre 5 y 18 ha, generalmente con conocidos viviendo en ese país. Por el contrario, los migrantes dentro de México son individuos sin tierra o con parcelas menores de 2 ha. Los migrantes son generalmente del norte del país (20%) seguido por los migrantes del centro del país (7%) y del Sur y Golfo (4%). La mayoría de los migrantes no pertenecen a etnias y tienen un mayor nivel de educación formal (Banco Mundial, 2000).
En general los hombres tienen mayor participación que las mujeres tanto en la migración dentro del país como hacia Estados Unidos. De esta forma, mientras que el 13% de todos los hombres migran a ese país y 15% dentro del territorio nacional, solo menos del 2% de mujeres lo hacen. La amplia desproporción entre migración masculina y femenina tiene algunas consecuencias en la estabilidad del campo. En el sector agropecuario se observa una feminización de la agricultura al mismo tiempo que la actividad se hace menos rentable. Adicionalmente, la mayor migración masculina hace que los trabajos culturalmente asignados a las mujeres, no relacionados con la agricultura, (lavar, planchar, cocinar, etc.) se reduzcan y por tanto el resto de las familias tengan que migrar (Banco Mundial, 2000).
La demanda de trabajadores se deriva de los requerimientos de mano de obra tanto para actividades primarias como para actividades de industrialización, mismas que pueden experimentar grandes variaciones debido a condiciones climáticas y disponibilidad de trocería o madera, así como una marcada estacionalidad. Ello hace que las estimaciones de la demanda de mano de obra sean más complejas y de evolución incierta. Dentro de la actividad forestal primaria los factores que mayormente inciden sobre la evolución de los requerimientos de mano de obra están asociados con la evolución de las áreas de producción, los sistemas de manejo y los cambios tecnológicos, particularmente la mecanización.
La demanda de las actividades primarias se ha incrementado en años recientes debido a cambios en los esquemas de manejo y al ligero incremento en el área de producción. Tales cambios se han motivado al pasar de métodos selectivos a métodos de cultivo más intensivos, mismos que se ha incentivado con la ayuda de los programas de desarrollo forestal. Por su parte la demanda de mano de obra en actividades de extracción sin duda ha crecido; aunque el costo de la mano de obra y su productividad han permanecido casi constantes.
Bajo la perspectiva de incrementar el área bajo aprovechamiento sustentable, es de esperarse un crecimiento en la demanda de mano de obra. Las actuales estadísticas muestran que se crean entre 11 y 13.5 empleos por millar de metros cúbicos aprovechados 18 , por lo que considerando que el potencial de producción del país oscila entre 24-25 millones de metros cúbicos por año, se estima que se pueden crear adicionalmente entre 150-160 mil empleos dentro de la actividad, con solamente incorporar a la producción a las áreas actualmente no explotadas, sin considerar los posibles empleos que se puedan generar en el establecimiento, manejo y cosecha de plantaciones comerciales.
En lo que se refiere al costo de la mano de obra, la expectativa es que se mantenga en términos reales en sus niveles actuales, ya que como se puede observar en el cuadro 3.2, ha tenido muy poca variación en los últimos 12 años y su productividad no ha crecido. Considerando esta expectativa se prevé que la demanda excedente de mano de obra en el sector forestal (industrialización principalmente) se pueda cubrir rápidamente dado su sobre precio con relación a la mano de obra rural. El problema fundamental en esta transferencia de mano de obra entre sectores será sin duda la capacitación.
La migración, la variación en los mercados de productos, así como los bajos niveles de bienestar del sector rural afectarán la disponibilidad (oferta) de mano de obra en el subsector forestal. Sin embargo, la demanda potencial es reducida, considerando el potencial de mano de obra disponible en el área rural. Adicionalmente, el sobre precio de la mano de obra de esta actividad hará posible que haya transferencia de mano de obra de otros subsectores.
El financiamiento forestal no figura expresamente dentro de los programas de las instituciones bancarias y es solo en años recientes en los que la banca no comercial ha vuelto la mirada al subsector forestal.
El crédito forestal aunque ha cambiado en su estructura dado que han ganado importancia los créditos a plantaciones forestales, sigue siendo extremadamente modesto, representa sólo el 0.88%, del orientado al sector primario de México. Los créditos multilaterales tanto del Banco Mundial como del Banco Interamericano de Desarrollo, no han tenido el impacto, ni la resonancia esperada y en poco han contribuido a cambiar la tendencia en materia forestal. Entre las causas de esta ineficiencia de los créditos destacan: la falta de una política clara y de largo plazo, la escasa prioridad dentro de la política nacional, la falta de técnicos para la realización de proyectos, la inflexibilidad y requisitos establecidos por la banca internacional de desarrollo y la falta de recursos locales para cubrir el componente nacional del crédito (Castillo, 1999). Un problema adicional es que la mayoría de estos programas no han contado con un esquema de evaluación y monitoreo que permita identificar las debilidades, ineficiencias o fugas de los créditos.
Es de esperarse que en un futuro se fomente el crédito directo, banca – productor. En un esquema ideal podría diferenciarse el interés ecológico del interés productivo, dejando el primero en manos del Gobierno y el segundo como opción para el crédito formal, esto originaría que los proyectos ambientales que actualmente sean financieramente inviables puedan hacerse viables internalizando el rendimiento de las externalidades positivas de los mismos. La combinación de subsidio y crédito, puede atender combinaciones de intereses económicos, sociales y ecologistas. El crédito formal podría ser orientado, más hacia plantaciones comerciales y en los casos de bajos rendimientos podría ser complementado por subsidios en los montos estrictamente requeridos para hacer viables los proyectos. Existen evidencias de esta posibilidad en la que la banca se involucra y garantiza el mantenimiento de las plantaciones hasta consolidarse (Castillo, 1999).
Los esquemas financieros regularmente requieren un aval sobre el financiamiento. La condición de los núcleos agrarios ha impedido que ese aval pueda ser la misma tierra, dado que los ejidatarios-comuneros son dueños de su usufructo pero solo poseedores del terreno. Una opción que se ha discutido en diversos foros es la posibilidad de usar como aval al mismo inventario (maderable o no maderable) cosechable. Sin embargo, esta estrategia resulta muy riesgosa por parte de la banca y la sociedad, ya que el aval también produce bienes públicos. Conceptualmente esta estrategia puede usarse dentro del mismo bosque, esto es, que áreas muy productivas puedan financiar áreas menos productivas. En este caso la idea es identificar alternativas de manejo forestal que permitan liquidar inventarios excedentes y utilizar los excedentes para invertir en áreas menos productivas. Esta estrategia se ha seguido en varios países para mejorar la productividad de bosques, sin embargo, en México existen muy pocos ejemplos, la mayoría de los cuales no han rendido buenos resultados.
La actividad forestal maderable es bastante extensiva en México. Se utiliza poco equipo o maquinaria para las actividades. El corte y desrame se realizan usualmente con motosierra. Las trozas se cortan regularmente de 4 u 8 pies dependiendo de si la troza se arrastra o transporta manual o mecanizadamente, la decisión es casi independiente del procesado de la troza. El arrastre mecánico es común en el norte y centro del país, aunque no ha substituido al arrastre manual. La maquinaria de arrastre es generalmente una motogrúa y solo experimentalmente se ha usado cable aéreo. La carga y descarga de trocería son manuales, rara vez se usa maquinaria especializada. El transporte se realiza regularmente en camiones que varían entre 10-12 ton, generalmente de propiedad ejidal o de pequeños propietarios. Para el transporte a largas distancias se usan camiones con capacidad de 35-40 ton.
Respecto a la industria forestal se estimó que en 1998 se registraron 3,497 instalaciones de procesamiento industrial de madera. El principal giro industrial es el aserrío (59%), seguido de talleres de procesamiento de productos secundarios con 15%, fábricas de cajas (14%), fábricas de chapa y madera contrachapada con 1%, fábricas de tableros de madera (0.5%), plantas de impregnación 0.3%, fábricas de celulosa (0.2%), y otras instalaciones productivas (9). La industria forestal maderable se concentra en los estados de Michoacán (36%), Durango (13%), Chihuahua con (11%), México (6%), y Jalisco (3%).
La capacidad instalada en la industria fue de 16 millones de m3 en 1998. La industria de aserrío ocupa el primer lugar con 65%, le sigue la industria de celulosa (23%), las fábricas de cajas (8%), las plantas de chapa y madera contrachapada (6%), los talleres de beneficio de productos secundarios (2%), las fábricas de tableros (2%), y las plantas de impregnación (1%). El estado de Durango ocupa el primer lugar con 27%, seguido de Chihuahua (25%), Michoacán (8%), Oaxaca (6%), y Guerrero (6%).
Históricamente, el uso de la capacidad instalada ha sido muy reducido. En 1998, sólo se utilizó el 60%. Las industrias de celulosa y chapa y madera contrachapada registraron los mayores porcentajes de uso de la capacidad instalada 74% y 72%, respectivamente. Las fábricas de cajas usaron el 67% de su capacidad instalada, seguidas de las fábricas de tableros con 63%, las plantas de impregnación y los aserraderos utilizaron cada una el 56% de su capacidad instalada. Los talleres de beneficio de secundarios sólo usaron el 33% de su capacidad de producción.
Existe una marcada insuficiencia de estufas para el secado de madera, resultado principalmente del desarrollo histórico de la industria de aserrío en México, de prácticas comerciales viciadas así como de una limitada cultura de calidad entre los productores, los comerciantes y los usuarios de los productos de madera. Un alto porcentaje de la madera aserrada se vende en verde o secada al aire.
Jaakko Pöyry (1988), realizó un estudio sobre la competitividad de la industria de la celulosa y el papel en México. En este estudio se reporta que los costos de combustible y energía son más bajos que los costos de los principales países productores, sin embargo esta situación no es la misma. En la actualidad los precios de combustibles y energía son incluso ligeramente más altos que aquellos de los países productores. El estudio muestra que las industria de la celulosa y el papel tenía retornos a la inversión de la misma magnitud que los principales países productores, incluso ajustando por el mayor riesgo. Sin embargo, con la apertura comercial la situación de las empresas se ha tornado más hacia el equilibrio con menor margen de utilidades. En este mismo estudio se muestra que la industria requiere una modernización inmediata en al menos 35% de su equipo.
El capital físico en la industria de los PFNM es muy limitado. La única industria que requiere de fuerte inversión es la industria de la resina. Casi la totalidad de esta industria se encuentra en el Estado de Michoacán y absorbe la totalidad de la producción regional. Torres y Zamudio (2003) muestran que el capital de los acopiadores de PFNM es muy limitado e incluso se carece de lugares físicos para realizar las transacciones, mismas que regularmente se realizan a las orillas de las carreteras en lugares denominados “ventas”.
En 1995, se dio a conocer el Programa Sectorial Forestal y de Suelos 1995-2000 que por primera vez considera un paquete de estímulos directos para la realización de estudios, de asistencia técnica y un esquema de crédito con la incorporación de la banca de desarrollo y comercial. Destacan, dentro de los primeros, el Programa de Desarrollo Forestal (PRODEFOR), orientado a la realización de estudios de manejo, asistencia técnica y atención general a las áreas comerciales sin infraestructura; el Programa Nacional de Reforestación (PRONARE), orientado a la recuperación de áreas, a través de reconversión, subsidiando la planta y algunos conceptos, como transporte, hoyadura y cercado; el Programa de Desarrollo de Plantaciones Forestales Comerciales (PRODEPLAN), dirigido a estimular el establecimiento de plantaciones con fines comerciales, a través de subsidios directos, estímulos fiscales y apoyos especiales para la construcción de infraestructura de brechas y caminos (Castillo, 1999). En 1997 entró en vigor el Programa de Conservación y Manejo Forestal Sustentable (PROCYMAF) cuyo objetivo es apoyar estrategias de manejo forestal sustentable entre diferentes tipos de productores. Finalmente en Octubre de 2003 entra en vigor el Programa de Pago por Servicios Ambientales, cuyo objetivo es incentivar el desarrollo de un mercado de servicios ambientales hidráulicos.
Los montos de apoyo al sector han aumentado notablemente con la creación de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), organismo desconcentrado a cargo de las actividades de producción y fomento de la actividad forestal. Para el año 2003 el presupuesto por diversos programas de apoyos se muestra en el Cuadro 3.4.
A pesar del incremento en el apoyo al sector, sigue existiendo un enorme rezago, sobre todo en aquellas áreas que no tienen alguna alternativa productiva sostenida. La mayor parte del apoyo se distribuye entre los clientes tradicionales (productores de madera), mientras que aquellos alejados de los centros de población y sin aprovechamiento maderable generalmente continúan sin apoyo.
Programa |
Presupuesto anual modificado |
Presupuesto disponible acumulado al 31 de mayo |
PROCYMAF |
29,152,000 |
6,413,440 |
Contraloría |
3,750,000 |
1,309,500 |
PRODEFOR |
232,700,000 |
66,163,522 |
PRODEPLAN |
402,038,000 |
2,978,000 |
PRONARE |
190,852,000 |
118,783,651 |
Administración |
501,763,341 |
194,575,513 |
Gerencias |
20,000,000 |
6,937,330 |
Incendios |
66,193,000 |
44,720,935 |
PET |
14,000,000 |
13,750,000 |
Total General |
1,460,448,341 |
455,631,891 |
G. Op. PRODEFOR |
1,126,105 |
1,126,105 |
Fuente: www.conafor.gob.mx.
14 Cifra estimada por De Janvry, et al.,
1995.
15 El objetivo de
asociarse es compartir el riesgo con el propietario y tener un aliado en el
proceso de producción.
16 Mercado caracterizado por un simple contrato de compra-venta en el que no
se hace algún registro ante las instancias agrarias o ante la autoridad
hacendaria.
17 INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales.
18 Promedio obtenido de dividir el
número de empleos por la producción de madera en rollo anual para el periodo
1988-1998 con datos reportados por SEMARNAP.