Principales acontecimientos económicos
Asia y el Pacífico continuaron obteniendo en 1994 resultados superiores a los de todas las demás regiones, registrando un crecimiento económico del 8,2 por ciento. El PIB creció al menos un 7 por ciento en nueve países, incluidos los más poblados: Filipinas, India, Indonesia, Pakistán, República Popular de China y República de Corea. Las perspectivas para 1995 y 1996 son también alentadoras. El Banco Asiático de Desarrollo (BAsD) estima que la tasa media de crecimiento regional será del 7,5 por ciento en los dos próximos años.
Las exportaciones de la región aumentaron a un fuerte ritmo: un 11 por ciento en 1993 y casi un 17 por ciento en 1994. Entre los factores que favorecen el crecimiento de las exportaciones cabría citar la recuperación de algunos países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), especialmente los Estados Unidos, las cuantiosas inversiones en los sectores de la información y la electrónica en toda la región y el rápido aumento de la inversión extranjera en Asia meridional, en particular. El comercio dentro de Asia y el Pacífico continuó creciendo a mayor ritmo que el comercio con el resto del mundo, mientras que se intensificaron los esfuerzos tanto oficiales como oficiosos de cooperación e integración económica. En particular, los países se están beneficiando de los buenos resultados obtenidos por los triángulos de crecimiento y están alentando la integración económica subregional33. La reciente depreciación del dolar estadounidense con relación al yen japonés es un factor desestabilizador. Muchos países de Asia y el Pacífico tienen una considerable parte de su deuda en yenes, por lo que los ingresos en dólares obtenidos de la exportación no permitirán restituir esa deuda en la misma proporción que en años anteriores.
La economía de China creció en 1994 un 11,8 por ciento, resultado ligeramente inferior al muy alto 13,4 por ciento de 1993. China aceleró sus reformas económicas en 1994, adoptando medidas para unificar los tipos de cambio oficial y de mercado, reforzar el banco central y reorganizar los bancos comerciales. La unificación del tipo de cambio tuvo como consecuencia una devaluación efectiva del 50 por ciento, lo que contribuyó al crecimiento del 30 por ciento de sus exportaciones en 1994. El Gobierno mantiene su estrategia global de reducción progresiva de las subvenciones a los agricultores, consumidores urbanos y empresas estatales.
En el segundo país en desarrollo más importante de la región, la India, el crecimiento pasó del 4,3 por ciento en 1993 al 5,3 por ciento en 1994. El programa de estabilización y las reformas orientadas al mercado iniciadas por la India en 1991 explican en gran parte los recientes progresos del país en su intento de aumentar la inversión privada, el ahorro interno y las aportaciones de capital extranjero. Otros países del Asia meridional han conseguido también ciertos progresos en sus medidas de estabilización y reforma. Con una tasa de crecimiento del 7 por ciento, Nepal consiguió su mejor resultado económico del pasado decenio y, en Bangladesh, el crecimiento económico general fue del 4,6 por ciento en 1994, y en el sector manufacturero del 13 por ciento.
En los países del Asia sudoriental con resultados sistemáticamente positivos -Indonesia, Malasia y Tailandia- en 1994 se observaron progresos económicos en todos los sectores. En contraste con lo ocurrido en los años anteriores, Filipinas participó también del fuerte crecimiento de la subregión. El sector industrial impulsó la recuperación económica del país, ya que el crecimiento industrial pasó del 1,6 por ciento en 1993 al 6,1 por ciento en 1994. Los sectores agrícolas de Asia sudoriental acusarán en los próximos años el impacto tanto de la Ronda Uruguay como del acuerdo de libre comercio de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN), ya que los negociadores decidieron incluir los productos agrícolas en las reducciones arancelarias previstas en el acuerdo.
El crecimiento medio del PIB en las Islas del Pacífico bajó del 11,8 por ciento en 1993 al 1,4 por ciento en 1994 y las exportaciones disminuyeron ligeramente. Papua Nueva Guinea cargó con la mayor parte de la reducción del crecimiento y de las exportaciones subregionales. No obstante, esta fuerte caída del crecimiento económico se debe sobre todo a los métodos de contabilidad nacional y no refleja una grave desaceleración de la actividad económica. En 1993, la explotación de nuevos yacimientos de petróleo fue la causa de la subida del crecimiento industrial al 35 por ciento, pero, sin esta influencia, el crecimiento del sector industrial bajó más de un 4 por ciento en 1994. En lo que respecta a las demás islas, Fiji (3,2 por ciento) y Tonga (4,7 por ciento) obtuvieron mayores tasas de crecimiento durante 1993, y las Islas Salomón mantuvieron su tasa de crecimiento del año anterior, aproximadamente del 4 por ciento.
Resultados y problemas de la agricultura
En 1994, la producción agrícola de Asia y el Pacífico aumentó un 2,5 por ciento. No obstante, el total de la producción de cereales de la región disminuyó 5 millones de toneladas, sobre todo por problemas de carácter meteorológico registrados en China. En conjunto, los resultados agrícolas de la región continúan siendo favorables; entre 1990 y 1994, la producción agrícola creció un 13 por ciento y la producción de alimentos per cápita un 7 por ciento. En el Cuadro 11 pueden observarse las tasas de crecimiento del PIB de 1992 a 1994 y las estimaciones sobre 1995.
En China las malas condiciones atmosféricas redujeron el crecimiento agrícola de 1994 al 3,5 por ciento. Más de 50 millones de hectáreas de tierra de cultivo sufrieron inundaciones o sequías. No obstante, la producción total de cereales de 1994 fue de 397 millones de toneladas, sólo ligeramente inferior a los 406 millones de toneladas de la cosecha récord de 1993. La producción de algodón aumentó más de un 13 por ciento, la de semillas oleaginosas un 10 por ciento y la de fruta un 15 por ciento. De la misma manera, la producción de carne creció un 12 por ciento, la de productos lácteos un 6 por ciento y la de productos pesqueros un 15 por ciento.
Las autoridades agrícolas de China están preocupadas por la posibilidad de que la coincidencia de unos precios de adquisición de cereales relativamente bajos, fuertes subidas en los precios de los fetilizantes y otros insumos y la expansión de las oportunidades económicas en las actividades no agrarias tenga como consecuencia una reducción en los niveles de inversión privada en la agricultura y una merma de la superficie sembrada de cereales. Además, la disparidad entre los ingresos rurales y urbanos es cada vez mayor, lo que favorece la migración del campo a la ciudad. En 1995, el Gobierno tiene previsto abordar estos importantes problemas aumentando la disponibilidad de insumos agrícolas y facilitando el acceso a los mismos, intensificando los sistemas de riego e infraestructuras afines, aumentando la inversión en la producción de fertilizantes minerales y ampliando los servicios de educación, investigación y extensión agraria.
En el Asia meridional, las precipitaciones del monzón ayudaron a la India a producir una cosecha de cereales récord de 212,5 millones de toneladas en 1994 (puede verse una exposición sobre las políticas del sector agrícola de la India en la pág. 115). El PIB agrícola de Sri Lanka creció un 3,4 por ciento; mientras que la producción de arroz aumentó sólo ligeramente, la producción de té de 1994 fue un 4 por ciento superior a la de 1993 y un 35 por ciento mayor que la de 1992. En octubre de 1994, el nuevo Gobierno de Sri Lanka volvió a introducir el programa de subvenciones a los fertilizantes. Este subvencionó inicialmente a los importadores y tuvo como consecuencia una reducción del 30 por ciento en los precios de los fertilizantes. No obstante, las presiones presupuestarias acabaron obligando al Gobierno a revisar el programa y a dirigir las subvenciones en efectivo a los pequeños agricultores.
La agricultura del Pakistán creció un 2,6 por ciento en 1994: mejoraron los sectores de la caña de azúcar, pesca, silvicultura y producción pecuaria; en cambio, la producción de algodón se mantuvo baja debido a problemas asociados a enfermedades y plagas. El algodón es el cultivo de exportación más importante del Pakistán, ya que representa por término medio cerca del 50 por ciento de los ingresos derivados de exportaciones agrícolas, pero su producción ha descendido más de un 30 por ciento con respecto a los niveles sin precedentes de 1991. Con el fin de aumentar la producción y las exportaciones, el Gobierno eliminó los derechos de exportación y suprimió la prohibición de las exportaciones privadas en 1994.
El crecimiento del sector agrícola de Indonesia fue de sólo un 1,6 por ciento en 1994: la producción de arroz bajó un
4 por ciento debido al mal tiempo; la sequía y los incendios forestales redujeron la producción de caucho, y la reciente sequía ha mermado también la producción de camarón. Según informes oficiales, el 10 por ciento de las piscifactorías dedicadas a la producción de camarón sufrieron daños como consecuencia de la contaminación industrial en 1994. La preocupación por la pérdida de tierra agrícola que se ha destinado a usos residenciales e industriales, impulsó al Gobierno a prohibir la utilización de tierras fértiles de Java y Bali para otros usos. Con el fin de mejorar la ordenación forestal, el Gobierno adoptó también un decreto que permite la cancelación de las concesiones forestales por una cualquiera de las cuatro transgresiones siguientes: venta o almacenamiento de madera cortada ilegalmente; abandono de una concesión por dos años consecutivos; transferencia de derechos de concesiones forestales a terceras partes sin consentimiento previo; violación de las leyes vigentes de conservación forestal.
CUADRO 11 | ||||
Tasas de crecimiento del PIB agrícola | ||||
País |
1992 |
1993 |
1994 |
19951 |
Bangladesh |
2,2 |
1,8 |
1,8 |
2,6 |
Camboya |
1,9 |
-2,0 |
1,4 |
... |
China |
4,1 |
4,0 |
3,5 |
4,0 |
India |
5,1 |
2,9 |
2,4 |
3,0 |
Indonesia |
6,6 |
1,4 |
1,6 |
4,3 |
Laos |
8,3 |
2,7 |
7,6 |
... |
Malasia |
4,3 |
3,9 |
0,5 |
2,3 |
Mongolia |
-3,9 |
-7,0 |
7,1 |
... |
Myanmar |
10,5 |
5,1 |
6,4 |
... |
Nepal |
-1,1 |
-1,4 |
7,7 |
-1,0 |
Pakistán |
9,5 |
-5,3 |
2,6 |
2,8 |
Filipinas |
0,4 |
2,1 |
2,4 |
3,0 |
Sri Lanka |
-1,6 |
4,9 |
3,4 |
2,6 |
Tailandia |
4,2 |
-1,7 |
2,9 |
2,9 |
Viet Nam |
7,2 |
3,8 |
3,9 |
3,5 |
1 Proyecciones. |
En Viet Nam sufrieron inundaciones unas 200 000 hectáreas de tierra dedicada a la producción de arroz tanto en el norte como en el sur del país, pero no obstante el PIB agrícola creció casi un 4 por ciento. Las recientes reformas jurídicas han provocado aumentos considerables de la inversión extranjera en la agricultura, agrosilvicultura, pesca y producción de azúcar. En 1994, el país adoptó una serie de medidas para integrar mejor su economía consiguiendo la condición de observador en el GATT (ahora Organización Mundial del Comercio), convirtiéndose en miembro de pleno derecho de la Conferencia sobre la Cooperación Económica en el Pacífico (PECC) y adhiriéndose a la ASEAN.
Problemas y perspectivas de la agricultura regional
Aunque la parte de la agricultura en el PIB ha descendido de forma constante desde el 30 por ciento alcanzado a mitad de los años ochenta hasta aproximadamente el 20 por ciento de los últimos años, la agricultura continúa siendo la fuerza económica motriz y la principal fuente de empleo en muchos países de Asia. Más del 65 por ciento de los habitantes de la región viven todavía en zonas rurales y la agricultura da empleo a más de la mitad de la población económicamente activa. En general, los países de Asia y el Pacífico han conseguido considerables progresos en su intento de ampliar la producción nacional de alimentos y mejorar los suministros alimentarios agregados. El suministro de energía alimentaria diario en el conjunto de la región pasó de 2 314 kilocalorías en 1980-82 a 2 542 kilocalorías en 1990-92.
El rápido crecimiento de las economías, el aumento general de las rentas y la expansión de los ingresos derivados de la exportación han permitido a muchos países fortalecer su capacidad de importación a fin de atender los cambios en la demanda de consumo de productos como la carne de vacuno y de aves. Por ejemplo, el valor de las importaciones de carne de los países de Asia y el Pacífico ha crecido más del 6 por ciento al año durante el pasado decenio. En términos generales, los países de Asia y el Pacífico son el mercado donde las importaciones agrícolas están creciendo con un ritmo más rápido. La región representa ahora el 65 por ciento del total de las importaciones agrícolas de los países en desarrollo. No obstante, en muchos países, entre ellos China, India, Indonesia y Tailandia, el fuerte ritmo de la producción alimentaria interna ha permitido aumentar las importaciones de alimentos a fin de atender a los cambios en la demanda y a las necesidades de una población en crecimiento, sin que por ello haya cambiado el coeficiente de dependencia de las importaciones.
La capacidad de la región de continuar ampliando la producción y el comercio agrícolas en el futuro dependerá en gran parte de su capacidad de sostener el crecimiento económico y, al mismo tiempo, hacer frente a los crecientes problemas relacionados con el medio ambiente y los recursos naturales (en el Recuadro 3, pág. 110, puede verse una breve descripción de los problemas de degradación de la tierra en la región de Asia y el Pacífico).
RECUADRO 3 Los países de Asia y el Pacífico deben hacer frente a problemas afines relacionados con los recursos naturales: degradación de la tierra y creciente escasez de agua para sostener el crecimiento agrícola y de la producción alimentaria. Una parte significativa de la tierra de Asia dedicada a la producción de cultivos es frágil; en otras palabras, se encuentra en zonas áridas y semiáridas de secano, con precipitaciones irregulares o con fuertes pendientes y/o suelos pobres. Son éstas las zonas donde más grave suele ser la degradación ambiental y la pobreza rural. La FAO estima que la superficie cultivable del Asia meridional no ocupada todavía por cultivos (0,051 hectáreas por persona) se reducirá a la mitad en 20 años; la del Asia oriental (excluida China) disminuirá un tercio, y se situará en 0,103 hectáreas por persona. Estas estimaciones revelan que es ésta la región que menor potencial tiene de expansión de la superficie cultivada entre todas las regiones del mundo, si se exceptúa la del Cercano Oriente y Africa del Norte. La limitada disponibilidad de tierra cultivable para la expansión agrícola y la constante utilización de tierra agrícola fértil para usos no agrícolas hacen que los aumentos de la producción deban proceder fundamentalmente de la elevación de los rendimientos. No obstante, será difícil aumentar los rendimientos, dado el ritmo cada vez más rápido de degradación de la tierra y la escasez de agua. Los factores más nocivos son la erosión de los suelos, el agotamiento de los nutrientes, la salinización de los suelos y la pérdida y contaminación del agua. El alcance e intensidad de la degradación de la tierra y de la escasez del agua son difíciles de medir, pero dos estimaciones recientes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) relativas a Asia permiten intuir la magnitud del problema: La dificultad de aumentar los rendimientos debida a la existencia de sistemas insostenibles de explotación agrícola se ha convertido en un problema general en los lugares donde ha arraigado el círculo vicioso de pobreza y degradación ambiental. La disminución de los recursos per cápita provoca una ulterior intensificación del aprovechamiento de los recursos y el intento de explotación de zonas frágiles, lo que, a su vez, da lugar a un mayor empobrecimiento. Los problemas de la degradación de los recursos son en la región lo bastante amplios como para que se les conceda rango prioritario y se adopte una estrategia que abarque los siguientes elementos: búsqueda de nuevas tecnologías orientadas no a la solución de problemas materiales sino a mejorar los conocimientos y la información; establecimiento de derechos de propiedad o de uso bien definidos de los recursos tanto públicos como privados; garantía de la participación popular y la ordenación descentralizada de los recursos, e inclusión de los costos ambientales directos e indirectos en los precios de los productos agrícolas. |
La mayor parte de los países de Asia y el Pacífico han apoyado el crecimiento económico adoptando políticas macroeconómicas razonables encaminadas a controlar la inflación y los déficit fiscales y en cuenta corriente. Además, los países de toda la región, incluidos los antiguos países de economía planificada, han adoptado e intensificado progresivamente las reformas estructurales orientadas al mercado. Estas reformas han permitido a los sectores agrícolas ajustarse y aprovechar los cambios en las circunstancias internas y externas. La experiencia de los países asiáticos que más han avanzado en el camino de la reforma ha demostrado también la importancia de los siguientes factores: una supervisión y una evaluación esmeradas; la cronología y la adopción gradual de las nuevas medidas y el desarrollo de la capacidad institucional necesaria para adoptar rápidamente medidas correctoras que refuercen la seguridad alimentaria de los grupos vulnerables afectados por las reformas.
Es fundamental que la región continúe este proceso de ajuste económico encaminado a mejorar la eficiencia de los recursos y alentar la inversión en la agricultura. Según varios estudios recientes, uno de ellos realizado por la FAO, las tasas de crecimiento de la producción agrícola per cápita en la región de Asia y el Pacífico disminuirán probablemente durante los dos próximos decenios34. Se estima que este descenso será más pronunciado en la subregión de Asia oriental que en la de Asia meridional. No obstante, se prevé también un descenso en el crecimiento de la demanda per cápita. La demanda de cereales crecerá aproximadamente al mismo ritmo que la producción, sobre todo en el Asia oriental, por lo que no se prevén grandes cambios en las tasas de autosuficiencia. Con estos niveles de autosuficiencia, es probable que las importaciones netas de cereales en el año 2010 aumenten solamente 2 millones de toneladas en el Asia oriental, pero podrían duplicarse, hasta alcanzar los 10 millones de toneladas, en el Asia meridional. A largo plazo, la FAO prevé que las tasas agregadas de autosuficiencia de cereales descenderán desde 102 a 97 en el Asia meridional y, en el Asia oriental, se estancarán en 96-97 en el período de 20 años que finaliza en el 2010. Ello supone un aumento sostenido del volumen de trigo importado en los países tropicales, de arroz en los países productores de alto costo y de maíz en los países con sectores ganaderos en rápido crecimiento.
En algunos países, por ejemplo en la República de Corea, el descenso de la producción, unido a la relativa abundancia de divisas, acrecentará probablemente la dependencia de las importaciones de cereales, sobre todo de trigo y cereales secundarios. En algunos países de bajos ingresos con déficit de alimentos y en la mayor parte de los países insulares del Pacífico, el cambio en los hábitos alimentarios, la subida de los ingresos y el estancamiento de la producción contribuirán a aumentar las importaciones de cereales. En otros países, en particular Filipinas, Indonesia, Malasia y Sri Lanka, los elevados costos de la acumulación de suministros alimentarios han obligado a los gobiernos a reducir el volumen de las existencias. En la medida en que aumente el número de países que adoptan esta práctica, las existencias nacionales pueden desempeñar un papel cada vez menor con respecto al comercio internacional en lo que respecta a la estabilidad de los precios y de los suministros.
La India, que emprendió un programa de reformas estructurales en junio de 1991 tras cuatro decenios de planificación, está suscitando en la actualidad considerable atención en todo el mundo. La importancia de su economía y de su población, sus inmensos recursos naturales y, por encima de todo, la gran preparación de su mano de obra científica y especializada, hacen de la India un país llamado a desempeñar un papel importante en la comunidad de las naciones.
Con ingresos per cápita de aproximadamente 310 dólares EE.UU. en 1994, la India es uno de los países con ingresos más bajos de todo el mundo. A diferencia de la mayor parte de los países de Asia oriental, la economía de la India se ha caracterizado por su lento crecimiento durante la mayor parte del período transcurrido desde la segunda guerra mundial. Sólo a lo largo del decenio de 1980 el crecimiento del PIB se aceleró hasta alcanzar un 5,4 por ciento, y los ingresos per cápita crecieron un 3,3 por ciento anual. Ese decenio de fuerte crecimiento fue seguido en 1990 por una de las más graves crisis de divisas en la historia del país. En respuesta a ello, en junio de 1991 la India emprendió medidas radicales de estabilización y un programa de ajuste estructural.
Poco después de su independencia, la India adoptó el camino del desarrollo planificado, lo que significaba que el sector público debía desempeñar un papel dominante en el intento de fomentar el crecimiento tanto a nivel central como en los estados. El primer Plan quinquenal, iniciado en 1950-51, se basó en el modelo Harrod-Domar y se concentró fundamentalmente en elevar el nivel de inversión en riego, energía eléctrica y otras infraestructuras, con el fin de acelerar el crecimiento. La estrategia de desarrollo cambió radicalmente en 1956, con la iniciación del modelo Nehru-Mahalanobis de desarrollo industrial, que hacía hincapié en el desarrollo de la industria pesada del sector público. Se protegió la industria nacional frente a la competencia exterior mediante fuertes aranceles, el control del tipo de cambio y la concesión de licencias. Esta estrategia de sustitución de las importaciones y promoción de la industria pesada ha recibido numerosas críticas, siendo considerada la causa de una estructura industrial no competitiva, ineficiente, con gran concentración de capital y elevado costo. Además, se considera que esta política era discriminatoria contra la agricultura comercial basada en una gran utilización de mano de obra, y tuvo como consecuencia un pesimismo injustificado en materia de exportaciones, debido a la excesiva preocupación por la autosuficiencia. No obstante, al valorar estas críticas hay que tener también en cuenta el hecho de que durante ese período la India construyó una gran infraestructura no sólo en las industrias pesadas y de maquinaria sino también en los sectores de la electricidad, riego, crédito, educación superior, investigación científica y capacitación.
La mitad de los años sesenta y los primeros setenta se caracterizaron por graves problemas económicos. En primer lugar, dados los enfrentamientos bélicos con los países vecinos se desviaron grandes recursos hacia la defensa, lo que dio lugar a un fuerte descenso de la inversión pública que influyó negativamente en el crecimiento de la economía. En segundo lugar, la situación cambiaria obligó a la India a devaluar su moneda en 1966. Finalmente, la producción de alimentos no consiguió crecer al mismo ritmo que la demanda, y el país quedó cada vez más a merced de la importación de alimentos al amparo de la ley federal PL 480 del Gobierno de los Estados Unidos. La situación adquirió carácter crítico a mitad de los años sesenta, tras la pérdida de dos cosechas consecutivas en 1964/65 y 1965/66, y el país tuvo que importar gran cantidad de cereales para consumo humano en el marco de la PL 480.
En los últimos años sesenta, el crecimiento agrícola se reactivó gracias a la adopción de las tecnologías de la revolución verde en algunas regiones. Al mismo tiempo, el sector manufacturero, que había registrado una notable desaceleración del crecimiento entre 1964-65 y 1975-76, comenzó a crecer con mucha mayor rapidez entre 1977 y 1978. Durante los años ochenta, la economía india conoció un crecimiento sin precedentes del 5,4 por ciento anual. También en ese decenio se iniciaron medidas limitadas de liberalización y se modernizaron algunas industrias importantes, como las del cemento, acero, aluminio y equipo de generación de electricidad.
Génesis y causas de la crisis de 1990
De 1950 a 1980, si bien la economía india creció a un ritmo relativamente lento del 3,6 por ciento, la inversión nacional superó al ahorro interno sólo por un pequeño margen. El déficit pudo saldarse con pequeños empréstitos en el exterior35. No obstante, durante el período 1979-1990, en que la tasa de crecimiento del PIB ascendió al 5,4 por ciento, la diferencia entre ahorro e inversión se amplió notablemente. La necesidad de financiar grandes gastos de capital e importaciones de maquinaria y materias primas, incluido el petróleo, obligó a solicitar grandes créditos en el exterior. El resultado fue un aumento acumulativo de la deuda externa y la acumulación de cuantiosas obligaciones de reembolso. La deuda externa pasó de 23 500 millones de dólares EE.UU. en 1980 a 63 400 millones en 1991. Ese mismo año, casi el 28 por ciento del total de los ingresos derivados de la exportación se destinó al servicio de la deuda. La razón más importante de que la tasa de ahorro interno fuera cada vez más insuficiente para atender las necesidades de inversión fue el crecimiento del déficit fiscal público, que había subido de un promedio del 6,3 por ciento del PIB durante el séptimo plan quinquenal al 8,2 por ciento del PIB en 1990-91.
Se acumularon grandes déficit fiscales por varias razones. Se efectuaron gastos desorbitantes en concepto de subvenciones del gobierno central destinadas a fertilizantes, alimentos y exportaciones o de los gobiernos estatales para energía eléctrica, transporte y riego. La ineficacia en el funcionamiento de muchas de las empresas del sector público central y estatal representó una nueva carga para el presupuesto público.
Finalmente, además del déficit en cuenta corriente, hubo que financiar mediante endeudamiento público los crecientes gastos en cuenta de capital efectuados por el Gobierno y las empresas públicas. En 1990, las obligaciones de la deuda interna habían ascendido al 53 por ciento del PIB frente al 35 por ciento de 1980, y el pago de intereses representaba nada menos que el 24 por ciento del gasto total público. Además, las fuentes de crédito exterior registraron cambios importantes, ya que desaparecieron los créditos en concesiones favorables de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) y entre gobiernos, y hubo que compensar su desaparición con préstamos comerciales de alto costo bien de los bancos o de nacionales indios no residentes.
Mientas la credibilidad internacional de la India fue alta no hubo problemas para obtener préstamos, y el país pudo continuar viviendo del crédito exterior. No obstante, la combinación de una serie de factores, entre ellos la fuerte subida de los precios de importación del petróleo y la menor solvencia de la India, provocaron una pérdida de confianza que dio lugar a la contracción del crédito a corto plazo junto con una nueva fuga de depósitos de nacionales indios no residentes. Por ello, a pesar de los préstamos obtenidos del Fondo Monetario Internacional (FMI), las reservas de divisas disminuyeron.
Este fue el contexto en que se introdujo la nueva política económica. Los organismos multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial, exigieron la realización de reformas estructurales como condición para ayudar al país a superar la crisis cambiaria.
Principales componentes de la nueva política económica
El objetivo de la nueva política era acomodar la demanda interna a los recursos disponibles y emprender cambios en las estructuras de suministro y producción a fin de eliminar el dese-quilibrio externo. Había que liberalizar la economía e integrarla gradualmente en la economía mundial, lo que suponía el desmantelamiento de los obstáculos arancelarios, la protección de la inversión extranjera directa y el perfeccionamiento de la tecnología de producción en varios campos. Los objetivos generales de los programas eran la estabilidad financiera, la instauración de políticas orientadas al exterior y la desregulación de los mercados internos.
Las reformas tenían dos componentes. Las medidas a corto plazo de estabilización inmediata trataban fundamentalmente de corregir el desequilibrio en el mercado cambiario mediante la contracción de la demanda, la reforma de la política comercial, la reducción del déficit fiscal y el desmantelamiento de los obstáculos a la libre circulación de capital. Debía mejorarse la competitividad externa mediante una considerable depreciación nominal del tipo de cambio.
El programa de ajuste estructural a medio plazo introdujo reformas en la política fiscal, cambiaria, comercial e industrial, además de establecer políticas referentes al sector público, las actividades financieras y el mercado de capitales. Estas reformas contenían elementos como la liberalización de los precios e inversiones, cambios en la estructura del sistema fiscal y de gasto público, moderación en las subidas salariales, privatización de las empresas públicas y mayor integración con la economía mundial.
Las políticas de ajuste introducidas no se referían específicamente al sector agrario, sino a toda la economía. No obstante, dada la importancia y predominio del sector agrario en la economía india, tanto en cuanto generador de ingresos y empleo cuanto por su estrecha vinculación con otros sectores de la economía a través de las relaciones de consumo y de insumo-producto, los cambios macroeconómicos y de otra índole implicados en el programa de estabilización y ajuste estructural tuvieron considerable repercusión en el sector. La descripción general de la evolución agrícola desde la independencia puede ayudar a disponer de la base necesaria para comprender todas las repercusiones de la reforma estructural.
Política agrícola en la India durante la era de la planificación
Antes de la liberalización de la economía india, emprendida en junio de 1991, la política agrícola estaba dominada por una estructura de planificación. Todo el conjunto de las políticas macroeconómicas, en particular las de contenido comercial, fiscal y monetario, tenían como fin servir a los objetivos de la planificación. Los planes relativos al sector agrícola, incluidos sus objetivos de producción y financiamiento, se decidían invariablemente a través de procesos controlados por el gobierno central o estatal.
El carácter y cometido de la planificación del sector agrícola indio estaba determinado fundamentalmente por la característica específica del sector, es decir, la presencia de millones de productores independientes. Por ello, con la planificación agrícola se trató de crear una infraestructura rural y, al mismo tiempo, ofrecer a los agricultores insumos y un marco de incentivos que les permitiera aumentar la producción mediante la adopción de tecnología moderna.
Los problemas de disponibilidad de alimentos se habían convertido en una preocupación importante y en un obstáculo al proceso de desarrollo, por lo que el objetivo central de la política agraria fue acelerar el crecimiento de la producción agrícola y de cereales destinados al consumo humano con el fin de alcanzar la seguridad alimentaria. En el primer plan quinquenal y los que le siguieron hubo varios componentes agrícolas. El primero y más importante fue la adopción de medidas de reforma agraria a mitad de los años cincuenta con el fin de eliminar los intermediarios y conseguir una mayor igualdad en la distribución de las tierras.
El segundo componente agrícola fue la realización de cuantiosas inversiones en infraestructura rural. Se concedió gran prioridad a la inversión pública en riego y energía eléctrica (en pequeña, mediana y gran escala) tanto en los planes centrales como en los de alcance estatal. Simultáneamente, se introdujeron políticas para ofrecer crédito institucional en condiciones asequibles y otras subvenciones a los agricultores a fin de alentar la inversión privada en riego. Se ofrecieron también cuantiosas subvenciones de las tarifas cobradas a los usuarios de electricidad y agua de riego, que se mantuvieron considerablemente por debajo de los costos de explotación. El objetivo principal de este esfuerzo fue crear un entorno macroeconómico que alentara la inversión privada de los agricultores y, de esa manera, estimulara la producción.
Para acelerar el desarrollo agrícola se adoptaron políticas de promoción, en particular el Programa especial de producción de alimentos y los programas de ordenación de tierras y aguas y de planificación regional agroclimática.
Se efectuaron también considerables inversiones para el establecimiento de un sistema de investigación bajo los auspicios del Consejo indio de investigación agraria y las universidades agrarias estatales. Simultáneamente, se estableció una red de extensión bien concebida con el fin de difundir las nuevas tecnologías entre los cultivadores. El resultado fue una rápida ampliación de la superficie ocupada por variedades de alto rendimiento.
Desde 1950 hasta 1967 el Programa de desarrollo comunitario y la red de servicios de extensión fueron los principales instrumentos para transformar la agricultura tradicional. Como complemento, durante los primeros años sesenta se adoptaron programas encaminados a intensificar la producción en algunos distritos con abundancia de recursos.
La llegada de la revolución verde a mitad de los años sesenta marcó un punto decisivo en la reconversión tecnológica de la agricultura india. El sistema de investigación y extensión agraria recibió especial atención durante este período, ya que se necesitaron intensas actividades de extensión y capacitación para conseguir que los agricultores aceptaran las variedades de trigo mexicano y del arroz del Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI).
Inicialmente, la nueva tecnología se aplicó únicamente a la producción de trigo en los estados noroccidentales. No obstante, en los primeros años setenta se introdujeron con éxito nuevas variedades de arroz, y la revolución del arroz se extendió no sólo en Punjab y Haryana sino también a muchas otras partes de la India, incluidas la zonas costeras meridionales. La política agrícola se orientó ante todo a la modernización de la agricultura mediante la difusión de la tecnología de semillas-fertilizantes en diferentes partes del país. Se adoptaron también medidas para implicar a los agricultores marginales y en pequeña escala en el proceso de producción ofreciéndoles nuevos insumos, en particular semillas, fertilizantes y crédito con tasas subvencionadas.
El tercer elemento de la política adoptada durante la era de la planificación fueron los precios administrados. En el contexto de la situación generalizada de escasez de alimentos que predominó hasta mitad de los años cincuenta, la política de precios agrícolas había tratado de atenerse al objetivo principal de la planificación, es decir, mantener bajos los precios de los cereales destinados al consumo humano a fin de avanzar hacia la seguridad alimentaria. Tras la fundación de la Comisión de precios agrícolas en 1965, la política de precios ofreció también incentivos a los agricultores para que aumentaran la producción estableciendo precios estables y garantizando precios mínimos de sustentación. El objetivo de la política de precios era reconciliar dos intereses contradictorios: el de los agricultores, que deseaban una remuneración equitativa, y el de los consumidores, que deseaban precios razonables.
El cuarto componente decisivo de la política fue el establecimiento de un sistema global de gestión para la adquisición, almacenamiento y distribución pública de cereales a fin de ofrecer alimentos a los consumidores a precios razonables. Durante los períodos de escasez, se combinaron iniciativas basadas en el establecimiento de precios mínimos de sustentación y de adquisición con actividades de adquisición obligatoria, gravámenes a las actividades de molienda, restricciones zonales y otras medidas para hacer posible la distribución de cereales (a precios subvencionados) a través del sistema público de distribución. Se acumularon existencias de alimentos suficientes para el funcionamiento de dicho sistema y también para ayudar a estabilizar los precios mediante operaciones de mercado abierto.
El quinto componente fue la adopción de políticas comerciales y cambiarias fuertemente controladas. En el caso de la agricultura, con excepción de algunos cultivos comerciales tradicionales, el sector quedó aislado de los mercados mundiales mediante el control casi total de las exportaciones e importaciones. El excedente estimado con respecto a las necesidades de consumo interno determinaba el volumen autorizado de exportaciones; lo contrario ocurría en el caso de las exportaciones. Los cereales, azúcar y aceites comestibles se importaban en momentos de escasez para evitar que los precios internos de los alimentos de primera necesidad subieran y para conseguir cierta estabilidad en los precios internos en beneficio tanto de los productores como de los consumidores. El comercio exterior de la mayor parte de los productos agrícolas estaba sometido a contingentes y otras limitaciones, como la imposición de precios mínimos.
Finalmente, la política financiera trató de movilizar recursos para sufragar los gastos y la inversión públicos. Se creó un sistema para ampliar el crédito cooperativo e institucional al sector rural, facilitando así la inversión privada en infraestructura y alentando la adopción de nuevas tecnologías.
Estrategia de planificación y agricultura
Con este conjunto general de políticas se alcanzaron muchos de los objetivos del Gobierno. Las reformas del sistema de propiedad de la tierra fueron de alcance limitado pero consiguieron hacer de la explotación asociada a la propiedad el modo dominante de cultivo. No obstante, la legislación referente al máximo de tierras permisible fracasó rotundamente. Las políticas consiguieron también acelerar el crecimiento de la agricultura y de la producción de cereales destinados al consumo humano. En vez del decepcionante ritmo de crecimiento de menos del 0,25 por ciento anual registrado entre 1904 y 1944, la producción agrícola creció un 2,7 por ciento y la de cereales un 2,9 por ciento anual durante el período 1949-1990. La introducción de variedades de alto rendimiento a mitad de los años sesenta permitió un aumento espectacular de las tasas de crecimiento en la producción de trigo y, posteriormente, arroz. En el caso de la producción de trigo se alcanzó una tasa anual de crecimiento del 5,1 por ciento entre 1967 y 1990, mientras que en el del arroz entre 1980 y 1990 el crecimiento fue del 4,1 por ciento.
Además, las nuevas tecnologías que durante la primera fase (1967 a 1975) se aplicaron únicamente al trigo cultivado en las zonas de regadío de Punjab, Haryana y Uttar Pradesh occidental, comenzaron a extenderse a otras regiones. Tras los notables avances conseguidos en la producción de arroz, la nueva tecnología se extendió gradualmente a las regiones costeras de regadío de Andhra Pradesh, Tamil Nadu y Karnataka. Durante los años ochenta, se difundió a los estados orientales densamente poblados de Bihar, Orissa, Bengala occidental y Assam, lo que permitió un significativo aumento de la producción de arroz.
Finalmente, el crecimiento acelerado de la producción de cereales permitió aumentar la seguridad alimentaria de una población en rápido crecimiento y reducir la dependencia de las importaciones de alimentos. Al final de los años setenta, la India era ya marginalmente autosuficiente en cereales para consumo humano. El constante crecimiento de la producción de cereales permitió con el tiempo un mayor acceso, tanto material como económico, a los mismos. La disponibilidad de cereales (medida en kilocalorías per cápita por día) creció más de un 20 por ciento entre 1960 y 1990.
El acceso de los sectores más pobres de la población a los alimentos mejoró cuando el rápido crecimiento de la productividad hizo descender el precio real del trigo y el arroz. Durante los años ochenta, aunque los precios ajustados al por mayor de todos los productos básicos registraron una tasa compuesta de crecimiento anual del 6,9 por ciento, los precios al por mayor del trigo y el arroz subieron sólo un 4,1 y un 6,5 por ciento anual, respectivamente. Los progresos conseguidos gracias al aumento de la productividad redundaron en beneficio tanto de los productores como de los consumidores. Por ello, aun cuando las relaciones de intercambio de trueque intersectoriales adquirieron signo negativo para los productores de trigo y arroz, su relación de intercambio de ingresos continuó siendo favorable debido al aumento de los rendimientos y de la rentabilidad.
El acceso de los pobres a los alimentos mejoró debido a que con el tiempo disminuyó la proporción de ingresos per cápita necesarios para comprar alimentos. Mientras que el índice de los ingresos per cápita creció un 545 por ciento entre 1970 y 1990, el índice de precios de los alimentos aumentó sólo un 280 por ciento. Finalmente, el acceso de los pobres a los alimentos mejoró como consecuencia de los programas adoptados para combatir la pobreza, como el Programa integrado de desarrollo rural, el Programa rural de garantía y empleo de campesinos sin tierras, el Programa nacional de empleo rural y, posteriormente, el Jawahar Rozgar Yojana. Se establecieron mecanismos eficaces para aliviar la situaciones de escasez alimentaria y para resolver los problemas de las sequías extremamente graves mediante la organización de programas especiales de empleo.
Las políticas de planificación en el contexto del programa de ajuste estructural
Si bien los estudios realizados demuestran los logros conseguidos por las políticas gubernamentales en el intento de intensificar el crecimiento y aumentar la seguridad alimentaria de una población cada vez más numerosa, con el tiempo resultaron insostenibles las enormes subvenciones concedidas a los fertilizantes, actividades de riego, electricidad, crédito y alimentos de consumo. Al mismo tiempo, las políticas de comercio exterior, la reglamentación interior de la agricultura y las consiguientes distorsiones en las políticas adoptadas discriminaron fuertemente a la agricultura en relación con las actividades manufactureras. Además, la reforma agraria no consiguió una distribución equitativa de la tierra y, en consecuencia, continúa habiendo grandes desigualdades. Finalmente, las nuevas tecnologías alentadas por las políticas y reglamentos eran más adecuadas para las regiones de la India con abundantes posibilidades de riego.
Las desigualdades regionales en cuanto a productividad e ingresos han continuado siendo elevadas y en algunos casos han tendido a aumentar. Los campesinos en general, y los agricultores marginales y en pequeña escala y jornaleros sin tierra en particular continúan siendo sumamente pobres en las regiones con menos recursos. La incidencia de la pobreza rural y urbana es muy elevada. Según las estimaciones más recientes de la comisión de planificación, en 1987-88 el 39 por ciento de la población de las zonas rurales y el 40 por ciento de la población urbana de la India vivía por debajo del umbral de pobreza. Nada menos que 83 millones de niños estaban malnutridos en 1991.
Hasta hace poco se centraba la atención en estas limitaciones, pero no se había llegado a poner seriamente en duda la orientación general de la política agrícola dentro del marco de la planificación. En cambio, una vez introducida la nueva política económica en 1991, han sido objeto de fuerte debate todos los aspectos de la planificación y de la política macroeconómica a ella asociada: la estrategia autárquica de desarrollo, basada en la sustitución de importaciones, y orientada a una rápida industrialización, transfirió los recursos de la agricultura comerciable a la industria haciendo evolucionar las relaciones de intercambio en contra de la agricultura.
La supervaloración del tipo de cambio subvencionó las importaciones y repercutió negativamente en todas las exportaciones, sobre todo en las de productos agropecuarios.
La mayor parte de las políticas sectoriales en todas las fases de producción, consumo y comercialización de los productos agrícolas redundaron en detrimento de la agricultura. Por ejemplo, la política de precios se concibió en la práctica con la finalidad primaria de ayudar a los consumidores. Los agricultores tuvieron que conformarse por lo general con precios administrados bajos so pretexto de ayudar a la población urbana necesitada, aun cuando aquellos tenían que pagar precios más altos por los insumos de producción nacional debido a la protección concedida a la industria local. Además, los agricultores tuvieron que cargar con una proporción mayor de los costos debidos al ineficiente funcionamiento de las organizaciones paraestatales, como la Food Corporation of India.
Las cuantiosas subvenciones concedidas a los insumos agrícolas han dado lugar a una asignación inadecuada de los recursos. Las diversas subvenciones concedidas al sector agrícola para fertilizantes, riego y electricidad, serían de 90 900 millones de rupias al año durante el decenio de los ochenta36. Estas subvenciones representaron una carga insostenible para las finanzas de los estados y del gobierno central, lo que redujo la capacidad gubernamental de efectuar grandes inversiones. Con todo, estas subvenciones no lograron compensar a los agricultores del efecto negativo de la contracción de los precios de producción administrados, la discriminación contra la agricultura por la sobrevaloración de la moneda y los altos precios de los insumos como consecuencia de la excesiva protección a la industria.
Por todo ello, se considera que muchos componentes de las reformas económicas, como la devaluación de la rupia, la drástica reducción de los derechos aduaneros y la menor protección a la industria, representarán probablemente el fin de la discriminación contra la agricultura comercial. Además, la liberalización del comercio debería llevar a un aumento de las exportaciones de la agricultura comerciable, que ha llegado a disfrutar de una clara ventaja comparativa desde la devaluación y las reformas en el sector del comercio.
Efectos de las reformas macroeconómicas en el sector agrario
La nueva política económica de la India se puso en marcha en junio de 1991. El Gobierno comenzó a liberalizar la economía reformando las políticas comerciales, financieras, fiscales y de inversión. Se reestructuraron las empresas públicas y el presupuesto se sometió a un control más estrecho. Entre las reformas cabría señalar la adopción de un tipo de cambio flotante para la rupia, la abolición de la mayor parte de las licencias industriales, la supresión de las licencias de importación, la reducción de los aranceles y la flexibilización de los reglamentos de inversión extranjera. Aunque es demasiado temprano para evaluar todos sus efectos, es importante examinar algunas de las consecuencias a corto y medio plazo de estas reformas en el sector agrícola.
Las medidas de estabilización a corto plazo preveían fuertes recortes del gasto público y una política de austeridad fiscal. En consecuencia, se contrajeron notablemente no sólo los gastos corrientes sino también la inversión pública. La grave restricción de la demanda provocó una desaceleración del crecimiento económico, que descendió del 5,4 por ciento en 1990-91 a sólo el 0,9 por ciento en 1991-92, pero la economía se recuperó posteriormente y la tasa de crecimiento del PIB ascendió al 4,3 por ciento durante 1992-93 y 1993-94. Se prevé que en 1994-95 se acelere hasta el 5,3 por ciento.
La tasa de crecimiento de la agricultura, que era del 3,8 por ciento en 1990, descendió a -2,3 por ciento en 1991, pero luego se recuperó situándose en el 5,1, 2,9 y 2,4 por ciento en 1992, 1993 y 1994, respectivamente. No obstante, la irregularidad de los monzones hace muy difícil establecer una relación entre las reformas económicas y la tasa de crecimiento de la agricultura a corto plazo.
Los ajustes fiscales que provocaron los efectos más significativos en la agricultura fueron la reducción de la inversión pública en riego, energía eléctrica y otras infraestructuras rurales, incluida la investigación agraria, los caminos y carreteras y las comunicaciones.
La devaluación de la rupia, la reducción de los aranceles aduaneros y la eliminación de la protección a la industria (mediante contingentes y licencias) debían ayudar a acabar con la discriminación contra la agricultura y permitirle obtener más insumos a precios internacionales más bajos.
La eliminación de las subvenciones a los fertilizantes, electricidad y riego contribuyó en forma importante a reducir el déficit fiscal. El insumo de capital más importante en la agricultura son los fertilizantes. Si bien la mayor parte de los fertilizantes nitrogenados (N) se producen en el país, la mayor parte de los fertilizantes potásicos y fosfatados son de importación. La subvención a los fertilizantes nitrogenados se retiró parcialmente en 1991. Poco después de subir el precio de la urea un 35 por ciento, el Gobierno lo volvió a bajar un 5 por ciento ante la presión del Lobby Kulak37. Posteriormente, por recomendación del Comité parlamentario conjunto sobre los precios de los fertilizantes, el precio de la urea volvió a descender otro 10 por ciento, a partir del 25 de agosto de 1992. Los fertilizantes fosfatados (P) y potásicos (K) dejaron de estar controlados en 1992 y sus precios registraron una fuerte subida al aumentar la demanda. Para que los productores nacionales de fertilizantes pudieran competir con los importadores se abolió el derecho de importación del ácido fosfórico. Una consecuencia negativa de la subida desproporcionada de los precios de los fertilizantes ha sido su utilización fuertemente desequilibrada. Frente a un coeficiente N:P:K global para todo el país de 4:2:1, los coeficientes de consumo eran 9:3:3 antes de las reformas. A fin de restablecer cierto equilibrio, el Gobierno volvió a subir el precio de la urea un 20 por ciento a partir del 10 de junio de 1994. El consumo de fertilizantes ascendió a 12,4 millones de toneladas en 1993-94 y se prevé que registre un fuerte aumento hasta situarse en 14,1 millones de toneladas en 1994-95, sobre todo como consecuencia de la mayor demanda de los estados orientales.
Los gobiernos estatales están concediendo también cuantiosas subvenciones para la utilización de la electricidad y el riego. En algunos casos, estas subvenciones son tan elevadas que los estados no son capaces de financiar inversiones a largo plazo en riego y producción de electricidad. Esta es una de las causas importantes del declive de la inversión pública en la agricultura.
Una considerable devaluación nominal de la rupia en junio-julio de 1991 hizo más competitivas las exportaciones de muchos productos agrícolas. Así, las exportaciones de arroz, trigo, algodón, frutas y hortalizas, pescado y productos pesqueros y carne recibieron un impulso significativo. Las exportaciones agrícolas y de la agroindustria ascendieron desde
3 338 millones de dólares EE.UU. en 1991-92 a 4 151 millones de dólares EE.UU. en 1993-94. A pesar de las recomendaciones sobre una completa reestructuración del crédito rural, la abolición del crédito subvencionado y el cierre de los bancos rurales regionales, la estructura no ha cambiado de forma radical desde la liberalización38.
Los ajustes de los precios de adquisición adoptados con la finalidad de ofrecer mayores incentivos a los productores constituyen un componente importante del conjunto de medidas de reforma. Hubo que subir los precios para compensar a los agricultores de los aumentos del precio de los insumos, por ejemplo, los fertilizantes y la electricidad. Las preocupaciones anteriores por seguir la política tradicional de mantener bajos los precios de los alimentos, considerada un elemento decisivo en la lucha contra la pobreza, ha desaparecido ante la necesidad de conceder mayores incentivos y rentabilidad a los productores. No obstante, dados los obstáculos técnicos e institucionales a la producción agrícola, los expertos indios han puesto generalmente en duda la eficacia de utilizar únicamente una subida de los precios agrícolas para conseguir un crecimiento más rápido del sector. Varios estudios sobre las elasticidades de los precios a corto y largo plazo demuestran que la producción responde más fácilmente a las medidas relacionadas con la infraestructura (especialmente el riego) que a los cambios de precios39.
En el caso del trigo, por ejemplo, el precio mínimo de sustentación, para la adquisición, se subió de 225 rupias por quintal en abril de 1990 a 350 en enero de 1994, mientras que su precio subió de 234 a 330 rupias por quintal durante el mismo tiempo. En el caso del arroz, el precio de adquisición pasó de 205 rupias en 1990/91 a 340 rupias por quintal en 1994/95. El precio de venta del arroz subió de 377 rupias por quintal a 537 en abril de 1994. Las subidas de precios de estos cereales han provocado una situación especial, ya que el precio de venta del trigo y el arroz del sistema de distribución pública ha alcanzado niveles todavía superiores a los del precio de mercado. En consecuencia, la utilización de las existencias públicas ha disminuido fuertemente, lo que ha permitido una considerable acumulación de existencias alimentarias, que han alcanzado un volumen superior a los 30 millones de toneladas. Debido a estas subidas de los precios administrativos, el arroz de la India no puede competir en el mercado internacional y las exportaciones de trigo no son viables40. Además, el fuerte ascenso de los precios de los cereales y los precios de venta de las «tiendas de precios equitativos» ha repercutido negativamente en la seguridad alimentaria de la población necesitada, y ha hecho aumentar la pobreza.
Liberalización de la agricultura india y problemas relacionados con las políticas
El objetivo central de la política agrícola de la India continúa siendo la seguridad alimentaria. Con una población numerosísima (844 millones de habitantes) y en crecimiento y cuyos ingresos per cápita, según las previsiones, aumentarán en los próximos años, es probable que la demanda de cereales crezca rápidamente. Las autoridades están convencidas de que un requisito fundamental para poder atender el crecimiento de la demanda de alimentos es acelerar el crecimiento de la producción de cereales.
Para fomentar el crecimiento agrícola se requieren inversiones públicas y privadas en riego e infraestructura rural en general. No obstante, la tasa de inversión en la agricultura ha disminuido desde los primeros años ochenta. Ello se ha debido en gran parte a que, en la mayor parte de los estados, una proporción considerable del presupuesto público se destina a las cuantiosas subvenciones concedidas a la electricidad, transporte y abastecimiento de agua y a sufragar el ineficiente funcionamiento de los sistemas de electricidad y de riego. Además, las autoridades están examinando la posibilidad de descentralización y privatización de los proyectos de riego (con subvenciones específicas para los planes importantes desde el punto de vista social), arrendamiento de los sistemas de distribución a los panchayats41 y la formación de cooperativas de riego para fijar y recaudar tarifas por la utilización del agua y administrar y mantener los canales de distribución. Es probable que la inversión privada en la agricultura aumente si se fomenta también la inversión pública para permitir a los agricultores adoptar tecnologías que eleven los rendimientos, y si los agricultores encuentran incentivos en unos precios rentables.
Las reformas y las exportaciones agrícolas
Los economistas y los responsables de la adopción de políticas están por lo general de acuerdo en que la India tiene posibilidades de exportación de algunos productos agrícolas. Además de los productos tradicionales, como el té y el café, se ha observado un rápido aumento de las exportaciones de muchos productos nuevos, como pescado, arroz, frutas y alimentos elaborados. Existen buenas posibilidades de aumentar las exportaciones de cereales destinados al consumo humano, como el arroz y el trigo. No obstante, a corto plazo, la competitividad de varios productos agrícolas disminuirá gradualmente, debido a la fuerte inflación asociada a la nueva política económica.
¿Hasta qué punto debería la India liberar su comercio de cereales, aceites y azúcar como consecuencia de su adhesión al GATT? El argumento principal en favor de esa posibilidad es que la India podría obtener inmensos beneficios de una liberalización completa del comercio, y que incluso la seguridad alimentaria podría obtenerse en forma mucho más eficiente y menos costosa si, en vez de depender de enormes existencias de alimentos, se recurriera a las importaciones y exportaciones de cereales como medio de contrarrestar las fluctuaciones de los suministros internos.
Los defensores de la opinión contraria argumentan que la India no debe liberar su comercio inmediatamente y que su demanda de cereales debe atenderse con la producción interna. Se sostiene que, dado que la producción de alimentos es el medio de vida predominante de un gran porcentaje de la mano de obra del país, cuya fortuna depende de la tasa de crecimiento de la producción y de la productividad del sector de los cereales, la India debe aislarse de los cambios de los precios internacionales. Por el contrario, el libre comercio acentuaría probablemente la variabilidad de los precios del mercado interno a corto plazo como consecuencia de las grandes fluctuaciones de los precios internacionales de los productos agrícolas. Ello representaría riesgos e incertidumbres para los precios de mercado. Dichas fluctuaciones repercutirían de forma negativa en la seguridad alimentaria de los pobres.
Desde un punto de vista práctico, el nuevo clima de liberalización del comercio debería hacer posible prescindir de muchos instrumentos coercitivos, como la adquisición obligatoria, las restricciones zonales y los límites de existencias, y hacer un uso más eficaz de los mercados tanto a escala nacional como internacional. Entre las medidas más importantes cabría destacar las siguientes: reducir los costos de adquisición y almacenamiento gracias a un funcionamiento más adecuado de la Food Corporation of India y la participación del comercio privado en las operaciones de adquisición; corregir muchas de las actuales deficiencias en el sistema de distribución pública gracias a un proceso gradual que orientaría la asistencia únicamente a los pobres, tanto de las zonas rurales como urbanas, eliminando su sesgo a favor de la ciudad y haciendo llegar la ayuda a la mayor parte de las zonas rurales y fortaleciendo la cobertura en los estados pobres, como Bihar y Orissa; introducir una estrategia más eficaz en función de los costos para la ordenación de las existencias alimentarias, que debería tener en cuenta la demanda probable de alimentos y las fluctuaciones de la producción en los precios internos; autorizar a la Food Corporation of India a participar en los mercados internacionales de futuros con el fin de reducir las reservas de estabilización y rebajar los costos y subvenciones; finalmente, intensificar la cooperación regional.
Como consecuencia de las reformas macroeconómicas, es posible que el sector agrario obtenga grandes beneficios no sólo porque podrá atender a una demanda interna cada vez mayor, sino también porque podrá aprovechar las posibilidades de exportación ofrecidas por el mayor acceso a los mercados externos. La globalización de la agricultura india ofrece al mismo tiempo oportunidades a los responsables de la adopción de políticas. Existe la posibilidad de obtener grandes beneficios gracias a un aumento considerable de las exportaciones agrícolas, sobre todo de los productos de alto valor y que requieren gran concentración de mano de obra. No obstante, ello sólo será posible si el sector agrícola es capaz de generar mayores excedentes aumentando las inversiones públicas y privadas en infraestructura rural, investigación y desarrollo, nueva tecnología y comercialización. El desafío para el futuro está no sólo en modernizar la agricultura en pequeña escala y en hacerla eficiente y competitiva, sino también en involucrar en el proceso de desarrollo a la numerosísima población rural, incluidos los agricultores marginales y en pequeña escala y los jornaleros sin tierras.
33 Puede verse un estudio sobre los triángulos de crecimiento de Asia en el Análisis por regiones, El estado mundial de la agricultura y la alimentación 1993. Roma, FAO.
34 FAO. 1995. World agriculture: towards 2010. Chichester, FAO/John Willey & Sons.
35 La diferencia entre la tasa interna de inversión y la tasa interna de ahorro se refleja en el hecho de que las importaciones superan a las exportaciones y se financian mediante empréstitos del exterior.
36 G. Ashok. 1989. Input subsidies in Indian agriculture -a statistical analysis. Economic and Political Weekly, XXIV(25).
37 El Lobby Kulak es el más poderoso de los grupos de presión de los agricultores. En la India los agricultores ricos están bastante bien organizados. Entre sus asociaciones más importantes figuran la Bhartiya Kisan Union (Sindicato de agricultores indios), en la parte septentrional del país, y la Krishak Samaj (Sociedad agraria), en el sur. Además, muchos partidos políticos han apoyado durante largo tiempo la demanda de precios de producción más elevados. Muchas de las organizaciones que hasta mitad de los años sesenta se oponían a todo tipo de subida de los precios de los cereales destinados al consumo humano han apoyado posteriormente sin rodeos las subidas de dichos precios como forma de conseguir el apoyo de una gran parte de la población rural rica y de ingresos medios.
38 El Gobierno estableció en 1991 el Comité Narsimham para que formulara recomendaciones sobre las reformas del sistema monetario.
39 G. Bhalla, ed. 1994. Economic liberalization and Indian agriculture. Nueva Delhi, New United Press.
40 Government of India. 1995. Economic survey 1994-95. Nueva Delhi, Government Press, pág. 80.
41 Panchayats son los órganos rectores tradicionales debidamente elegidos de las aldeas. Recientemente, en virtud de una enmienda de la constitución, se han transferido muchos poderes legales a los organismos locales, incluidos los panchayats.