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Informe del grupo de trabajo sobre América y el Caribe

MIEMBROS DEL GRUPO DE TRABAJO

Víctor Villalobos (México) - Presidente
Kenny Sigh (Trinidad y Tobago) - Secretario
J. Anderson (FAO) - Secretario Técnico
Oscar Cedeño Sánchez (México)
Miguel Salazar (Honduras)
Paulo Cezar Mendes Ramos (Brasil)
María de los Ángeles Arriola Aguirre (México)
Patricio Sanhueza-Bravo (Chile)
Adriana G. Moreira (Brasil)
Ginger Brudevold (EE.UU.)
Roberto Heredia (Argentina)
James Perkins (EE.UU.)
Luis Carlos Joels (Brasil)
Jorge E. Umana-Duce (Costa Rica)
Marcela Suñol (Costa Rica)
Marco A. Carbajal (México)

PRINCIPALES CUESTIONES PLANTEADAS DURANTE LOS DEBATES

i) La formulación de políticas es un proceso, y debe estar orientado por la experiencia e involucrar a diferentes partes interesadas (si no todas ellas). Además, debe basarse en los pertinentes conocimientos especializados, es decir que abarquen tanto los conocimientos locales como las conclusiones de la investigación científica.

ii) Se reconoce que las cuestiones conexas con la utilización de tierras constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con los incendios forestales, e incluyen la asignación y ordenación de tierras, la tenencia de la tierra y la facilidad de acceso a ella, la reglamentación de las prácticas de cultivos permitidas en las tierras y, lo que es más importante, del valor de las tierras forestales.

En muchos países de la región, aún quedan grandes superficies de bosques a los que el público puede acceder fácilmente, con lo que en consecuencia se atribuye poco valor a esas tierras. Se ha propuesto que se modifique la situación de oferta y demanda respecto de esa tierra por medio de la creación de una escasez artificial de bosques, lo que aumentaría así su valor.

iii) Los debates se centraron también en las cuestiones de ordenación forestal que guardan un nexo muy estrecho con la incidencia y severidad de los incendios. Entre ellas figuran la tentación de coordinar bosques naturales con muchas especies de las que sólo unas cuantas poseen valor comercial con rodales más simples y más idóneos para la ordenación y con fines agrícolas y de otra índole. Los incendios por lo general se han utilizado como parte de las actividades de conversión de esas tierras, por ejemplo en las prácticas de corta y quema y en la ordenación de pastos.

iv) Variaciones climáticas. Acabamos de presenciar el fenómeno El Niño de mayor gravedad de este siglo, que ha tenido importantes efectos negativos en las pautas meteorológicas, que se caracterizaron por graves sequías por un lado e inundaciones severas en algunas áreas por el otro. Las áreas azotadas por la sequía han sufrido algunos de los peores incendios en la historia. Si se incluyen los pronósticos del recalentamiento atmosférico, surge una mayor probabilidad de incendios forestales en la región. Por consiguiente, se prevé que la gravedad de los incendios forestales seguirá aumentando en el futuro.

v) Colaboración internacional. La creación de una adecuada capacidad para responder a la amenaza de incendio forestal exige un elevado nivel de inversión y asignación de recursos financieros, humanos, institucionales y de equipo. Sin embargo, debido a las realidades económicas de la mayoría de los países de la región es poco realista intentar reunir todos esos recursos. La participación en esfuerzos de colaboración regionales e internacionales ofrece una alternativa más productiva que las iniciativas individuales. La armonización y compatibilidad entre tecnología y terminología se considera como un requisito previo para la participación real y efectiva en las iniciativas internacionales encaminadas al intercambio de recursos e información.

vi) Disposiciones institucionales. En los debates se abordó la necesidad de establecer organismos especializados de prevención de incendios forestales. La asignación de la responsabilidad al servicio antiincendios tradicional se consideró contraproducente. Es mejor colocar a dicho organismo en el ámbito del servicio forestal establecido ya que los objetivos de funcionamiento y el alcance de las operaciones pueden armonizarse con mayor facilidad. Esta disposición facilitará además la integración de la prevención de incendios forestales con temas más amplios relacionados con la ordenación forestal y la utilización de tierras. Las disposiciones de carácter institucional para la prevención de incendios forestales debería permitir asimismo un cierto nivel de descentralización del proceso de adopción de decisiones así como la participación de los interesados, en particular los grupos comunitarios.

vii) Investigación y mantenimiento de registros. Los procesos inherentes a la formulación de políticas y ejecución de programas deben guiarse mediante la mejor información disponible. Ésta puede proceder de dos fuentes principales: a) los resultados de la investigación realizada en otros países, y b) la reunión a nivel local de datos de interés. A este respecto, debería aprovecharse plenamente la riqueza de los conocimientos autóctonos con que cuentan los habitantes locales. Además, existe la necesidad impelente de llevar a cabo actividades de investigación acerca de las causas de los incendios, de manera que puedan aplicarse las medidas del caso a fin de mitigar sus efectos.

viii) Los incendios tienen efectos dramáticos en la salud e implican costos elevados para la sociedad. Las inversiones en el manejo del fuego contribuyen a reducir esos costos.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES RELACIONADAS CON LAS POLÍTICAS QUE AFECTAN A LOS INCENDIOS FORESTALES

Es preciso efectuar una mejor distribución de los escasos recursos humanos y financieros existentes entre la prevención y supresión de incendios y la reforestación y rehabilitación. En particular, las políticas deben estar más orientadas a la prevención de incendios y la reforestación.

Si bien las recomendaciones pueden agruparse en torno a la prevención, la supresión y la recuperación, especialmente a fin de enfatizar el primero y último de esos aspectos relacionados con el fuego, se opina que muchas recomendaciones coinciden parcialmente, especialmente en las dos primeras esferas.

Las políticas públicas deberían hacer hincapié en la necesidad e importancia de adecuados sistemas de conocimientos e información sobre incendios:

Unos esfuerzos eficaces de reducción de los efectos negativos del fuego exigen políticas que fortalezcan la descentralización, las asociaciones y la participación:

Política económica y financiera

Se deberían adoptar políticas a fin de acrecentar el valor de los bosques.

Las políticas de crédito deberían fomentar opciones de utilización de tierras que sean sostenibles y no dependan en la apertura continua de las fronteras agrícolas o de la corta y quema no controladas que aumentan el riesgo de incendios perjudiciales.

Sería oportuno estimular la repartición de los costos relativos al manejo del fuego entre todos los interesados directos (con inclusión de acuerdos innovadores con las empresas de seguros) y entre los niveles y partes del gobierno.

Son necesarias políticas que fomenten el desarrollo socioeconómico de los bosques y de las comunidades que dependen de ellos y que sean compatibles con el desarrollo sostenible.

Deberían utilizarse mecanismos de financiación mediante instrumentos como el mecanismo para un desarrollo limpio y la contrapartida de las emisiones de carbono a fin de promover y financiar las actividades de gestión.

Las políticas de asentamiento e infraestructura deberían ponerse en pie de igualdad con exigencias sensatas en materia de control y prevención de incendios.

Cuestiones institucionales y políticas

Las instituciones locales y comunitarias con frecuencia necesitan fortalecerse.

Si bien hace falta establecer asociaciones en las diversas fases del manejo del fuego, debería existir una capacidad nacional uniforme orientada por el conocimiento del comportamiento específico y los efectos de los incendios de vegetación.

Las instituciones deben asignar recursos, humanos y financieros, a la formación de redes, la cooperación y la coordinación.

Políticas de reforestación y recuperación

Tanto para los bosques templados como para los tropicales debería permitirse en vía prioritaria que tenga lugar la recuperación natural del emplazamiento. En el caso de los bosques tropicales, esto podría comportar la exclusión de quemas en el futuro, pues las áreas quemadas son particularmente susceptibles a sufrir cambios drásticos en los tipos de vegetación cuando las quemas se repiten.

Se recomienda asimismo a los países que fortalezcan sus conocimientos en materia de recuperación de ecosistemas.

No debe permitirse que los daños ocasionados por el fuego a los bosques contribuyan a la conversión de las tierras en bosques regenerados artificialmente o para otros tipos de aprovechamiento.

RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS PARA LA FAO Y LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES

La FAO debería desempeñar un papel activo en el establecimiento de redes y en la facilitación del acceso a la información y los conocimientos concernientes a todos los aspectos de los incendios forestales. En este sentido, debería estimular el funcionamiento de redes regionales existentes o nuevas.

La FAO debería facilitar y asegurar oportunas medidas complementarias de la presente reunión.

La FAO debería esforzarse por desempeñar una función dinámica en las cuestiones de políticas en materia de incendios forestales.


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