La necesidad de una información y una vigilancia constantes es más apremiante que nunca ante la rápida evolución de los acontecimientos mundiales, que presentan nuevas situaciones y problemas cotidianos que afectan de manera directa o indirecta a la agricultura y la seguridad alimentaria. Hasta los esfuerzos más claros y decididos por erradicar el hambre pueden verse frustrados por acontecimientos que escapan al control de las autoridades. Esto se ha puesto de manifiesto recientemente en dos temas de los que se informa en la presente publicación: la crisis financiera de Asia oriental y sudoriental y el fenómeno de El Niño.
Las crisis financieras son motivo de preocupación, puesto que amenazan con aumentar su alcance y gravedad. Mientras que constituyen un elemento de incertidumbre económica y política para los próximos años, estas crisis ya han provocado situaciones de una depresión económica profunda y de inseguridad alimentaria en algunos países. Por ejemplo, hemos comprobado cómo se han visto gravemente afectados por las turbulencias financieras la Federación de Rusia y otros países, especialmente en América Latina.
El fenómeno de El Niño, de un carácter totalmente distinto, también ha sido uno de nuestros principales motivos de preocupación. En su actual ciclo, anormalmente grave, ha ocasionado destrucciones masivas, pérdidas de cultivos, ganado, bosques y pesca y ha sido la raíz de una escasez grave de alimentos en un número elevado de países.
En el presente informe también se exponen novedades que son alentadoras. A pesar de la preocupación y la incertidumbre que despierta la crisis de Asia, la situación económica global sigue siendo por lo general favorable para una gran parte del mundo en desarrollo. En particular, la mejora de las condiciones económicas generales de África durante varios años consecutivos ha fortalecido la perspectiva esperanzadora de una nueva tendencia hacia un crecimiento y desarrollo sostenibles en esta región. También han despertado satisfacción los importantes resultados económicos de numerosos países de América Latina y el Caribe y de Asia en 1997, aunque la crisis financiera haya obligado a rebajar las perspectivas de crecimiento a corto plazo en ambas regiones. Por lo que se refiere a la agricultura, la situación del suministro de cereales parece ser en conjunto satisfactoria, con unas existencias mundiales dentro del límite mínimo considerado necesario para la seguridad alimentaria mundial. El debilitamiento de los precios internacionales de los productos básicos tendrá efectos contrapuestos en los países exportadores e importadores netos; no obstante, la reducción de los precios de importación de los productos alimenticios constituye un alivio muy necesario para muchos países pobres importadores netos de alimentos. Efectivamente, en el informe se destaca la importante mejora de la situación y las perspectivas económicas de esos países pobres con la capacidad menor para financiar las importaciones de alimentos: esto es fundamental para su seguridad alimentaria.
Conviene subrayar una vez más la importancia de hacer llegar los beneficios del crecimiento económico a los países más pobres y a las grandes masas de su población. En el presente informe se confirma que, desde una perspectiva a largo plazo, la población de los países más pobres ha tendido hacia una pobreza y una inseguridad alimentaria cada vez mayores, con pruebas de que estas inaceptables tendencias se han mantenido en los últimos años. Los exámenes de las políticas de países que aparecen en esta publicación parecen indicar que el fomento de un crecimiento rápido, equitativo y con una base amplia sigue siendo un reto difícil. Sin embargo, lejos de ser el crecimiento y la equidad los extremos de un dilema, son elementos igualmente imprescindibles para una estrategia de desarrollo racional. Su consecución requiere un compromiso genuino de aliviar la pobreza y ocuparse de las necesidades sociales, y debemos congratularnos de todos los esfuerzos que están realizando en ese sentido numerosos países, especialmente los de África. Al mismo tiempo, el crecimiento con equidad sólo se puede conseguir en la mayoría de los países por medio de una estrategia de desarrollo sólida, con una orientación rural, acompañada de grandes inversiones e infraestructura rural, capital humano y servicios sociales.
El desarrollo rural y el alivio de la pobreza son los temas centrales del capítulo especial de la edición de este año: Los ingresos rurales no agrícolas en los países en desarrollo. No se puede infravalorar la importancia decisiva que tienen las actividades rurales no agrícolas para el desarrollo y la seguridad alimentaria. Representan un componente importante de las economías de los hogares rurales. Los ingresos rurales no agrícolas también tienen una relación sinérgica con la agricultura, puesto que proporcionan a los agricultores recursos financieros para invertir en insumos potenciadores de la productividad; en sentido inverso, la mayor productividad de los agricultores también aumenta los ingresos rurales y permite reducir los precios de los alimentos en el medio urbano. Los ingresos y el empleo rurales no agrícolas tienen asimismo repercusiones sobre los niveles y la distribución de los ingresos rurales, el ritmo de urbanización, la pobreza rural y la utilización de los recursos naturales. Confío en que este informe contribuya a sensibilizar acerca de la importancia fundamental de este tema, que todavía no han llegado a comprender debidamente la autoridades, los organismos de desarrollo y el público en general.
En la Parte I del presente informe se examinan otros dos temas seleccionados que tienen una relación directa con la seguridad alimentaria: los problemas y cuestiones que se plantean a la hora de garantizar un flujo constante de alimentos para satisfacer las necesidades de las ciudades; y la integración entre la pesca y la agricultura.
El suministro de suficientes alimentos a las ciudades constituye un reto cada vez más apremiante, que requiere la integración coordinada de los productores de alimentos, los transportistas, los operadores del mercado y los numerosos vendedores al por menor. También requiere la introducción de mejoras constantes en la calidad de los sistemas de transporte y distribución. Un aspecto no menos importante es que se necesita una comprensión compartida entre las administraciones urbanas y los organismos nacionales e internacionales de desarrollo en relación con los problemas comunes, y las posibles soluciones para alimentar a las ciudades de manera sostenible.
Es importante constatar la existencia de interacciones positivas, pero también antagónicas, entre la agricultura y la pesca, derivadas de la utilización común de los recursos de tierras y aguas. Se puede contribuir de manera importante al fomento de la pesca costera, continental y acuicultura y de la producción agrícola y la seguridad alimentaria buscando la máxima sinergia, es decir, con un aprovechamiento óptimo del agua, la lucha integrada contra las plagas y la reutilización de los nutrientes, reduciendo al mismo tiempo al mínimo las interacciones negativas, por ejemplo las debidas a la aplicación excesiva de plaguicidas que pueden ser perjudiciales para los organismos acuáticos.
Al presentar El estado mundial de la agricultura y la
alimentación de este año, tengo la confianza de que el
flujo constante de información sobre los resultados obtenidos y
la mayor sensibilización con respecto a los esfuerzos que se necesitan
contribuirán a la movilización de todas las partes interesadas,
y es de esperar que nos permitan presentar pruebas más convincentes
de progresos duraderos hacia el urgente objetivo de la seguridad alimentaria
para todos.
Prepararon las aportaciones y los documentos básicos para el análisis mundial M. Palmieri (Producción y comercio forestales), el Departamento de Pesca de la FAO (Pesca: capturas, destino y comercio), L. Naiken y P. Narain (Asistencia exterior a la agricultura), L. Wilhelm-Filippi (Alimentar a las ciudades), y R. Willmann (Integrar la pesca y la agricultura para promover la seguridad alimentaria y la producción pesquera). De las secciones sobre escasez de alimentos y situaciones de urgencia, la situación del mercado de los cereales, la ayuda alimentaria y los precios agrícolas internacionales se ocupó el personal de la Dirección de Productos Básicos y Comercio, supervisado por J. Greenfield, P. Fortucci, W. Lamadé, A. Rashid y P. Konandreas.
Prepararon las aportaciones y los documentos básicos para el análisis por regiones M. Allaya (Cercano Oriente y África del Norte), J. Budavari (Europa central y oriental y la Comunidad de Estados Independientes), N. Cochrane (Hungría y Polonia), M. Cox (Chile), F. Devé (República Islámica del Irán), K. Dunn (Uganda), y A. Webb (Malasia).
El capítulo especial, Los ingresos rurales no agrícolas en los países en desarrollo, fue preparado por T. Reardon (Universidad del Estado de Michigan, Estados Unidos), con importantes aportaciones de K. Stamoulis (FAO), M.E. Cruz (MINAGRI, Chile), A. Balisacan (Universidad de Filipinas), J. Berdegue (RIMISP, Chile) y B. Banks (East Lansing, Michigan, Estados Unidos).
La edición de El estado mundial de la agricultura
y la alimentación 1998 estuvo a cargo del Grupo de Gestión
de las Publicaciones, Dirección de Información; la cubierta
y el diseño, y los gráficos e ilustraciones fueron producidos
por G. De Pol, Studio Page.
ALCEC
Acuerdo de Libre Comercio de Europa Central
AOD
Asistencia oficial al desarrollo
APEC
Consejo de Cooperación Económica Asia-Pacífico
ASEAN
Asociación de Naciones del Asia Sudoriental
BID
Banco Interamericano de Desarrollo
BIRF
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento
c.i.f.
costo, seguro, flete
CAD
Comité de Asistencia al Desarrollo
CASA
Corporación de abastecimiento y servicios agrícolas (Venezuela)
CEI
Comunidad de Estados Independientes
CEPAL
Comisión Económica para América Latina y el Caribe
CFA
Comunidad Financiera Africana
CIA
Convenio Internacional del Azúcar
CIID
Centro internacional de investigación para el desarrollo
CMDR
Consejos municipales de desarrollo rural (Colombia)
COMESA
Mercado común para África oriental y África austral
CONAGRO
Consejo Nacional de Producción Agrícola (Perú)
ENABAS
Empresa Nicaragüense de Alimentos Básicos
FIDA
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola
FMI
Fondo Monetario Internacional
f.o.b
franco a bordo
ICCO
Organización Internacional del Cacao
IED
Inversión extranjera directa
IIPA
Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias
INDAP
Instituto de Desarrollo Agropecuario (Chile)
INIA
Instituo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Chile)
MERCOSUR
Mercado Común del Sur
OCDE
Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos
OIC
International Development Association
OMC
Organización Mundial del Comercio
PAC
Política Agrícola Común (Unión Europea)
PAMI
Programa de alimentos materno-infantiles (Venezuela)
PBIDA
Países de bajos ingresos con déficit de alimentos
PIB
Producto interno bruto
PMA
Programa Mundial de Alimentos
PNUD
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
PROAL
National Agricultural Research Institute (Chile)
RAIEA
Reserva Alimentaria Internacional de Emergencia
SAG
Servicio Agrícola y Ganadero (Chile)
SEA
Suministro de energía alimentaria
TLC
Tratado de Libre Comercio de América del Norte
UE
Unión Europea
UEMAO
Unión Económica y Monetaria del África Occidental
UMATA
Unidades municipales de asistencia técnica agropecuaria (Colombia)
UME
Unión Monetaria Europea
- = no se dispone de datos (en los cuadros)
... = not available (in tables)
1996/97 = el ejercio agrícola, comercial o fiscal comprendido entre el primero de esos años civiles y el siguiente
1996-97 = el promedio de dos años civiles
Salvo indicación en contrario, en la presente publicación se emplea siempre el sistema métrico decimal
Índices de la producción
Los índices FAO de la producción agrícola indican el nivel relativo del volumen agregado de la producción agrícola de cada año, en comparación con el período base 1989-91. Estos índices reflejan la suma de los volúmenes, a precios ponderados, de diversos productos agrícolas, después de deducir los volúmenes (igualmente ponderados) utilizados como semillas y piensos. El valor agregado resultante representa por lo tanto la producción disponible para cualquier uso a excepción de semillas y pienso.
Todos los índices, ya sean nacionales, regionales o mundiales,
se han calculado según la fórmula de Laspeyres. Los volúmenes
de producción de cada producto se han ponderado según la
media de los precios internacionales de 1989-91, y se han sumado para cada
año. Los índices se han obtenido dividiendo la cifra agregada
de un año dado por el valor agregado medio del período base
1989-91.
Índices del comercio
Los índices del comercio de productos agropecuarios tienen también como base el período 1989-91. Incluyen todos los productos y países que figuran en el Anuario FAO de Comercio. En los índices correspondientes al total de productos alimenticios se incluyen los comestibles clasificados en general como «alimentos».
Los índices representan cambios registrados en los valores corrientes de las exportaciones (franco a bordo [f.o.b.]) y de las importaciones (costo, seguro y flete [c.i.f.]), expresados en dólares EE.UU. Cuando algunos países valoran las importaciones a precios f.o.b., las cifras se ajustan para que se aproximen a los valores c.i.f..
Los índices de volumen y del valor unitario representan los cambios en la suma de los volúmenes ponderados en función de los precios, y de los valores unitarios de los productos que son objeto de comercio entre países. Los coeficientes de ponderación son, respectivamente, la media de los precios y volúmenes de 1989-91, que es el período de referencia utilizado para todas las series de números índices que calcula actualmente la FAO. Para el cálculo de los números índices se ha utilizado la fórmula de Laspeyres.
Notas
Las notas al texto se encuentran al final de cada parte