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Tendencias de la producción

Tendencias de la producción global

En el período comprendido entre 1979 y 1994, la producción mundial de sorgo disminuyó el 0, 7 por ciento anual (Cuadro 2 y Fig. 3), situación que contrasta con la de otros cereales importantes como el trigo, el arroz y el maíz, cuya producción aumentó el 1, 8, 2, 3 y 1, 7 por ciento, respectivamente. En el citado período, la producción aumentó en Africa (el 2, 9 por ciento), pero descendió en casi todas las demás regiones, en particular en América del Norte y del Sur (Cuadro 2).

En la mayor parte de los países del grupo I (países en desarrollo), el incremento de la producción fue inferior al crecimiento demográfico (Cuadro 2). Por consiguiente, la producción per cápita descendió en el decenio de 1980, pero se recuperó en parte al inicio del de 1990.

Figura 3. Tendencias mundiales de la producción de sorgo, 1979-94.

Cuadro 2. Tasas de crecimiento del sorgo, 1979-94.


Superficie (%/año)

Rendimiento (%/año)

Producción (%/año)

Producción per cápita (%/año)

Países en desarrollo

0,1

-0,5

-0,4

-2,4

Africa

3,9

-1,0

2,9

0,0


 

Norte de Africa

3,9

-1,1

2,8

0,2


Sudán

4,2

-0,9

3,3

0,8

Africa occidental

5,7

-1,2

4,5

1,5


Burkina Faso

2,5

3,2

5,8

2,9

Malí

6,3

-0,1

6,2

4,4

Níger

8,2

-5,9

1,8

-2,2

Nigeria

6,7

-2,1

4,4

1,4

Africa central

2,1

0,9

3,1

0,0

Africa oriental

-0,2

-0,6

-0,8

-3,6


 

Etiopía

-1,0

-0,7

-1,7

-4,4

Kenya

-1,5

2,4

0,8

-2,7

Mozambique

2,0

-4,9

-3,0

-4,6

Somalia

-1,3

0,6

-0,7

-3,2

Tanzania

0,5

-0,2

0,3

-2,8

Uganda

2,8

-1,0

1,8

-1,5

Zimbabwe

-1,3

1,3

-0,0

-3,2

Africa austral

3,0

-2,2

0,7

-2,2

Asia

-2,6

1,5

-1,1

-3,0


 

Cercano Oriente

-2,8

3,2

0,3

-2,6


 

Arabia Saudita

-0,9

7,7

6,7

2,3

Yemen

-2,8

1,6

-1,3

-4,7

Lejano Oriente

-2,5

1,4

-1,1

-2,9


 

China

-5,8

3,6

-2,5

-3,8

India

-2,1

1,7

-0,5

-2,5

Pakistán

0,1

0,1

0,3

-3,1

Tailandia

-2,4

1,5

-0,9

-2,3

América Central y el Caribe

-0,4

-0,1

-0,6

-2,7


 


 

El Salvador

0,5

1,7

2,3

0,8

Guatemala

4,1

-4,0

-0,0

-2,8

Haití

-2,6

-0,0

-2,6

-4,4

México

-0,4

-0,2

-0,6

-2,8

Nicaragua

0,2

0,0

0,3

-2,5

América del Sur

-5,9

0,6

-5,4

-7,2


 


Argentina

-9,6

1,4

-8,3

-9,6

Brasil

4,1

-0,9

3,1

1,2

Colombia

0,1

2,8

2,9

1,0

Uruguay

-4,5

3,9

-0,9

-1,4

Venezuela

0,0

2,0

2,1

-0,3

Países desarrollados

-2,6

1,2

-1,5

-2,5


 

Australia

-1,9

-0,1

-2,0

-3,4

CE

-0,0

1,6

1,5

0,0

Sudáfrica

-4,1

1,8

-2,4

-4,8

Estados Unidos

-2,7

1,3

-1,5

-2,4

CEI1

0,5

-3,5

-3,0

-4,6

Total mundial

-0,2

-0,5

-0,7

-2,5

1. Hasta 1991, superficie de la ex URSS

Fuente: FAO

En el grupo I se hizo patente una doble tendencia. En Asia, la producción fue menor durante el pasado decenio (Fig. 3), en buena medida por el descenso de la superficie sembrada y de la producción en China. En la India, la producción registró un aumento del 5 por ciento anual en los años setenta, para estancarse en el pasado decenio, al ser sustituido el sorgo por otros cultivos más rentables, como las leguminosas y las semillas oleaginosas. La pérdida de superficie cultivada se compensó en parte con la mayor productividad derivada de la utilización de variedades mejoradas y de fertilizantes; los rendimientos aumentaron ininterrumpidamente desde alrededor de 650 kg/ha en los primeros años del decenio de 1970 a algo menos de 900t/ha en la primera mitad del de 1980. En cambio, en Africa, la producción aumentó, sobre todo en la primera mitad del decenio de 1980, pero el aumento se debió a la expansión del cultivo hacia tierras más áridas impulsada por el aumento demográfico, pues, de hecho, los rendimientos disminuyeron durante ese período.

En el grupo II (países desarrollados, Argentina y México) la producción registró un descenso de casi el 40 por ciento en la segunda parte de los años ochenta, básicamente como consecuencia de la decisión de reducir la superficie sembrada. En los Estados Unidos, la producción se ha reducido casi a la mitad en los diez últimos años. Entre 1985 y 1988, 1 a superficie sembrada con este cereal pasó de 6, 8 a 3, 7 millones de hectáreas. Esta evolución tiene su origen en los dos hechos siguientes:

i) la legislación agraria promulgada en 1985 disminuyó los precios de sostenimiento del sorgo con respecto a los del algodón y el maíz (principales productos competidores), decretó la posibilidad de intercambiar las superficies de cultivo del sorgo y del maíz, disminuyó las indemnizaciones de los seguros en el caso del sorgo y autorizó a los productores de este cereal a dejar grandes extensiones sin cultivar. Este conjunto de modificaciones indujo a los agricultores a sustituir el sorgo por otros cultivos;

ii) se obtuvieron variedades de maíz más tolerantes a la sequía, lo cual, junto con la extensión del sistema de cultivo sin laboreo, permitió que la zona de cultivo de maíz se ampliara hacia el oeste, a tierras dedicadas tradicionalmente al cultivo del sorgo. A raíz de ello, la universidad y las empresas de semillas han reducido la investigación sobre el sorgo.

En la Argentina, la producción de sorgo cayó de 8 millones de toneladas en 1983 a 3 millones en 1988, a causa de la espectacular disminución de las importaciones en la ex URSS1.

1. La ex URSS era un importante importador de maíz y sorgo de los Estados Unidos, pero tras el embargo de cereales impulsado por este país a comienzos de los años ochenta, comenzó a importar grandes cantidades de sorgo procedente de la Argentina. Las compras registraron una disminución espectacular al levantarse el embargo, dado que las tendencias de los precios favorecían la compra de maíz (procedente de los Estados Unidos).

Tendencias en materia de superficie y rendimientos

En la actualidad, se dedican al cultivo del sorgo 45 millones de hectáreas en todo el mundo (promedio de 1992-94, Cuadro 1). La superficie cultivada está aumentando en Africa, donde pasó de 13 a casi 22 millones de hectáreas entre 1979-81 y 1992-94 (Fig. 4), pero está en fase de contracción en el resto del mundo y, en conjunto, disminuyó el 0, 2 por ciento anual entre 1979 y 1994 (Cuadro 2). América del Sur fue la región más afectada en este sentido, principalmente por la evolución de la situación en la Argentina.

Como ha ocurrido con la mayor parte de los cultivos, los rendimientos del sorgo han aumentado a medida que se han puesto a punto y se han difundido nuevas tecnologías (variedades mejoradas, mayor utilización de insumos y, hasta cierto punto, mejora en la ordenación de los recursos y en la lucha contra las plagas). La única excepción en este sentido es Africa, donde los rendimientos bajaron un 14 por ciento, para aumentar de nuevo al comenzar los años noventa (Fig. 5). En la India, los rendimientos varían fuertemente de unas a otras regiones, en función de las pre-cipitaciones, el tipo de suelo y la estación. Mientras que los rendimientos del sorgo cultivado en la estación lluviosa son de 2-2, 5 t/ha en zonas de suelos profundos y precipitaciones seguras, cuando se planta en el período posterior a las lluvias en zonas de precipitaciones escasas, no alcanzan los 500 kg/ha.

La productividad presenta un acusado contraste entre las distintas regiones. En el período 1992-94, los rendimientos promedio fueron de 0, 8 t/ha en Africa, 1, 2/ha en Asia, más de 4 t/ha en América del Norte y más de 5 t/ha en Europa (Cuadro 1). La causa principal de esas diferencias radica en el grado de comercialización y en la consiguiente introducción de nuevas tecnologías. México constituye un claro ejemplo de aumento espectacular de la productividad ocasionado por la comercialización en gran escala. En ese país, la superficie sembrada pasó de 0, 1 a 1, 5 millones de hectáreas entre los años sesenta y comienzos de los ochenta, y en el mismo período, el rendimiento medio fue de más de 3 t/ha, superando en un tercio el rendimiento promedio del maíz.

En algunos países del grupo II, la utilización de semillas híbridas, de fertilizantes y del riego han permitido aumentar los rendimientos pese a que el nivel de partida era elevado. En cambio, en el grupo I, la mayor parte del sorgo se produce en parcelas reducidas y fragmentadas, en ocasiones intercalado con otros cultivos y, con frecuencia, en zonas donde la fertilidad del suelo es escasa. Además, las dificultades financieras hacen que el uso de insumos adquiridos sea escaso. Sin embargo, en algunos países del grupo I (por ejemplo, el Sudán y Zimbabwe) la producción del sorgo tiene lugar en grandes explotaciones y con fines de comercialización, utilizando un elevado nivel de insumos y, en ocasiones, el riego. En las grandes explotaciones comerciales de Zimbabwe, los rendimientos alcanzan las 2-3 t/ha, frente a 400-600 kg/ha que obtienen los pequeños cultivadores tradicionales.

Figura 4. Tendencias mundiales de la superficie dedicada al cultivo del sorgo, 1979-94.

Figura 5. Tendencias mundiales del rendimiento del sorgo, 1979-94 (promedio móvil sobre 3 años).

Un factor que influye significativamente en las tendencias de los rendimientos es la introducción de variedades híbridas, que se ha generalizado en las zonas donde el sorgo se cultiva con fines comerciales y en países donde existe una industria de semillas muy desarrollada. Obviamente, la utilización de híbridos se concentra en el grupo II y es casi inexistente en la mayor parte de los países del grupo I, con las excepciones notables de China, la India, Tailandia, el Sudán y Zimbabwe. La mayor parte de los híbridos se destinan al cultivo como pienso (en el grupo II), pero en algunos países del grupo I también se obtienen híbridos para destinarlos al mercado de productos alimenticios. Así ocurre especialmente en la India, donde las variedades híbridas ocupan aproximadamente el 55 por ciento de la superficie cultivada con sorgo.

El descenso de los rendimientos en Africa, donde el sorgo es un cultivo esencial para la seguridad alimentaria, suscita un gran inquietud. El crecimiento demográfico ha forzado la expansión del sorgo, en muchos casos hacia tierras más áridas y marginales. En algunos países, la política de comercialización de los estamentos oficiales ha inducido a dedicar al cultivo del maíz explotaciones de sorgo relativamente productivas. En cierta medida, esto es consecuencia de una política que favorece la comercialización y elaboración del maíz en detrimento del sorgo. En zonas en las que no ha tenido lugar la sustitución de un cultivo por otro se han acortado los períodos de barbecho, reduciendo el período necesario para la reposición de nutrientes en la tierra. Como la aplicación de fertilizante es escasa, la consecuencia es una menor fertilidad de la tierra. Con todo, aunque han disminuido los rendimientos, el descenso no es tan acusado como parece desprenderse de las cifras (un 1 por ciento anual entre 1979 y 1994, Cuadro 2), puesto que los datos correspondientes al período 1979-81 se refieren a una tierra de calidad relativamente buena, mientras que las de 1992-94 corresponden a una combinación de tierras "buenas" y tierras más marginales.

Factores que dificultan la producción

La mayor parte de los pequeños agricultores, especialmente en las regiones semiáridas de Africa, no producen, prácticamente ningún año, sorgo suficiente para cubrir las necesidades familiares. Consideran el cultivo del sorgo (y la agricultura en general) como una actividad de semisubsistencia que rinde menos beneficios que otras inversiones como la ganadería o la escolarización y, por tanto, se resisten a invertir en la compra de fertilizantes y semillas mejoradas. Por otra parte, el mayor costo de la mano de obra ha afectado también a las faenas agrícolas, desde preparar la tierra, limpiar las malas hierbas y ahuyentar a las aves hasta la recogida y elaboración del grano. Otro factor importante en toda la región de Asia y en las zonas urbanas de Africa es el cambio de los hábitos alimentarios. Con el aumento de los ingresos, los consumidores tienden a comprar trigo, arroz y a veces maíz, en lugar de los cereales secundarios tradicionales.

En determinadas zonas, las aves suponen un obstáculo para la producción, ya que atacan la cosecha, especialmente durante la fase de granazón. Para limitar el daño causado por las aves en algunos países se cultiva sorgo que posee un revestimiento purpúreo formado por taninos y sustancias amargas y astringentes (polifenoles) que son desagradables para las aves. No obstante, la mayor parte de las variedades que se cultivan en Africa y Asia no contienen tanino, por lo cual pueden resultar dañadas por la acción de las aves. Otro obstáculo importante es Striga, una hierba parasitaria que se adhiere a las raíces del sorgo, de las que obtiene la humedad y los nutrientes que necesita. Así, impide el crecimiento de la planta, reduce los rendimientos y en los casos más graves ocasiona la muerte de la planta. Se han obtenido algunas variedades resistentes a la Striga, pero generalmente sus rendimientos son menores que los de los cultivares tradicionales o las variedades mejoradas (vulnerables a la Striga).

Los mohos de los cereales ocasionan pérdidas importantes, tanto por lo que respecta al rendimiento como a la calidad del grano, particularmente en zonas donde se han introducido variedades mejoradas2. Otras enfermedades importantes son la antracnosis, la podredumbre carbonosa, el mildiu del sorgo, el cornezuelo y las manchas foliares. Las plagas de insectos limitan la producción en muchos lugares. El barrenador del tallo es endémico en todas las zonas; las chinches y mosquillas tienen una especial incidencia en Africa occidental; y la mosca de los brotes del sorgo ocasiona pérdidas importantes en las siembras tardías y de fuera de temporada, tanto en Asia como en Africa.

2. La mayor parte de las variedades mejoradas maduran antes que las variedades locales, con frecuencia antes de que haya finalizado la estación de las lluvias. Esto aumenta la vulnerabilidad a los mohos de los cereales y limita enormemente su introducción.

Otro problema importante es la irregularidad de las precipitaciones, que ocasiona fuertes fluctuaciones de la producción. Los precios caen bruscamente en los años buenos, lo que hace que los comerciantes se muestren renuentes a acudir al mercado, especialmente porque la infraestructura de almacenamiento suele ser insuficiente. Esto aumenta los riesgos que afrontan los productores de sorgo en materia de precios, así como su resistencia a invertir en la producción con fines comerciales.

También las políticas oficiales inadecuadas de apoyo limitan el incremento de la producción en muchos países del grupo I. Así, en Africa, las medidas de apoyo a la producción, que favorecen al maíz frente al sorgo, llevan a sembrar este último cultivo en tierras dedicadas antes al sorgo. En Asia, particularmente en la India, la subvención del riego y de los fertilizantes favorecen al arroz, al trigo y a los cultivos comerciales en detrimento de los cereales secundarios y la política de compras del sector público por lo que respecta al arroz y el trigo han llevado a aumentar la superficie dedicada a estos cultivos. En un cierto número de países en desarrollo en los que se aplicaba desde hacía tiempo una política de sostenimiento de los precios del sorgo se ha reducido o suprimido ese apoyo, principalmente como resultado de la liberalización del mercado.


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