CFS:2004/INF/11


COMITÉ DE SEGURIDAD ALIMENTARIA MUNDIAL

30º período de sesiones

Roma, 20-23 de septiembre de 2004

CONFERENCIA DE UNA PERSONALIDAD EMINENTE SOBRE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA:
“LA REVOLUCIÓN VERDE: UN PROGRAMA INCONCLUSO”

Índice


Bibliografía

 

NORMAN E. BORLAUG1 Y CHRISTOPHER DOWSWELL2

INTRODUCCIÓN

1. Hace casi 33 años, en noviembre de 1971, tuve el placer de venir a la FAO a presentar la Disertación en memoria de McDougall, en honor a uno de los fundadores de la FAO, el difunto Dr. Frank Lidgett McDougall, por su contribución a la creación de un mundo mejor. Mi disertación se tituló: “La humanidad y la civilización en otra encrucijada”. Durante la charla dije que la humanidad se encontraba en una serie de encrucijadas e intersecciones muy compleja, quizá la más compleja que hubiera encontrado a lo largo de la evolución social. Hablé de un mundo dividido en dos bandos: los privilegiados y los pobres. Esta separación no se ha hecho menor, antes bien ha crecido. Hoy en día, el 1 por ciento más rico de la población mundial recibe la misma cantidad que el 57 por ciento de los más pobres. Afirmé que la revolución verde había logrado un éxito temporal en la guerra contra el hambre y la privación y que, de llevarse a cabo en plenitud, podría proporcionar suficientes alimentos y sustento para el mundo durante los tres siguientes decenios. Dije asimismo que la producción de más alimentos en el mundo no resolvería por necesidad el problema del hambre en los países en desarrollo. En efecto, así ha sido, hoy sigue habiendo 800 millones de personas acosadas por el hambre, por lo menos durante una parte del año, que viven temiendo morir de hambre. Es una ironía que tal vez la mitad de las personas que hoy pasan hambre sean pequeños agricultores y personas sin tierras del medio rural, aunque la producción de alimentos en estas zonas de inseguridad alimentaria se puede incrementar considerablemente. Desde el punto de vista técnico, es posible derrotar el hambre. Lo que ha faltado es la voluntad política para hacerlo. Desafortunadamente, casi en todos los países en desarrollo ha habido un exceso de planificación para el desarrollo agrícola y falta de ejecución de esos planes.

LA REVOLUCIÓN VERDE

2. Repasemos brevemente la revolución verde original antes de dirigir nuestra atención al futuro. La extendida aplicación de la producción científica de alimentos es un fenómeno relativamente reciente. Para el decenio de 1940 ya existía en los Estados Unidos gran parte del conocimiento científico necesario para hacer despegar la productividad agrícola. Sin embargo, la difusión de esta nueva tecnología se retrasó a causa de la crisis económica de los años 30, que paralizó la economía agrícola mundial. Los nuevos resultados de la investigación no comenzaron a aplicarse extensamente, primero en los Estados Unidos y después en muchos otros países, hasta que la segunda guerra mundial impulsara mucho la demanda de alimentos en apoyo a la actividad bélica de los aliados. Después de la segunda guerra mundial –cuando las fábricas de municiones se convirtieron a la producción de fertilizantes de nitrógeno económicos, derivados del amonio sintético– los fertilizantes químicos se convirtieron en elemento indispensable de la producción agrícola moderna (en el año 2000 se consumieron 80 millones de toneladas de nutrientes de nitrógeno). El profesor Vaclav Smil, de la Universidad de Manitoba, experto en los ciclos del nitrógeno, calcula que el 40 por ciento de los 6 200 millones de personas que componen población de hoy vive gracias al proceso Haber-Bosch de síntesis del amonio (Smil, 1999).

3. El primer auténtico programa de asistencia agrícola internacional de ayuda a un país en desarrollo fue el precursor programa de la Fundación Rockefeller y el Gobierno de México iniciado en 1943. Para los años 50 se habían obtenido importantes resultados en la producción de trigo en México, y la Fundación Rockefeller amplió sus actividades a otros países latinoamericanos y a varios países de Asia. La difusión inicial más importante de la tecnología mejorada de producción agrícola se llevó a cabo en Asia, y comenzó a mediados del decenio de 1960, unos 20 años después de comenzar a aplicarse este procedimiento en el mundo industrializado.

4. William Gaud, Administrador de USAID, describió de la siguiente manera la acelerada difusión de la nueva tecnología de producción de trigo y arroz en toda Asia, durante una charla celebrada el 8 de marzo de 1968 en la Sociedad Internacional para el Desarrollo, en Washington:

“Éstos y otros acontecimientos surgidos en el ámbito de la agricultura contienen los elementos de una nueva revolución. No de una revolución roja violenta como la de los soviéticos, ni blanca como la de Irán, sino más bien, lo que llamo una revolución verde basada en la aplicación de la ciencia y la tecnología.”

Así se acuñó el término “revolución verde”. Para nosotros representa el inicio de un procedimiento de aplicación de la ciencia a la agricultura destinado a obtener nuevas técnicas para la producción de alimentos en las condiciones del Tercer Mundo. Gran parte de la investigación de la revolución verde estuvo a cargo del sector público y fundaciones privadas sin fines de lucro. Los adelantos producidos por esta investigación se publicaban y difundían libremente. Las redes internacionales de experimentación con germoplasma surgidas entonces –a través de las cuales había un intercambio libre y en gran medida sin trabas de los materiales genéticos– dieron inicio a una nueva era de mejoramiento fitogenético. Los emblemas de la revolución verde fueron una nueva variedad de trigo semienano de elevado rendimiento y diversas variedades de arroz, aunque también se avanzó mucho en el mejoramiento genético del maíz, el sorgo, la cebada, las patatas y diversas legumbres.

5. Se ha prestado demasiada atención a las variedades del nuevo trigo semienano y de arroz, como si pudieran producir resultados milagrosos por sí solas. Estas nuevas variedades sin duda podrían elevar en forma permanente la curva de la producción, debido a que su estructura vegetal es más eficaz y a la incorporación de elementos genéticos de mayor resistencia a las enfermedades y a los insectos. Pero estas variedades sólo desarrollaron su potencial genético productivo al aunarse a cambios sistemáticos en la gestión de los cultivos, por ejemplo: las fechas y frecuencia de la siembra, aplicación de fertilizantes, gestión del riego, eliminación de maleza y control de plagas (cuadro 1).

6. Se hicieron considerables inversiones en otros factores de la producción. La superficie irrigada se duplicó entre 1961 y 2000 en los países en desarrollo de Asia, pasó de 86 millones a 176 millones de hectáreas, pero el principal cambio verificado en los factores de la producción fue la utilización de fertilizantes, cuyo consumo aumentó de 2 millones a 70 millones de toneladas de nutrientes. También se produjeron enormes cambios en la mecanización, aumentó el número de tractores en uso de 200 000 a 4,8 millones de unidades, y se introdujeron cientos de miles de trilladoras (y mucho más adelante miles de cosechadoras (Borlaug, 2000).

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7. Después de la euforia inicial producida por las variedades de trigo y arroz de alto rendimiento –y por las prácticas más intensivas de producción agrícola– de fines de los años 60 surgió una oleada de críticas contra la revolución verde. Algunas críticas reflejaban una sincera preocupación por los problemas sociales y económicos presentes en las zonas rurales, que la tecnología por sí sola no resolvería ni puede resolver. Otras se dirigían contra los análisis prematuros de lo que realmente estaba ocurriendo en las zonas donde se adoptaban las técnicas de la revolución verde, y otras más se referían a cuestiones relacionadas con los daños ambientales y la sostenibilidad.

8. Algunas de estas críticas contenían un elemento de verdad. Es evidente que la riqueza creció más en las zonas de regadío en comparación con las regiones de secano, más desfavorecidas, lo que incrementó la desigualdad en los ingresos. Los cereales, por su potencial de producir elevados rendimientos, desplazaron a las legumbres y a otros cultivos menos productivos, pero con una ventaja neta por su producción total de calorías y proteínas. La mecanización agrícola desplazó a los jornaleros mal pagados, aunque muchos de ellos han encontrado empleos no agrícolas mejor remunerados en las ciudades.

9. Las variedades de cereales de alto rendimiento también sustituyeron a las variedades locales de menor rendimiento, con la consiguiente pérdida de biodiversidad. Pero muchos de estos problemas fueron transitorios. Las variedades de cereales de alto rendimiento cultivadas en los países en desarrollo de Asia eran de maduración mucho más anticipada, lo que permitía producir dos o tres cultivos. Esto aumentó la demanda de mano de obra para el agricultor y para muchas empresas y servicios rurales no agrícolas.

10. Con todo y estas limitaciones, en los últimos 40 años la agricultura basada en los conocimientos científicos ha hecho grandes aportaciones a la producción mundial de alimentos y a la protección del hábitat. A pesar de la duplicación de la población mundial, la transformación de los sistemas agrícolas de bajo rendimiento ha mantenido los suministros mundiales de alimentos per cápita por delante del crecimiento demográfico. Los precios mundiales del trigo, el maíz y el arroz, ajustados a la inflación, han disminuido el 40 por ciento en cifras reales desde 1960 y están en su nivel más bajo desde hace 50 años (FAO, 2003). Todos los consumidores se han beneficiado de la disminución de los precios, en especial los pobres ya que ellos gastan una parte más grande de sus ingresos en alimentos. Desde 1970, el porcentaje de personas con inseguridad alimentaria en el mundo en desarrollo ha disminuido del 38 por ciento al 18 por ciento (IIPA, 2002).

11. Las técnicas de la revolución verde también han producido significativos beneficios ambientales que a menudo no se toman en cuenta. El principal ha sido evitar la explotación de tierras que han podido destinarse a otros usos. Si en el año 2000 los cereales hubieran mantenido el rendimiento de 1950, el mundo habría necesitado casi 1 800 millones de hectáreas de tierras de la misma calidad para producir la cosecha de 2000, en vez de los 660 millones de hectáreas utilizadas (Borlaug, 2000). Es evidente que no se disponía de ese excedente de tierras, sobre todo en la populosa Asia, donde la población aumentó de 1 200 millones a 3 800 millones de personas durante ese período. De haberse puesto en cultivo otras tierras de entornos más frágiles para satisfacer la demanda adicional de alimentos, las repercusiones en erosión del suelo, pérdida de bosques y pastizales, de biodiversidad, y la extinción de especies silvestres hubieran sido enormes y, muy probablemente, catastróficas. Además, es posible que los conflictos por motivos agrarios hubieran aumentado en forma considerable.

REDUCIR EL HAMBRE A LA MITAD PARA 2015

12. En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) celebrada en 1996 la comunidad mundial resolvió reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre –a 400 millones– para el año 2015. En septiembre de 2000, 139 jefes de Estado confirmaron este objetivo durante la Cumbre del Milenio, de las Naciones Unidas, y sucesivamente en las conferencias mundiales de Monterrey, Johannesburgo y Doha. Si bien este nivel de reducción del hambre es sin duda posible, para alcanzarlo hubiera sido necesario que 22 millones de personas dejaran de pasar inseguridad alimentaria todos los años desde 1997. Pero desde esa fecha sólo 6 millones de personas han tenido la suerte de lograrlo. Actualmente, la FAO calcula que el número de personas con inseguridad alimentaria disminuirá en 2015 a 675 millones de personas; y a la velocidad actual de esa disminución, el objetivo no se cumplirá antes de 2050 (FAO, 2003). Lo que impide realizar este objetivo es la falta de voluntad política. Existe la tecnología necesaria para duplicar la producción mundial de alimentos en forma sostenible con relación al medio ambiente. Pero lograr que los pobres tengan seguridad alimentaria es imposible sin la amplia participación de los mismos en su propio desarrollo, aunada a niveles mucho más altos de inversión en educación básica, servicios de atención médica, fomento de los recursos hídricos, sistemas de transporte, electrificación, investigación y extensión agrícola.

13. De los 800 millones de personas malnutridas que pasaban hambre en el mundo en desarrollo en el año 2000, había 232 millones en la India, 200 millones en el África subsahariana, 112 millones en China, 152 millones en otras partes de Asia y el Pacífico, 56 millones en América Latina y 40 millones en el Cercano Oriente y África del Norte (Proyecto del Milenio, 2003). De este total, el consumo de calorías de unos 214 millones de personas (el 26 por ciento de los pobres) era tan escaso que no podían trabajar ni ver por sí mismos. Alrededor del 50 por ciento de las personas que sufrían hambre vivían en hogares campesinos de zonas de alto riesgo, marginales para la producción agrícola, donde la lluvia es escasa e imprevisible o excesiva, los suelos son malos o están degradados, el terreno es muy accidentado y están lejos de los mercados y de los servicios públicos. Otro 22 por ciento correspondía a la población rural sin tierras, y el 20 por ciento a hogares pobres de las zonas urbanas. El 8 por ciento restantes son pastores, pescadores y hogares que viven de los bosques.

14. Por lo menos la mitad de las personas con mayor inseguridad alimentaria del mundo son pequeños agricultores pobres de los países de bajos ingresos, y cultivan tierras marginales. Para comer, tienen que producir los alimentos que necesitan (Proyecto del Milenio, 2003). En efecto, entre 500 millones y 1 000 millones de agricultores están cautivos en la “trampa de la pobreza”, que los hace ser demasiado pobres para adoptar técnicas más productivas para los cereales básicos, y están demasiado desligados de los mercados para participar con provecho en la agricultura comercial.

15. Así pues, es necesario mejorar sustancialmente la producción de alimentos en los entornos de alto riesgo y en las regiones alejadas. Para reducir el hambre a la mitad también hace falta generar más fuentes de empleo no agrícola, así como agroindustrias en el medio rural. También se necesitan proyectos de obras públicas para mejorar la infraestructura y el medio ambiente. Estas inversiones con frecuencia ofrecerán empleos de tiempo parcial a los pequeños agricultores, durante la “temporada de escasez”. A través de programas de alimentos por trabajo se puede contribuir considerablemente a desacelerar la erosión del suelo y la formación de zanjas, y agilizar la replantación de árboles.

ÁFRICA: EL MAYOR DESAFÍO

16. Más que en cualquier otra región del mundo, la producción de alimentos está en crisis al sur del Sahara. Los altos índices de crecimiento demográfico y la escasa aplicación de mejores técnicas de producción en los dos últimos decenios han hecho disminuir la producción per cápita de alimentos, han producido un déficit cada vez mayor de alimentos y el deterioro de los niveles de nutrición, en especial entre la población rural pobre. Si bien en el decenio de 1990 se percibió un mejoramiento en la producción de alimentos en el sector pequeño campesino, esta recuperación sigue siendo muy precaria.

17. La agricultura migratoria de tala y quema aunada a complejas pautas de cultivo eran sistemas de producción de alimentos de bajo rendimiento pero relativamente estables. El crecimiento demográfico y las necesidades de alimentos han impulsado a los agricultores hacia tierras más marginales y a reducir los períodos de barbecho, antes utilizados para restablecer en parte la fertilidad del suelo. Al aumentar el cultivo de las tierras, el material orgánico y el nitrógeno están agotándose con rapidez, y el fósforo y otras reservas de nutrientes con mayor lentitud pero en forma constante, lo que ha producido una seria degradación de las cuencas hidrográficas (suelos, agua, bosques) y daños al medio ambiente. La disminución de la fertilidad del suelo también ha contribuido a los conflictos entre agricultores y pastores, y puede haber sido la causa de base de las guerras civiles en Burundi y Rwanda en los años 90 (Sánchez et al., 1997).

18. En los últimos 17 años participamos en un programa de desarrollo agrícola para pequeños agricultores en el África subsahariana, denominado Sasakawa-Global 2000. Inició este programa el difunto Ryoichi Sasakawa y lo lleva a cabo su hijo, Yohei Sasakawa, con apoyo económico de la Nippon Foundation del Japón. El ex presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter, con su grupo Global 2000 del Centro Carter, ha sido un participante importante en el programa. Hemos trabajado con los ministros de agricultura en 14 países y con cientos de miles de pequeños agricultores que han demostrado entusiasmo y la capacidad de duplicar y triplicar el rendimiento de sus cultivos alimentarios básicos. Pero a pesar de los impresionantes programas de demostración agrícola, a la fecha sus repercusiones en la productividad no se han propagado.

19. Existen diferencias fundamentales entre las condiciones agrícolas que prevalecen hoy en el África subsahariana y las que había en Asia, donde la tecnología de la revolución verde obtuvo tantos resultados. En el África subsahariana hay muy poca agricultura de regadío, y la falta de humedad es un problema frecuente y generalizado. En el África subsahariana la infraestructura rural está mucho menos desarrollada, en especial los sistemas de transporte, en comparación con Asia en los años 60. Además, debido a antiguos problemas de sanidad animal (tripanosomiasis y fiebre de la costa oriental africana), relativamente pocos agricultores del África subsahariana han tenido acceso a la tracción animal, en comparación con los agricultores de Asia, y se han visto obligados a utilizar la fuerza humana para preparar las tierras y cultivarlas, así como para realizar otras actividades agrícolas. Por último, algunas enfermedades humanas como la malaria y en fecha más reciente el VIH/SIDA han infligido grandes pérdidas a la productividad de los trabajadores agrícolas africanos. Estos factores en conjunto determinan que el producto agrícola bruto del África subsahariana –de alrededor de 400 dólares EE. UU. por trabajador– sea el más bajo del mundo.

20. Debido a la alarmante tendencia a la disminución de la fertilidad del suelo cabe asegurar que una de las intervenciones más “ecológicas” triplicaría o cuadruplicaría la utilización de fertilizantes en el África subsahariana respecto a la muy escasa aplicación actual de los mismos (Asia utiliza 20 veces más fertilizantes por hectárea de superficie agrícola, y América Latina 10 veces más) (Gráfico 1). Con todo, para muchos pequeños agricultores del África subsahariana utilizar fertilizantes es costoso y riesgoso, su costo suele ser dos o tres veces mayor que en el resto del mundo en desarrollo. Además, los agricultores africanos a menudo obtienen en la puerta de la granja precios por sus productos considerablemente más bajos que los pagados en otras regiones.

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21. Para lograr la seguridad alimentaria en el África subsahariana e incrementar la productividad de los pequeños agricultores es necesario duplicar o triplicar la aplicación de fertilizantes químicos en la región. No existe justificación ambiental que lo impida. Desde el punto de vista biológico, para la planta es indistinto recibir los iones de nitrato que requiere de la materia orgánica en descomposición o de un costal de fertilizante. Pero mientras no se logre reducir los costos de comercialización –de los insumos y la producción– será necesario recurrir a una serie de opciones para recapitalizar y mantener la fertilidad del suelo. Entre esas opciones tendrá que permitirse también a los pequeños productores depender más de los insumos internos (por ejemplo, cultivo de legumbres que fijan el nitrógeno, abonos verdes y especies arbóreas) a fin de mantener la fertilidad del suelo. El criterio operativo para establecer las prioridades correspondientes a las fuentes inorgánicas y orgánicas de los nutrientes para las plantas debería depender del método capaz de proporcionar al pequeño agricultor los nutrientes principales para las plantas al menor costo, tomando en cuenta sus condiciones económicas.

22. Al restablecerse la fertilidad del suelo, el rendimiento potencial de las variedades mejoradas se podrá expresar con mayor plenitud. Las instituciones de investigación están poniendo a disposición variedades e híbridos de alto rendimiento, menor tiempo para madurar y resistencia a las enfermedades y los insectos, en especial de arroz, maíz, trigo, yuca y diversas legumbres. La adopción generalizada de estas variedades puede modificar significativamente la producción de los pequeños agricultores. Las variedades de maduración temprana, en particular, abren nuevas posibilidades agrícolas y permiten producir a la vez cultivos alimentarios, comerciales y abonos verdes. Los sistemas de labranza mínima también ofrecen muchas posibilidades de frenar la erosión del suelo, conservar la humedad y reducir el agobio del desyerbe manual y la preparación de las tierras.

23. La mayoría de los expertos concuerdan en que la agricultura africana debe crecer del 5 por ciento al 6 por ciento para incidir en la reducción de la pobreza. A fin de incrementar las tasas de crecimiento será necesario introducir importantes cambios normativos e invertir considerablemente más recursos. La pequeña agricultura requiere del cumplimiento de cuatro objetivos generales:

24. Sin embargo, estos objetivos de desarrollo no se alcanzarán si no se reducen los costos de comercialización agrícola. Un sistema eficaz de transportes es la savia de la modernización económica. La producción agrícola intensiva depende sobre todo de disponer de vehículos a precios accesibles. No obstante, la mayor parte de la producción en el África subsahariana sigue realizándose a través de una amplia red de senderos, trechos y carreteras comunales en las que las modalidades más comunes de transporte son “las piernas, la cabeza y la espalda de las mujeres”. En efecto, la mayor parte del tiempo de los hogares se invierte en transporte doméstico.

25. El África subsahariana tiene las redes carreteras menos desarrolladas del mundo (cuadro 2). Es más, a las tasas actuales de inversión se ha pronosticado que para 2030 la densidad carretera apenas alcanzará el nivel que había en Asia meridional al inicio de la revolución verde, en el decenio de 1960. Resolver cómo modificar estas previsiones y acelerar el desarrollo de una infraestructura eficaz y eficiente (carreteras, agua potable y electricidad) en el África subsahariana será la base de todas las actividades encaminadas a reducir la pobreza, mejorar la salud y la educación, y asegurar la paz y la prosperidad.

Cuadro 2. Kilómetros de carreteras pavimentadas por millón de personas en distintos países del mundo

Km.

Km.

EE.UU.

20.987

Guinea

637

Francia

12.673

Ghana

494

Japón

9,012

Nigeria

230

Zimbabwe

1.586

Mozambique

141

Sudáfrica

1.402

Tanzania

114

Brasil

1.064

Uganda

94

India

1.004

Etiopía

66

China

803

Congo, RP del

59


Fuente: Encyclopedia Britannica, 2002 Yearbook

26. Una mejor infraestructura rural incrementará la productividad agrícola e impulsará el desarrollo económico, con lo que disminuirá la pobreza y aumentará el bienestar en el medio rural. Las carreteras reducirán el aislamiento y contribuirán a poner fin a la animosidad entre las etnias, a la vez que permitirán establecer escuelas y clínicas rurales en zonas donde hasta ahora los maestros y el personal de salud no han estado dispuestos a aventurarse. Todos estos elementos harán más difícil para los grupos rebeldes organizar movimientos insurgentes, ya que es difícil reclutar guerrilleros donde la economía rural es más vibrante y próspera.

27. Sin embargo, la agricultura no puede por sí sola dar empleo a toda la población rural africana, en especial a largo plazo. Aun con la catástrofe del VIH/SIDA se prevé un crecimiento demográfico en el ámbito rural de 411 millones a 616 millones entre los años 2000 y 2030, aunque esta proporción se reduzca al 50 por ciento (FAOSTAT, agosto de 2003). Es necesario incrementar el empleo agrícola y no agrícola rural a fin de reducir la pobreza y contener la migración a los barrios pobres de las ciudades.

28. En julio de 2002 los jefes de Estado de África aprobaron formalmente una nueva estrategia de desarrollo denominada Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD), que proporciona un marco estratégico para las intervenciones, al amparo de tres principios rectores:

  1. Reconsideración del proceso de desarrollo en África a fin de proporcionar orientación estratégica a las intervenciones, con base en el incremento de las disposiciones encaminadas a la autosuficiencia, en el marco de la Unión Africana.
  2. Reapropiación del proceso de desarrollo
  3. Recuperación de la dirección del proceso de desarrollo.

29. La NEPAD espera que la comunidad internacional apoye el plan de desarrollo de África y que no prescriba un plan para el continente. La comunidad de donantes espera que los gobiernos africanos ejerzan un examen crítico, intervengan en contra de los Estados indeseables y acepten cumplir las normas de rendimiento, como base para el suministro y continuación de la ayuda internacional.

30. Los dirigentes africanos tendrán que demostrar competencia en la creación del Programa general para el desarrollo de la agricultura en África. La financiación proporcionada por los donantes tomará mucho más en cuenta los procesos de los sistemas de gobierno y exigirá un nivel mayor de rendimiento que en el pasado. Los gobiernos africanos se han comprometido a incrementar las contribuciones nacionales al presupuesto global para el desarrollo agrícola, del 35 por ciento al 55 por ciento (es decir, un 50 por ciento), a fin de tener una participación más directa.

PERSPECTIVAS DE LA DEMANDA Y LA OFERTA MUNDIAL DE ALIMENTOS

31. El crecimiento demográfico está disminuyendo y con él la demanda de alimentos (FAO, 2003). Casi el total del crecimiento se dará en los países en desarrollo, sobre todo en Asia y África. A pesar de la disminución de las tasas de crecimiento se prevé un aumento de la población mundial de 70 millones a 75 millones de personas al año entre 2000 y 2030. No compartimos el optimismo del organismo de población de las Naciones Unidas respecto a la disminución del crecimiento demográfico a la velocidad establecida por las previsiones más recientes. La falta continua de educación primaria universal, la persistencia del analfabetismo y la miseria indican que seguirán prevaleciendo elevados índices de crecimiento durante los próximos 30 o 50 años. Si bien no están claros los efectos globales del VIH/SIDA en el crecimiento demográfico en África y en otras regiones en desarrollo, consideramos más probable que la población mundial se estabilice entre 10 000 y 12 000 millones de personas, es decir, de 1 000 a 2 000 millones por encima de las previsiones actuales de las Naciones Unidas.

32. La población rural seguirá disminuyendo proporcionalmente en forma significativa en los próximos 30 años, del 53 por ciento en 2000 a cerca del 40 por ciento en 2030, si bien en valores nominales se prevé un leve aumento de la cifra total. China tendrá el total de población más numeroso (1 600 millones), pero sólo el 40 por ciento –200 millones menos que en 2000– vivirá en las zonas rurales (FAOSTAT, 2003). Estos cambios demográficos representan enormes desafíos para los gobiernos en todos los niveles.

PROYECCIONES DE LA DEMANDA DE ALIMENTOS

33. Es probable que para 2030 sean necesarios 1 000 millones adicionales de toneladas de cereales al año, lo que significa un aumento del 50 por ciento de la producción mundial de cereales de 2000, y esa demanda se duplicará –a 4 millones de toneladas brutas– para el año 2050. Los países en desarrollo de Asia –debido al acelerado crecimiento económico, la urbanización y las numerosas poblaciones– englobarán la mitad del aumento de la demanda mundial de cereales.

34. Alrededor del 80 por ciento de la demanda creciente de alimentos habrá de abastecerse a través del incremento del rendimiento agrícola en las tierras que ya están en producción, si bien se prevé la expansión de la superficie en cultivo en zonas tropicales de América del Sur (Cerrados) y el África subsahariana, así como en zonas templadas, sobre todo de América del Norte. Hay una gran brecha entre el rendimiento efectivo y el rendimiento potencial de la agricultura en gran parte del mundo en desarrollo, en especial en la pequeña agricultura en el África subsahariana, el Asia meridional y América Latina.

35. El aumento de los ingresos y la urbanización producen grandes modificaciones en las pautas de alimentación, que orientan cada vez más la economía alimentaria mundial al consumo de productos pecuarios (Delgado et al., 1999; FAO, 2003). Se prevén importantes incrementos en el consumo per cápita de pescado, carne y lácteos, en especial en la populosa y cada vez más próspera Asia.

36. La expansión de la demanda de aves de corral y bovinos dará lugar a su vez a importantes incrementos en la proporción de la producción de cereales destinada al ganado, tendencia que podría hacer disminuir la disponibilidad de cereales para las personas muy pobres con inseguridad alimentaria en los próximos decenios. Del incremento de la demanda de cereales previsto por la FAO para 2030, equivalente a 1 000 millones de toneladas, un poco más de la mitad se destinará a piensos (FAO, 2003).

37. Está previsto que el comercio internacional de cereales, equivalente a 200 millones de toneladas anuales en 2000, suba a 350 millones de toneladas en 2030. La mayor parte de este incremento del comercio ocurrirá entre los exportadores tradicionales de alimentos (los Estados Unidos, el Canadá, Australia, Argentina, Brasil, la Unión Europea) y los países recientemente industrializados, en especial los de Asia.

38. Si bien cerca del 2 por ciento de las calorías del suministro mundial de alimentos corresponde al pescado, éste aporta el 16 por ciento de la proteína animal, además de grasas y minerales. La producción mundial de pescado se ha mantenido a la delantera del crecimiento demográfico en los últimos 30 años, pero con un costo. En el año 2000, tres cuartas partes de la población de peces marinos eran objeto de exceso de pesca, se habían agotado o se explotaban a su rendimiento máximo sostenible (FAO, 2003). La captura marina se estabilizó entre 80 millones y 85 millones de toneladas anuales en el decenio de 1990, compensada por el rápido crecimiento de la acuicultura, que ahora representa más de una cuarta parte de los 125 millones de toneladas de la producción mundial de pescado del año 2000. Para 2030, la producción mundial de pescado al año probablemente aumente a entre 150 millones y 160 millones de toneladas. Casi el total de este incremento corresponderá a la acuicultura, y la mayor parte de la producción se realizará en Asia, en general, y en China en particular (FAO, 2003).

CUMPLIR LAS PREVISIONES DEL SUMINISTRO DE ALIMENTOS

39. Las proyecciones de la producción de alimentos para 2030 elaboradas por la FAO pronostican la existencia de un volumen adecuado de alimentos en el mundo, en combinación con episodios de escasez local de posible gravedad, en especial en el África subsahariana y el Asia meridional (FAO, 2003). En algunos círculos existe preocupación de que el rendimiento de los cultivos en las zonas cultivadas en forma más intensiva (tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo) pueda estar llegando a sus límites materiales. Con todo y estos desafíos, la mayoría de los expertos consideran que el mundo cuenta con la ciencia y la tecnología –ya disponibles o en avanzado estado de investigación– para alimentar a la población prevista de 8 000 millones de personas que habrá en el planeta Tierra en 2030.

40. La productividad todavía puede crecer a través de la labranza, la selección de variedades, la fertilización, la utilización del agua, el control de la maleza y las plagas y las cosechas. Técnicamente todavía es muy factible duplicar los rendimientos de los cultivos alimentarios de la pequeña agricultura en el África subsahariana, y obtener aumentos del 50 por ciento en gran parte de América Latina y Asia. Es probable que el aumento del rendimiento casi en todos los países de la OCDE oscile entre el 25 por ciento y el 50 por ciento. La pregunta más importante es si los agricultores y los pastores podrán utilizar esta tecnología para mantener el incremento de la producción de los alimentos a la velocidad conveniente.

LA SEGUNDA REVOLUCIÓN VERDE

41. En los próximos 20 años, el aumento del rendimiento es probable que obedezca sobre todo a la aplicación de la tecnología tradicional ya disponible pero pendiente de aplicarse plenamente. Con todo, también hará falta que la investigación produzca nuevos resultados importantes, en especial la biotecnología (Conway, 1999). Es necesario proseguir el mejoramiento genético de los cultivos alimentarios para elevar el límite del rendimiento e incrementar su estabilidad. Si bien la biotecnología ofrece nuevas posibilidades de investigación muy prometedoras, también es importante reconocer que el fitomejoramiento tradicional sigue haciendo grandes aportaciones al incremento de la producción de alimentos y al mejoramiento de la nutrición.

42. La migración del medio rural al medio urbano también repercutirá en la producción agrícola en diversas formas. En primer lugar, debido a la emigración de la mano de obra será necesario mecanizar más actividades agrícolas para sustituir la anterior utilización de mano de obra intensiva. En segundo lugar, las numerosas poblaciones urbanas, establecidas en general cerca de los puertos, probablemente comprarán más alimentos a los productores que ofrezcan los mejores precios, lo que bien puede traducirse en la importación de algunos productos agrícolas. Los productores locales, en consecuencia, tendrán que competir, en calidad y precio, con los alimentos de importación.

ELEVAR EL POTENCIAL GENÉTICO MÁXIMO

43. La desaceleración del incremento del potencial máximo del rendimiento genético es motivo de preocupación. El mejoramiento genético constante de los cultivos alimentarios –a través del mejoramiento ordinario y de los instrumentos de la investigación biotecnológica– necesita elevar el tope del rendimiento e incrementar la estabilidad del mismo. Están en marcha la investigación del arroz, el trigo y el maíz, la modificación de la estructura vegetal, la hibridación y una utilización más amplia de los recursos genéticos, a fin de elevar el potencial máximo del rendimiento genético. Se ha adelantado significativamente en estos tres ámbitos.

44. El éxito del arroz híbrido en China (cuya producción abarca hoy más del 60 por ciento de la superficie irrigada) ha renovado el interés en el trigo híbrido, cuando la mayor parte de la investigación mundial del mismo se había descontinuado por diversas razones. Los resultados recientes en materia de agentes químicos de hibridación, los adelantos biotecnológicos y el surgimiento del nuevo tipo de planta del trigo han dado sentido a la reconsideración de los híbridos. Una mayor heterosis y crecimiento del grano podrían elevar entre 25 por ciento y 30 por ciento el tope del rendimiento del trigo.

45. La mayor parte del incremento en el rendimiento del maíz se ha logrado mejorando plantas susceptibles de tolerar una mayor densidad de plantación, y adoptando híbridos de cruzamiento simple. El rendimiento y la producción del maíz han despegado verdaderamente en China. Pero casi en todas las demás regiones del mundo en desarrollo sigue habiendo grandes diferencias entre el rendimiento experimental y el de los pequeños productores, especialmente en África. Estas diferencias pueden zanjarse.

MEJORAR LOS SISTEMAS DE GESTIÓN DEL AGUA

46. La cultura de riego –a la que corresponde el 70 por ciento de la extracción mundial de agua– cubre cerca del 17 por ciento de la superficie agrícola (unos 275 millones de hectáreas), pero le corresponde el 40 por ciento de la producción mundial de alimentos y casi el 60 por ciento de la producción mundial de cereales. La FAO calcula que la superficie irrigada del planeta seguirá aumentando en los próximos 25 años, con 50 millones de hectáreas adicionales en el mundo en desarrollo, principalmente en Asia (FAO, 2003).

47. La acelerada expansión del riego y del consumo hídrico urbano e industrial en el mundo ha incrementado la escasez de agua, lo que en un futuro podría producir conflictos civiles. La Evaluación completa de los recursos mundiales de agua dulce, elaborada en 1997 por las Naciones Unidas, establece que “En el año 2025 las regiones indicadas donde el agua está sometida a presión se habrán extendido hasta incluir unos dos tercios de la población mundial” (OMM, 1997). La Organización Meteorológica Mundial pronostica que para el año 2025 hasta dos tercios de la población mundial podrían ser víctimas de la presión a la que está sometida el agua.

48. A fin de incrementar la producción de alimentos para una población mundial en aumento, en los parámetros de la disponibilidad probable de agua, la conclusión inevitable es que la humanidad necesitará llevar a cabo en el siglo XXI una “revolución azul” para complementar la llamada “revolución verde”. En la nueva revolución azul, la productividad de la utilización del agua debe aunarse a la productividad de la explotación agraria. La ciencia y la nueva tecnología deben abrir el camino. Una medida necesaria para incrementar la eficacia del consumo de agua estriba en fijarle precios más próximos a su costo real, si bien es necesario tener presentes las repercusiones en materia de equidad. Será necesario incentivar a los agricultores y a los funcionarios responsables del riego, así como los consumidores urbanos, a fin de economizar en la utilización del agua.

49. Existen numerosas tecnologías para hacer más eficaz la utilización del agua. Las aguas residuales pueden destinarse al riego, lo que constituiría un importante suministro de agua para la agricultura periurbana en acelerada expansión alrededor de muchas megalópolis del mundo. Mediante la aplicación de modernas tecnologías, como los sistemas de riego por goteo, el agua puede suministrarse a las plantas con mucha mayor eficacia y evitando en gran parte la sobresaturación y la salinidad. Produciendo nuevos cultivos que necesiten menos agua (o nuevas variedades mejoradas), además de establecer secuencias de cultivo y fecha de siembra más eficaces, también se puede economizar en forma considerable en el consumo de agua. Por último, las técnicas mejoradas de acopio de agua y los pequeños sistemas de riego encierran una gran promesa para los pequeños agricultores de las zonas donde falta humedad.

50. En las zonas de regadío, un ejemplo destacado de la nueva tecnología de la revolución verde/azul en la producción de trigo es el “sistema de siembra en hileras salientes”, que presenta muchas ventajas respecto a los sistemas comunes. El consumo de agua se reduce del 20 por ciento al 25 por ciento ¡ahorro espectacular! La eficacia de los insumos (fertilizantes y sustancias químicas para proteger los cultivos) también aumenta considerablemente, lo que permite reducir un 25 por ciento el consumo total de insumos. Esta tecnología está difundiéndose aceleradamente en el Asia meridional y en China.

51. La labranza de conservación (sin roturación, cero labranza, labranza mínima) es otra tecnología que tiene importantes elementos de “acopio de agua” y conservación del suelo. Al reducir o eliminar las actividades ordinarias de laboreo, la labranza de conservación reduce el tiempo de rotación de las tierras en las que se producen dos o tres cultivos al año, y así se incrementa en forma significativa el potencial del rendimiento, en especial en algunas rotaciones, como la de arroz y trigo y algodón y trigo, además de producirse más ingresos. Gracias al uso de herbicidas polivalentes benignos para el medio ambiente la labranza de conservación también reduce mucho el tiempo que las familias de los pequeños agricultores deben dedicar a la agobiadora labor de eliminación de la maleza. El rastrojo que queda en el suelo reduce la erosión e incrementa la materia orgánica, la fertilidad del suelo y la retención de humedad, de especial importancia en las tierras marginales. Al no roturarse las tierras también se dejan las raíces de los ciclos anteriores de cultivo, que al descomponerse dejan pasar el agua que se filtra en el suelo y, de esta manera, los sistemas de labranza de conservación se convierten también en sistemas de “acopio de agua”.

INCREMENTAR LA PRODUCTIVIDAD DE LAS TIERRAS Y LOS ENTORNOS MARGINALES

52. Como ya se señaló, por lo menos la mitad de las personas más pobres del mundo, desfavorecidas socialmente y con mala nutrición viven en tierras marginales y tratan de ganarse el sustento a través de la agricultura. A menudo, aunque no siempre, concurren la sequía, suelos con problemas y escasa fertilidad del suelo. Anteriores condiciones y acontecimientos geológicos pueden repercutir sustancialmente en la calidad del suelo, así como las prácticas agrícolas inadecuadas de épocas más recientes. Asimismo, por los bajos niveles de lluvia o las temperaturas frías puede haber un entorno agrícola deficiente asociado a suelos de relativa fertilidad.

53. Los investigadores agrícolas de los últimos 15 a 20 años han estado preparando métodos agrícolas que reducen el consumo agrícola de insumos externos (en especial agroquímicos). Forma parte importante de esta perspectiva la utilización de residuos de los cultivos, plantas que contribuyen a fijar el nitrógeno, arbustos y árboles, abono animal y abonos compuestos para incrementar la fertilidad del suelo. Los agricultores pobres de Asia y de otras partes también están aplicando el manejo integrado de plagas (a menudo central en la agricultura de alto rendimiento).

54. Hace falta más investigación para producir cultivos más adecuados a la agricultura en tierras secas y a los posibles efectos negativos del cambio climático. Entre aquellos: mijo, sorgo, cebada y diversas legumbres que se acostumbra cultivar en las zonas más secas. También puede ser de gran beneficio producir más variedades de maduración temprana y alto rendimiento en las zonas donde las lluvias duran poco y a menudo son irregulares. Estas variedades suelen madurar con una anticipación del 20 por ciento al 50 por ciento respecto a las variedades ordinarias, y tienen más potencial de rendimiento y resistencia a las enfermedades y los insectos.

55. Está demostrada la posibilidad de incorporar una mayor resistencia al calor y la sequía en las variedades de alto rendimiento, producir especies de cereales más eficaces en el aprovechamiento del nitrógeno, el fósforo y otros nutrientes de las plantas disponibles en las mejores variedades e híbridos. Otra actividad importante de investigación es la producción de variedades de cereales con mayor resistencia a la maleza Striga spp., ya que se trata de un parásito especialmente activo en las tierras marginales.

56. Se ha avanzado considerablemente en la producción de variedades de cereales con mayor tolerancia a la alcalinidad del suelo, el aluminio soluble y las toxicidades causadas por el hierro. Estas variedades contribuirán a mejorar los problemas de degradación del suelo que se han producido en muchos sistemas de regadío. También permitirán prosperar a la agricultura en zonas de suelos ácidos, como Cerrados en el Brasil y el centro y el sur de África, con lo que se ampliará la superficie agrícola mundial.

MEJORAR LA CALIDAD DE LA NUTRICIÓN

57. Además del consumo inadecuado de calorías, muchas personas sufren graves repercusiones por el consumo insuficiente de micronutrientes, que son causa de anemia, ceguera y otras enfermedades. Una serie de intervenciones de salud pública de bajo costo puede reducir en forma significativa estos problemas. Los alimentos enriquecidos y el suministro de suplementos son intervenciones económicas en beneficio de algunas personas pobres. Otra posibilidad es proporcionar información sobre nutrición para promover una alimentación saludable y diversa. El fitomejoramiento común y la biotecnología también pueden mejorar la calidad nutritiva de los alimentos básicos, significativo beneficio para los pobres. Todas estas estrategias deberían considerarse complementarias y no opciones entre las cuales escoger.

58. Entre 1970 y 1990 se llevó a cabo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y el Trigo (CIMMYT) una labor de fitomejoramiento tradicional para mejorar el maíz. Se descubrió un tipo de maíz en las tierras altas de los Andes que contenía el gen opaco 2, que duplica el contenido de lisina y triptófano, dos aminoácidos esenciales para la formación de las proteínas, normalmente escasos en el maíz ordinario. El maíz con proteínas de calidad (MPC) tiene la calidad proteínica de la leche desnatada, pero su rendimiento, aspecto y sabor son parecidos a los del maíz común y corriente. Este cultivo se produce en alrededor de 500 000 hectáreas del mundo en desarrollo, de las cuales el 60 por ciento está en el África subsahariana.

59. La actividad más reciente de fitomejoramiento se dirige al incremento de la concentración de micronutrientes en los cultivos alimentarios básicos, mediante la eliminación de los factores que inhiben la absorción de micronutrientes o elevando el contenido de aminoácidos que la promueven. La variación genética natural de muchos cultivos, comprendidos el arroz, el trigo, el maíz y los frijoles, revela una gran variedad de concentraciones de hierro, zinc y otros micronutrientes. Además, a través de la biotecnología también puede introducirse provitamina A en el arroz, el maíz blanco y en otros cultivos alimentarios, lo que podría producir profundas repercusiones para millones de personas demasiado pobres para permitirse una alimentación equilibrada y el consumo de suplementos.

AFRONTAR EL CAMBIO CLIMÁTICO

60. El aumento de la concentración de bióxido de carbono, el aumento de las temperaturas, la modificación de las pautas pluviales y la acentuación de las fluctuaciones del clima pueden producir grandes repercusiones en la agricultura y el uso de las tierras. Si bien sigue habiendo opiniones muy diversas respecto a la cronología, la gravedad y el efecto diferencial del cambio de clima efectivo asociado al calentamiento del planeta, parece haber consenso respecto a tres cuestiones importantes. La primera es la probabilidad de que se incrementen los episodios de clima extremo, a través de fuertes tormentas, más inundaciones y, lo más preocupante para la producción agrícola, sequías más frecuentes e intensas. La segunda es la posibilidad de que las tierras favorecidas disfruten de condiciones agrícolas todavía más favorables, pero las zonas donde ahora hay inundaciones periódicas y, más en particular, sequía, podrían sufrir una mayor devastación. Tercera, prácticamente toda la investigación agrícola encaminada a la superación de los efectos del calor, la sequía y las presiones bióticas y abióticas asociadas tendrán muchas posibilidades de contribuir a mejorar los posibles efectos negativos del calentamiento del planeta.

61. Es una casualidad que las prioridades relacionadas con el cambio climático coincidan también con las más valiosas y urgentes del programa de investigación agrícola en favor de los pobres: mayor eficacia en la utilización del nitrógeno y el agua, e incluir la fijación del carbono en las estrategias de gestión forestal y de los pastizales. Otras posibilidades importantes de absorción de carbono consisten en reducir la quema de residuos de los cultivos, plantar árboles y evitar la deforestación, así como introducir la agrosilvicultura en las tierras agrícolas no productivas (R. Lal, 2003).

LA BIOTECNOLOGÍA Y LOS PEQUEÑOS AGRICULTORES

62. Al contrario de las acusaciones avanzadas en ciertos círculos respecto a que la biotecnología sólo es adecuada para los agricultores más prósperos, en realidad la biotecnología ofrece muchas oportunidades novedosas y estimulantes de incrementar el rendimiento, el potencial y la seguridad en el rendimiento y la calidad nutricional de nuestras especies alimentarias y de fibras, y es probable que también de las especies acuáticas.

63. A pesar de la gran oposición que se manifiesta en algunos círculos contra los cultivos transgénicos, la adopción de las nuevas variedades por los agricultores ha sido uno de los casos de difusión más rápida de la tecnología en la historia de la agricultura. Entre 1996 y 2003, la superficie cultivada de transgénicos ha aumentado de 1,7 millones a 67,8 millones de hectáreas (James, 2004). Esta superficie se distribuye entre 17 países, de los que corresponde a los Estados Unidos el 63 por ciento y a Argentina el 20 por ciento del total. Desde el punto de vista del cultivo, la soya transgénica ocupó el primer lugar, con 41 millones de hectáreas, seguida del maíz transgénico, con 16 millones de hectáreas, el algodón transgénico, con 7millones de hectáreas, y la canola transgénica con 4 millones de hectáreas. El rasgo más importante es la resistencia a los herbicidas, que ocupa el 77 por ciento del total de la superficie cultivada, seguido de la resistencia a los insectos (Bt), al que corresponde el 15 por ciento. Unos 4 millones de pequeños agricultores chinos estaban produciendo algodón Bt en 2,8 millones de hectáreas en 2003, un incremento del 40 por ciento respecto a 2002. Las estimaciones preliminares indican que seguirá aumentando la superficie total dedicada en 2004 a la producción de cultivos transgénicos en el mundo. En los Estados Unidos se comercializará maíz con una nueva característica (resistencia al gusano de la raíz del maíz), destinado al mercado norteamericano, y se prevé que en Brasil siga difundiéndose el cultivo de soya tolerante a los herbicidas. Además está previsto un considerable crecimiento del cultivo de algodón Bt en la India.

64. A la fecha no existe información científica fiable que sustente la existencia de algún peligro inherente a los cultivos transgénicos. El DNA recombinante se utiliza desde hace 25 años en productos farmacéuticos sin que se hayan registrado casos de daños atribuidos al proceso de modificación genética. Hasta el momento, ocurre lo mismo con los alimentos modificados genéticamente. La industria de las semillas protege con eficacia la seguridad en el cultivo de sus semillas modificadas genéticamente y la inocuidad de los alimentos que producen.

65. Las plantas modificadas genéticamente seguirán contribuyendo mucho a incrementar la seguridad en los rendimientos, en especial ante las presiones bióticas y abióticas. Presagiamos que en un futuro no demasiado lejano, cuando la ciencia se imponga a los sentimientos y la ideología, muchos ambientalistas adoptarán los organismos modificados genéticamente como un vigoroso instrumento “natural” para dar mayor protección al medio ambiente. La adopción de estos organismos ya ha hecho disminuir significativamente la aplicación de herbicidas y plaguicidas. A la fecha, el uso de plaguicidas en 2002, sólo en los cultivos de algodón, maíz y soya, disminuyó en 21 000 toneladas gracias al uso de variedades con resistencia genética a insectos y enfermedades, y una tolerancia a algunos herbicidas que permite reducir la aplicación de éstos general (Gianessi, 2002).

66. Es probable que el sector público por sí solo y en asociación con organizaciones del sector privado desempeñe una función decisiva en caso de aprovecharse la capacidad de la biotecnología para desarrollar muchas de las tecnologías en favor de los pobres mencionadas en este documento. Los gobiernos de los países necesitan estar dispuestos a trabajar con estos consorcios de investigación, y beneficiarse de ello. Tienen que establecer un marco de reglamentación para orientar las pruebas y el uso de los cultivos modificados genéticamente, que sea razonable en la defensa contra riesgos y de ejecución eficaz en función de los costos. También deben otorgar una protección adecuada a los derechos de propiedad intelectual del sector privado.

67. Dado que el sector privado es el que lleva a cabo gran parte de esta investigación y patenta sus inventos, los responsables de elaborar las políticas agrícolas deben afrontar un problema de acceso posiblemente serio. Las patentes de los productos elaborados con medios biotecnológicos ¿durante cuánto tiempo deben concederse y en qué condiciones? Además, el alto costo de la investigación biotecnológica está conduciendo a una rápida unificación de la propiedad de las empresas de biología agrícola, motivo de preocupación para muchas personas. Estos asuntos son materia de seria reflexión para las organizaciones de gobierno nacionales, regionales y mundiales.

68. Hemos de confesar nuestra inquietud a este respecto. Nos parece que la mejor forma de afrontar este posible problema es que los gobiernos garanticen a los programas de investigación del sector público, orientados a la producción de “bienes públicos”, la financiación adecuada para asegurar que los agricultores y los consumidores no puedan convertirse en rehenes de posibles monopolios del sector privado. Desafortunadamente, en los últimos 20 años ha disminuido lentamente el apoyo a los sistemas nacionales de investigación en los países industrializados, a la vez que el apoyo a la investigación agrícola internacional se ha desplomado hasta rayar en lo catastrófico. De mantenerse estas tendencias se corre el peligro de perder el amplio espectro de organizaciones de investigación agrícola –públicas y privadas, de las más básicas a las más especializadas–, necesario para el progreso agrícola.

INVERSIONES SOCIALES EN CONSERVACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE

69. Es posible que haya 600 millones de personas establecidas en tierras precarias, que subsisten de la explotación de recursos naturales sobre los cuales tienen escaso control jurídico. Los agricultores que necesitan tierras recurren al cultivo de zonas inadecuadas, como las laderas propensas a la erosión y las zonas semiáridas donde hay una acelerada erosión del suelo, así como los bosques tropicales donde el rendimiento de la producción agrícola en los terrenos desmontados disminuye mucho después de apenas pocos años, debido a la pérdida de materia orgánica del suelo. Muchas de estas tierras marginales no sólo son decisivas para los medios de subsistencia de las personas muy pobres, sino que son esenciales para la conservación de las cuencas hidrográficas y la biodiversidad. En la promoción de una mayor producción agrícola en estas tierras será esencial reconocer cabalmente estas múltiples funciones. Esto supone realizar intervenciones de conservación de los recursos naturales en el ámbito del ecosistema o del paisaje. Un planteamiento de este tipo también puede contribuir directamente a generar bienes públicos internacionales a partir de las externalidades positivas del medio ambiente. La inversión de capital es distinta de los subsidios porque puede producir ganancias a largo plazo –una rentabilidad explícita sobre la inversión–, mientras que los subsidios son la eliminación a corto plazo de limitaciones. Con todo, es necesario tomar medidas dinámicas para alcanzar a la vez los objetivos de reducción de la pobreza, conservación y desarrollo agrícola.

70. De esta manera, los programas de alimentos por trabajo se organizarían con las comunidades agrícolas rurales en zonas donde el medio ambiente está muy degradado, a fin de poner en marcha las obras de saneamiento y conservación ecológica de gran prioridad. Estos programas proporcionarían empleo adicional durante la “temporada de escasez” a algunas de las personas con mayor inseguridad alimentaria. Se sugiere que los pagos en especie de alimentos se doten de la producción interna en las zonas del país donde hay excedente de alimentos. Así podrían cumplirse numerosos objetivos de desarrollo: saneamiento de cuencas hidrográficas muy degradadas, incremento de la seguridad alimentaria y de la demanda comercial de alimentos básicos producidos en el país.

71. La mayor parte de las inversiones “en favor de los pobres” que podrían beneficiar a los pequeños agricultores serán actividades de investigación y aplicación en materia de bienes públicos, para la cual es necesario que los países de la OCDE incrementen considerablemente –inclusive dupliquen– su ayuda oficial para el desarrollo, a fin de reforzar los recursos más escasos de los gobiernos de los países de bajos ingresos.

MAYOR SEGURIDAD EN LA TENENCIA AGRARIA

72. En las sociedades agrícolas la agricultura y el pastoreo extensivo son fuente de riqueza. No es coincidencia que la primera revolución verde se diera en tierras de regadío o con agua de pozo, donde los agricultores disfrutaban de una relativa seguridad en la tenencia agraria. No es sorprendente porque las variedades de alto rendimiento y los sistemas de gestión de los cultivos requerían de una mayor inversión en los factores de la producción necesarios para obtener rendimientos y ganancias máximos. Uno de los mayores obstáculos para la segunda revolución verde es la desigualdad e inseguridad en los sistemas de tenencia de la tierra, una importante causa de la pobreza y los disturbios sociales en el mundo en desarrollo. Más de la mitad de las personas muy pobres del mundo viven en tierras frágiles desde el punto de vista ambiental, y dependen de recursos naturales sobre los que tienen escaso control jurídico. Los agricultores que necesitan tierras recurren al cultivo de zonas que no son adecuadas, como las laderas, propensas a la erosión, zonas semiáridas donde la degradación del suelo es rápida, y bosques tropicales en los que el rendimiento agrícola en las tierras desmontadas disminuye agudamente a los pocos años.

73. Las personas pobres necesitan tener acceso seguro a las tierras a través de la propiedad individual o comunitaria, derechos a largo plazo, mercados de arriendo eficaces y otros medios. Se necesita en especial que las mujeres tengan mayor acceso a sistemas seguros de tenencia agraria. Los sistemas tradicionales de tenencia de la tierra a menudo desalientan la inversión y el mejoramiento de tierras por parte de los agricultores ya que no está garantizado el fruto de la inversión en instalación de cercas, preparación de terrazas y acopio de agua e irrigación. En muchas zonas, los derechos tradicionales de pastoreo también se oponen a la inversión en conservación de las tierras, lo que produce tensiones cada vez mayores entre pastores y agricultores. Las presiones de la población –humana y pecuaria– conducen a un exceso de pastoreo y a la degradación del suelo, lo que a su vez suscita conflictos por el acceso a las tierras ya que tanto los agricultores como los pastores necesitan extender su actividad en ellas.

74. El economista peruano Hernando de Soto y sus colegas del Instituto de la Libertad y la Democracia (ILD), con sede en Lima, Perú, son la vanguardia en el estudio de lo que de Soto denomina “el misterio del capital”. Su investigación ha descubierto que muy a menudo los pobres del mundo han acumulado suficientes activos para salir de la pobreza (de Soto, 2000). En efecto, sostiene que el valor efectivo de sus activos equivale a varias veces el total de la ayuda y la inversión externa recibidas desde 1945. Pero afirma que la tenencia de esos activos es deficiente por la falta de derechos de propiedad bien documentados y registrados. En consecuencia, los activos de los pobres no pueden convertirse de inmediato en capital, no se pueden comercializar fuera de estrechos círculos locales, ni utilizar como garantía para obtener un préstamo o participar en una inversión.

CONCLUSIONES

75. En los últimos 50 años el crecimiento agrícola ha superado al crecimiento demográfico casi en todo el mundo. Estos buenos resultados en la producción de alimentos han contribuido a reducir las posibilidades de que surjan conflictos por los alimentos y por los recursos agrarios e hídricos. Pero los objetivos fáciles de la oportunidad agrícola se han explotado en abundancia, quedan otros objetivos más difíciles, complicados a menudo por problemas de elevada densidad demográfica, pobreza y disminución de los recursos básicos, tanto en cantidad como en calidad, así como por sistemas de gobierno inadecuados. Si bien es necesario tener presente la necesidad conjunta de incrementar la producción de alimentos y la producción agrícola (el cúmulo de los alimentos), también hay que dedicar mucha más investigación y aplicación a las necesidades especiales de producción y nutrición de las personas que padecen inseguridad alimentaria crónica. Ampliar el alcance de la ciencia y la tecnología a zonas y agricultores no tomados en cuenta durante la inicial revolución verde, en combinación con las mejoras previsibles de la productividad agrícola en general, pueden permitir realizar la seguridad alimentaria sostenible para todos. Con ingresos agrícolas más altos los pequeños agricultores, especialmente en las tierras marginales, podrán invertir más para proteger los recursos naturales básicos.

76. Aquellos países de bajos ingresos que han obtenido mejores resultados en la reducción del hambre, en general han tenido un crecimiento económico más rápido y, específicamente, un crecimiento más acelerado de su sector agrícola. También han presentado un crecimiento demográfico más lento, niveles inferiores de infección del VIH y ocupan un puesto más alto en el Índice de desarrollo humano del PNUD. Sin embargo, el crecimiento económico por sí solo no basta para eliminar el hambre porque tantas personas que pasan hambre a menudo están excluidas de la sociedad y no tienen condiciones para exigir el cumplimiento de sus derechos, además de vivir más allá del alcance y los beneficios de los mercados. Además, las personas hundidas en la pobreza no cuentan con instrucción escolar ni tienen acceso a los servicios, en especial las mujeres, las niñas y los niños. Se necesitan asimismo redes eficaces de protección social para garantizar una alimentación suficiente a los que no producen ni compran alimentos. Es necesaria una acción política que combata a la vez el hambre, la pobreza y la enfermedad.

77. Con sistemas de producción agrícola más dinámicos también se estimulará el empleo no agrícola. China es un ejemplo destacado. Los modernos métodos de producción condujeron a un despegue espectacular del rendimiento y la productividad agrícola, que para 1990 dio lugar a la producción de 100 millones adicionales de toneladas de cereales al año. El crecimiento acelerado de la productividad de la mano de obra agrícola y los ingresos rurales proporcionaron grandes oportunidades de desarrollo del sector no agrícola. Para los años 80, las empresas de las aldeas y ciudades rurales se convirtieron en el motor más dinámico del crecimiento de la economía nacional en China (Fan et al, 2002).

78. La humanidad y la civilización pueden encontrarse de nuevo en otra encrucijada. En esta ocasión, el futuro del capitalismo puede estar en suspenso. La globalización ha acarreado grandes transformaciones en la integración de los mercados internacionales y de los sistemas financieros, así como un progreso económico y un beneficio significativos para 3 000 millones, posiblemente 4 000 millones de personas. Al mismo tiempo, existen 2 500 millones de personas en peligro de quedar marginadas en definitiva de los sistemas del mercado, destinadas a vivir en la pobreza y la desesperación permanentes. A menos que la comunidad mundial, en especial los países privilegiados, encuentra formas de integrar más a estas personas marginadas en estos nuevos sistemas de mercado mundial, es difícil concebir cómo sería posible mantener la globalización.

 

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1 Presidente de la Sasakawa Africa Association y Premio Nobel de la Paz de 1970.

2 Director de Comunicaciones, Sasakawa Africa Association