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Prevención de incendios
en bosques contaminados con radiación

G. Allard

Gillian Allard es Oficial de protección
forestal en el Departamento de Montes,
FAO, Roma.

El fuego es un riesgo permanente en los bosques contaminados con radiación en el accidente nuclear ocurrido en Chernobyl en 1986: los incendios forestales podrían lanzar a la atmósfera nubes de humo cargadas de material radiactivo (OCHA, 2000). Los combustibles que se queman en los incendios forestales contienen cesio, estroncio y, a veces, plutonio radiactivo. En los productos de la combustión (ceniza y combustibles quemados parcialmente), aumenta enormemente la concentración de radionúclidos. Una parte de la ceniza radiactiva permanece en el lugar en que se ha registrado el incendio y la otra parte es liberada en aerosoles en forma de humo y transportada a distancias variables (Dusha-Gudym, 1996).

Los bosques contaminados de Ucrania (más de un millón de hectáreas), la Federación de Rusia (alrededor de 1 millón de hectáreas) y Belarús (más de 2 millones de hectáreas, que equivalen a la cuarta parte de los bosques del país [NU, 2001]) son predominantemente rodales de pinos y de pinos-frondosas jóvenes y de mediana edad en clases que presentan un elevado riesgo de incendio. Grandes extensiones de bosque se encuentran en turberas drenadas. Los incendios superficiales de hojarasca y humus contaminados y los incendios de la turba contaminada constituyen un grave peligro. Se prevé que el riesgo de incendios aumentará en el futuro con la acumulación de restos, hojarasca y árboles en pie muertos, porque esos bosques no son objeto de aclareo. En Belarús, las extensas zonas de bosques de coníferas con vegetación en el piso inferior presentan condiciones que favorecen la transformación de incendios superficiales en incendios de copas y actualmente el 29 por ciento de la tierra forestal está clasificada en la categoría de riesgo elevado de incendios (CEPE-UN/FAO, 2001).

Se han adoptado iniciativas constantes para afrontar ese riesgo. Poco después del accidente, en 1987, se cortaron los árboles del «Bosque Rojo», un bosque de pinos próximo a Chernobyl, y se enterraron para reducir la contaminación de la tierra e impedir la dispersión de radionúclidos mediante los incendios forestales. Todos esos árboles, en una superficie de unas 375 ha, resultaron muertos por efecto de las elevadas dosis de radiación; se enterraron alrededor de 100 000 m3 de árboles muertos (junto con una capa de suelo de 10 a 15 cm de espesor, que se arrancó para reducir la contaminación del suelo). Esta medida, conjugada con otras estrategias de prevención de incendios, ha reducido notablemente la probabilidad de dispersión de radionúclidos a consecuencia de incendios forestales (OEEN, 1995).

En Belarús, la prevención de los incendios forestales es competencia del Ministerio de Asuntos Forestales, y la llevan a cabo los departamentos forestales del Estado, 9 grupos aéreos de protección de incendios y tres bases aéreas de la empresa estatal Bellesavia. Belarús cuenta con 188 centros de incendios químicos en los distritos forestales en las zonas que presentan un elevado riesgo de incendios, para poder actuar con rapidez cuando éstos se producen. En 1996 existían 636 almacenes de equipo antiincendios en aquellos distritos forestales en los que no existían centros de incendios químicos. Durante el período de incendios forestales se constituyen brigadas antiincendios formadas por trabajadores forestales. También se moviliza a la población y personal local, así como la capacidad mecánica de empresas y organizaciones locales (CEPE-NU/FAO, 2001). La detección de incendios se realiza a través de patrullas terrestres, torres de observación y patrullas aéreas. Existen 26 torres equipadas con sistemas de televisión/vídeo, dispositivos infrarrojos de protección remota y sistemas de seguimiento ambiental. La población local cumple una función importante en la detección temprana de los incendios. El Departamento de Ciencias del Ministerio de Asuntos Forestales coordina la labor de las instituciones científicas relativa a los incendios forestales mediante programas gubernamentales y contratos (CEPE-NU/FAO, 2001).

La quema controlada está prohibida en Belarús y se utilizan distintas prácticas sostenibles de uso de la tierra para reducir el riesgo de incendios:

Pese a todos esos esfuerzos, se siguen produciendo incendios forestales. En mayo de 1992, el año más crítico en cuanto a los incendios forestales desde el accidente de Chernobyl, varios incendios forestales producidos en la región de Gomel, en Belarús, se extendieron a Ucrania y penetraron en la zona de exclusión de 30 km de extensión que rodea la central de Chernobyl. Se notificó que el incendio había afectado a 500 ha, de las cuales 270 ha eran de bosque. El nivel de cesio radiactivo en aerosoles aumentó 10 veces en la zona de exclusión (CEPE-NU/FAO, 1992). En mayo de 2000 se produjeron varios incendios en la zona de Chernobyl, aunque no en la zona de exclusión. Alrededor de 1 000 bomberos lucharon contra las llamas en una turbera de unas 1 400 ha. Sin embargo, funcionarios de Belarús señalaron que los niveles de radiación no habían aumentado en la zona, escasamente poblada (WISE/NIRS, 2000). 

Bibliografía


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