Los efectos económicos de las plagas y enfermedades transfronterizas pueden ser complejos y exceder el efecto inmediato en los productos agrícolas directamente afectados. En la Figura 36 se ilustran algunos de los posibles efectos. En casos específicos el efecto económico real variará dependiendo del tipo de plaga o enfermedad, aunque la complejidad de los efectos suele dificultar la medición precisa de los efectos económicos.
El mayor efecto económico directo un plaga y enfermedad transfronteriza es la pérdida de la producción o la menor eficiencia de la misma, ya se trate de cultivos o animales, lo que reduce los ingresos agrícolas. La gravedad de las consecuencias económicas dependerá de las circunstancias específicas. Si la economía de la explotación agrícola está relativamente diversificada y si existen otras oportunidades de ingresos, se reducirá su importancia. Inversamente, si la economía local es muy dependiente de uno o unos pocos productos básicos vulnerables, el efecto será mucho mayor y afectará la seguridad alimentaria local.
Los efectos de una menor productividad de los cultivos o los animales pueden ser de larga duración. Las infestaciones de las plagas pueden afectar las tasas de fertilización o la recuperación de las semillas, mientras que las aplicaciones de plaguicidas pueden dañar la fertilidad del suelo y el agua. Las enfermedades pueden tener efectos duraderos en la producción ganadera de muchas formas «escondidas» (como demoras en la reproducción, lo que lleva a una descendencia menor, y las consecuencias de una menor población) que suelen exceder las pérdidas asociadas con la enfermedad claramente visible.
Aunque la pérdida de la producción puede parecer fácil de identificar, resulta no obstante difícil medirla en términos económicos precisos. De hecho, tal evaluación económica no debería medir simplemente el valor de la producción perdida multiplicando las pérdidas físicas estimadas por el precio del mercado. Esto puede sin duda exagerar los probables efectos económicos del daño. Los efectos económicos reales dependerán también de la adaptación de los agricultores así como de los posibles ajustes del mercado. Entre las formas en que las comunidades agrícolas pueden responder a esta situación figuran replantar, utilizar reservas o vender bienes, realizar actividades no agrícolas que les permitan obtener ingresos, etc.
Por estos motivos, la pérdida relativa al bienestar puede ser menor que el valor de la producción perdida11. Sólo en los casos en los que las posibilidades de sustento de los agricultores estén muy limitadas o la economía de la comunidad sea muy dependiente del producto básico afectado por la plaga o la enfermedad, las pérdidas relativas al bienestar pueden exceder el valor de la producción perdida.
Asimismo la dificultad de diferenciar los efectos de las plagas en la producción de otros efectos -como el clima- no se ha podido superar realmente. Con frecuencia las infestaciones de plagas y las epidemias coinciden con cambios en las condiciones climáticas, como sequía, lluvias antes de la temporada y otros acontecimientos que afectan la producción. El hecho de que los agricultores de los países en desarrollo no lleven registros de ello aumenta la incertidumbre acerca de qué porcentaje de un cambio dado en la producción puede atribuirse a plagas o enfermedades, cuánto a las condiciones meteorológicas, cuánto a la gestión agrícola, y a otras variables.
Los efectos en la producción pueden ir acompañados de variaciones en los precios, determinados por los efectos de las plagas y enfermedades transfronterizas en la oferta y la demanda. Los efectos en los mercados pueden inducir también variaciones en los salarios agrícolas y en el empleo de las industrias de transformación y pueden extenderse también a las actividades anteriores y posteriores del ciclo. Dependiendo del mercado que tengan los productos agrícolas afectados, una infestación o un brote pueden provocar una elevación repentina de los precios (si la mayor parte de la producción se consume en el país) o un descenso de los precios (si la mayoría de ella se exporta y la cuarentena impide esa exportación pero no el consumo en el país). Los efectos relativos de la reducción de la producción en los productores y los consumidores dependerá de la elasticidad relativa de la demanda y la oferta (es decir de la capacidad de responder tanto de la demanda como de la oferta a los cambios en los precios). Los efectos negativos en los precios pueden producirse también cuando las preocupaciones sanitarias de los consumidores causan reducciones en la demanda.
A través de la demanda, las plagas y enfermedades introducidas (principalmente plagas y enfermedades de cuarentena) pueden tener consecuencias importantes para los agricultores y los países que producen para la exportación o que desean exportar. Los países que no están afectados por las principales plagas y enfermedades tenderán a proteger su agricultura local excluyendo totalmente la importación de productos de las áreas afectadas por aquéllas, o condicionando la importación a una serie de medidas de precaución. Estas consecuencias comerciales pueden provocar un efecto económico mayor que las propias pérdidas directas de la producción. Inversamente, los beneficios de la eliminación de las plagas y enfermedades transfronterizas pueden ser muy grandes. El deseo de tener acceso a mercados de exportación muy rentables es sin duda lo que motiva muchos de los esfuerzos de erradicación de plagas y enfermedades.
Pueden darse con frecuencia importantes efectos negativos en la seguridad alimentaria y la nutrición en los países en desarrollo. El crecimiento del comercio internacional de productos agrícolas amortigua los efectos potenciales de las plagas y enfermedades transfronterizas en la disponibilidad de alimentos aunque pueden hacerse sentir mucho en las comunidades más pobres que no tienen acceso a suministros de sustitución. El efecto en la seguridad alimentaria es objeto de preocupación de muchas autoridades nacionales en los países en desarrollo y es uno de los principales argumentos que se esgrimen en favor de la asistencia internacional a los programas de control.
La principal amenaza para la salud humana procede de las enfermedades zoonóticas. Este tipo de contagio parece haber aumentado en los últimos años, debido a una producción pecuaria cada vez más intensiva en las zonas próximas a los asentamientos humanos12. Aumenta la preocupación frente a las amenazas para el medio ambiente procedentes de las propias plagas o bien de las medidas utilizadas para combatirlas. Estas últimas se han vuelto motivo de preocupación a partir del momento en que se ha prestado atención a los peligros de los plaguicidas y a los depósitos de plaguicidas no utilizados. Crece también la preocupación frente a las especies invasivas introducidas a través del comercio o los desplazamientos humanos, que predominan sobre la ecología autóctona o que la perjudican.
Las plagas y enfermedades transfronterizas también conllevan consecuencias presupuestarias. Las medidas para combatirlas generalmente implican gastos que incluyen los costes de inspección, seguimiento, prevención y reacción. Además se suele pedir a los gobiernos que hagan extensiva la asistencia financiera a los productores afectados. Los costes de algunas de estas medidas son proporcionales al tamaño del sector agrícola que se protege mientras que otros están menos estrechamente relacionados con él. Los beneficios de la prevención y la preparación para las emergencias no se ven directamente y dependen de los cálculos hechos sobre el ahorro logrado al evitarse las infestaciones y los brotes.
Se ha publicado relativamente poco13 sobre los aspectos económicos de las enfermedades transfronterizas de los animales y su control. Hay algún material sin publicar pero que se concentra específicamente en los productos básicos más importantes para determinados países. Los datos sobre las pérdidas de cultivos resultantes de las plagas no son demasiado fiables en los países en desarrollo y, por lo general, se han derivado de pruebas específicas en determinados sitios en vez de en una investigación sistemática patrocinada por los gobiernos14.
Recuadro 6 TRES PASOS PARA ANALIZAR LOS EFECTOS DE LAS PLAGAS Y ENFERMEDADES El efecto económico esperado de las plagas y enfermedades introducidas constituye la base para la adopción de decisiones sobre su exclusión o su control. En algunos países la legislación exige el análisis económico de los costes y beneficios como parte de este proceso de decisión. Desde 1995, el Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la OMC obliga a los países que participan en el comercio internacional a que basen sus medidas en la materia en normas internacionales o evaluaciones de riesgo. Se utilizaron o propusieron tres tipos de análisis para informar del proceso de decisión relativo al manejo de plagas y enfermedades transfronterizas:
Análisis del riesgo El análisis del riesgo se hace para identificar y evaluar los riesgos y las incertidumbres asociados con una actividad peligrosa o para identificar las opciones de gestión del riesgo para mitigarlo. Se compone de dos etapas: la evaluación del riesgo, que es una operación positiva o descriptiva; y la gestión del riesgo, que es normativa y esencialmente subjetiva. En la evaluación del riesgo hay que determinar dos componentes principales del problema: la probabilidad de un acontecimiento (como la introducción y la radicación de una plaga) y las consecuencias de dicho acontecimiento. En la etapa de gestión del riesgo se pueden examinar los resultados esperados de las diversas opciones de gestión en relación con los objetivos. El análisis del riesgo permite comparaciones de los riesgos en presencia de los esfuerzos por mitigarlos, como tratamientos previos al ingreso de los animales, las campañas de vacunación, las inspecciones y las medidas de control posteriores a su ingreso. En cada caso se pueden comparar los beneficios de la reducción del riesgo con sus costes. Los resultados del análisis del riesgo deben contraponerse a un conjunto de objetivos identi-ficables. Este paso es subjetivo y depende de la actitud de las autoridades frente al riesgo. Todos los principales países importadores de productos básicos llevan a cabo algunos análisis del riesgo para las plagas y enfermedades más graves a las que se enfrentan. Análisis de coste-beneficio El análisis de coste-beneficio es un proceso objetivo cuyo propósito es mostrar los efectos económicos de las opciones de gestión específicas. Se calculan los costes y beneficios durante el período de tiempo pertinente y para la población afectada. Entre las opciones de gestión examinadas podrían figurar la exclusión, la detección o la reacción ante una posible especie o enfermedad introducida. El análisis de coste-beneficio es importante para evaluar los rendimientos económicos de las opciones que tienen efectos a lo largo del tiempo o que afectan a diferentes poblaciones. Se puede esperar que un análisis de coste-beneficio indique la opción de gestión que ofrezca el máximo beneficio neto aunque esto de por sí no determina la mejor elección en materia de gestión. Se pueden imponer criterios no económicos o bien el análisis del riesgo puede limitarse a las elecciones disponibles. Incluso una opción con una relación de beneficio-coste inferior a 1 puede resultar conveniente si reduce un riesgo aun mucho menor de obtener un resultado inaceptable. Un ejemplo de ello es la póliza de seguros. El período de tiempo considerado en un análisis de coste-beneficio y la tasa de descuento son significativos cuando hay costes iniciales altos (por ejemplo, al establecer un sistema de detección o emprender una erradicación) y beneficios a largo plazo o demorados. Cuanto mayor es el período, mayor será también la oportunidad de obtener beneficios que recuperen los costes iniciales. Sin embargo, un plazo de tiempo mayor también conlleva más incertidumbre en lo que hace a las pérdidas o los beneficios. Los costes y beneficios intangibles incluyen valores de estética, elección, existencia y herencia, los cuales pueden aplicarse a los aspectos de los organismos introducidos. Los insectos defoliadores afectan a la apariencia de los árboles (efectos estéticos) que pueden ser importantes para los propietarios de las viviendas cercanas y los turistas, más allá del efecto puramente económico que tengan para los técnicos forestales y los propietarios hortícolas. La presencia de una plaga destructiva no sólo reduce la producción de un cultivo para quienes ya se dedican a él sino que también reduce la opción de cultivarlo para los nuevos cultivadores. La preservación del medio ambiente natural en su estado original puede tener un valor intrínseco para mucha gente y, por último, las personas pueden desear dejarlo tal cual para las generaciones futuras. Estos valores pueden resultar significativos al compararlos con valores económicos directamente identificables para muchos organismos introducidos, en particular en el medio ambiente natural, y quizá los análisis de coste-beneficio tengan que tenerlos en cuenta. La valoración de los imprevistos, en la que se pide a los grupos interesados que indiquen su deseo de pagar para evitar la pérdida de valor, es un método que se ha venido utilizando para determinar dichos valores. Otros métodos utilizados para determinarlos incluyen el cálculo de lo que la gente gasta para obtener beneficios similares o evitar pérdidas similares. Aceptabilidad del riesgo En muchos casos las decisiones relativas a la exclusión de organismos indeseados se basan en la idea de que prácticamente ningún riesgo es aceptable. Este enfoque «precautorio» se utiliza a veces cuando es poco probable que se logre la consiguiente erradicación de una plaga o enfermedad, ya que su introducción sería irreversible. La utilización de listas «limpias» es un ejemplo de ello: sólo se permiten que ingresen a un país organismos determinados que tienen un efecto económicamente aceptable y se excluyen todos los demás. Tal enfoque puede utilizarse en casos en los que los costes de realizar un análisis del riesgo serán probablemente elevados comparados con los costes marginales de la exclusión. En otros casos puede considerarse que algunas introducciones son inevitables y que no vale la pena demorarlas, o que son aceptables por algún otro motivo. |
Las publicaciones existentes generalmente estudian un pequeño número de países desarrollados, concentrados en un producto básico afectado, y son específicas para un brote en particular. Adolecen de muchas omisiones graves. El análisis se suele limitar a los efectos en la producción, ocupándose muy poco de los consiguientes efectos en los precios, el comercio o los mercados secundario y terciario. Tampoco se incluyen la adaptación de los agricultores a los problemas planteados por las plagas o las enfermedades. Rara vez se consideran los costes de las actividades de lucha a nivel internacional, los costes de la externalidad de los brotes o bien de las medidas de control, y los costes de infraestructura. Están ausentes los efectos a largo plazo, las reacciones dinámicas a los brotes y la adaptación de los agricultores o la comunidad.
Los resultados de los estudios casi siempre demuestran un beneficio neto resultante de la lucha contra las plagas y enfermedades transfronterizas pero estas conclusiones pueden ser prematuras. Generalmente se examina la elección hecha entre combatirlas y no combatirlas. No es necesariamente el método adecuado de análisis porque no aporta nada sobre la decisión marginal a la que se enfrentan las autoridades: el llevar a cabo una más o una menos de las actividades de control. Por ello no puede afirmarse con certeza cuál es el nivel de control adecuado. Se miden las pérdidas de cultivos en vez de la reducción en los ingresos agrícolas. Esas pérdidas se definen como rendimiento final o producción, mientras que el cambio en el bienestar de los agricultores se mide como pérdida de ingresos, lo que depende de las elecciones hechas en cuanto a la gestión agrícola, la posibilidad de compensación y otros factores socioeconómicos. En los Estados Unidos, por ejemplo, la producción agrícola se reduce debido a las condiciones climáticas o las plagas, pero el ingreso agrícola puede aumentar debido a una combinación de precios elevados y compensación gubernamental. Los análisis de rentabilidad sobre la lucha contra las plagas y enfermedades transfronterizas por lo general se ocupan sólo de los costes y beneficios directos. Suelen omitirse los costes y beneficios externos a los otros que no están directamente involucrados (agricultores cercanos, consumidores) y el medio ambiente.
Los estudios son de dos tipos: estimaciones de las pérdidas ocasionadas por las plagas y las enfermedades, y estudios de coste-beneficio de las medidas de control. El primer tipo de estudio mide la proporción de la producción potencial perdida debido a infestaciones y brotes de plagas y enfermedades a veces cuantificándolas. El segundo tipo mide el valor en términos monetarios de los costes para combatirlas y los beneficios estimados. Los resultados de algunos de estos estudios se resumen en el Cuadro 45.
Cuadro 45
RESULTADOS RESUMIDOS DE ESTUDIOS SELECCIONADOS SOBRE EL EFECTO DE LAS PLAGAS Y ENFERMEDADES TRANSFRONTERIZAS
Plaga/enfermedad |
Período |
País/región |
Estimación de las |
Tipo de |
Fuente |
PLAGAS MIGRATORIAS |
|||||
Gardama africana |
- |
Kenya, Etiopía |
Costo del control: |
Financiero y |
1 |
Gardama africana |
Durante |
África subsahariana |
Pérdidas: 20-60% |
Producción |
1 |
Saltamontes |
1986 |
Países del Sahel |
Pérdidas: 15% de la producción |
Producción |
2 |
Pájaros de la |
- |
Países del Sahel |
Pérdidas: 5% de la producción |
Producción |
3 |
Pájaros de la |
- |
Sabana africana |
Pérdidas: 1% |
Producción |
4 |
Langosta australiana |
1984 |
Australia |
Beneficio neto: |
Financiero y |
5 |
PLAGAS DE CUARENTENA |
|||||
Mosca mediterránea |
- |
Estados Unidos |
Pérdidas potenciales: 800 |
Producción |
6 |
Mosca de las frutas |
- |
Egipto |
Pérdidas: 100 millones de |
Producción |
7 |
Mosca de las frutas |
- |
Pakistán |
Pérdidas: 200 millones de |
Producción |
8 |
Mosca del |
- |
América Latina |
Beneficio potencial neto |
Coste del |
9 |
Malas hierbas |
- |
Estados Unidos |
Pérdidas: 35 000 millones |
Coste económico |
10 |
Insectos exóticos |
- |
Estados Unidos |
Pérdidas: $20 000 millones |
Coste económico |
10 |
PLAGAS Y ENFERMEDADES DE LOS ANIMALES |
|||||
Peste bovina |
Períodos |
Etiopía, Kenya, |
Relación beneficio/ |
Beneficio neto |
11 |
Peste porcina |
- |
Haití |
Pérdidas: 2,7 millones de |
Producción |
12 |
Fiebre aftosa |
Comienzo |
Kenya |
Pérdidas: 230 millones |
Producción |
13 |
Fiebre aftosa |
1996 |
Uruguay |
Ganancias de exportación |
Comercio |
14 |
Encefalopatía |
2000 |
Reino Unido |
Pérdidas (debidas al |
Comercio, |
15 |
Fuentes: 1 D. Rose, C. Dewurst y W. Page. 1997. The African Armyworm Hand- book. Nairobi, Desert Locus Control Organization. 2 FAO. 1992. Grasshopper and locust campaigns 1986-89 and FAO's role. Por P. Gruys. Roma. 3 E. Dorow. 1991. Lutte antiaviaire. Expériences menées dans la République du Niger. Niamey, GTZ. 4 R.L. Bruggers y C.C.H. Elliott. 1989. Quelea quelea, Africa's bird pest. Oxford, Reino Unido. Oxford University Press. 5 D.E. Wright. 1986. Economic assessment of actual and potential damage to crops caused by the 1984 locust plague in South-Eastern Australia. Journal of Environmental Management, 23: 293-308. 6 C.E. Miller, L. Chang, V. Beal, R. McDowell, K. Ortman y T. LaCovey. 1992. Risk assessment: Mediterranean fruit fly. APHIS, USDA, Washington, D.C. 7 A. Joomaye, J. Knight y W. Routhier. 1999. Evaluation of the peach fruit fly problem in Egypt with recommendations for its control and eradication, including a limited cost-benefit analysis. Informe de misión, 11-24 de junio de 1999. Proyecto C3-INT/0/060 13 01. Viena, OIEA. 8 J.M. Stonehouse, J.D. Mumford y G. Mustafa. 1997. Economic loss to tephritid flies (Diptera: Tephritidae) in Pakisatan. Crop Protection, 17(2): 159-164. 9 USDA. 1995. Economic feasibility of eradicating carambola fruit fly (Bactrocera carambolae) from South America. Washington, D.C. 10 D. Pimentel, L. Lach, R. Zúñiga, y D. Morrison, D. 1998. Environmental and economic costs associated with non-indigenous species in the United States. Ithaca, Estados Unidos, Cornell University. 11 E.N.Tambi, O.W. Maina, A.W. Mukhebi y T.F. Randolph. 1999. Economic impact assessment of rinderpest control in Africa. Revue scientifique et technique Off. int. épiz., 18(2). 12 FAO. 1997. Consultancy report on cost-benefit of different vaccination strategies for the control of classical swine fever. Por M.J. Otte. Roma. 13 P.R. Ellis y S.N. Putt. 1981 The epidemiological and economic implications of foot-and mouth desease vaccination programme in Kenya. Informe de consultoría presentado al Gobierno de Kenya. 14 J. Leslie, J. Barozzi y M.J. Otte. 1997. The economic implications of a change in FMD policy: a case study in Uruguay. Proceedings of the 8th International Symposium on Epidemiology and Economics. París, 8-11 de julio de 1997. Publicado en el número especial de Épidémiologie et Santé animale, 31-32. 15 Food Safety Agency. 2000. Review of BSE Control. Final Report (diciembre de 2000). Reino Unido. 16 B. Hardeweg. 2000. A guide to economic evaluation of desert locust management projects (borrador). Universidad de Hannover, Alemania. 17 S.A. Kogo y S. Krall. 1997. En S. Krall, R. Poveling y D. Ba Diallo, eds. New strategies in locust control, p. 415-423. Gaxel, Alemania. Birkhäuser. |
Efectos en la producción, el precio y el comercio. Se han realizado dos tipos de estudios de los efectos de las plagas migratorias: las estimaciones de los daños potenciales y el análisis de coste-beneficio de los esfuerzos para combatirlas. Las estimaciones de los daños potenciales a los cultivos resultantes de las plagas migratorias al no existir un control se efectuaron midiendo los daños como una proporción de la producción viable total. Las estimaciones de daños variaron entre el 100 por ciento de los cultivos plantados hasta pérdidas insignificantes dependiendo del año, el país y las especies de plagas durante los brotes o las invasiones (véanse las fuentes 2, 6 16 y 17 del Cuadro 45).
Durante la aparición de focos de gardama africana las pérdidas de cereales estimadas en distintos lugares alcanzaron hasta el 60 por ciento (5). Las pérdidas de cereales en los países del Sahel durante aparición de focos de saltamontes de 1986 se estimaron en el 15 por ciento, a pesar de las operaciones destinadas a combatirlos (16), comparándolas con el 2 por ciento durante los años en que no hubo focos entre 1992 y 1994 (6). Los daños causados por los pájaros de la especie Quelea a los cultivos de cereales en algunos lugares alcanzaron hasta el 100 por ciento pero se estimaron en aproximadamente el 5 por ciento a nivel nacional en los países del Sahel (9) y en alrededor del 1 por ciento para todos los de la sabana africana (17).
Estas estimaciones implican que las plagas migratorias pueden ocasionar importantes daños a la producción de cultivos a nivel local pero que, con mayor frecuencia, las pérdidas parecen relativamente pequeñas a escala nacional. Algunos estudios pueden sobrestimar las pérdidas potenciales de cultivos debidas a las plagas migratorias. Rara vez tienen en cuenta la reacción de los agricultores para mitigar los efectos de las plagas y suelen basarse en cálculos de las condiciones óptimas de producción. De ambas formas pueden exagerar las pérdidas causadas por las plagas. Además se fundan en estimaciones de la producción en ausencia de plagas.
El análisis de coste-beneficio considera tanto las pérdidas estimadas resultantes de las plagas migratorias como el coste de tratar de prevenirlas. Estos estudios se enfrentan a dificultades a la hora de calcular la amenaza de daños provocados por las plagas. El control preventivo es la medida preferida de los órganos responsables internacionales, incluida la FAO, para combatir las plagas migratorias15 y en la mayoría de los países las principales campañas se inician apenas comienzan los brotes e invasiones de plagas migratorias. El daño real de los cultivos en los últimos años no refleja la situación que se hubiera producido si no hubiese comenzado a combatírselas.
Otro factor de complicación es la forma de evaluar el efecto de una campaña en la próxima generación de plagas y las subsiguientes. Por ejemplo, una campaña muy oportuna puede prevenir los desplazamientos de nubes de langostas a otras regiones en las que se hubieran necesitado campañas extensivas durante cierto número de años.
El daño que se hubiese producido durante períodos tan largos al no combatírselas no se puede medir directamente.
Recientemente los análisis han combinado datos reales pero limitados con enfoques teóricos de modelos para evaluar los efectos de la langosta del desierto. Joffe (en FAO, 1998)16 usó un modelo de simulación para estimar tanto los costes como los beneficios de la lucha contra la langosta del desierto. Se analizaron estimando la diferencia en las pérdidas de cultivos con y sin medidas de control (simulando las pérdidas que se habrían sufrido al no combatir las plagas) y comparando esos beneficios a los costes reales del control (promedio de los fijos y variables durante cierto número de años). Joffe llegó a la conclusión de que los métodos de control generalmente aceptados eran técnicamente eficaces pero no económicamente eficientes, debido a la falta de información, la mala gestión y los gastos excesivos.
Belhaj17 estudió los efectos de la langosta del desierto en la agricultura en Marruecos y el Sudán durante las plagas y las recrudescencias de los decenios de 1980 y 1990, respectivamente. En esos períodos se llevaron a cabo campañas extensivas para combatirlas tanto en el Sudán como en sus países vecinos. No encontró ningún daño aparente en los rendimientos agrícolas debidos a las invasiones de la langosta del desierto. De hecho, los años de invasiones en el Sudán eran aquellos con una producción cerealera alta. Este resultado sorprendente se debe en parte a la coincidencia de las invasiones de langostas con años de buenas lluvias, que produjeron altos rendimientos y permitieron la producción en zonas más grandes.
No obstante, los daños localizados, repentinos y considerables, que pueden causar las plagas migratorias siguen siendo la justificación para tratar de combatirlas cuando aparecen. El temor de la langosta del desierto reviste mucha importancia para los agricultores en los países afectados. Una encuesta de agricultores en Níger demostró que el 57 por ciento consideraba que la langosta del desierto era la máxima amenaza para su producción de mijo perla a lo largo de toda su vida productiva aunque otras plagas fueron mencionadas como el máximo problema en cualquier período vegetativo dado18.
Desde que se dieron a conocer estos resultados, se hicieron llamamientos para que las medidas de control se concentraran más en un enfoque estratégico en las zonas básicas de cría y menos en una amplia pulverización de las zonas afectadas. Los agricultores de Marruecos y el Sudán se mostraron dispuestos a pagar por estrategias alternativas.
Dada la probabilidad de ineficiencia económica, ¿por qué las autoridades continúan con las políticas actuales? Algunos señalan que la aversión de las autoridades al riesgo constituye el factor más importante para mantener el status quo al tiempo que se tiende a exagerar los beneficios netos omitiendo algunos factores importantes como la adaptación de los agricultores y los costes excluidos19.
Se han realizado estudios sobre otras plagas migratorias concentrándose en los daños estimados al no existir ningún control y comparándolos con los costes directos de las operaciones de control. Estos estudios presentan los mismos inconvenientes; muy probablemente dan una imagen incompleta de los verdaderos beneficios netos resultantes de combatir las plagas.
La plaga de langosta australiana de 1984 habría ocasionado aproximadamente unos 103 millones de dólares australianos de pérdida en la producción sin los esfuerzos por combatirla que costaron 3,4 millones de dólares australianos. Los daños reales fueron de 3,6 millones de dólares australianos. Por lo tanto, los costes de combatirla fueron mucho menores que los daños potenciales20.
Los costes de combatir el foco del gusano ejército en Kenya, la República Unida deTanzanía y Etiopía, se compararon con las estimaciones de los daños potenciales en ausencia de dichas medidas.
El valor de los cultivos salvados osciló entre 11 dólares EE.UU. por hectárea (promedio entre enero y junio) y 15 dólares (promedio entre octubre y diciembre), mientras que las operaciones de control terrestre costaron generalmente menos de 10 dólares por hectárea y las de control aéreo estuvieron en un promedio de 16 dólares por hectárea. Por lo tanto, los costes de la lucha contra la plaga fueron casi los mismos que el valor de los cultivos salvados21.
Seguridad alimentaria. No se han analizado los efectos de los daños causados por las plagas migratorias en la seguridad alimentaria de todo un país pero los estudios han descubierto generalmente que la producción es superior en los años de langostas que en aquellos donde están ausentes, debido a mejores precipitaciones en los primeros22. Por ello es poco probable que haya una repercusión importante en la seguridad alimentaria y además se tiende a reducir los efectos en los precios. Joffe descubrió que la producción de cereales para pienso en Malí en el período de langostas y saltamontes de 1985-86 fue superior en un 44 por ciento a la del año anterior, y que los precios de estos cereales en las zonas rurales habían bajado mucho. De igual modo se esperaban grandes cosechas en los países afectados en 1993 y 1994, durante la recrudescencia de la langosta del desierto.
Sin embargo, a nivel local la seguridad alimentaria puede verse amenazada temporariamente cuando la zona rural no está bien comunicada con mercados distantes, cuando hay pocas reservas o ninguna, y cuando son escasas las oportunidades de obtener ingresos no agrícolas. Un ejemplo de ello se vio en el Sudán en 1988 en varios distritos que sufrieron bajas del 50 por ciento en la producción local al tiempo que la producción nacional disminuía sólo el 7 por ciento.
- FAO/20093/A. WODAGENEH
Efectos en la producción, los precios y el comercio. Los daños económicos causados por la mosca de las frutas han sido objeto de más estudios que otras plagas de cuarentena debido a la amenaza que plantea para la capacidad de exportación de un país y a la eficacia de la detección de su aparición. Los estudios se concentraron en las pérdidas de la producción junto con las estimaciones del comercio perdido en caso de infestación. No se llevó a cabo una investigación sobre los efectos en los precios, el coste de la mano de obra ni la seguridad alimentaria.
Basados en los volúmenes existentes de comercio y en las restricciones fitosanitarias, la mosca del Mediterráneo causaría más de 800 millones de dólares por año de pérdidas en la producción y el comercio si se implantara en los Estados Unidos23. Una vez más, incluyendo las pérdidas de la producción y el comercio, el efecto económico de las moscas de las frutas (tanto la mosca del Mediterráneo endémica como la recientemente introducida mosca del melocotón) en Egipto se calcula que alcanzarán a 100 millones de dólares24. Un estudio económico similar en Pakistán descubrió que las pérdidas económicas causadas por las moscas de las frutas Bactrocera dorsalis y B. zonata se cifraban en aproximadamente 200 millones de dólares por año afectando muchísimo más a los pequeños agricultores25.
Un estudio de viabilidad económica de la erradicación de la mosca del carambolero muestra beneficios netos entre 709 y 938 millones de dólares (de 1995) durante un período de 12 años, mientras que los beneficios netos de su supresión serían algo inferiores a la mitad de esas cifras26. El estudio examina los efectos de suprimir o erradicar la mosca de las frutas en los 12 países potencialmente a su alcance en la región del Caribe y cerca de ella. Las cifras de los beneficios incluyen el valor de la producción de cultivos protegidos y la continuación de las exportaciones. Los costes son los gastos destinados a combatirla y erradicarla.
Un grave impedimento para la producción en muchos países en desarrollo es la propagación de especies de malas hierbas introducidas que exigen una eliminación manual mucho mayor, tarea generalmente a cargo de las mujeres, en los cultivos básicos como el maíz y el arroz. La eliminación de malas hierbas es el factor que limita el arroz, el maíz y otros cultivos alimentarios que pueden plantar en la zona los agricultores de subsistencia. Las demandas adicionales de mano de obra reducen la cantidad de tierra que puede cultivarse así como la productividad agrícola. La infestación de malas hierbas es responsable de pérdidas del orden del 44 por ciento de la producción potencial en Asia pero de sólo el 4 por ciento en África27.
Un problema diferente se plantea cuando las plagas figuran en la lista de cuarentena pero en realidad no causan daños graves. Esta situación es consecuencia de una carencia de información sobre la plaga o de instrumentos para combatirla cuando se ha introducido o de las demandas en materia de protección por parte de la industria. Los costes de esta situación incluyen las oportunidades comerciales perdidas y los costes directos de la imposición de la cuarentena. Una posible solución podría ser que todos los países eliminasen las restricciones aplicables a estas plagas menos dañinas. Esto sólo puede lograrse en un grupo de expertos científicos que se reúna en la OMC en caso de un litigio comercial.
Efectos en el medio ambiente. El efecto de las plagas en la diversidad biológica y en otras funciones ecológicas hacen que los defensores del medio ambiente se interesen cada vez más en las cuestiones sanitarias y fitosanitarias. No se han cuantificado la mayor parte de los efectos ambientales de esas introducciones, ni siquiera se las ha identificado. Hay ejemplos de introducciones intencionales y no intencionales que, sin embargo, se sabe que han causado grandes daños en el medio ambiente natural.
Un estudio de 79 especies exóticas introducidas en los Estados Unidos desde 1900 calcula el coste para las especies autóctonas en 96 000 millones de dólares28. Otro estudio estima el coste anual de las especies no indígenas en 123 000 millones de dólares, con 35 000 millones de dólares correspondientes a las malas hierbas alógenas y 20 000 millones de dólares a los insectos exóticos29. Estas cifras pueden ser exactas o no pero indican lo necesario que es examinar más sistemáticamente la propagación de especies invasivas en todo el mundo. El coste para las industrias agrícolas así como para el medio ambiente natural puede convertirse en la carga más pesada impuesta por la mundialización del comercio30.
Efectos en la producción y los precios. Todas las enfermedades transfronterizas de los animales pueden matar a aquellos afectados pero la gravedad de la enfermedad variará dependiendo de factores como las especies y la raza del animal, la edad, la nutrición, el agente patógeno, etc. Muchas de estas enfermedades tienen tasas de mortalidad del 50 al 90 por ciento en los animales vulnerables. La fiebre del valle del Rift normalmente produce sólo una infección suave en las razas de ganado vacuno, ovino y caprino locales en África mientras que en razas exóticas de las mismas especies puede provocar muchos casos de aborto. En condiciones experimentales, algunas cepas suaves del virus de la peste porcina clásica matan menos de la mitad de todos los cerdos infectados mientras que otras cepas virulentas pueden matar hasta el 100 por ciento de ellos. El primer brote de peste bovina en África oriental de 1887 mató, según las estimaciones, cerca del 90 por ciento del ganado vacuno etíope y más de 10 millones de bovinos en todo el continente acarreando el hambre generalizada.
La reducción en la mortalidad y las mejoras en la productividad animal son las metas tradicionales de los programas de erradicación de enfermedades. El acceso a los mercados de exportación se está convirtiendo en un motivo igualmente importante. Una mejor respuesta ante los brotes y un mayor acceso a las vacunas han reducido la probabilidad de muchas epizootias pero estos efectos se ven contrarrestados por el aumento del comercio, del contrabando y de la vulnerabilidad de las aves de corral y de los pequeños rumiantes en condiciones de cría intensiva31.
El único análisis internacional de coste-beneficio del control de las enfermedades de los animales es un estudio de la Campaña panafricana contra la peste bovina realizada en Etiopía, Kenya, la República Unida de Tanzanía y Uganda32. El estudio estimó las pérdidas de la producción atribuibles a la peste bovina con una campaña de lucha y sin ella, y descubrió que los beneficios excedían los costes en cada uno de los países. La relación beneficio menos coste iba del 1,35:1 al 2,55:1. Como se mencionó con respecto a los estudios de coste-beneficio sobre la langosta del desierto, hay muchas variables que no se consideran en una evaluación simple de los costes y las pérdidas que podrían llevar a subestimar los costes o a exagerar los beneficios, o ambos, de una campaña de lucha.
La mayor parte de los análisis de las enfermedades de los animales no incluyen el coste del tratamiento, quizá porque se lo considera poco importante. Al igual ocurre que con los cálculos de los costes y los beneficios de las campañas contra la langosta del desierto, las estimaciones de las pérdidas se basan en los daños que podrían haberse sufrido si no se hubiesen tomado medidas para combatirlas. Los efectos de la enfermedad en la productividad animal dependen de la incidencia real de la enfermedad, la que puede reducirse con campañas de lucha.
Las pérdidas económicas resultantes de la mortalidad animal siguen aumentando debido a la productividad perdida durante el plazo necesario hasta que se restablezca la población original33. Por ejemplo, la continua presencia de la peste porcina clásica en Haití con brotes recurrentes ha resultado, según las estimaciones, en una reducción del potencial de rendimiento del orden del 10 por ciento, o sea 38 000 cerdos por año. A un precio promedio de 70 dólares por cerdo sacrificado, esto daría una reducción anual en los ingresos de 2,7 millones de dólares para los pequeños productores locales34.
Las pérdidas de productividad pueden persistir incluso en animales que sobrevivan a la enfermedad. Los abortos debidos a la fiebre del valle del Rift no sólo implican la pérdida de la descendencia sino también la pérdida de una lactación y reducen así el suministro lácteo destinado al consumo humano al año siguiente al brote. La fiebre aftosa provoca una considerable pérdida en la producción lechera del ganado vacuno. En Kenya las pérdidas provocadas por esta última a comienzos del decenio de 1980 fueron de 230 millones de chelines kenyanos (de 1980) por año, aproximadamente el 30 por ciento de las cuales se debió a una reducción en la producción lechera35.
El efecto transitorio de los brotes en los precios del ganado y en los productos pecuarios puede demostrarse con las epidemias más recientes de peste porcina clásica, pleuroneumonía bovina contagiosa, fiebre del valle del Rift y fiebre aftosa en Haití, Botswana, el Cuerno de África y Taiwan Provincia de China, respectivamente. En cada caso, se produjeron drásticos aumentos o caídas de los precios nacionales, dependiendo del efecto de la oferta en el mercado local: cuando se sacrificaban animales para el consumo nacional, los precios subían; cuando se vendían en el país los animales de exportación, los precios bajaban. Los temores por la salud del consumidor en algunos casos también redujeron la demanda y los precios. En ninguno de los casos se sabe cuánto duraron estos efectos en los precios.
Efectos comerciales. Los brotes de fiebre del valle del Rift en África oriental de 1997/98 afectaron gravemente la economía ganadera de la región somalí aunque la enfermedad sólo tuvo allí una incidencia mínima. El efecto económico en la región se debió a la prohibición impuesta por Arabia Saudita a todo el ganado originario del Cuerno de África. Hasta 1997, aproximadamente 3 millones de animales, especialmente pequeños rumiantes, se habían exportado anualmente de los puertos somalíes de Berbera y Bossasso, produciendo más del 90 por ciento de todas las ganancias en divisas de la región de Somaliland. Después de la prohibición, las exportaciones de ganado de esos mismos puertos se redujeron en más del 75 por ciento. La economía de la región casi se paralizó debido a la escasez de divisas para la compra de importaciones como cereales, azúcar, medicamentos, combustible, etc. En los centros urbanos gran parte de las tiendas cerraron y los precios de los productos básicos como los cereales y el azúcar alcanzaron niveles altísimos mientras que el poder adquisitivo de la población en general se redujo drásticamente.
El Uruguay es un ejemplo de país que logró el acceso a mercados muy rentables después de erradicar la fiebre aftosa. En 1996 se lo reconoció oficialmente libre de fiebre aftosa sin recurrir a la vacunación y, como consecuencia, pudo aprovechar su contingente de exportación de 20 000 toneladas de carne vacuna a los Estados Unidos. Las exportaciones en peso aumentaron en más del 100 por ciento y en valor el 52 por ciento después de la declaración de ausencia total de fiebre aftosa. El elevado precio logrado por su carne vacuna en los Estados Unidos, comparado con su venta en el mercado nacional -más del doble en el caso de la carne enfriada- se estima que aportó ingresos adicionales al país de alrededor de 20 millones de dólares por año. A mediano plazo, el acceso a los mercados de la cuenca del Pacífico le brindará al Uruguay la posibilidad de obtener ingresos adicionales de alrededor de 90 millones de dólares por año. Antes de erradicar la enfermedad el país gastaba entre 8 y 9 millones de dólares anuales en la vacunación contra la fiebre aftosa36. Por lo tanto, los costes para combatirla son actualmente de alrededor del 50 por ciento de los ingresos pero eventualmente pueden alcanzar apenas el 10 por ciento de los ingresos de las exportaciones solamente.
Los estudios realizados en Bolivia y Tailandia demostraron que la lucha contra la fiebre aftosa se justificaría financieramente sólo si permitiese el acceso a los mercados de exportación, aumentando en consecuencia los precios para los agricultores37. Los pasos necesarios para entrar en los mercados de exportación y mantener una industria de exportación emergente pueden resultar costosos. Los países necesitan imponer medidas sanitarias y fitosanitarias, como la inspección y las pruebas del ganado importado, y evitar el contrabando de animales potencialmente enfermos. Sin embargo, una vez que un país ha conseguido librarse de la enfermedad, es probable que adopte medidas extraordinarias para protegerse. Basándose en una estrategia de reducción del riesgo, la respuesta preferida ante un brote de pleuroneumonía bovina contagiosa en Botswana fue sacrificar a los animales y compensar a los productores en vez de recurrir a la vacunación, la vigilancia y el control de los desplazamientos, aun cuando estos últimos costaban sólo el 78 por ciento de las medidas anteriores38. Esto se debe a que sacrificar el ganado garantiza librarse más pronto de la enfermedad y brinda oportunidades para el comercio.
Efectos en el desarrollo comunitario. En algunos casos el sector agrícola casi no está diversificado y la amenaza o la aparición de una plaga o enfermedad en particular puede socavar toda la economía.
Un ejemplo de ello es el vínculo importante entre la cría de ganado bovino y la macroeconomía de Botswana. La introducción de la pleuroneumonía bovina contagiosa llevó a sacrificar más de 300 000 cabezas de ganado en Ngamiland, la provincia más afectada. Esto ocasionó de inmediato el cierre de la planta de elaboración de carne para la exportación, que empleaba más de 200 personas antes de que se matase el ganado. Las exportaciones se congelaron.
En Ngamiland el sector ganadero era un catalizador muy importante de toda la economía; una encuesta del sector comercial después de la campaña de erradicación puso de manifiesto que el volumen de negocios de las empresas generalmente se había reducido en una media del 15 por ciento, que se atribuía a la pérdida del ingreso disponible procedente del ganado. Los efectos indirectos se estimaron asimismo en más de siete veces la cantidad atribuida a las pérdidas directas39.
Efectos en la seguridad alimentaria y nutrición. En las publicaciones no se pudo encontrar información cuantitativa sobre las consecuencias de las enfermedades transfronterizas de los animales en la seguridad alimentaria y la nutrición. Se espera que los efectos sobre la seguridad alimentaria sean menores y de corta duración en tanto existan fuentes de sustitución de alimentos y la comunidad disponga de poder adquisitivo o de ayuda de urgencia. Para aquellos países que pueden permitirse muchas fuentes de suministro, la mundialización de los mercados reduce los efectos de las crisis localizadas provocadas por las enfermedades.
Pero en los países y comunidades pobres, pueden surgir otras amenazas para la seguridad alimentaria y la nutrición como consecuencia de las enfermedades de los animales. El ganado contribuye en particular indirectamente a la seguridad alimentaria y la nutrición como fuente de proteínas, micronutrientes, tracción y activos comercializables. Sin embargo, McLeod y Leslie40 advierten que no hay que sacar la conclusión de que combatir las enfermedades pecuarias resulta siempre beneficioso para los pobres. Es necesario estudiar el sistema de producción, los costes y los métodos de control antes de evaluar los efectos de distribución en las subpoblaciones en un país41. Los autores llegan a la conclusión de que un programa de control de las enfermedades motivado por las exportaciones beneficiará a los pobres sólo si el sector ya dispone de políticas orientadas a las exportaciones o bien delimitadas en las que se incluya a los agricultores pobres.
Efectos en la salud humana y medio ambiente. Algunas plagas y enfermedades de los animales pueden afectar a los seres humanos directamente y, aún peor, pueden utilizar animales como vectores que facilitan la transmisión de enfermedades. Las zonas en conflicto o con escasos controles sanitarios plantean un riesgo mayor de infección humana a partir de enfermedades de los animales. Las grandes unidades de producción y un mayor contacto entre los animales también aumentan el efecto de los brotes.
El fenómeno de los animales que infectan a los humanos (zoonosis) se produce incluso en los países muy desarrollados con excelentes condiciones sanitarias, como lo demuestran las crecientes preocupaciones suscitadas por la ecefalopatía espongiforme bovina y la nueva variante de la enfermedad de Creuzfeld-Jakob en los países europeos (véase el Recuadro 9).
La mayoría de las enfermedades transfronterizas de los animales no causan epidemias en los seres humanos aunque ocasionalmente pueden infectarlos. Los virus que causan la peste bovina, la peste de los pequeños rumiantes, la peste porcina clásica, la influenza porcina y la peste aviar así como el agente que causa la pleuroneumonía bovina contagiosa no infectan a los humanos. El virus de la fiebre aftosa se detectó en unas 40 personas en todo el mundo en una forma atenuada.
El virus de la fiebre del valle del Rift puede infectar a los humanos causando un estado febril que a veces se complica con hemorragias, encefalitis y ceguera. El virus se transmite entre los animales y de los animales a los humanos a través de ciertas especies de mosquitos, lo que da lugar a la asociación característica de las epidemias de esta enfermedad con períodos de elevadas precipitaciones. Los seres humanos parecen además contraer la infección a través del contacto directo con tejidos infectados y fluidos de animales en el matadero.
En 1977/78, se produjo en Egipto una gran epidemia de fiebre del valle del Rift con unos 200 000 casos en seres humanos y unos 600 muertos. Se cree que hasta medio millón de personas fueron infectadas por ese virus durante la epidemia de 1997/98 en África oriental, de las cuales pueden haber muerto unas 500 de la forma hemorrágica de la enfermedad.
Las enfermedades de los animales afectan directamente el tamaño y la composición de la población animal y tienen así indirectamente repercusiones en el medio ambiente. Sumadas a otros factores ambientales, las principales enfermedades pecuarias determinan el sistema de producción, las especies y las razas de animales que adoptarán los ganaderos. Muchos miles de kilómetros cuadrados de tierra fértil siguen subutilizados en África debido a la tripanosomiasis animal, lo que lleva a un aumento de la presión de la población sobre las tierras en las zonas adyacentes indemnes.
Todas las campañas contra las especies invasivas de plagas tienden a ocurrir en grandes áreas, afectando así a una cantidad significativa del territorio y la población. El uso de plaguicidas para combatir las plagas, tanto las introducidas como las autóctonas, puede tener graves consecuencias para la salud en los países desarrollados y en desarrollo. Combatir las enfermedades de los animales es mucho menos riesgoso para las personas y el medio ambiente. Una vez más no se han evaluado los efectos económicos debidos a estas consecuencias para la salud.
Es bien sabido que el uso de plaguicidas puede resultar peligroso para los agricultores, para las poblaciones cercanas expuestas a ellos y para el medio ambiente afectado. Hay más de 5 millones de casos anuales de envenenamiento por plaguicidas en los países en desarrollo42. La OMS estimó que cada año había 3 millones de envenenamientos graves de seres humanos en todo el mundo debidos a plaguicidas, de los cuales unos 220 000 aproximadamente morían. Mientras los países desarrollados utilizan aproximadamente el 80 por ciento de los plaguicidas mundiales, dichos países sufren menos de la mitad de esas muertes. No se sabe cuántos de estos envenenamientos deberían atribuirse a la lucha contra las plagas transfronterizas.
Sin embargo, la erradicación de las plagas o la prevención de su propagación puede exigir el empleo de plaguicidas por un período más breve y en una zona menor que los que se utilizarían si se propagase la plaga. Por lo tanto, es importante sopesar el riesgo del uso de los plaguicidas para combatir los brotes de las plagas en las diferentes etapas comparado con los efectos negativos potenciales.
Sigue habiendo preocupación acerca de la exposición de los trabajadores, los residuos en los alimentos y también los daños ocasionados a animales domésticos y silvestres para los que no estaban destinados. Los peces y los invertebrados son frecuentemente vulnerables, especialmente los artrópodos acuáticos (véanse las fuentes 8 y 10 del Cuadro 45, págs. 234-235). El efecto en las abejas de las operaciones de lucha contra la langosta también ha constituido un problema en algunas zonas (16).
Las reservas de plaguicidas caducos se han convertido en un problema serio para la salud y el medio ambiente en muchos países de África y del Cercano Oriente. Dado que los brotes de las plagas son erráticos y difíciles de predecir, existe el peligro de que se compren más plaguicidas de los que eventualmente se necesiten o que las plagas emigren fuera del país antes de que lleguen los plaguicidas. Como es necesario estar preparado para iniciar la campaña de lucha con poca antelación, pueden encontrarse reservas de plaguicidas en muchos de los países afectados por las plagas migratorias. Con frecuencia no se los almacena correctamente lo que provoca la corrosión de los contenedores, la pérdida de las etiquetas y la presencia de productos químicos en el medio ambiente.
Los países afectados consideran las reservas de plaguicidas como un problema muy importante que exige atención urgente, especialmente para los depósitos cercanos a las zonas urbanas donde se corre el peligro de que los plaguicidas contaminen el agua potable o los alimentos y el aire. Sin embargo, en general, carecen de recursos y tecnología para organizar las campañas de eliminación adecuadas.
Los estudios económicos publicados sobre el efecto de las plagas y enfermedades transfronterizas y sobre su control son relativamente escasos y generalmente limitados en su alcance, concentrándose en países, productos básicos y brotes específicos. El análisis de los efectos suele limitarse a las consecuencias inmediatas para la producción sin considerar los efectos más indirectos en los mercados, las respuestas dinámicas y la adaptación de los agricultores a los brotes de plagas o enfermedades o a sus consecuencias económicas a más largo plazo. Los estudios que se ocupan de las plagas migratorias tienden a concentrarse en el efecto inmediato en la producción; muestran que pueden ser muy significativos pero que suelen estar bastante localizados y que la repercusión a nivel nacional es relativamente poco importante. No obstante la seguridad alimentaria localizada puede verse temporariamente amenazada.
Aunque la mayor parte de las enfermedades de los animales no causan epidemias en los seres humanos, las preocupaciones por la salud humana en algunos casos pueden aumentar el daño causado por las plagas y enfermedades transfronterizas. Un ejemplo de ello es la propagación de la encefalopatía espongiforme bovina en Europa. Los resultados de los estudios casi siempre demuestran un beneficio neto derivado de las actividades de control. Sin embargo, debido a los problemas metodológicos generales de que adolecen muchos estudios, puede ser prematuro sacar la conclusión de que siempre será así. Quizá sea necesario examinar más las pruebas debido a los problemas que plantea la insuficiencia de datos, la estimación exagerada de las pérdidas económicas reales, la falta de atención suficiente prestada a los efectos secundarios y las externalidades.